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Sunday, May 04, 2025

PALABRAS EN EL MUNDO DE MARIO VARGAS LLOSA

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


Cercano al fallecimiento del Nobel peruano aparecieron en Perú dos libros de distinta fortuna: la “biografía política” perpetrada por Pedro Cateriano y de triste recordación, y el conjunto de ensayos de Alonso Cueto sobre algunas novelas del escritor, Mario Vargas Llosa. Palabras en el mundo, mucho más breve, pero superlativamente más interesante.

 

Cueto, como Cateriano, y algunos escritores y artistas del medio, pertenece al círculo de amigos más íntimos del escritor en Perú, formando lo que entre nosotros conocemos como una argolla literaria, lo que hacía temer que estemos ante otra hagiografía soporífera, como la recientemente comentada “biografía política”. Felizmente no fue así.

 

Si bien Cueto se reserva el criticar algunos problemas de construcción en las novelas de MVLL o de diseño de algunos personajes, lo interesante de su libro es la mirada atenta de lector para enlazar ciertas constantes en las novelas y hechos sucedidos al Nobel, como la trashumancia. Sus personajes, como él mismo autor, desde muy niño, se desplazó por diferentes lugares (Arequipa, Cochabamba, Piura, Lima), y de adulto en distintas ciudades de Europa (Paris, Londres, Madrid, Barcelona). Es una vida errática, a diferencia de otros escritores que no salieron nunca del lugar donde nacieron. Sus personajes guardan esa misma cualidad trashumante.

 

Igual sucede con el poder. Otros comentaristas también han asociado el choque temprano del aún niño MVLL con el padre autoritario y la lucha contra el poder de sus personajes. La constante derrota de estos es consustancial con su biografía vital de la lucha contra el padre que lo expulsa del “paraíso” constituido por la familia materna de los Llosa. De allí su concepción de la “rebeldía” del escritor.

 

Pero si en la vida real se rebeló y perdió ante un padre autoritario, el niño MVLL sustituye esa realidad trágica por un mundo de ficción. El escritor se convierte en deicida (figuradamente) y sustituye a Dios, creando un mundo de ficción constituido solo por palabras. Son las utopías en las que se mueven sus personajes, y las posteriores desilusiones que trae el choque contra la realidad.

 

Asimismo, las influencias francesas son analizadas. Flaubert, el gran maestro, pero también Sartre, con el cual tiene la gran deuda de juventud del escritor comprometido con la sociedad y el mundo, principio que no abandonó hasta su muerte. André Malraux y el escritor y personaje público a la vez. Y, por supuesto, Camus, el escritor moralista, para quien el fin no justifica los medios, sino al revés, los medios justificarán el fin. Lamentablemente no se encuentra Faulkner en el análisis, escritor al que le debe mucho el Nobel peruano.

 

Como indicamos líneas arriba, por obvias razones, Cueto se cuida mucho de criticar ciertos detalles de las novelas o personajes del mundo Vargas Llosa, pero ello no resta méritos a la mirada atenta de lector que tiene y la sensibilidad con la que está escrito el libro.


*Alonso Cueto: Mario Vargas Llosa. Palabras en el mundo. Edición consultada: Alfaguara, 2025, 144pp.

Sunday, April 07, 2024

LA UTOPÍA ARCAICA: EL MUNDO DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


La utopía arcaica es probablemente junto al estudio sobre Gabriel García Márquez (Historia de un deicidio) los mejores ensayos que Mario Vargas Llosa (MVLL)  ha escrito, con la ventaja que el ensayo sobre José María Arguedas (JMA) abarca la obra completa de un escritor (hacía más de 25 años que Arguedas había muerto cuando fue publicado el libro en 1996), mientras que el de GGM es un estudio parcial, hasta Cien años de soledad, no comprendiendo, por razones de fecha de publicación del ensayo (1971), la obra restante del escritor colombiano. (Aparte que la célebre ruptura entre ambos escritores acaecida algunos años después impidió una actualización del estudio).

 

Lo primero que se revela es el equívoco que la intelectualidad de izquierda ha tenido sobre la trayectoria ideológica y política de JMA. No fue un marxista convencido, ni le interesaron mucho las causas sociales como praxis política (si bien era una persona sumamente sensible, que le afectaba tremendamente el mundo externo). El equívoco se agrava por los últimos años de la vida de Arguedas donde toma posiciones bastante explícitas a favor de los más pobres y condena expresa del capitalismo, quizás influido por su segunda esposa, Sybilla Arredondo, militante comunista chilena y que purgó condena por terrorismo en nuestro país.

 

De allí que muerto Arguedas, en los años 70 y 80 creciera el mito del luchador social, e incluso algunos hablaran del “pensamiento Arguedas”, como un intelectual orgánico o tomaran como consigna partidaria el título de su novela Todas las sangres, novela fallida, dicho sea, donde la conciencia social se trasluce en clichés bastante burdos y en personajes muy acartonados.

 

Arguedas tampoco podía devenir en un “marxista orgánico” porque el marxismo supone civilización, progreso, salir de las formas precapitalistas de trabajo y de pensamiento y converger los esfuerzos en una sociedad industrial y altamente tecnificada, algo muy lejos de la cosmovisión de JMA.

 

No obstante ello, hay que agradecer a la viuda de Arguedas el tesón que en los años 80 puso para la publicación de las obras completas. Sin esa dedicación la obra de JMA habría quedado dispersa en libros y artículos por aquí y por allá, como ha sucedido con otros escritores peruanos luego de fallecidos.

 

Como anota MVLL, Arguedas trasunta en toda su obra una visión pasatista, prehispánica, de jardín edénico. Es decir, el Perú precolombino era un lugar libre de desigualdades, donde imperaba la justicia social y donde todos eran felices. A ello MVLL lo ha llamado apropiadamente utopía arcaica. Utopía porque ese aparente edén nunca existió (hay estudios que demuestran que el imperio incaico no fue ni remotamente un lugar paradisiaco), sino solo en la imaginación de escritores como el Inca Garcilaso de la Vega que ya en España idealizó el Cusco de su niñez y los relatos que le habían contado. La leyenda de ese paraíso viene del siglo XVI.

 

Por ello lo mejor de la obra de Arguedas es sobre el indio puro, no contaminado con los valores y formas de vida de Occidente que lo degradan y oprimen. Como infiere MVLL, un relato como Yawar fiesta trasluce muy bien ese pensamiento: los indios quieren continuar con la tradición de la fiesta sangrienta donde el toro es muerto inmisericorde en el ruedo, de forma bastante salvaje; a pesar que los mestizos y blancos del pueblo quieren morigerar esa violencia, hacerla más “civilizada”, sin conseguirlo. El “progreso” está del lado de los blancos y mestizos del pueblo, pero Arguedas trasluce una simpatía bastante clara a favor de los indios.

 

Igual sucede con Los ríos profundos, donde se percibe un canto a la naturaleza como vida ideal, en equilibrio con el hombre, del cual tiene una visión roussoniana: el hombre nace bueno, pero la civilización lo corrompe.

 

Por ello en su última novela El zorro de arriba y el zorro de abajo, el hombre ya está corrompido por la civilización, representada en un Chimbote infernal, contaminado de capitalismo, donde el indio que bajó de los andes para trabajar está corrupto por esa sociedad, embrutecido entre el trago y la lujuria (por traumas infantiles y de los que nunca pudo recuperarse, JMA sintió el sexo como algo sucio, que degrada al ser humano, de allí que su relación con las mujeres siempre haya sido difícil y por lo general platónica).

 

Chimbote es un microcosmos de codicia, corrupción, degradación moral, pestilencia, muerte.

 

Novela inconclusa e irregular, MVLL observa el hecho que al ser su novela póstuma, acompañada de los célebres diarios, donde alude reiteradamente al suicidio (con un intento frustrado en su haber), y el quitarse la vida en plena escritura, le da un eco enorme a una novela menor y a José María Arguedas lo eleva a la categoría de escritor maldito, algo que estaba lejos de ser. Y la verdad, que recuerde, no hemos tenido escritores que aludan en su última obra reiteradamente a la muerte y acto seguido decidan quitarse la vida.

 

Ese malditismo lo acerca más a los escritores románticos que a los indigenistas, que “describían” el abuso y la explotación del indio. José María Arguedas junto a Ciro Alegría son los mejores exponentes de la narrativa indigenista, suerte de canto del cisne de un estilo tradicional que agotaría temática y forma de narrar. (Manuel Scorza la quiso revitalizar en los años 70 con su célebre pentalogía, imbuida de realismo mágico).

 

Equívocamente a Arguedas se le considera como hombre progresista cuando no lo fue; pero, como deduce MVLL, si hablamos de representante de alguna corriente política o ideológica, Arguedas en la actualidad bien encajaría entre los medioambientalistas, tanto aquellos que buscan una armonía entre el hombre y la naturaleza, como los más radicales que proponen volver a la naturaleza y a una vida lejos de la civilización. Arguedas debería figurar entre sus representantes más emblemáticos.

 

Estudio bastante enjundioso, con una amplia bibliografía sobre JMA que hasta los años 90 se había publicado, La utopía arcaica es un ensayo profundo e interesante sobre la obra de José María Arguedas, un escritor que merece ser visto sin anteojeras y en su real contexto.

*La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo. Mario Vargas Llosa. Penguin Random House, 2019, 423pp