Sunday, November 12, 2023

CIENTÍFICOS BAMBA

Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


 Un reportaje ha puesto en reflectores que un grupo de “docentes-investigadores” compraba artículos de investigación que aparecían en revistas indexadas a fin de tener más “prestigio académico” y por consiguiente mayores posibilidades de contratación y de sueldo. Incluso uno de ellos, que trabaja o trabajaba en la universidad de un conocido político local, a sus cortos 32 años tenía 72 artículos publicados en revistas indexadas. Algo totalmente imposible por la edad del “investigador”, si lo haces sin ayuda de nadie.

 

La noticia en el medio académico no es nueva. Es vox populi en el medio universitario que ofrecen incluirte en un artículo en revista indexada a un precio determinado. A mí me lo ofrecieron hace ya un tiempo. Y la oferta sigue circulando por los claustros académicos.

 

Una variante es cuando un grupo de colegas se reúnen y firman un artículo en común, pero solo uno trabaja el artículo y los demás en reciprocidad hacen lo mismo cuando les corresponda. Una suerte de mita intelectual. También está el artículo que firma el docente-investigador a cargo, pero que lo trabajan sus alumnos en alguna investigación que les haya encomendado. Otra variante es la sencilla apropiación del investigador, sin mencionar el grupo de estudiantes que lo llevaron a cabo. Hay otras más, como la patería con quien tiene poder en una universidad. Se le incluye en el artículo sin haber hecho nada, pero a cambio viene la contratación del docente con mejores condiciones de sueldo o la permanencia estable en una casa de estudios.

 

Desde que las revistas con ciertos estándares para su publicación se hicieron norma, estos males han proliferado en el mundo académico. Mundo que en el caso del Perú es bastante reducido y donde todo se sabe. Los artículos indexados pasaron a ser la medición de la producción intelectual de un docente, necesarios para su promoción, reconocimiento o trabajar en universidades de más prestigio.

 

La moda de los artículos indexados vino de las universidades anglosajonas y pensando más en las ciencias que en las letras; pero por imitación, como muchas cosas que hacemos por acá, se uniformizó a todas las disciplinas como requisito de prestigio académico. No importa que la investigación sea sobre el sueño de la pulga o los derechos sociales del mosquito, lo importante es que lo publiques en una revista indexada.

 

En el currículo del docente se mira sobre todo los artículos que haya publicado en una revista indexada, y bueno en segundo lugar la experiencia que tenga. Incluso se fomenta que los docentes publiquen en revistas indexadas indicando que trabajan en una determinada universidad a cambio de un bono o los gastos de publicación. Es prestigio para el docente y propaganda para la universidad. Y es “al peso”. Más importa la cantidad que la calidad de las publicaciones, de allí que muchos artículos indexados son perfectamente olvidables.

 

Como no todo docente va a ser investigador y menos tener la aptitud para escribir, no es raro que se recurra cada vez más a la compra de artículos donde no han trabajado y menos lo hayan concebido. Y, así como la aparición de los profesionales bamba (aquellos que obtuvieron su título o grado académico en una universidad trucha o por medios poco claros), la aparición de los científicos bamba estaba más que descontada.

 

La siguiente pregunta es si las revistas indexadas son un buen referente para la trayectoria de un investigador.

 

Algunos señalan que no. Las revistas indexadas tienen ciertos parámetros que obvian la creatividad y audacia en la investigación, y se inclinan más a la formalidad en la entrega y presentación de un artículo.  Basta revisar algunos artículos publicados en revista indexadas para darse cuenta que se encuentran bien empaquetados, bonitos en su presentación, con una aparente cientificidad, pero que aportan poco o nada a la ciencia o a las humanidades.

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