Por: Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejj2107
Un muchacho cuyo padre
es pastor evangélico y su madre la típica ama de casa norteamericana, descubre
su atracción hacia los hombres, lo que suscita en su padre buscar una “cura”
para lo que él considera una enfermedad. De allí es recluido en un centro de
terapia emocional con otros chicos con tendencias similares, lo que no hará
sino reafirmar su opción sexual.
Quizás si estuviésemos
en los años 50 o 60 del siglo pasado (la homosexualidad fue dejada de
considerar una enfermedad recién en los años 70) se podría colegir un centro de
terapia represor de conductas, donde la Biblia y el apoyo grupal posibilitan
una cura de las “desviaciones contra natura”; pero la película se ambienta en
el presente, lo que hace cuestionable los métodos empleados.
Por cierto, el ambiente
opresivo del “centro de cura” mucho le debe a “Atrapados sin salida” de Milos
Forman (Alguien voló sobre el nido del
cuco): el centro de terapia como cárcel, la condición sumisa y humillante
de los internos y la represión de los terapistas y personal de apoyo a fin de
mantener “la verdad oficial”, hasta el suicidio de uno de los internos –como
sucede en el filme de Forman- y que sirve de detonante para el desenlace.
La “recomendación” que
le hacen los compañeros más avezados a Jared, el personaje central, es fingir
hacia fuera estar convencido que es pecado el siquiera pensar tener relaciones
con alguien del mismo sexo, a fin de ser “liberado” del centro lo más rápido
posible, y soterradamente seguir teniendo relaciones sexuales con otros hombres;
lo que nos hace recordar los actos “políticamente correctos” en el asilo del
filme de Forman y por extensión en los ambientes represivos y dictatoriales. El
comportamiento cómplice de estar de acuerdo con el statu quo a fin de poder
vivir su auténtica vida en la oscuridad.
Hasta donde conocemos
por los créditos del filme, se trataría de una “historia de la vida real”.
El centro de terapia
existió, se llamaba Love in action (Amor
en acción) y al parecer sus “terapias de conversión” no fueron cien por ciento
seguras. Muchos de los aparentes curados tomaron luego parejas de su mismo sexo
en ambientes menos represivos e incluso uno de ellos, años después, fundó una
congregación religiosa llamada Grace
Rivers, que incluía a la comunidad gay en su seno como grupo no excluido.
El personaje principal
se convertiría en periodista y en sucesivos artículos contó su calvario en ese
centro y lo que padeció cuando quiso ocultar su verdadera identidad. Después
los trasformó en un libro autobiográfico (Boy
Erased: A Memoir of Indentity, Faith and Family) que sirvió de base al
filme.
Boy erased (literalmente “Chico borrado”, aludiendo a la pretensión
de anular su auténtica personalidad) nunca fue estrenada en nuestro medio, pese
a contar con actores de la talla de Nicole Kidman o Russell Crowe; pero está
disponible en dvd.
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