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Sunday, April 20, 2025

MARIO VARGAS LLOSA, IN MEMORIAM

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


Luego de su muerte las hagiografías, semblanzas apologéticas, odas laudatorias, se multiplicarán en el Perú y en distintas partes del mundo. Ya en vida se estaba convirtiendo en un “santo laico”, imagen que estoy seguro detestaba. Como decimos entre nosotros “no hay muerto malo”. 

En principio se debe precisar que no era el único “escritor universal” que el Perú ha tenido. El otro escritor universal que tenemos es José María Arguedas, quien, si bien carece de la fama de MVLL, trascendió también fronteras e idiomas, convirtiendo su terruño natal en el centro de su universo narrativo. Tan universal que el propio Vargas Llosa le dedicó un enjundioso ensayo.

 

Lo que sí ha sido nuestro Nobel es el escritor más famoso, mediático y premiado que hemos tenido. Mundialmente conocido, escritor y personaje público a la vez, con una vida trashumante entre Europa y América. Solo algunos escritores han tenido esa dilatada trayectoria.

 

No se trata de negar sus méritos, que los tiene. Son pocos los escritores que abrazaron distintos géneros: novela, teatro, ensayo, artículos de opinión. Sus obras completas van a abarcar varios volúmenes; aunque perdurará por las novelas que escribió. ¿Su receta? El mismo la dio: más traspiración que inspiración. Sentarse a escribir todos los días con un horario disciplinado de trabajo.

 

La madurez como escritor llegó rápido. Antes de los 28 años había escrito una novela sólida y deslumbrante, La ciudad y los perros, con la cual obtiene reconocimiento internacional. Y, antes de los 33, escribió quizás su mejor novela, Conversación en la Catedral. Fue precoz, algo difícil de encontrar en narrativa, donde el escritor “se toma su tiempo” para alcanzar la madurez literaria. Sus novelas posteriores, muy buenas muchas de ellas, no estuvieron al nivel de las obras de juventud.

 

Hábil polemista, los artículos de opinión publicados principalmente bajo su célebre columna Piedra de toque y reproducidos mundialmente, expresaban al Mario Vargas Llosa comprometido con su tiempo, a la manera de su maestro, Jean Paul Sartre. De allí que se compró varios pleitos, los que cómodamente pudo evitar: el distanciamiento de la Cuba de Castro y la condena de todo tipo de dictadura, sea de izquierda o de derecha; entre nosotros El informe Uchuraccay sobre el asesinato de ocho periodistas en pleno auge del terrorismo; tildar al gobierno del PRI, en el propio México, de “dictadura perfecta”. Son acciones que difícilmente haría otro escritor que no esté comprometido con su tiempo.  

 

Su accionar político fue sobre todo de opinión y de algunos actos de apoyo solidario a partidos y personas. En Perú fue claro su apoyo a las candidaturas contrarias a Keiko Fujimori, la hija de su rival en las elecciones presidenciales donde perdió, con la excepción de la elección de 2021, donde frente a una candidatura con visibles rasgos filoterroristas, avala a la hija de su archienemigo. En España fue visible su apoyo a ciertos personajes públicos del ámbito liberal, aunque sin la contundencia que tuvo entre los peruanos.

 

Excluyendo su breve accionar político de juventud en la célula comunista Cahuide, la única acción concreta como político fue su fallida candidatura presidencial de 1990. Él mismo confesó que la política, como acción, no lo movía como lo hace la literatura. Más que buscar el poder, como hacen tantos políticos, fue un deber del momento, frente a un Perú que parecía se iba al precipicio. Su apartamiento, luego de la derrota, fue lo mejor que le pudo pasar. Los años 90 fue una década rica en ensayos: el de Arguedas es el mejor y más totalizante, La utopía arcaica, que, de paso, le granjeó nuevos desaires de sus antiguos compañeros de ruta en la izquierda, que consideran a Arguedas como un abanderado del socialismo, cosa que no era.

 

Muchos creen que su conversión de socialista al liberalismo fue veloz. Demoró. Luego del rompimiento con la Cuba castrista y su desilusión del marxismo, en los 70 tenemos a un MVLL socialdemócrata, postula un socialismo en libertad como expresa en sus propios artículos de aquellos años. Apoya brevemente las reformas de Juan Velasco Alvarado hasta que confisca los diarios en Perú. Tiene un acercamiento a la forma de vida de Israel, con los kibutz, suerte de comunitarismo agrario, y aboga por el entendimiento con Palestina, en la fórmula dos estados, un territorio.

 

En los 80 el viraje al liberalismo es total. No solo por los teóricos del liberalismo que estudió enfervorizadamente (Revel, Aron, Hayek, el propio Popper), si no por las reformas de Margaret Thatcher en Inglaterra, que marcan el cambio a lo que conoceremos luego como neoliberalismo. Es el MVLL más conocido. Aquel de posiciones liberales en lo político y económico, que simpatiza con algunos partidos de derecha que se forman en la península ibérica y funda por acá el Movimiento Libertad. Se convierte en un predicador apasionado, con la fe del converso.

 

También existe el Vargas Llosa frívolo, que se codea con la nobleza española, asiste a cenas con líderes de la derecha, recibe el título de marqués por parte del rey de España, abandona a su esposa y convive con Isabel Preysler, la socialité que se mueve como pez en el agua en los altos círculos sociales que el escritor ahora frecuenta. Es el periodo post Nobel, el último de su producción artística, con novelas que no se encuentran a la altura de las escritas antes, con la excepción de Tiempos recios, su novela más interesante de ese período.

 

Algo de esa frivolidad, producto de la fama, se notaba en 1982, cuando acepta ser jurado del concurso de belleza Miss Universo, celebrado en la ciudad de Lima, un concurso que de literario no tenía nada, salvo ver a chicas bonitas en traje de baño.

 

***

 

Entre nosotros, gracias a su candidatura, muchas ideas liberales comenzaron a ser debatidas. En un ambiente cargado de estatismo, mercantilismo y malas prácticas, fue una oxigenación saludable; aunque, como expresé al comentar sus memorias El pez en el agua, habría sido un mal presidente. Como ideólogo, propagador de ideas, era muy bueno; como político dejaba mucho que desear.

 

Ya en el siglo XXI es la vaca sagrada que todos hemos visto, oído y leído. Recibe merecidamente el Nobel de Literatura en 2010, escribe sus últimos libros y, como hombre ordenado que es, se va despidiendo del mundo. Visita los lugares de Perú que conoció de joven y se encierra progresivamente en sus cuarteles de invierno, anunciando en 2023 que cuelga la pluma.

 

¿Fue un escritor querido por las multitudes como sucedió con otros personajes del mundo de las letras? Si hablamos de “escritores queridos por las multitudes”, MVLL no lo era, como en cambio sí lo fue su amigo y rival Gabriel García Márquez. A este, todos, incluso los que no lo conocieron, lo ven como el amigo o familiar entrañable. El “Gabo” de tantas historias. Con Vargas Llosa existe respeto en el trato, un “don Mario” o hasta un “doctor” que implica cierta distancia, sin llegar a la simpatía afectuosa que se le tiene al colombiano. Tiene que ver con la personalidad y el carisma que algunos poseen y otros no, y, valgan verdades, MVLL no era carismático. Uno era más querendón, el otro más frio. Y ello se reflejaba en sus novelas. Uno era un “monstruo de la naturaleza” que, por instinto, arrastraba al lector como un huracán a los mundos imaginarios creados. El otro construía sus novelas con una arquitectura cuidadosamente planificada que, al leerla, se siente “fría”.

 

La tesis doctoral que preparó sobre García Márquez convertida luego en libro de ensayo, con un estudio serio y profundo sobre la obra y el autor de Cien años de soledad, demuestra la enorme admiración que MVLL tenía hacia el escritor caribeño. Ojalá la biografía crítica que merece el Nobel peruano de cuenta de esta relación que existió entre ambos escritores de amistad, competencia y futura enemistad, ahora que con Vargas Llosa se ha ido el último integrante del boom de la novela latinoamericana, que tanto dio que hablar en los años 60 y 70 del siglo pasado.

 

Estos meses y años que van a venir tendremos la imagen de un MVLL como santo laico, de estampita. Algunas avenidas llevarán su nombre, se colocarán estatuas en su memoria, se reeditarán sus novelas, pero, como él mismo lo dijo repetidamente, habrá que ver si las generaciones futuras te recuerdan. Muchos escritores celebrados en vida, luego de muertos fueron olvidados.

 

Quizás lo dijo pensando en Jean Paul Sartre, su maestro y guía, el paradigma de lo que un escritor debe ser. Filósofo y personaje público que, al igual que MVLL, opinó sobre todo lo humano y divino, con incontables obras en filosofía, teatro, narrativa y ensayo. Considerado el principal de los mandarines de la intelectualidad francesa de la segunda post guerra mundial, escuchado y leído por todos, con declaraciones y artículos de opinión que remecían no solo a Francia, amado y temido, se dio el lujo de rechazar el premio Nobel de Literatura cuando se lo concedieron. Luego de fallecido, en 1980, nadie se acuerda de él, su obra ya no se publica y se encuentra acumulando polvo en alguna biblioteca perdida. La gloria efímera del mundo.

 

Vargas Llosa guarda una asombrosa similitud como intelectual y personaje público con el filósofo francés. Ojalá no corra la misma suerte y esperemos sea nuestro Víctor Hugo; aunque eso solo el tiempo lo dirá. Cronos, como siempre, es el gran juzgador de las obras y de los hombres.