Friday, August 02, 2019

DECISIONES


Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
       @ejj2107



La propuesta del presidente Vizcarra de adelanto de elecciones generales desubica a los actores políticos y lo coloca en el centro de las decisiones ahora que su popularidad estaba decayendo. Dependiendo como se mire, si como salvavidas del propio presidente o decisión populista, lo cierto es que es una alternativa perfectamente constitucional y políticamente valida.

El problema va a ser que la asuma la oposición en el congreso con mayoría fujimorista más aliados o pueda ser desnaturalizada o llevada a las calendas griegas de comisiones y consultas.

Si es negativa o el congreso hace largas a la propuesta, y si el presidente es consecuente con su discurso, deberá renunciar, salvando su responsabilidad, y “convenciendo” de paso a la vicepresidente a seguir el ejemplo, con lo que el escenario político y constitucional se precipita dramáticamente, obligando al presidente del congreso a convocar a elecciones generales.

Si solo es una táctica distractora, como otras que ha tenido Vizcarra, no renunciará y se entrampará en dimes y diretes con el legislativo, dejando en segundo plano las evidentes falencias que tiene su gobierno. Veremos en las próximas semanas cuál escenario es el que se cumple, con variantes incluidas.

Es cierto que el “ruido político” aletargara más nuestra economía, tendremos otro año de conflictos entre poderes; pero es mejor pasar de una vez el trago amargo que continuar con un proceso desgastante hasta el 2021, perjudicial para todos los peruanos.

Lo más sano es que se acorte un año el plazo de representación, tanto del presidente como de los legisladores. Y veo poco probable que por el bien del país se quieran sacrificar. Hay muchos intereses en juego.

Quizás de acá a algunos años quienes se mostraron intransigentes, lamenten todo lo que están perdiendo. Muchas veces el desprendimiento del poder también da réditos políticos.

Saturday, July 20, 2019

APOCALIPSIS NOW


Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
       @ejj2107
 


Todos conocemos la azarosa historia del rodaje de Apocalipsis now: un fuerte tifón suspendió el rodaje por varias semanas en Filipinas; al actor principal, Martin Sheen, le dio un ataque al corazón y casi no quiso regresar a seguir filmando; Marlon Brando llegó al rodaje subido de peso, ebrio constantemente y sin leer una sola línea del guion; mientras el resto del equipo –actores y personal técnico- mataban el tiempo con alcohol, sexo, música y drogas (no necesariamente en ese orden), muy en el ambiente de los años 70.

Francis Ford Coppola, el director y productor, estaba al borde de la locura y la bancarrota, había hipotecado incluso su casa para cubrir los gastos que día a día iban subiendo.  Al final del rodaje tenía kilómetros de kilómetros de película, sin saber muy bien cómo ordenarlo, teniendo que trabajar con cuatro editores a la vez para tener a tiempo el filme para el Festival de Cannes.

Cuenta John Miliuis, el guionista, que la adaptación al cine obedeció a un reto que un profesor en la Universidad les lanzó de adaptar la novela de Joseph Conrad (El corazón de las tinieblas). Inicialmente iba a tener un toque irónico, pero al reelaborar el guion Coppola le dio ese aliento trágico y de horror que es la guerra.

No es una película de protesta contra la guerra de Vietnam como otras que se hicieron en aquellos años, lo que se propuso Coppola fue más una película de horror metafísico, teniendo como pretexto la guerra de Vietnam, de reciente data en ese entonces. De allí que las escenas parecen más de pesadilla que de un seco naturalismo. El viaje del capitán Willard, el personaje principal, a través del río es un viaje hacia el fin de la noche, hacia el infierno, hasta que llega a la catarsis en el sacrificio del coronel Kurtz, un archipremiado militar, destinado a las mejores plazas en el establishment norteamericano.

El viaje de Willard es de iniciación, de dejar atrás el pasado que arrastra y convertirse en un hombre diferente. Mejor o peor no lo sabemos, pero sí diferente. Algunos críticos han visto su viaje como un recorrido a los círculos del infierno de Dante, hasta llegar a lo más hondo y de allí emerger. Otros también ven una inspiración en La odisea. Willard es una suerte de nuevo Ulises. Algunos relacionan el encuentro con Roxanne –en la versión redux- como un encuentro con la ninfa Calipso, aquella que con sus placeres quería retener a Ulises. Razón no les falta.

La muerte de Kurtz, es la del sacrificio o inmolación por los otros, graficado en el montaje en paralelo del sacrificio del buey que es también tasajeado como Kurtz. Es el horror llevado a su expresión hiperrealista y por tanto con connotaciones filosóficas y metafísicas. Su muerte es un volver a nacer, la resurrección “encarnado” en el capitán Willard que regresa totalmente cambiado y más cerca del pensamiento de Kurtz que del alto mando militar que le encomendó la misión de eliminarlo. La inmolación de  Kurtz es una suerte de entrega crística para la redención de sus semejantes. (La lluvia que cae sobre los personajes puede interpretarse como una “limpieza” luego de muerto el redentor por nuestros pecados).

Dicho sea, la actuación de Brando fue magistral. Encarnó en la justa medida al personaje y si bien aparece por breves minutos, se “roba la película” sin decir mucho. Es una de sus mejores actuaciones –hacía pocos años había rechazado el Oscar por su actuación en El padrino-, pone con Apocalipsis el punto final a una carrera conflictiva y magistral en la industria del cine norteamericano, antes de entrar al declive que significó para él los años 80.  

Otro personaje inolvidable es el estrafalario Teniente Coronel William "Bill" Kilgore, encarnado por Robert Duvall. El ataque de su división de Caballería Aerotransportada al ritmo de la Cabalgata de las Valquirias de Richard Wagner es sencillamente memorable y ha sido repetido innumerables veces en el cine y la televisión.

Francis Ford Coppola seguiría produciendo y dirigiendo algunas películas más, llegaría a la temida bancarrota en la producción de un filme posterior (One from the Heart), para luego reponerse y buscar en las inversiones hoteleras de turismo y sus viñedos en California el alivio financiero que no encontró en el cine.

En el 2001 presentó una nueva versión de Apocalipsis bajo el nombre de Apocalipsis now redux. Con casi cuatrocientos kilómetros de película rodada, un tanto por cuestiones económicas y otro por que sentía que no se había dicho todo en la versión de 1979, se animó a presentar una versión extendida, con una hora adicional.

El esfuerzo no fue en vano, dado que la nueva versión parece una nueva película. No se siente forzado los agregados y da pie a la relación de Willard con los franceses, en especial con Roxanne, el reposo del guerrero en el largo viaje interior.

El final del sacrificio de Kurtz también se decidió sobre la marcha. Se habían propuesto varios finales, ninguno gustaba a Coppola, hasta que se optó por el que vemos: Willard mata a Kurtz, los nativos le permiten el tránsito hasta la lancha, lleva de la mano al soldado Lance, el único sobreviviente de su pequeño pelotón, y hay un fundido en negro con las palabras “el horror”, sin créditos finales.

El resto es historia conocida. La película ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 1979 –junto a El tambor de hojalata-, consigue aceptación de público y crítica en Estados Unidos y se considera Apocalipsis now como una de las mejores películas de todos los tiempos. Considerada la obra maestra de Francis Ford Coppola, quien antes de los 40 años había filmado sus mejores películas, tanto Apocalipsis como las dos primeras partes de El Padrino y la menos conocida La conversación.

Tuesday, June 11, 2019

ALL THAT JAZZ DE BOB FOSSE


Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
       @ejj2107



Fosse se hizo conocido en el cine con el filme Cabaret (1972), superpremiado y que posibilitó la independencia en su siguiente largo, Lenny, sobre la vida del controvertido y, para la época (años 50), obsceno stand up comedian; pero gana en complejidad y sutilezas con All that jazz (estrenada como El show debe seguir en habla hispana), llevándose la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 1980.

Biografía nada encubierta del propio Fosse a través del coreógrafo Joe Gideon interpretado por Roy Scheider, quien inicia todas las mañanas una agitada “puesta en escena personal” con la ducha diaria, el cigarrillo, los estimulantes y los antiácidos.

Fue el prematuro anuncio de la muerte del propio Fosse en 1987, a los 60 años.

All that jazz quiso ser un testamento de lo que significaba para él la vida del espectáculo: narcisista, con buenos y malos momentos, vital, sensorial. Un hedonista que antepone el placer de los sentidos a la razón. Una reflexión de todo ello, una suerte de balance de una vida que se cierra. Algunos lo emparentan con 8 ½ de Fellini, aunque sea solo en la introspección del creador, porque los estilos son muy distintos.

Es interesante también como combina diversos planos: oníricos y reales, presentes y pasados, e interviene la propia Muerte en forma de ángel (precisamente se llama Angélique) interpretado por Jessica Lange, quien se llevara a Gideon en la última escena.

Porque para Joe Gideon/Bob Fosse la vida era una fiesta. Ahora, a cuarenta años sigue tan vital como el día de su estreno.