Por:
Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejj2107
Hoy, hace treinta años, cayó el Muro de Berlín. Signo de
oprobio en los ahora lejanos años. Curiosamente, como ha revelado un reportaje,
en el mundo existen hoy más muros que dividen que en aquella época.
Signo de la guerra fría, el símbolo de su caída fue el del
socialismo realmente existente, tanto político como ideológico, y la
predominancia de la ideología liberal, que en Occidente queda como único relato
válido de la supremacía del llamado “mundo libre”.
Treinta años después está siendo cuestionada la democracia
representativa que quedó como única forma válida de gobierno. Los populismos
autoritarios de derecha o de izquierda minusvaloran las instituciones
democráticas o las vacían de contenido, que solo queda el nombre.
Los muros que hoy se erigen son físicos y virtuales. Los
primeros tratan de impedir el ingreso de los otros. En Estados Unidos se ha
levantado el principal muro a fin que no ingresen los migrantes. Valla de
contención, tan inútil como la que levantaron los romanos contra los bárbaros.
Los muros virtuales quieren separar a ciudadanos de primera
y segunda categoría. Algunos son más sutiles, otros no tanto. La cosa es que
unos son más ciudadanos que otros, sea por género, lugar de nacimiento, oportunidades
o servicios recibidos.
Son otros los muros de ahora. La preocupación no es tanto
salvar al “mundo libre”, sino que tan libre puede quedar el mundo luego de las
desigualdades en la distribución de la riqueza y de los autoritarismos que
engañan en la solución. Difícil momento.
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