Sunday, June 15, 2025

SEBASTIÁN SALAZAR BONDY, CRONISTA DESDE EUROPA (1956-57)

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


Aparte de su obra creativa, generalmente los escritores también ejercen el periodismo. Es su pane lucrando, con lo que se ganan la vida y pagan las cuentas a fin de mes, mientras escriben la novela o la obra de teatro que los llevará a la fama. Muchos, como articulistas en diarios y revistas, son muy buenos, y, algunos, más interesantes que en las novelas y cuentos que escribieron pensando en la posteridad.

 

Ya no hablemos de la parte práctica del oficio. Más de un escritor ha confesado que el periodismo fue una estación indispensable en su formación, que lo ayudó a ser más preciso en el uso de verbos, sustantivos y adjetivos. Una suerte de escuela de la vida.

 

Un caso emblemático de escritor y hombre de prensa es el de Mario Vargas Llosa, que por más de 70 años se dedicó a la labor periodística, con artículos que son verdaderos ensayos. Algo similar ha pasado con otros escritores nacionales, cuya obra en la prensa escrita no tuvo tanta suerte como la del Nobel peruano y ha quedado en el olvido, enterrada en diarios que hoy se encuentran fuera de circulación. Esos artículos periodísticos están a la espera de que un investigador vaya a su encuentro en algún archivo olvidado.

 

Si el investigador no lo hace con su propio peculio, para que se haga el milagro se debe esperar a que una universidad o un centro de investigación financie la labor y que el estudioso o futuro doctorando tenga la paciencia de hurgar en colecciones de diarios y revistas de épocas pasadas. Literalmente, sumergirse en bibliotecas llenas de polvo y ácaros a la búsqueda del artículo escrito décadas atrás.

 

En el caso de las Crónicas desde Europa (1956-57) de Sebastián Salazar Bondy (SSB), libro financiado por el Fondo Editorial de la Universidad de Lima, quizás la tarea del compilador, Alejandro Susti (en su haber con otras obras antologadas del autor), no ha sido tan complicada, al encontrarse casado con una hija del recordado escritor, facilitándosele así los permisos de los herederos para la publicación. Muchas veces es un tema bastante engorroso la cesión de los derechos de autor por parte de los herederos para una edición post mortem, por lo que proyectos de publicación se quedan a medio camino. Por desgracia no todos los escritores muertos tienen hijos o hijas casados con el futuro antologador.

 

Se extraña que la edición no tenga un estudio preliminar sobre la estancia de SSB en Europa y la influencia en su pensamiento y obra. Debemos suponer que, como en otros escritores y ensayistas, el viaje a Europa fue fundamental. Lamentablemente, la antología solo contiene notas preliminares que anteceden a las crónicas, por lo que al parecer la labor del editor se ha limitado más a una recopilación de artículos que a un prolijo estudio propiamente.

 

A SSB se le conoce más por su ensayo Lima la horrible, tantas veces citado y pocas veces leído en la actualidad; pero, Salazar Bondy en su corta existencia (apenas poco más de 40 años) fue teatrista (su labor más apasionada), poeta, narrador, promotor cultural, ensayista, y, por supuesto, cronista. Quienes lo conocieron lo describen como una persona bastante generosa, sin esos odios, envidias, ni egoísmos que caracterizan a buena parte del gremio.

 

Como Armando Robles Godoy, su labor periodística se desarrolló principalmente en el desaparecido diario La prensa, verdadero foco cultural en aquellos años, contando en sus filas con escritores realmente de valía. Estas crónicas desde Europa se publican precisamente en dicho periódico a raíz de una beca que ganó para estar cerca de un año en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático dirigido por Jean Vilar, ícono del teatro francés en ese entonces.

 

La temática, aparte de la vida cotidiana en París y otras ciudades de Europa, describe el tenso momento político que se vivía en Francia por la independencia de Argelia. Los que estaban a favor de una Francia colonial no escatimaban medios, incluyendo las ejecuciones extrajudiciales y la tortura de los argelinos rebeldes. Y los que abogaban por la independencia, planteaban una suerte de mancomunidad al estilo de los ingleses y sus ex colonias. Ese momento que se vive en Francia es crítico para librarse de las ataduras del pasado colonial, cortando el nudo gordiano Charles de Gaulle al declarar la independencia de Argelia en 1962.

 

El Teatro Nacional Popular dirigido por Jean Vilar también ocupa varias crónicas. Teatro emblemático en Europa, no solo ponían en escena a autores franceses, si no también extranjeros, clásicos y modernos. En uno de sus artículos SSB comenta que en aquellos años todavía existía una protección a favor de los autores nacionales para su puesta en escena, cosa que se fue atenuando en años sucesivos. Con precio de entradas bastante asequible para toda clase de público, el TNP no solo se quedaba en París, iba también a las ciudades de provincia (cuando salía de gira, incluía albergue a los espectadores que no podían costearse una habitación en un hotel) y, cosa insólita en estos tiempos, viajaba extramares para llevar sus representaciones a Sudamérica. Por crónicas del propio SSB tenemos entendido que incluso llegó a nuestro país, todavía considerada Lima como una de las capitales culturales de la región.

 

El otro tema es la España franquista. En los años 50 se siente el atraso económico y cultural del país bajo la dictadura de Franco (por la situación de atraso y oprobio que se vive, SSB y otros intelectuales creen que se acerca el fin de la dictadura). España dejó de ser el centro de escritores y artistas de antaño, para ser un país casi del tercer mundo. Muchos emigraban a América o a otros países de Europa en busca de mejores oportunidades de trabajo. Intelectuales de reconocido mérito, para salvar sus vidas, luego de la guerra civil, tuvieron que huir del país. Ideológicamente quien está al mando es el Opus Dei, con mucha influencia en el gobierno franquista. Ser liberal en esa España era poco menos que ser terrorista (el Opus Dei podía sugerir el cambio de un rector de universidad que consideraba muy “liberal” y manejaba a su entero arbitrio la educación en los colegios públicos y privados). Hay un bando, el de los monárquicos, que desean el regreso de los borbones al poder. Ese bando es minoritario, pero 20 años después, a la muerte de Franco, será el que gane la opción para la transición democrática, no como ellos pensaban, con una monarquía tradicional, sino como una monarquía constitucional encabezada por un rey borbón.

 

Si bien la gente del pueblo y hasta la endeble clase media española, viven con las justas, bastante apretados, hay una clase social que no se escapa a la visión de SSB: la burguesía, que al abrigo de la cercanía al franquismo va creciendo en poder no solo económico, sino de influencia política. Bancos que prosperan bajo la dictadura de Franco, industrias que en una apertura del régimen van comerciando con otros países, el turismo que se abre a Europa, así como enormes facilidades para rodar películas extranjeras en España, que daría paso a una naciente industria del cine. Esa apertura económica trae una ola de prosperidad insospechada en los años 40 y 50.

 

Cuenta SSB que la censura española se vuelve un poco más flexible, pero dependiendo quien escriba. Si es un autor famoso, casi no tocarán nada del libro a publicar, si es un ilustre desconocido, los tijeretazos de la censura vendrán por aquí y por allá (Mario Vargas Llosa sufrió los estragos de la cesura para la publicación de su primera novela, La ciudad y los perros). Igual sucedía en el cine. Gracias al doblaje de las películas extranjeras, muchos diálogos eran cambiados de sentido, ni que decir de escenas íntimas o besos muy apasionados, que pasaban por el corte de rigor.

 

Precisamente sobre la censura es una de sus últimas crónicas. En aquellos años los viajes eran todavía por barco. SSB cuenta que antes de desembarcar en el puerto del Callao, en la nave que lo trajo de regreso había una larga lista de lo que pasaba libremente, lo que pagaba impuestos y lo que no pasaba. Dentro de lo que no pasaba estaban “drogas, narcóticos, libros impresos y literatura contraria a la moral y al orden social de la República” (sic). Obedecía a la época. En 1957 recién salíamos de la dictadura de Manuel Odría (1948-56) y los considerados libros subversivos o contrarios a la moral eran los más, sobre todo si eran de autores extranjeros y venían en idioma distinto al castellano. Desconocemos si SSB sufrió el decomiso de alguno de los libros que trajo de Europa o si, considerando que ya era un autor de prestigio en nuestro país, no le hicieron problemas en aduanas.

 

Vale la pena leer a Sebastián Salazar Bondy, no solo porque escribe bien, algo difícil de encontrar en escritores contemporáneos, sino porque nos describe un mundo que nosotros ya no conocemos, que pertenece a un pasado que nos parece remoto.

* Sebastián Salazar Bondy: Crónicas desde Europa (1956-1957). Editor: Alejandro Susti. Edición consultada: Fondo Editorial de la Universidad de Lima, 2024, 166 pp.

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