Eduardo Jiménez J.
jimenezjeduardod@gmail.com
@ejj2107
Cercano al fallecimiento del Nobel
peruano aparecieron en Perú dos libros de distinta fortuna: la “biografía
política” perpetrada por Pedro Cateriano y de triste recordación, y el conjunto
de ensayos de Alonso Cueto sobre algunas novelas del escritor, Mario Vargas
Llosa. Palabras en el mundo, mucho más breve, pero superlativamente más
interesante.
Cueto,
como Cateriano, y algunos escritores y artistas del medio, pertenece al círculo
de amigos más íntimos del escritor en Perú, formando lo que entre nosotros
conocemos como una argolla literaria, lo que hacía temer que estemos
ante otra hagiografía soporífera, como la recientemente comentada “biografía
política”. Felizmente no fue así.
Si
bien Cueto se reserva el criticar algunos problemas de construcción en las
novelas de MVLL o de diseño de algunos personajes, lo interesante de su libro
es la mirada atenta de lector para enlazar ciertas constantes en las novelas y
hechos sucedidos al Nobel, como la trashumancia. Sus personajes, como él mismo
autor, desde muy niño, se desplazó por diferentes lugares (Arequipa,
Cochabamba, Piura, Lima), y de adulto en distintas ciudades de Europa (Paris,
Londres, Madrid, Barcelona). Es una vida errática, a diferencia de otros
escritores que no salieron nunca del lugar donde nacieron. Sus personajes
guardan esa misma cualidad trashumante.
Igual
sucede con el poder. Otros comentaristas también han asociado el choque
temprano del aún niño MVLL con el padre autoritario y la lucha contra el poder
de sus personajes. La constante derrota de estos es consustancial con su
biografía vital de la lucha contra el padre que lo expulsa del “paraíso”
constituido por la familia materna de los Llosa. De allí su concepción de la
“rebeldía” del escritor.
Pero
si en la vida real se rebeló y perdió ante un padre autoritario, el niño MVLL
sustituye esa realidad trágica por un mundo de ficción. El escritor se
convierte en deicida (figuradamente) y sustituye a Dios, creando un mundo de
ficción constituido solo por palabras. Son las utopías en las que se mueven sus
personajes, y las posteriores desilusiones que trae el choque contra la
realidad.
Asimismo,
las influencias francesas son analizadas. Flaubert, el gran maestro, pero
también Sartre, con el cual tiene la gran deuda de juventud del escritor
comprometido con la sociedad y el mundo, principio que no abandonó hasta su
muerte. André Malraux y el escritor y personaje público a la vez. Y, por
supuesto, Camus, el escritor moralista, para quien el fin no justifica los
medios, sino al revés, los medios justificarán el fin. Lamentablemente no se
encuentra Faulkner en el análisis, escritor al que le debe mucho el Nobel
peruano.
Como
indicamos líneas arriba, por obvias razones, Cueto se cuida mucho de criticar
ciertos detalles de las novelas o personajes del mundo Vargas Llosa, pero ello
no resta méritos a la mirada atenta de lector que tiene y la sensibilidad con
la que está escrito el libro.
*Alonso Cueto:
Mario Vargas Llosa. Palabras en el mundo. Edición consultada: Alfaguara,
2025, 144pp.