Wednesday, March 23, 2022

PANDEMIA: UNA CRÓNICA PERSONAL SOBRE EL COVID. EL EPÍLOGO

 

Por: Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

Pensaba escribir el epílogo a mi crónica Pandemia saliendo de recibir la vacuna. Una suerte de final feliz, pero no puedo. En todos estos meses ha muerto mucha gente querida para mí. Mi cuñado, amigos, colegas. Gente que se fue. Que yo haya sobrevivido no los resucitará. Tuve suerte quizás. Como se dice, todavía no era mi hora. Mi propia esposa contrajo el virus y casi se va. Yo me salvé por un pelo, porque ella se encontraba en la casa de su mamá; pero contagió allá a toda su familia, incluyendo a mi cuñado que falleció.

 

Pandemia fue escrita hace dos años en un tono ligero para no cargar las tintas a un hecho de por si trágico y doloroso. Fue la crónica más larga que he escrito, como que tenía tiempo de sobra esos meses encerrado en mi casa. La pandemia recién empezaba, yo estaba solo, aislado, apenas salía a comprar lo necesario. Fueron cinco meses en los que escribir en cierta forma liberó tensiones y no trajo ansiedad o depresión como a muchos. Mantenerte ocupado fue otra solución. Y por supuesto leer. Actualicé varias lecturas y revisé películas antiguas que tiempo no las veía. Mantenerte ocupado y no pensar mucho en el “bicho”. Es decir, no interiorizarlo como algo personal o tener temor a ser contagiado.

 

No es que me la diera de valiente o temerario. Salía temprano a hacer mis compras, en las primeras horas que había poca gente, iba con mi mascarilla puesta y cuando se requería me ponía la segunda, que empañaba mis anteojos, y me la sacaba cuando pasaba el control a la entrada del supermercado. No iba con guantes ni pañuelo en la cabeza o ese impermeable de plástico que algunos portaban. Tampoco era de los que dejaba los zapatos en la puerta de entrada de su casa o salía con un litro de alcohol en el bolsillo. Tomaba mis precauciones, pero sin exagerar.

 

Es la misma actitud que tuve en la época del terrorismo, cuando salía por las mañanas a trabajar y en las noches a estudiar. Los coches-bomba que explotaban a mi alrededor no me paralizaban para hacer mis cosas. Y en esos 12 años de terrorismo pasé cerca a varios coches-bomba. Suerte de nuevo quizás.

 

Recuerdo que llevaba una contabilidad diaria de los muertos por el covid. No por morbo, sino por información. Estaba escribiendo mi crónica. Pero me mantenía distante de las informaciones de cómo se desarrollaba la pandemia en mi país y el mundo. Una regla es no comprarte el problema.

 

A las pocas semanas de la cuarentena me di cuenta que el gobierno de Vizcarra no estaba haciendo bien las cosas. No es que sea especialista en virus, sino por comparación con lo que se hacía en otros países. El internet fue una gran ayuda para saber cómo se combatía el covid en otros lugares, las vacunas que vecinos nuestros iban comprando y la actitud de los gobiernos para encarar la pandemia. Los periódicos extranjeros estaban al alcance de un clic.

 

Era la época en que si hablabas mal de su gobierno en las redes te saltaban al cuello. Recuerdo a una amiga fanática que defendía sin chistar todo lo que decía Vizcarra. Era de las que cantaba el himno nacional a voz en cuello todas las noches desde el balcón de su departamento. La conozco: actuó más como tonta útil que “aceitada” por su gobierno, como sucedió con mucha gente en redes, influencers y cierta “prensa independiente” que supuestamente defendía con “objetividad” las decisiones del gobierno. Hubo de todo en esos aciagos meses. Tontos útiles y “aceitados”.

 

Espero solamente que los responsables políticos paguen su inacción de no comprar las vacunas a tiempo y las malas estrategias que ejecutaron. Muchas muertes se pudieron evitar. Fue extraño que el gobierno de Vizcarra solo se interesara en una vacuna china de poca efectividad, mientras se dejaba de lado las mejores. Hubo muchas compras raras en esos meses de su gestión que indican que se actuó más por el interés de una “comisión” que por el interés de los peruanos. Va a ser necesaria una investigación a fondo de lo que ocurrió. Solo espero haya voluntad política para hacerla y no el “borrón y cuenta nueva” a lo que somos muy afectos.

 

Por todo ello, porque también la pandemia no se ha ido del todo y por los doscientos mil compatriotas muertos, no puedo escribir un final feliz.

 

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