Saturday, November 04, 2023

ARGENTINA DE NUEVO

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


Una señora joven, con aptitud para trabajar, declaraba ante cámaras que con Milei “la iban a obligar a trabajar”. Un pueblo acostumbrado a los subsidios es como una persona acostumbrada a las drogas. Difícilmente lo va a dejar. Es como el drogadicto que solo ve el mundo a través del cristal de las drogas.

 

Un pueblo que por años ha recibido subsidios directos o indirectos del estado, servicios públicos malos pero baratos y cuya creencia es que “papá Estado” le debe dar todo, no iba a renunciar fácilmente a propuestas de continuismo. Se está jodido, pero cae algo. No llueve, pero gotea.

 

En 1990 nosotros tuvimos que elegir entre seguir en la situación es que estábamos o un cambio radical. Hacer cambios moderados, suaves o un cambio fuerte que estabilice la economía. El del cambio radical creyó como Milei que en primera vuelta ganaba. No fue así. En segunda vuelta ganó el cambio suave, encarnado en un desconocido ingeniero agrónomo que, ahí vino la sorpresa, ya en el poder, a los pocos días tomó el programa del cambio radical de su contendiente, un célebre escritor que años después ganaría el Nobel.

 

Salvo contadas excepciones, la gente prefiere lo mismo. Hay pánico por lo nuevo y de perder lo poco que se tiene. Algo de eso sucedió el domingo en las elecciones argentinas. El programa de Milei asustó, se vio como algo radical, de resultados inciertos. Massa, en cambio, encarnaba el continuismo de los subsidios a los que el pueblo argentino es adicto consumado.

 

En el medio de toda está tragicomedia gaucha, el fantasma de Perón. Alguien dijo que es difícil luchar contra los muertos. Perón marcó en la conciencia del pueblo argentino un antes y un después. Para bien y para mal.

 

Gane quien gane en la segunda vuelta, el pueblo argentino seguirá jodido. Si gana Massa es el continuismo con algunos matices en una suerte de círculo vicioso. Si gana Milei, sin mayoría parlamentaria y con una oposición hostil, difícilmente podrá ejecutar su programa maximalista. Se verá entrampado en acuerdos políticos para suavizar su programa hasta que parezca el del peronismo. En el camino se irá desgastando.

 

Solo le queda al pueblo argentino cantar No llores por mi Argentina.

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