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Sunday, October 13, 2024

OLA DE CRIMINALIDAD Y BUKELIZACIÓN

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


El paro de los trasportistas (al que se unieron comerciantes minoristas) contra la inacción del gobierno frente a las extorsiones, pago de cupos y asesinatos por bandas criminales organizadas, ha colocado en primer plano no solo la ola delictiva que azota Lima y otras ciudades del país, sino la carencia de un plan contra el crimen organizado.

 

Contra todo pronóstico, y ante la necesidad de seguridad material por las diarias extorsiones y sicariato, miles de personas afectadas por la ola de criminalidad, salieron a protestar frente a la inacción del gobierno.

 

Es cierto que las extorsiones, sicariato, tráfico de personas y de drogas, no solo ha recrudecido en nuestro país, también otros países de la región están sufriendo el mismo problema, por lo general causado por bandas criminales de origen venezolano. A los gobiernos los ha cogido “en frío” al no saber cómo reaccionar frente a la creciente ola delictiva. El asunto está en qué hacer. Y es allí donde cojea el gobierno de Dina Boluarte.

 

Boluarte asumió el gobierno faltando tres años y medio para completar el período de Pedro Castillo, por lo que, frente a su debilidad política, la decisión de “flotar” para sobrevivir políticamente hasta culminar su mandato, era demasiado tiempo, sobre todo en un país tan complicado y convulso como el Perú, donde cada día surge un nuevo problema. Tenía que afrontar algunos problemas graves, uno de ellos la delincuencia organizada.

 

Pero, por el lado de la oposición, la cosa va igual o peor. Más allá de los discursos retóricos, no se conoce propuestas coherentes. En el supuesto que sean gobierno mañana, el problema de la inseguridad ciudadana seguiría igual.

 

Y es que las propuestas van por cambios difíciles de ejecutar. Más fáciles de decir que de hacer, como sucede con la reforma de la justicia, el Ministerio Público o la eficiencia de la policía nacional, pasando por darle más competencias (y armas) al serenazgo y penas draconianas por delitos agravados.

 

Frente a ello solo tenemos “parches” que no van a ser de mucha ayuda y, frente a la ineficiencia del gobierno y la oposición, puede desembocar en que los grupos sociales afectados apliquen la justicia por sus propias manos. Vamos, “se busca vivo o muerto”, como en el lejano oeste. Cuando el estado, que tiene el monopolio de la violencia, falla, a la sociedad no le queda más remedio que aplicar la justicia con sus propias manos, como de hecho sucede en casos aislados. Ya no será “coge un choro y déjalo paralítico”, sino “haz patria y mata un choro”.

 

La xenofobia también se va a agudizar, sobre todo hacia los venezolanos, y separar la paja del trigo va a ser extremadamente difícil, por lo que justos van a pagar por pecadores.

 

Y, como apuntamos en un artículo anterior, a mediano plazo, de cara a las elecciones de 2026, los planteamientos extremos de una bukelización contra la delincuencia van a tener más oyentes y adeptos que aquellos planteamientos moderados o que hablen del debido proceso y los derechos humanos.

 

Los planteamientos del centro político van a tener poco eco entre los electores. Al ciudadano medio no le va a importar mucho cómo el siguiente gobierno “mata las pulgas”, sino que cese o baje esta ola criminal, por lo que, si es necesario suspender algunos derechos fundamentales, al ciudadano no le va a quitar el sueño. Claro, de allí a un gobierno autocrático, existe apenas un paso.

 

Quien tenga un “relato” contra la delincuencia y sea creíble, sin importar si es de izquierda o de derecha, es quien tendrá más seguro el sillón de Pizarro el 2026. En otras palabras, un populista de “mano dura” tendrá más oportunidad de ganar que alguien con un discurso racional y apegado al estado de derecho. La pobreza y la falta de oportunidades han pasado a un segundo plano, frente a la criminalidad que azota el país. Quien tenga “soluciones”, por más disparatadas o duras que parezcan, pero creíbles, tendrá más chance de ganar. No importa tanto la idoneidad del candidato, importa que su “relato” sea creíble para la ciudadanía.