Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejj2107
El triunfo de la ultraderecha en las
elecciones para el Parlamento europeo es, parafraseando al Nobel colombiano, la
crónica de un triunfo anunciado. No iba a ser insólito que las fuerzas del
centro o centroizquierda perdiesen curules frente al descrédito que tienen
entre la población.
Las
iniciativas aperturistas a migrantes musulmanes con subsidios de todos los
contribuyentes, el ritmo lento de recuperación económica y la inflación por la
emisión inorgánica de dinero que sacudió la Europa post pandemia, elevando el
costo de vida, amén del retardo tecnológico que viene sufriendo el viejo
continente, dejó insatisfechos a muchos, que ya no se sienten representados por
su Estado. O, para decirlo con otras palabras, el gran consenso del estado de
bienestar europeo luego de la II Guerra Mundial llegó a sus límites y merece
una revisión severa.
Es
que Europa en tecnología de punta se está quedando bien atrás frente a EEUU y
China, en parte por las excesivas regulaciones desde Bruselas, lo cual preocupa
porque el viejo continente dejaría de ser el gran innovador tecnológico que fue
en siglos pasados. Europa estuvo a la cabeza de la revolución industrial de los
siglos XVIII y XIX. Esta vez no encabezaría la revolución que se está
produciendo por la Inteligencia Artificial, cuyas repercusiones en todo sentido
serán igual de grandes o quizás más que aquella revolución tecnológica de hace
200 años.
El
comportamiento tibio de gobiernos como el de Macron están dando paso a
gobiernos de derecha más nacionalistas y xenófobos (se echa la culpa al
extranjero de quitar los puestos de trabajo o mantenerlos con nuestros
impuestos), lo cual siempre es canto de sirena para los desplazados del sistema,
muchos de estos blancos pobres y sin estudios.
Desde
ese punto de vista no es sorprendente que en Italia o Francia gane la extrema
derecha, pero sí preocupante que en Alemania haya quedado segundo el partido
neonazi Alternativa para Alemania. Ya no es solo un partido nacionalista o
populista como muchos, sino uno que cree en la supremacía blanca y razas
predestinadas. Y sobre todo que haya ganado en lo que era Alemania oriental, ex
comunista y poco convencida todavía de las bondades democráticas.
No
hay que olvidar que los partidos de extrema derecha eran minoría hasta hace
pocos años, mirados a veces como apestados o folklóricos en el mejor de los
casos. Así comenzó el Partido nacional socialista alemán en los años 20 del
siglo pasado, con un tipo bajito, con una raleada audiencia en sus comienzos y
que parecía poseído por los demonios cuando peroraba, siendo su blanco favorito
los judíos, causantes de todos los males de la Alemania de ese entonces.
Algunos
dicen que en Europa se vive el ambiente enrarecido de los años 30, previo a la
II Guerra Mundial. Ambiente confuso, revuelto, donde el centro pierde espacio y
los extremos ganan poder, lo cual se complica con la Rusia de Putin que sueña
con los aires de grandeza cuando fue hegemón como la desaparecida Unión
Soviética.
Tomando
prestado el título de una novela de Mario Vargas Llosa, son tiempos recios.
No comments:
Post a Comment