Eduardo Jiménez J.
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@ejj2107
El caso de Sada Goray es sintomático de ese afán de enriquecimiento inmediato “como sea”, sin escatimar medios, compra de funcionarios o una red criminal que permita acceder al dinero de las licitaciones pĂşblicas.
Pero tambiĂ©n es lecciĂłn de los lĂmites peligrosos a que puede llegar la ambiciĂłn desmedida. La hubris griega que cegaba a las personas hasta hacerlas caer de su pedestal. Le faltĂł a Sada Goray que alguien le dijera que era mortal.
Su ambiciĂłn desmedida la empujĂł a su caĂda. QuerĂa tener el control total del negocio, nombrĂł directores, pagĂł sobornos y se adjudicĂł el dinero del estado. Creo que no estuvo sola, ha habido gente detrás como “socios aportantes” que llevada bien la investigaciĂłn fiscal dará más de un nombre.
Hasta hace poco la corrupciĂłn se asociaba a los hombres. De allĂ que se decĂa que las mujeres son más honradas y de darles oportunidad demostrarĂan mayor rectitud. El mundo cambiarĂa con las mujeres en el gobierno.
Los casos como el de Sada Goray o Karelim LĂłpez han demostrado que no es asĂ. El gĂ©nero no tiene nada que ver; más es una cuestiĂłn de “cultura de la corrupciĂłn” que se ha agravado con los años y de la cual no es ajeno el sexo, ni la ideologĂa ni el color del partido polĂitico. Se ha demostrado que tanto roban gobiernos de derecha como de izquierda.
El caso del gobierno de Pedro Castillo demostrĂł que el robo podĂa venir tambiĂ©n de la izquierda, la supuesta “reserva moral” del paĂs. Lo que se está descubriendo en año y medio de su gobierno es sorprendente. Millones de millones de las arcas pĂşblicas se subastaban al mejor postor. Los cargos tambiĂ©n. HabĂa que pagar una “cuota” para mantenerse en el cargo, además del “diezmo” en efectivo al presidente.
Algunos dirán que se trata de leyes. Reformar la constituciĂłn polĂtica y las demás leyes para sancionar duramente a los corruptos. Es el legalismo que hasta ahora no ha dado resultado alguno. La cosa es más compleja. Tiene que ver con esas instituciones informales de la cutra y el soborno que son más fuertes que las instituciones formales.
¿Usted no robarĂa de estar en posibilidad de hacerlo? Me dirá que no; pero como dice el viejo adagio “en arca abierta hasta el justo peca”. Muy pocos serán los justos.
¿Cuántas Sadas hay? Deben ser infinidad, solo que no detectadas. Y algunas más en ciernes, formándose y que de acá a algunos años darán una sorpresa. Los nombres cambiarán, los hechos seguirán siendo iguales.