Monday, June 24, 2024

INSTITUCIONES O PERSONAS. ESCUELA NACIONAL DE LA MAGISTRATURA, ¿SOLUCIÓN A LOS PROBLEMAS JUDICIALES?

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


El proyecto de reforma constitucional que propone eliminar la Junta Nacional de Justicia y crear en su lugar la Escuela Nacional de la Magistratura, políticamente es similar al que en su momento Martín Vizcarra, entonces presidente de la república, propuso de eliminar el Consejo Nacional de la Magistratura y crear en su lugar la JNJ. Mocos por babas.

 

Es que se parte del supuesto que la institución es la que no funciona, cuando en realidad son los que la operan, sometidos muchas veces a intereses ajenos a la juridicidad.

 

Pasó en su momento con el CNM, creado según el modelo italiano. Había consejeros que obedecían a intereses subalternos para nombrar o destituir jueces y fiscales, y se propuso su sustitución por la JNJ.

 

La JNJ ha cometido los mismos errores que su antecesora. Obedeció a intereses subalternos para nombrar jueces y fiscales, esta vez de “orientación caviar”, y destituir a los incómodos, como la defenestrada Fiscal de la Nación, Patricia Benavides.

 

Amén que la JNJ hizo espíritu de cuerpo con un miembro que excedía todo límite de edad para quedarse en el cargo, pero que su voto era importante para continuar nombrando o destituyendo jueces y fiscales afines a su signo. Ello causó mucho daño y desprestigio a la JNJ y ha sido excusa para sustituirla por la Escuela Nacional de la Magistratura.

 

¿Solucionará la institución creada los problemas de la justicia? Evidentemente que no, De aprobarse el proyecto lo que sucederá es que la nueva institución será copada por personas afines a la línea política de quienes propusieron el cambio. Los problemas de la justicia continuarán allí, incluso se agravarán, como es evidente en el Ministerio Público.

 

Toda reforma demora, pero bien hecha puede durar un largo tiempo. El problema es cuando las instituciones judiciales son coaptadas por tendencias políticas o intereses en uno u otro sentido. Allí se termina cualquier reforma.

Tuesday, June 18, 2024

MÉXICO, AMLO Y LA CUARTA REVOLUCIÓN

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


¿Explica solo el populismo del gobierno de AMLO el triunfo de su candidata a la presidencia Claudia Sheinbaum y heredera de su “cuarta revolución”? Por lo menos es una explicación sesgada.

 

Es cierto que los subsidios a sectores populares aquí y allá convencen a votantes, sobre todo aquellos que nada tienen, pero no es determinante para ganar una elección presidencial. Y la diferencia abismal de votos entre la candidata oficial y la de la oposición no se explica únicamente por “el dinero gratis” que el gobierno de AMLO haya repartido a manos llenas.

 

Claudia Sheinbaum no es una candidata carismática, que arrastre votos por su solo verbo o presencia; pero el pueblo mexicano está a favor de AMLO (y por tanto de su candidata), algo que a nosotros y a buena parte de la oposición azteca les puede parecer extraño, aunque de repente no lo es tanto.

 

Entre nosotros, Alberto Fujimori tenía un arrastre popular hasta el fin de su mandato. Arrastre a pesar de las denuncias por corrupción, robo, violación de DDHH que cargaba su gobierno y que pese a ello sirvió de base para crear Fuerza Popular, heredera directa del fujimorismo. Ese hecho tampoco lo entendía acá la oposición. Que el pueblo, no obstante las graves denuncias, veía a Fujimori como alguien de los suyos, era “el Chino”, más allá del populismo de su gobierno.

 

Algo similar sucede en México, donde la gente del pueblo se siente identificada con López Obrador (AMLO) más allá de los subsidios que su gobierno concede a diestra y siniestra. Súmese a eso que la candidata de la oposición, Xóchitl Gálvez, representaba a los partidos que en México fueron un fracaso sus últimos gobiernos, incluyendo al ahora alicaído PRI. Y, a pesar de sus orígenes populares, no tiene esa capacidad de arrastre que tiene AMLO. La verdad Xóchitl Gálvez la tenía cuesta arriba y muy difícil.

 

¿Eso significa que México va a regresar a la dictadura perfecta del partido único en el poder como en los tiempos dorados del PRI?

 

Si bien AMLO (antiguo militante del PRI) sueña con convertir a Morena, su partido, en el PRI del siglo XXI, habría que ver. Dos gobiernos sucesivos del mismo partido no hacen un verano priista. Es posible que traten de quedarse más de dos gobiernos, con buenas o malas artes, de eso no hay duda, pero los tiempos han cambiado. Los años 40, 50 y 60 del siglo pasado son muy distintos a los actuales. La hegemonía única de un partido enraizado en la sociedad y el estado es más difícil que antes.

 

Las capas medias y los sectores más modernos de México se desprendieron del PRI a fines del siglo pasado cuando ya no les servía como vehículo político y buscaron otras alternativas que los represente mejor. Para que el partido de AMLO tome la posta de aquellos años y ejecute su soñada “cuarta revolución” tendríamos que retroceder en el tiempo, algo también un poco difícil de hacer.

Tuesday, June 11, 2024

LA ULTRADERECHA GANA EN EUROPA

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


El triunfo de la ultraderecha en las elecciones para el Parlamento europeo es, parafraseando al Nobel colombiano, la crónica de un triunfo anunciado. No iba a ser insólito que las fuerzas del centro o centroizquierda perdiesen curules frente al descrédito que tienen entre la población.

 

Las iniciativas aperturistas a migrantes musulmanes con subsidios de todos los contribuyentes, el ritmo lento de recuperación económica y la inflación por la emisión inorgánica de dinero que sacudió la Europa post pandemia, elevando el costo de vida, amén del retardo tecnológico que viene sufriendo el viejo continente, dejó insatisfechos a muchos, que ya no se sienten representados por su Estado. O, para decirlo con otras palabras, el gran consenso del estado de bienestar europeo luego de la II Guerra Mundial llegó a sus límites y merece una revisión severa.

 

Es que Europa en tecnología de punta se está quedando bien atrás frente a EEUU y China, en parte por las excesivas regulaciones desde Bruselas, lo cual preocupa porque el viejo continente dejaría de ser el gran innovador tecnológico que fue en siglos pasados. Europa estuvo a la cabeza de la revolución industrial de los siglos XVIII y XIX. Esta vez no encabezaría la revolución que se está produciendo por la Inteligencia Artificial, cuyas repercusiones en todo sentido serán igual de grandes o quizás más que aquella revolución tecnológica de hace 200 años.

 

El comportamiento tibio de gobiernos como el de Macron están dando paso a gobiernos de derecha más nacionalistas y xenófobos (se echa la culpa al extranjero de quitar los puestos de trabajo o mantenerlos con nuestros impuestos), lo cual siempre es canto de sirena para los desplazados del sistema, muchos de estos blancos pobres y sin estudios.

 

Desde ese punto de vista no es sorprendente que en Italia o Francia gane la extrema derecha, pero sí preocupante que en Alemania haya quedado segundo el partido neonazi Alternativa para Alemania. Ya no es solo un partido nacionalista o populista como muchos, sino uno que cree en la supremacía blanca y razas predestinadas. Y sobre todo que haya ganado en lo que era Alemania oriental, ex comunista y poco convencida todavía de las bondades democráticas.

 

No hay que olvidar que los partidos de extrema derecha eran minoría hasta hace pocos años, mirados a veces como apestados o folklóricos en el mejor de los casos. Así comenzó el Partido nacional socialista alemán en los años 20 del siglo pasado, con un tipo bajito, con una raleada audiencia en sus comienzos y que parecía poseído por los demonios cuando peroraba, siendo su blanco favorito los judíos, causantes de todos los males de la Alemania de ese entonces.

 

Algunos dicen que en Europa se vive el ambiente enrarecido de los años 30, previo a la II Guerra Mundial. Ambiente confuso, revuelto, donde el centro pierde espacio y los extremos ganan poder, lo cual se complica con la Rusia de Putin que sueña con los aires de grandeza cuando fue hegemón como la desaparecida Unión Soviética.

 

Tomando prestado el título de una novela de Mario Vargas Llosa, son tiempos recios.