Tuesday, January 04, 2022

LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO

 

Por: Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

Cuando apareció hace cuarenta años la novela de Mario Vargas Llosa las críticas fueron controversiales, muchas cargadas con matices ideológicos. Recordemos que MVLL se había apartado dramáticamente de los grupos y posiciones de izquierda y estaba en lo más álgido la satanización del escritor, lo que se agudizaría cuando se lanza a la presidencia de la república, en una campaña bastante accidentada y no exenta de los cabes y golpes bajos.

 

La novela se basa en un hecho histórico sucedido en el Brasil de fines del siglo XIX, hacía poco Brasil se había convertido en república sin disparar una sola bala, a diferencia de lo que sucedió con sus vecinos de la América hispana. Un predicador llamado “el Consejero” recorre los sertones del nordeste predicando el evangelio. Su carisma le permite captar adeptos entre la gente más humilde, asentándose en Canudos, un poblado rural semiabandonado.

 

La primera parte de la novela trata precisamente del recorrido del Consejero por esas tierras baldías y cómo a la manera de Jesús va reclutando entre los marginados, perseguidos y hasta de los bandoleros a los que podría llamarse sus “apóstoles”. El Beatito, el León de Natuba, María Quadrado, Joao Abade, Pajeu, entre otros, los vemos convertidos y formar parte del séquito del Consejero.

 

La segunda parte, en cambio, es el desenlace de la guerra. Es la más interesante y de mayor desarrollo. Las expediciones fracasadas, el fin del general Moreira Cesar, líder de la naciente república, y, la cuarta y definitiva expedición punitiva que moviliza a casi todo el Brasil, levando hombres de todos los puntos cardinales. Desde diferentes puntos de vista nos va narrando el desarrollo de la guerra.

 

En paralelo aparecen otros personajes de la naciente república, como Epaminondas Goncalves, radical jacobino y propietario de un periódico en Bahía. Político ambicioso, buscará en el incidente de Canudos deshacerse de sus oponentes monárquicos, inventando un supuesto plan de restauración financiado y asesorado por la monarquía inglesa.  Y en el lado de los monárquicos que aún quedan quien aparece más nítido es el Barón Cañabrava, político lúcido que hace recordar al Príncipe Salina de la novela El gatopardo. Como este, sabe que su tiempo ha terminado, que ha llegado el turno que otros ocupen el poder y de recoger lo mejor que se pueda el patrimonio acumulado en la época de la monarquía. Es el personaje político que mejor resalta en la novela.

 

Galileo Gall, el anarquista que cree ver en Canudos la revolución proletaria, sin saber en detalle lo que ese movimiento mesiánico significaba. Encarna a esos intelectuales que creían percibir en todo movimiento social la chispa de la revolución. Otros, como el periodista miope, son un claro homenaje a Euclides Da Cunha, testigo presencial de Canudos y que escribió Os sertões, primer testimonio de lo que sucedió.

 

Parece decir MVLL que las guerras se inician por malos entendidos. Los seguidores del Consejero creen que la naciente república es el anticristo, la encarnación del demonio, y son creyentes del antiguo régimen monárquico, a quien consideran legítimo. En su discurso milenarista, el apocalipsis estaría próximo y solo se salvarían los hombres de fe en Cristo. Por parte de los republicanos, creen que en Canudos existe una insurrección monárquica y pro restauradora que debe ser exterminada. El fracaso de las anteriores expediciones militares, las confabulaciones políticas y los intereses económicos se van a confabular para creer que existe allí un monstruo de siete cabezas.

 

Pero es más interesante que se haya adelantado a los movimientos mesiánicos y apocalípticos, religiosos o seculares, que aparecerían en las últimas décadas del siglo XX: desde los ayatolas en Irán, pasando por los Kmer rojos en Camboya hasta Sendero Luminoso en nuestro país. Todos tienen una connotación de acabar con el presente y renacer hacia algo nuevo y mejor, para quienes lo pasado significa un lastre o una reacción que debe ser eliminada. Para unos la recompensa está en el cielo, para otros, el paraíso en la otra esquina.

 

Como decíamos la novela en su momento fue recibida con críticas opuestas. Nadie negaba el aliento épico que insuflaba, una suerte de La guerra y la paz latinoamericana; pero el mote de “reaccionaria” en muchos críticos no dejo de ser señalado. Ahora, cuarenta años después de su publicación y con los ánimos más calmados, podemos decir con justeza que es la mejor novela de MVLL, su obra cumbre, solo comparable a Conversación en la Catedral. Con su impecable arquitectura creó un universo con infinidad de personajes, tramas y subtramas realmente complejo y creíble para todo lector.

 

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