Sunday, April 04, 2021

¿LA DERECHA REGRESA A GOBERNAR EL PERÚ?

 

Por: Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

 

La verdad siempre estuvo detrás de los gobiernos, autoritarios o democráticos, a fin de velar por sus intereses. Nunca se fue del escenario, siempre estuvo entre bastidores. Lo que hace distinto el fenómeno López Aliaga es que se trata de una derecha bastante conservadora, reaccionaria y confesional. Militante activo del Opus Dei, laico comprometido, sin conocer mujer en su vida (a sus 60 años ha declarado que su gran amor es la Virgen María) y con declaraciones cortantes y desafiantes hacia sus contendores y ciertos medios de comunicación. Apertrechado de un lenguaje soez, expresa su modo natural de ser y el sentir de mucha gente harta del escenario político oficial.

 

Sería arriesgado calificar como “fascista” la candidatura de López Aliaga tal como sus detractores le imputan. Usualmente aquí y allá el calificativo de fascista ha sido bastante manoseado. Una característica de todo gobierno fascista es el corporativismo y la unión bastante estrecha entre partido en el poder, estado y sociedad civil. Es muy difícil calificar de partido fascista al partido de Rafael López Aliaga (ex Solidaridad Nacional), más partido cascarón que partido orgánico propiamente. Y las ideas de López Aliaga son conservadoras, confesionales (el color azul que usa en banderolas y polos se acerca al celeste que representa a la Virgen María), reaccionario si se quiere y hasta con olor a naftalina, pero calificarlas de fascistas es bastante subjetivo, por lo menos de lo que se entiende como fascista en la ciencia política.

 

Desde los años 80 del siglo pasado la ola conservadora ha resurgido en muchos países, ricos o pobres, en una suerte de reacción contra el liberalismo y progresismo y el estado de bienestar que se forjó terminada la II Guerra Mundial. Los problemas de la globalización que los estados liberales no han podido resolver, así como la pérdida de los valores religiosos, dieron lugar como reacción a estos movimientos conservadores de corte popular que tienen como características un nacionalismo bastante epidérmico, intervención del estado en temas claves (“no a productos extranjeros”, “contratemos solo nacionales”, etc.), un asistencialismo que permite una base social de apoyo, liberalismo que se confunde con mercantilismo en materia económica y un rescate de los valores religiosos. Si a ello le sumamos la “mano dura” en materia de seguridad ciudadana, la repatriación de extranjeros indeseables y la pena de muerte para delitos graves, tenemos una oferta política que la hace atractiva a grandes sectores de la población.

 

Si en pasadas elecciones el centro era el nicho apetecible de los candidatos, este se ha corrido a la derecha en distintos matices, desde una “derecha intelectual” con Hernando de Soto, pasando por una “derecha popular” (Keiko Fujimori, quien en pasadas elecciones corría en solitario en este nicho) hasta una “derecha confesional” expresada en López Aliaga. Quizás tenga que ver con el hartazgo que tiene la población de los políticos por los casos de corrupción (Odebrecht, gobiernos nacionales de los últimos veinte años, la corrupción endémica en las regiones y gobiernos locales), por lo que las posiciones maximalistas están teniendo más acogida. Y seamos sinceros: luego del “rescate de la democracia” en el 2000 con la caída de Fujimori, los políticos no hicieron mucho por reformar el sistema, más bien dejaron las cosas como estás en una suerte de borrón y cuenta nueva.

 

Pero la posición de este programa maximalista de derecha obedece también a la endeblez de los programas liberales para resolver los problemas, al poco atractivo o improvisación de sus candidatos y a la ideología conservadora que empatiza con el pensamiento de gran parte de los ciudadanos peruanos, sin distinción de clases sociales. Usualmente el ciudadano peruano promedio es bastante conservador, a lo cual se añade que las posiciones de izquierda se vieron cuestionadas por el terrorismo de Sendero Luminoso y la candidata que enarbola hoy las banderas de la izquierda (Verónika Mendoza) propone un programa político bastante desfasado de la realidad, una suerte de revival que hasta su propio bastión natural (el sur peruano) parece no votará mayoritariamente por ella.

 

Alan García en sus Memorias decía (parafraseo la idea) que la gente prefiere un gobierno fuerte, autoritario, de mano dura, que le otorgue seguridad, sacrificando el recorte de libertades, a uno débil, que se base en el respeto irrestricto de las libertades pero que signifique un desorden. Era el sagaz político quien escribía aquello y no le faltaba razón. Los liberales y progresistas creen de buena fe que la gente va a aceptar un gobierno abierto, trasparente, con contenido liberal (unión civil, aborto, eutanasia) pero que no resuelva sus problemas concretos del día a día. El ciudadano común prefiere un gobierno efectivo que le pueda resolver sus problemas aún a costa de perder libertades personales. El decenio de Fujimori es un claro ejemplo, más en un país que no está acostumbrado a una continuidad democrática, ni a la tolerancia, y donde el ciudadano no tiene conciencia clara de sus derechos y obligaciones, más allá de las demandas básicas (agua, luz, colegios, salud).

 

El ascenso vertiginoso de López Aliaga es una alerta que las cosas no marchan bien.

Friday, March 26, 2021

LOS INDIVIDUOS EN LA HISTORIA: TERMINATOR

 

Por: Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

Los mejores episodios de Terminator son los dos primeros, aquellos donde un exterminador del futuro busca asesinar a la madre del líder, Sarah Connor, o a su hijo, John Connor, a fin que no lidere la resistencia humana en un futuro no muy lejano donde las máquinas dominarán al hombre, y por consiguiente tal resistencia no llegue nunca a existir. Este año se cumplen 30 del estreno de Terminator 2, quizás la mejor de la saga. Motivo para reflexionar sobre la importancia del individuo en la historia.

  

Suena lógico. Si exterminas a un líder de un movimiento es probable que ese movimiento no llegue a existir. Se ha intentado repetidas veces en la historia, sobre todo desde el poder, donde el asesinato ha sido cosa común a lo largo de la historia. Pero, ¿es así?

 

Siguiendo con el mismo razonamiento, de haber exterminado a Hitler, mejor si en el vientre de su madre, no tendríamos nazismo y nos hubiéramos ahorrado muchos dolores y millones de vidas cegadas por la demencia de Adolf Hitler.

 

Thomas Carlyle ensalzaba idílicamente al individuo en su célebre obra Los héroes. Es el papel que el Occidente desde la época moderna ha otorgado al individuo, a tal punto que le damos un valor superlativo. Fue parte del desarrollo ideológico y mental de Europa occidental: el individuo como eje del universo. En las sociedades orientales y las culturas precolombinas fue distinto. El individuo era parte de la sociedad, apenas un engranaje que se debe a un todo.

 

La salvación del alma a través del ejemplo del trabajo y el self made man fue parte del desarrollo capitalista y de la exaltación y respeto del hombre de empresa. La individualidad puesta al servicio de una causa y de la sociedad.

 

Pero, vamos con otro ejemplo, ¿de haber muerto tempranamente Lenin no hubiera ocurrido la revolución rusa y la creación del primer estado socialista?

 

Es aventurado afirmarlo. Es posible que de todos modos hubiese ocurrido. Los individuos son expresión de los hechos sociales. “Toman el pulso” al tiempo en que les tocó vivir. De no haber existido Hitler, el nazismo habría ocurrido de todas maneras, quizás con un acento distinto, pero ese sentimiento antijudío y de revancha existía en la Alemania de inicios del siglo XX. Hitler solo lo interpretó, le dio un acento especial. Lenin hizo algo parecido en la atrasada Rusia de los zares.

 

Por eso tampoco existen los “salvadores de la patria” en tiempos de crisis (o de covid). Nadie tiene la receta para tremenda empresa. Quizás sea el aporte de todos nosotros y de cómo se canalicen o se expresen lo que nos dará nuestra propia solución. El oráculo siempre se encuentra dentro de nosotros.