Wednesday, April 20, 2016

EL NUEVO CONGRESO



Por: Eduardo Jiménez J.
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La composición del nuevo congreso refleja las tendencias mayoritarias de los partidos que obtuvieron la más alta votación. El “efecto arrastre” de los tres que quedaron con la más alta votación; pero también otros hechos que son importantes deslindar.

Es sintomática la aplastante mayoría de Fuerza Popular: alrededor de 72 congresistas (55% del total de parlamentarios); lo que a su vez retrotrae preocupaciones de lo sucedido en los años noventa: el abuso de poder por quienes detentan un poder absoluto.

Usualmente, un gobierno con amplia mayoría legislativa no hace caso a las minorías y comete más errores. Fue el caso de Belaunde en su segundo gobierno en los ochenta, el primer Alan García en el 85 y, claro está, Fujimori en los 90. Gobiernos con amplias mayorías se muestran arrogantes y autosuficientes al no necesitar consensos con otras bancadas. En cambio, gobiernos con minorías relativas como Toledo, Alan II y Humala necesariamente tienen que concertar con otras fuerzas políticas. No siempre salen las cosas bien (fue el caso de la conocida “repartija” de los cargos en los organismos constitucionales), pero por lo menos lo intentan.

La pregunta es si un gobierno de Keiko repetiría la actitud arrogante mostrada por los fujimoristas en el pasado. Quizás la única forma de garantizar lo contrario, más allá de las naturales especulaciones, sería comprometerse desde ahora a otorgar las presidencias de comisiones clave como Constitución, Presupuesto o Defensa a la oposición e, incluso, ceder en un momento la presidencia del Congreso a los grupos minoritarios. ¿Quimeras solamente? Quizás, pero haría más viable la desconcentración de poderes.

Y, en el supuesto que PPK gane la segunda vuelta, necesariamente tendrá que concertar con la bancada fujimorista, lo cual no creo sea tan problemático, considerando que sus planes de gobierno en materia económica son bastante similares.

La segunda mayoría la tiene el Frente Amplio: son los veinte que entrarán al Congreso gracias a la locomotora que significó la candidatura de Verónika Mendoza. Pero existe un detalle que los diferencia de la bancada naranja. Mientras los fujimoristas usualmente son disciplinados, con escaso índice de trasfugismo, también cuentan en su haber con un tercio de congresistas reelectos. Ello significa que tienen experiencia parlamentaria y van a poder “orquestar” mucho mejor al interior de la bancada; lo que no sucede con los congresistas de la flor, que de los 20 apenas 3 son reelectos. Tampoco sabemos como marchará la disciplina parlamentaria, si serán proclives a formar bancadas propias luego de alguna crisis seria; o si acatarán el dictum de Verónika Mendoza o de Marco Arana, “dueño” de la marca FA. Lo peor que le puede pasar a la izquierda es que la promesa de los veinte se diluya en minibancadas y trasfuguismos diversos y termine su firme oposición en eso: solo promesas. Sería trágicómico.

Igual sucede con los 19 de PPK. Casi todos nuevos, sin mucha experiencia parlamentaria. Los ppkuyes van a estar un poco perdidos los primeros meses de labor legislativa. Si gana PPK la segunda vuelta, se mantendrán fieles; si pierde, se podría producir una fragmentación e ir cada uno por su lado. Es lo máximo de fidelidad que tienen agrupaciones cuya unidad partidaria es bastante endeble.

En cambio, la bancada del Apra (ex Alianza Popular) con apenas 5 congresistas -todos de la estrella- tiene la ventaja que el cien por ciento son reelectos. Tienen amplia experiencia parlamentaria y más que seguro parecerán 50 al momento de las declaraciones o los actos políticos trascendentes. Aparte que el Apra tiene una amplísima experiencia legislativa, lo que no sucede con los otros grupos mayoritarios. Igual ocurre con los de Acción Popular, la mayoría repite el cargo.

Eso sí, ambos grupos políticos deberán concertar alianzas para formar bancada (se requiere un mínimo de seis congresistas), lo que no les será difícil dada su amplia experiencia.

Una reflexión final. Con el actual sistema de sufragio en simultáneo para la presidencia y el congreso, la candidatura presidencial usualmente “arrastra” a la lista parlamentaria (aunque la excepción en estas elecciones fue el caso de Alan: allí sucedió al revés, su lista obtuvo más votos que él). Quizás ya es hora de independizar ambos procesos. La elección por la lista parlamentaria puede ser algún tiempo después de la presidencial, incluir una renovación por tercios, distritos uni o binominales a fin que la población conozca de cerca a su parlamentario, incentivar una “carrera política” entre los más jóvenes que puede comenzar como regidor en un distrito (felizmente algunos partidos ya lo están haciendo). Son planteamientos que requieren concertación entre las distintas fuerzas políticas que componen el nuevo congreso. Veremos si tienen interés en efectuarlas o continúa el caudillaje más que la práctica institucional.



Wednesday, April 13, 2016

CONCLUSIONES PRELIMINARES DEL 10 DE ABRIL



Por: Eduardo Jiménez J.
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1.- Las dos terceras partes del electorado optaron por candidaturas que expresan “la continuidad del modelo económico” y no por el cambio del mismo, como sostenían tercamente en el Frente Amplio.

2.- Tampoco optaron las mayorías por cambios radicales de constitución política e inciertos saltos al vacío. La mayoría prefirió más bien conservar lo que tiene e incrementarlo de ser posible.

3.- Igualmente, la mayoría optó por una libertad económica, pero también por una presencia más activa del estado. Servicios que presta, regulación de ciertos precios, seguridad ciudadana, presencia sancionadora a empresas que abusen de su posición de dominio. La ideología del “mercado puro” ya no convence, salvo a los dogmáticos.

4.- Si bien será inviable un cambio radical de constitución política dada la nueva estructura del Congreso, ello no quita aspectos puntuales de reforma de la carta vigente: composición del JNE, del CNM, elevación a estatus constitucional de ciertos organismos como Indecopi. Y un tema tabú que debe verse con serenidad: las empresas públicas del estado. No queremos regresar a la situación anterior a 1990, pero como sucede en varios países de Occidente, el estado tiene sus empresas para ciertos fines estratégicos.

5.- Asimismo, el Congreso electo deberá avocarse como punto principal de su agenda a la reforma del sistema electoral, a fin de evitar todos los problemas y errores cometidos en el presente proceso. Puede comenzar derogando la malhadada ley 30414, remedio que resultó peor que la enfermedad, y hacer algo más serio y con proyección a futuro como aprobar el proyecto de Código electoral y la supervisión por parte de la ONPE de la designación de candidaturas al interior de los partidos políticos. No exagerar los formalismos del “papel sellado”, excluyendo así a organizaciones políticas de la competencia electoral, sino velar porque se cumpla cabalmente la democracia interna al interior de los partidos.

6.- La significativa presencia de una bancada propia de izquierda por primera vez en treinta años traerá a colación la puesta en agenda de temas sociales que pueden verse en el presente congreso: reforma del sistema jubilatorio (tanto público como privado), la masificación del gas y renegociación de los contratos, el matrimonio igualitario, educación y salud de calidad, trabajo digno, reforma impositiva. Muchos de esos temas son “postmateriales”. Curiosamente la izquierda, a falta de una derecha liberal, debe de tener una agenda de liberalismo político.

7.- Asimismo, es la oportunidad de la izquierda de tener presencia política propia que no la debe desaprovechar. Deberá actuar con madurez y discreción, una oposición firme y realista en los temas de interés general. No es ni remotamente una izquierda moderna, pero algo pueden hacer en el camino.

8.- Meritoria la trayectoria de Verónika Mendoza. Por primera vez y desde el desaparecido Alfonso Barrantes, la izquierda no saboreaba un triunfo así. De la nada y solo a punta de colaboraciones y voluntarismo fue aglutinando a varios sectores de la izquierda. Se dejó en el desván a los “viejos dinosaurios”, incluyendo al antiextractivista Marco Arana, “dueño” de la marca Frente Amplio. Pero la propuesta frenteamplista “tuvo su techo”: Mendoza comenzaba a sufrir un imperceptible descenso en aceptación ciudadana que se hubiese agudizado en las siguientes semanas. De 20 a 22% de aprobación en las semanas previas, quedó en 18% y, parece, la tendencia era a la baja. El discurso radical tiene un límite y una población objetiva bastante pequeña, a tal punto que Arequipa (“roja” usualmente) optó preferentemente por la candidatura conservadora de PPK, lo que ocasionó –junto al voto aluvional a favor de Gregorio Santos en Cajamarca- que Mendoza pierda la posibilidad de pasar a segunda vuelta.

9.- En todo caso Mendoza ya se hizo conocida a nivel nacional. Por derecho propio ya es una lideresa dentro de la izquierda; pero, si quiere llegar con seriedad al 2021, tendrá que reconsiderar sus posiciones radicales y mirar más como estadista. Ver el todo y no solo una parte. Tiene tiempo, juventud y voluntad, y algo invalorable que adquirió en este proceso: experiencia. Dependerá solo de ella.

10.- El Apra nunca muere como dicen los compañeros; pero, sí deberán hacer su mea culpa puertas adentro y reestructurar el partido. No creo que Alan García se haya despedido el 10 de Abril, ni que sea su muerte política por el magro resultado obtenido. Con Alan quizás pase lo que sucedió en el 2006 frente a Humala: rompa el vidrio en casos de emergencia. Pero el Apra deberá abrir las compuertas a las nuevas figuras políticas si, como partido, quiere seguir teniendo vigencia. En otras palabras: más aprismo y menos alanismo.

Thursday, April 07, 2016

COMO CADA CINCO AÑOS

Por: Eduardo Jiménez J.
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De poder elegir el lugar y el tiempo donde nacer, creo que hubiera elegido acá y ahora. Sería aburrida mi vida de haber nacido en Suiza. Claro, materialmente tendría todo asegurado desde el vientre de mi madre hasta mi muerte. Todo absolutamente planificado: donde estudiar, en qué trabajar, con quién casarme, cuántos hijos tener, ir cotizando para mi plan de jubilación desde los veinte años, y así.

En cambio, acá en Perú, cada cinco años estamos frente a una novedad, un vuelco inesperado o hasta un riesgo para la democracia y la forma de gobierno. El tema no importa a muchos, pero afecta a todos.

Por citar los últimos quince años: el riesgo del chavismo de Humala (que al final de tigre antisistema devino en gatito doméstico de la Confiep); la improvisación y frivolidad de gobernantes como Toledo, navegando entre el whisky y las vacaciones perpetuas en Punta Sal; o la corrupción y la plutocracia en el poder bañado de narcoindultos otorgados nada menos que por un presidente constitucional. Mañana, quien sabe, de repente se postula el primer narco autodeclarado para la presidencia con un eslogan como Soy narco y qué. Y se me queda en el tintero la confección de un presidente hight tech como era Guzmán, producto de las redes digitales y el marketing. Hay de todo como en botica.

Gracias a la democracia tenemos dos vías para escrutar a conciencia a un candidato presidencial: el pasado, lo que hizo y cómo lo hizo; y lo que ofrece. Si Usted aprecia inconsistencias entre uno y otro, desconfíe.

La misma competencia permite sacar a luz “los trapitos sucios” y, felizmente, todavía tenemos una prensa libre –o más o menos libre-. De allí que las denuncias, si son comprobadas, sean importantes.

Muchos estuvimos alertas ante la venida con fuerza del chavismo en el 2006. Humala daba muestras de ser un súbdito obsecuente de Hugo Chávez, lo que le costó la elección ese año; pero somos más tolerantes frente a la corrupción y a los delitos de cualquier candidato. Hugo Neira habla de la anomia de la sociedad peruana, es decir una sociedad enferma, sin valores o mejor dicho antivalores.

Puede ser, usualmente preferimos candidatos que reflejan nuestra idiosincrasia. “Se nos parece” decimos del candidato elegido, como que nos reflejamos ante un espejo, y después, cuando está en el poder, “nos desilusiona”, en una suerte de chivo expiatorio que exorciza nuestras culpas. Y así vamos cada cinco años.

Pensé que estas elecciones iban a ser aburridas, que de repente nos habíamos convertido en ciudadanos formales y ordenados, y, matices de por medio, elegiríamos entre el “elenco estable”, con propuestas más o menos similares. No tomé en cuenta la “cuota de emoción”, cortesía del Congreso de la República al promulgar una ley que trastocaba las reglas de juego iniciada la competencia y peor aplicada por el órgano electoral, excluyendo a unos candidatos y ratificando a otros por los “mismos pecados”, las dichosas dádivas económicas.

Y si bien el JNE, algunos abogados y muchos periodistas creyeron encontrar el nirvana jurídico en la tautología la ley es la ley; lo cierto es que se enturbió el proceso, se llevaron de encuentro la libertad de elegir y ser elegido, y se privilegió la cultura del papel sellado antes que los derechos fundamentales y la realidad política.

A pesar del zafarrancho electoral, la intención de voto de los principales candidatos indica que la gente no quiere un cambio radical del “modelo económico”, ni menos nuevas (y afiebradas) constituciones políticas. Allí se equivoca Verónika Mendoza. El pueblo quiere mejoras en los servicios que presta el estado, en las jubilaciones, la salud, la enseñanza, empleos decentes, más seguridad ciudadana, que no te cobren demasiado en el gas, la electricidad o el trasporte; pero no quiere un “salto al vacío”, a lo cual éramos tan afectos en otros tiempos. La gente quiere reformas que mejoren el sistema, no perder lo poco que ya consiguió en la época de las “vacas gordas”. Algunos candidatos lo han captado mejor que otros.

Platón decía que el gobierno de los plutócratas (los millonarios) es peligroso. Tan peligroso como el de los demagogos. Obvio, un plutócrata en el poder verá sus intereses económicos más que los de la nación. Tratará de acrecentar su fortuna a expensas del erario nacional. Eso de que millonario que llega al gobierno no roba porque tiene mucho dinero, es tan ingenuo como creer que existen felinos vegetarianos. No nos hagamos.

A la lista del buen Platón podemos agregar la de los millonarios que financian a candidatos. Un candidato que nace así, de llegar al gobierno queda hipotecado a quién le prestó los millones para la campaña. Sus grandes reformas quedarán en el archivo de las promesas incumplidas.

Esta vez el peso de la decisión electoral lo van a tener los jóvenes. Muchos se enfrentan a su primera elección presidencial. Algunos con dudas, otros con pasividad, solo para “no pagar la multa”, sin saber que se juegan su futuro. Este país va a ser de ellos, más que de nosotros, que ya “doblamos la esquina”. Espero haya sensatez en muchos al momento de estar a solas en la cabina de sufragio. Contra mi natural escepticismo, quiero creer que algo está cambiando, que la gente ya no vota tan a ciegas como antes. Ya no se miran tanto en el espejo-candidato. Espero sea así, con su voto se juegan el futuro del país.

Monday, April 04, 2016

¿SON ELECCIONES SEMIDEMOCRÁTICAS LAS PRESIDENCIALES 2016 EN PERÚ?

Por: Eduardo Jiménez J.
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Así las calificó el Secretario General de la OEA y, chauvinismos nacionalistas aparte, tiene razón. Por lo menos son atípicas o irregulares, si queremos suavizar los adjetivos.

Todo comienza con la promulgación de la norma que reforma varios artículos de la ley de los partidos políticos cuando la convocatoria a elecciones generales ya se había producido. Recordemos que este cambio de reglas fue a insistencia de los propios congresistas de la República, los que –literalmente- se hicieron el harakiri, sea por el tema de las dádivas o del porcentaje mínimo para pasar la valla electoral. Dos partidos perdieron a sus candidatos, un tercero a su vicepresidente, y varias agrupaciones políticas no tienen ninguna opción. Todo gracias a la ley que ellos mismos promulgaron.

El otro responsable fue el JNE y el JEE de Lima Centro, los que tuvieron criterios interpretativos, primero excluyentes de candidatos (Guzmán y Acuña), y luego exculpatorios con otros (Keiko, PPK y Alan). Esas marchas y contramarchas fueron bastante extrañas.

Y el tercero responsable fueron los propios partidos políticos que incentivaron las exclusiones contra candidatos, en el supuesto que los iba a beneficiar. Quisieron ganar en mesa y el tiro les salió al revés.

Algunos abogados y muchos periodistas creyeron encontrar el nirvana jurídico en la tautología “la ley es la ley”; obviando que existen una serie de criterios de aplicación de la norma jurídica, comenzando con el de jerarquía. No se puede dejar de lado los derechos fundamentales reconocidos en la propia Constitución Política y tratados internacionales que el Perú ha suscrito sobre los derechos políticos, sobretodo el de elegir y ser elegido. No se puede privilegiar “el sellito en el acta” antes que el derecho a participar en la competencia, y excluir así a un candidato; o, peor aún, castigar con la exclusión a otro por ofrecer una dádiva económica, cuando el artículo que impone la sanción es a todas luces desproporcionado e irracional. Precisamente allí entra a tallar la labor de los magistrados que no son solo “la boca de la ley”, sino tienen un margen de discrecionalidad para poder resolver. Pero, el temor a chocar con los poderosos, la obsecuencia de otros o la visión cortoplacista de la quincena antes que de la historia como decía Javier Valle Riestra, los hizo actuar de manera errática y timorata.

Las exclusiones de candidatos o limitaciones para poder participar en una contienda electoral se producen sobretodo en países con gobiernos autoritarios (caso Venezuela en la región, Fujimori en los noventa acá) o dictatoriales. En un país con un mediano sistema democrático no se produce exclusión de candidatos. Por ello la calificación de elecciones semidemocráticas aludidas por el secretario general de la OEA. Si nos dejamos de mirar el ombligo, en la región ha causado sorpresa y consternación el proceder del órgano electoral.

Terminado el proceso se va a tener que deslindar responsabilidades. Empezando por el pleno del JNE y del JEE de Lima Centro por el zafarrancho ocasionado del que, con verdadero entusiasmo, han sido copartícipes. En un gobierno plenamente democrático, con instituciones sólidas, ya deberían estar poniendo sus cartas de renuncia sobre el escritorio. Ambos tienen responsabilidades y no se pueden parapetar en que solo “cumplían con la ley”.

Lo que trae a su vez el rediseño de la conformación del JNE. Vía reforma constitucional se debe cambiar los criterios de conformación del JNE. Debe estar conformado por gente especialista en temas electorales previo concurso público de selección. Carece de sentido que esté presidido por el representante del Poder Judicial, cuya única experiencia electoral es saber que en el distrito donde sufraga se implementó el voto electrónico.

Por otra parte, el nuevo Congreso de la República debe aprobar el proyecto de Código Electoral que por intereses subalternos quedó encarpetado. Igualmente, las elecciones internas deben estar supervisadas por la ONPE. Para nadie es un secreto que actualmente el requisito de la democracia interna lo salvan los partidos con actas que son meros formalismos. Igualmente se debe ampliar los plazos. No es posible que faltando pocos días para el sufragio se estén viendo tachas y exclusiones de candidaturas.

Y derogar el dichoso artículo sobre las dádivas económicas. Hay investigaciones serias que demuestran una casi nula relación entre dádiva y voto, sobretodo en las elecciones generales. En todo caso debe graduarse la sanción: multas progresivas solidarias entre el infractor y el partido político, capacidad coercitiva para el cobro de las multas y solo las faltas muy graves deben ser sancionadas con la exclusión del candidato.

El sistema de partidos tal como está no avanza a ningún lado, mas bien retrocede. Después no nos quejemos de la aparición de outsiders, de “vientres de alquiler” o que de fuera nos endilguen calificativos como poco democráticos.


Monday, March 28, 2016

LOS OCHENTA DE MARIO VARGAS LLOSA

Por: Eduardo Jiménez J.
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Una verdad evidente es que Mario Vargas Llosa no es un escritor muy querido por el público como lo fue Julio Ramón Ribeyro o lo es Alfredo Bryce Echenique. El primero ya era idolatrado en vida y, muerto, casi es considerado un santo laico; mientras que a Bryce se le perdona todo, hasta los plagios descarados que perpetró en ciertos artículos publicados en los diarios (felizmente no postula para presidente de nada).

Quizàs la falta de querencia contra Mario obedece a su carácter controversial, polémico, que “pisa callos” sin importar a quién. Expone sus opiniones directamente, en un ambiente como el limeño acostumbrado a la ambigüedad e hipocrecía. Por ello es más temido que querido, más respetado que amado.

Hombre de su tiempo como lo fue su gran modelo de intelectual, Jean Paul Sartre, comprometido con pasión en causas diversas, profesando una honestidad consecuente, sin doblez, sea como antaño cuando defendió la revolución cubana o ahora defendiendo el laicismo del estado o el matrimonio igualitario.

El paso del marxismo al liberalismo no fue abrupto. Del rompimiento con el modelo cubano en los setenta, pasó a una suerte de socialdemocracia escandinava y, luego, entre los ochenta y noventa al liberalismo clásico. Fue una lucha agónica consigo mismo, antes que un “cambio de camiseta” como les sucedió a muchos intelectuales de aquellos años.

Buen polemista, pero mejor prosista, no solo de novelas, sino ensayos y, claro está, artículos periodísticos, género que cultiva desde los quince años. Cuando se publiqué la edición definitiva de sus obras completas, de hecho abarcará considerables tomos. Obvio que no todo es de pareja calidad (ni a Cervantes se le puede pedir eso). De sus novelas, tres o cuatro resisten el paso del tiempo. Del teatro no podemos decir lo mismo. Sus ensayos sí son más contundentes y quizás la posteridad lo catalogue a Mario como notable ensayista y gran novelista. Racional pero también persuasivo, sabe argumentar coherentemente, sin descuidar la prosa.

Si bien su paso por la política activa fue corto, de 1987 a 1990, cuando tienta desastrosamente la presidencia de la república, nunca ha dejado de preocuparse por la cosa pública. En los noventa realiza una crítica feroz contra el gobierno de Fujimori por corrupto y ladrón. Muchos confundieron su actitud con resentimiento por perder la presidencia, pero el tiempo le daría la razón: el de Fujimori fue quizás uno de los gobiernos más corruptos y miserables de nuestra vida republicana.

Recuperada la democracia en el 2000, se convirtió en “garante” de esta, avalando dos candidaturas que llegaron a la presidencia: la de Toledo y la de Humala. La de Humala fue la más sensible y controversial, sobretodo porque gran parte del electorado no confiaba plenamente en su “conversión” a demócrata, luego de abrazar ardoramente el polo rojo del chavismo. Sin embargo, cumplió su palabra y –al igual que Toledo- abandonó el poder con baja aprobación y cubierto de escándalos y denuncias.

Esta vez Mario quiere hacer lo mismo, apoyando la candidatura de PPK en contraposición a la de Keiko Fujimori, la hija del dictador como suele decir; pero lo veo más difícil. El antifujimorismo no es tan amplio como antaño y las resistencias no son como lo fueron a inicios de siglo. Como que el elector está diciendo que debemos voltear la página y ver el futuro sin tantos debes al pasado.

Con la obtención del Premio Nobel en 2010 parecía que ya estaba más allá del bien y del mal; pero, como el mismo refiere, el temor a convertirse en una estatua, ha hecho que siga latiendo la contradicción dentro de si, a tal punto que a una edad donde casi todos los hombres descansan, para bien o para mal, al lado de la compañera de toda la vida, de ver apasiblemente crecer a los nietos, él optó por el “escándalo social” al emparejarse con Isabel Preysler, la socialité más conocida de España, ex y viuda de muchos grandes, y ser Mario parte de la comidilla de “la sociedad del espectáculo”, a la que tanto denostó en sesudos ensayos. Ironías de la vida.

A los ochenta cumplidos sigue tan vigente como cuando tenía dieciocho, cuando se enamoró de la tía Julia, se fue a Madrid y luego a París, se divorció de la tía y se casó con la prima Patricia, escribió una novela que fue polémica cuando se publicó (La ciudad y los perros), apoyó la revolución cubana, luego abjuró de esta. Y el resto es historia conocida.


Monday, March 21, 2016

CORRUPCIÓN Y GOBIERNOS DE IZQUIERDA EN AMÉRICA LATINA

Por: Eduardo Jiménez J.
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Los problemas que enfrentan gobiernos de izquierda en AL, como los de Maduro, Evo,  Correa, Dilma, Bachelet, o el fin de la era Kirchner en Argentina, pudiera dar a entender que el péndulo de la historia vuelve a girar hacia la derecha de nuevo, dejando las veleidades de gobiernos izquierdistas de distinto matiz (desde rosaditos a rojos).

Al parecer la situación no es tan mecánica y está asociada más bien al fin del “boom” de las materias primas que benefició a tantos gobiernos de por acá de distinto sesgo ideológico (y fue de paso fuente de corrupción).

Gracias al alto precio de las materias primas o commodities que tuvimos desde fines del siglo pasado hasta la primera década del presente muchos gobiernos de izquierda pudieron desarrollar programas de inclusión social que beneficiaron a los sectores menos favorecidos.
No hubo “magia”, sino que se dispuso de una buena caja fiscal que permitía subsidiar programas sociales. Lo malo fue que ningún gobierno, absolutamente ninguno, tomó la decisión de cambiar el modelo para iniciar la transición hacia un “segundo piso”, de elaboración de productos o generación de conocimientos, que permitiese sostener el crecimiento iniciado. Todos fueron primario-exportadores.

El caso más delirante fue el de Venezuela que durante el chavismo y con un barril de petróleo superior a los cien dólares pudo financiar inumerables programas sociales y “exportar la revolución” en lo que se llamó el socialismo del siglo XXI.

Ese populismo ha sumido hoy a Venezuela en mayor pobreza, hiperinflación y corrupción generalizada.

Precisamente otro factor por el que el elector les da la espalda en las urnas a los gobiernos de izquierda es la corrupción que se siente en las altas esferas del poder.

Los ejemplos emblemáticos son el gobierno de los Kirchner en Argentina y el del Partido de los Trabajadores en Brasil. Los hechos que están saliendo a flote en el gobierno de los K, así como el gobierno de Lula y Dilma Roussef implican una corrupción total que afecta los valores esenciales de la democracia y el sistema republicano. Técnicamente, junto a Venezuela, Argentina y Brasil se encuentran en recesión.

Digamos que el elector “se hizo de la vista gorda” frente a la corrupción, mientras el gobierno tenía para financiar programas sociales; pero acabados o restringidos los fondos, comienzan las protestas y las exigencias de cambio de mandatario.

Las protestas también se relacionan con el enorme porcentaje de la población que salió de la pobreza gracias al superavit fiscal. Es paradójico, pero los gobiernos de izquierda crearon las condiciones socio-económicas del aumento en número de una clase media que se niega a regresar a la pobreza y que consiguientemente despierta una conciencia de exigencia de mayores derechos sociales.

En otras palabras, estamos ante una clase media que busca mejorar su estatus y no regresar a una situación de carencias  preboom de commodities.

No se trata de un péndulo que gire mecánicamente a la derecha, sino que la situación del contexto internacional ya no favorece a los gobiernos de izquierda que fueron elegidos democráticamente a inicios de siglo (y que muchos de ellos quisieron perpetuarse en el poder por reelecciones sucesivas).

Por otro lado, estos gobiernos de izquierda -como muchos de la región incluyendo el peruano- no se plantearon el dilema del “fin de las vacas gordas” e intentar una reconversión económica que permita mantener el crecimiento; sino que optaron por el fácil expediente del gasto fiscal, gracias a las inmensas regalías.

El manejar un gran presupuesto sin los controles institucionales necesarios trae corrupción, sea de izquierda o de derecha, produciéndose un distanciamiento con el ciudadano medio que con esfuerzo redondea su presupuesto mensual mientras aprecia que el entorno del poder y los amigos del poder literalmente saquean las arcas fiscales. El caso de Brasil es el más emblemático de todos.

La verdad no hay receta nueva, ni camino corto. Gracias a nuestro temperamento latino nos acostumbramos al gasto dispendioso y la farra eterna, sin pensar mucho en el futuro. Fue una oportunidad perdida, como la del guano en el siglo XIX peruano. Creo que ya no podemos pensar en nuevos booms de materias primas, sino comenzar desde la base un proceso de trasformación que permita un crecimiento sostenido para bien de las nuevas generaciones.


Tuesday, March 08, 2016

EL JURADO VS EL JURADO

Por: Eduardo Jiménez J.
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Las resoluciones contradictorias dadas por un mismo órgano electoral (el Jurado de Lima Centro) revela no solo las presiones políticas que posibilitaron admitir la candidatura de Julio Guzmán, sino las presiones que vinieron después de parte de otros contendores que no vieron con buenos ojos como el Jurado de Lima Centro avalaba que entre a la competencia electoral el candidato de Todos por el Perú.

La noticia ha dado la vuelta al mundo, colocándonos a nivel africano en materia electoral (con el perdón de los africanos). Creo que ni en las dictaduras más sofisticadas se les habría ocurrido estas maromas electorales.

Más allá de los problemas que ha traído aplicar los cambios en la Ley de Partidos Políticos cuando la convocatoria a elecciones ya se había producido, “cambiando las reglas iniciado el juego”, la decisión del órgano electoral denota evidentes presiones de grupos de poder para excluir una candidatura que significa un bolsón de cerca a un quinto de electores. No es poca cosa.

Lo sucedido no obedece solo a una legislación electoral deficiente e incompleta (responsabilidad de los propios partidos políticos que en el Congreso solo “maquillaron” la norma), sino a la carencia de instituciones sólidas.

Como bien señala David Sulmont, el fetichismo legal reemplaza a las instituciones, cuando estas no son sólidas. La cultura del “papel sellado” sustituye a la realidad política. Si aparentemente se cumple con las reglas de democracia interna, el órgano electoral autoriza una candidatura, sin fiscalizar –nunca lo hace- si el contenido de esa acta refleja la realidad.
Para ello basta saber que de los 19 contendores, solo dos cumplieron con elecciones internas impecables: Acción Popular y Frente Amplio, este último incluso con participación abierta a ciudadanos no partidarizados.

El no haber accedido el propio Congreso, vía la reforma electoral, a que la ONPE supervise las elecciones internas de los partidos, ha conllevado los problemas que vemos ahora. Actas que en un momento “producen convicción” y después ya no la producen.


Mientras no tengamos instituciones sólidas, y estemos en un panorama electoral complicado como el actual, problemas como el suscitado, seguirán generando inseguridad jurídica; y será motivo para que los poderes fácticos, amparándose en el “papel sellado”, presionen más a los órganos electorales, a fin de ganar el partido en mesa y no en la cancha. A río revuelto…