Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejj2107
El
proyecto de reforma constitucional que propone eliminar la Junta Nacional de
Justicia y crear en su lugar la Escuela Nacional de la Magistratura,
políticamente es similar al que en su momento Martín Vizcarra, entonces presidente
de la república, propuso de eliminar el Consejo Nacional de la Magistratura y
crear en su lugar la JNJ. Mocos por babas.
Es que se parte del supuesto que la
institución es la que no funciona, cuando en realidad son los que la operan,
sometidos muchas veces a intereses ajenos a la juridicidad.
Pasó en su momento con el CNM,
creado según el modelo italiano. Había consejeros que obedecían a intereses
subalternos para nombrar o destituir jueces y fiscales, y se propuso su
sustitución por la JNJ.
La JNJ ha cometido los mismos
errores que su antecesora. Obedeció a intereses subalternos para nombrar jueces
y fiscales, esta vez de “orientación caviar”, y destituir a los incómodos, como
la defenestrada Fiscal de la Nación, Patricia Benavides.
Amén que la JNJ hizo espíritu de
cuerpo con un miembro que excedía todo límite de edad para quedarse en el
cargo, pero que su voto era importante para continuar nombrando o destituyendo
jueces y fiscales afines a su signo. Ello causó mucho daño y desprestigio a la
JNJ y ha sido excusa para sustituirla por la Escuela Nacional de la
Magistratura.
¿Solucionará la institución creada
los problemas de la justicia? Evidentemente que no, De aprobarse el proyecto lo
que sucederá es que la nueva institución será copada por personas afines a la
línea política de quienes propusieron el cambio. Los problemas de la justicia
continuarán allí, incluso se agravarán, como es evidente en el Ministerio
Público.
Toda reforma demora, pero bien
hecha puede durar un largo tiempo. El problema es cuando las instituciones
judiciales son coaptadas por tendencias políticas o intereses en uno u otro
sentido. Allí se termina cualquier reforma.
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