Showing posts with label Jóvenes desempleados. Show all posts
Showing posts with label Jóvenes desempleados. Show all posts

Sunday, April 13, 2025

PROFESIONALES BARATOS

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


Es la conclusión a la que llegó un interesante estudio de Gustavo Yamada y J. F. Castro (resumido en El Comercio, 29.1.25) sobre el deterioro continuo de las remuneraciones de los profesionales peruanos.

 

Lo interesante es que se trata de un estudio económico y no meramente legalista (que propondría solo “nuevas leyes”), enlazando sus conclusiones con el crecimiento del PBI nacional. En otras palabras, el crecimiento del número de profesionales egresados de las universidades peruanas es mayor al crecimiento del PBI, por lo que tenemos una mayor demanda de trabajadores con un título bajo el brazo que oferta laboral que los pueda absorber.

 

Las cifras son de escándalo. Según información de Perú 21 (Empleo juvenil y futuro laboral, M Cornejo, 30.1.25), 16% de los jóvenes peruanos se encuentran desempleados, 60% están en condiciones de informalidad y solo el 30% de los jóvenes que culminan su educación superior logran insertarse en empleos acordes con su formación. Menos de la tercera parte.

 

En el caso peruano tenemos una sobreeducación (más años de estudio que el promedio de las personas empleadas en la misma actividad). Muchos jóvenes, terminados los cinco años de la carrera profesional, casi inmediatamente siguen una maestría (dos años) y algunos hasta un doctorado (tres años), con lo cual suman diez años que el joven se encuentra en aulas universitarias. Pero, paradójico, esta sobreeducación en el caso peruano no conlleva una sobrecalificación (mayor cantidad de habilidades que el promedio de las personas empleadas en la actividad) como sucede en otros países, sino que el joven egresado se mantiene por debajo del nivel comparativo, por lo que -y esto ya es opinión personal- se hace necesario revisar el currículo del pregrado y las maestrías y doctorados de la oferta educativa que se ofrece en las universidades locales. Mucha de esta oferta educativa no se condice con lo necesario para la adecuada empleabilidad del futuro trabajador, o se encuentra sobresaturada, como sucede, por ejemplo, con maestrías bastante “manoseadas” en Derecho, donde tenemos una cantidad enorme de egresados en derecho civil, penal o constitucional, que no aportan al maestrista un real valor agregado para su desempeño profesional.

 

Ello arroja otra conclusión importante del estudio. Las grandes beneficiadas de este boom educativo han sido las universidades, sobre todo las privadas, que dominan el 77% del mercado educativo y cuya matrícula ha crecido un 140% en los últimos 15 años. Son las grandes ganadoras, aunque los autores reconocen que la empleabilidad del joven egresado va a depender mucho de la institución de donde egrese y la carrera elegida. A lo que personalmente sumaría, para el acceso a un puesto de trabajo, el capital social, los contactos o redes que el joven egresado posea, tomando en consideración que en el Perú la meritocracia todavía se encuentra lejos de ser un estándar usual y más cuentan los contactos que el joven tenga al postular a un empleo.

 

Sostienen los autores, y con razón, que se hace necesario revisar la creación de nuevas universidades públicas, muchas creadas por oportunismo político. A lo que se debería añadir -sostengo yo- la revisión exhaustiva de la calidad educativa de las privadas, ahora que los organismos supervisores, Sunedu y Sineace, han relajado demasiado los criterios de licenciamiento y calidad educativa de las universidades, queriendo incluso regresar algunas de las universidades cuestionadas al mercado educativo, sea con otro nombre o a través de cuestionadas acciones de amparo.

 

La derogada “ley Pulpín” era una buena iniciativa para insertar a los jóvenes en el mercado laboral. Criterios de demagogia política propiciaron su derogación. Igualmente se debe diseñar un currículo académico acorde con la realidad nacional. Y una mayor relación de universidad y empresa. Sin olvidar, claro está, la calidad educativa y la investigación que realice la universidad. Muchas solo aparentan una formalidad de estos criterios, pero distan de serlo en los hechos.

 

El problema se complica con la informalidad (algo que no se advierte en el artículo de Yamada-Castro) donde casi el 80% de la fuerza laboral es informal, sin derechos de ninguna especie. Muchos jóvenes terminan su carrera en el subempleo profesional, dedicándose a labores de sobrevivencia como taxista o vendedor de catálogo de artículos de belleza. Incluso jóvenes de universidades top no consiguen empleo acorde a su performance académica o lo consiguen con una remuneración por debajo del promedio, por lo que no se les puede garantizar una adecuada empleabilidad. Y si bien “el tarjetazo mata curriculum”, lo ideal sería que los jóvenes se inserten al mercado laboral de acuerdo a criterios meritocráticos.

 

Como indican Yamada y Castro, mientras haya una brecha entre el crecimiento del PBI (alrededor del 3%) y el crecimiento de los jóvenes matriculados en universidades (alrededor de 5.7%) el problema va a subsistir. Y creo que aparentemente sin visos de solución en el corto y mediano plazo.

(Continuará)