Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejj2107
A seis
meses del ataque terrorista de Hamás en el propio territorio de Israel contra
ciudadanos indefensos, llama la atención que la opinión pública esté más a
favor de los palestinos y no tanto de los israelitas que fueron los inicialmente
agredidos.
Muchas universidades top de
EEUU han manifestado su respaldo a Palestina, a lo que se ha sumado que el
propio gobierno norteamericano formalmente no se encuentre apoyando las
acciones de Tel Aviv y más bien esté exhortando a que contengan los ataques a
civiles palestinos. En este pulseo político más ha ganado adhesiones el pueblo
de Palestina, visto como víctima, soslayando la parte israelita inicialmente agraviada
e indefensa (los ciudadanos israelitas asesinados, violados o secuestrados por
Hamás no portaban armas ni eran personal del Ejército). Algunos, practicando un
cinismo maquivélico, han tratado de justificar la agresión inicial de Hamás a ciudadanos
indefensos, en la “humillación” constante en que el estado de Israel hace vivir
a miles de palestinos.
La propaganda mundial pro palestina
ha sido más efectiva, donde los villanos son el gobierno de Netanyahu y asociados,
quienes no han disimulado esfuerzos en arrasar todo vestigio vivo palestino que
se encuentre en Gaza. Ha sido una propaganda ayudada por las acciones del propio
gobierno de Tel Aviv. Los muertos palestinos son también más que los muertos
israelitas y eso en toda ecuación pro defensa de los derechos humanos, cuenta.
Si bien Israel ha podido llegar a
lo largo de los años a acuerdos de no agresión con sus vecinos árabes; Hamás es
considerada una organización terrorista, no un estado nacional que, por
añadidura, cuenta con el respaldo del gobierno de Irán, lo que complica las
cosas en un ajedrez geopolítico en una zona de por si bastante conflictiva.
Súmese a ello que Hezbollah, otro grupo terrorista, está entrando a la
contienda, aparte de grupos islámicos antijudíos, para los que se trataría de
una “guerra santa” y el fanatismo que ello conlleva.
La política de “tierra arrasada” no
es muy útil si de controlar a los terroristas se trata. Caen inocentes y
culpables, más los primeros que los segundos. Creo que eso lo sabe muy bien
Netanyahu, quien parece más preocupado en cohesionar un frente interno y
quedarse en el poder, que en ganar una guerra que sabe no va a ganar. Quedarse
en el poder es más importante para Netanyahu, quien afrontaba en su país graves
cargos por corrupción, aparte que deberá responder políticamente por la
negligencia del servicio de inteligencia israelí, uno de los mejores del mundo
que, parece, no previó la incursión terrorista de Hamás en Octubre pasado,
hecho bastante extraño si consideramos la alta eficiencia de su servicio de
inteligencia.
La guerra en Gaza se va a convertir
en esas guerras, como la de Ucrania, donde son pretexto para quienes están en
el poder, continúen en el trono.
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