Wednesday, November 18, 2020

OTRA VUELTA DE TUERCA: NUEVA CRISIS POLÍTICA Y VACANCIA

 

Por: Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

La declaratoria de vacancia del Congreso peruano contra el presidente Vizcarra en cierta forma cierra una etapa confrontacional entre el poder ejecutivo y el poder legislativo iniciada en 2016, cuando asume la presidencia Pedro Pablo Kuczynski por un mínimo margen de votos, mientras Fuerza Popular de tendencia fujimorista consigue una sorprende mayoría en el Congreso.

Se suponía que siendo uno de la derecha tecnocrática y la otra de la derecha popular iba a existir un entendimiento, lo que no ocurrió. Se repitió un cuadro similar al de los años 60, cuando el primer gobierno de Fernando Belaunde Terry tuvo la fuerte oposición de la coalición Apra-Uno.

Esta situación tensa se resuelve con la renuncia de PPK en Marzo del 2018 luego de dos intentos de vacancia por parte del Congreso de mayoría fujimorista y la sustitución por su primer vicepresidente, Martín Vizcarra.

A falta de partido que le de soporte político, MV va a utilizar los resortes del populismo clientelar a fin de ganar popularidad entre la población con planteamientos reformistas y una confrontación contra el congreso, todavía dominado por el fujimorismo.

Esta segunda etapa de la crisis iniciada el 2016 se resuelve en Setiembre del 2019 con la disolución del congreso fujimorista por parte de MV arguyendo una dudosa denegación fáctica de facultades y convocando a elecciones parlamentarias para inicios del 2020, con lo cual se “libera” de un enemigo bastante fuerte y poderoso. Ello, aunado a un trabajo conjunto de la Fiscalía anti-corrupción que persigue a los opositores al gobierno, otorga un margen de libertad a Vizcarra para ejercer el poder de una manera casi arbitraria.

La tercera etapa, caracterizada por la imposibilidad constitucional del presidente de disolver de nuevo al congreso elegido para completar el periodo, luego de tensiones que fueron creciendo, se cierra con la declaratoria de vacancia del presidente en Noviembre de 2020, también luego de dos intentos por parte del Parlamento.

Hasta allí la historia de Vizcarra se parece mucho a la de Alberto Fujimori, dos antisistemas con bastante popularidad gracias a medidas populistas, ambos disuelven el congreso y ejercen el poder en forma omnímoda; pero con la diferencia que Fujimori logra constituir un movimiento político que va a heredar su hija y se convierte institucionalmente en Fuerza Popular.

Vizcarra no logra constituir un partido o siquiera un “vizcarrismo” que le permita la continuación en la política con una base más o menos organizada, porque guste o no el participar en política no solo requiere el cariño popular que es muy inconstante, sino tener un partido y entrar a los usos y costumbres partidarios. Tenía los elementos y aceptación popular, pero no se animó a formar su partido. Existe una simpatía hacia el ex presidente, pero muy gaseosa y voluble.

La coyuntura, salvando las diferencias, se parece mucho a la del año 2000 cuando renuncia Fujimori. Protestas populares masivas, vacío del poder que se llena con un presidente interino de extracción provinciana y una aparente victoria a favor del congreso.

La diferencia está en que el presidente interino no tuvo la aceptación popular y legitimidad para continuar en la presidencia, obligándolo a renunciar luego de la muerte de dos jóvenes en las manifestaciones convocadas y siendo sustituido por otro presidente interino.

En cierta manera las manifestaciones vistas obedecen a un rechazo de la clase política, algo similar a lo ocurrido en Chile el año pasado, pero que no terminan con una salida jurídico-política de cambio de constitución, sino con la elección de un nuevo presidente interino con más consenso que el anterior renunciante.

En poco más de cuatro años hemos tenido cuatro presidentes, uno titular, otro que sucede al titular renunciante y dos interinos. Dice mucho de la inestabilidad política de nuestro país y la falta de partidos sólidos que le den estabilidad.

Pero, existe un hecho también similar con las manifestaciones en Chile: la protagonizan jóvenes que fácilmente coordinan entre ellos por las redes sociales. Jóvenes que se decía negados para la política, pero que han estado haciendo política mediante las protestas. Política no solo es ejercer un cargo de elección popular, sino opinar y reclamar cuando la polis ve que el estado es injusto o está actuando mal.

¿Vizcarra ha “muerto” políticamente?

Si bien su cariz reformista se vio empañado por las graves denuncias de corrupción cuando fue gobernador de Moquegua, aparte de las investigaciones de su gestión como presidente, lo cierto es que en política no existen los muertos. Ha salido de Palacio en olor de multitud y tiene edad para intentar un regreso. El punto es si está interesado en hacerlo, si las investigaciones abiertas en su contra no lo reducen a la condición de reo como a Fujimori, si el aprecio popular se mantendrá por cinco largos años y de los avatares de la política nacional. Cinco años siempre son una eternidad en la política peruana.

Podemos decir que es un quinquenio perdido. La crisis política se agudizó con la pandemia y la agudización de la situación económica producto del confinamiento. En el año del bicentenario tendremos más desempleo formal y el crecimiento exponencial de la economía informal y trabajos precarios.

Lo sucedido entre 2016 y 2020 nos permite reflexionar en la situación política precaria en que nos encontramos: con partidos políticos cascarón, con políticos improvisados y cortoplacistas, y con el record impresionante de tener la mayor cantidad de presidentes presos o procesados.

La situación no va por un cambio constitucional como algunos sugieren o en buscar “salvadores de la patria”. Ello no soluciona los problemas de la crisis política. De repente es más útil un reforzamiento de la institucionalidad, incluyendo partidos políticos; sino nos encontraremos de aquí a un tiempo con otra crisis que, como la presente, irá escalando a mayores.

 

Wednesday, November 04, 2020

RASHOMON: LA IMPOSIBILIDAD DE CONOCER LA VERDAD

 

Por: Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

Un monje, un leñador y un ladrón esperan a que pase la lluvia en Rashomon, una de las puertas de entrada a la ciudad imperial de Kyoto. Para hacer tiempo reconstruyen una violación y asesinato del que tuvieron noticia. Así empieza Rashomon, la película que hizo conocido en Occidente a Akira Kurosawa y cuyo estreno acaba de cumplir 70 años.

 

Inspirado en dos cuentos de Ryunosuke Akutagawa (En el bosque y el que da título al filme) mediante el uso de flash backs cada narrador va dando la versión de los hechos. Ninguna coincide. En un momento hasta el muerto da su versión a través de una médium y tampoco va a coincidir. ¿Qué sucedió realmente? ¿Lo mató el ladrón, lo mató su propia mujer violada para irse con el ladrón o se suicidó la propia víctima para evitar la deshonra? Nunca lo sabremos.

 

Rashomon plantea la imposibilidad de conocer la verdad. El ser humano solo ve ilusiones de lo que cree es real; pero la esencia de esta le es inasible. El escepticismo coincide con el planteamiento filosófico de la película. El escepticismo plantea la imposibilidad del conocimiento veraz de toda verdad absoluta, por ello poner en duda todo es el método de análisis para llegar a una verdad relativa, nunca absoluta, dado que podrá ser rebatida por otra que aparezca después. El escepticismo es muy útil para hacer avanzar la ciencia y desterrar las creencias, incluyendo las espirituales. El escéptico está a un paso de ser agnóstico.

 

Por cierto, en el derecho también se utiliza. Si no se alcanza un grado certero de verosimilitud en los hechos expuestos, la acción quedará desestimada. En materia penal la duda favorece al reo. Si no se puede probar los hechos imputados en su contra como delito deberá ser absuelto. Es una garantía procesal a fin de evitar arbitrariedades en el juzgamiento. Igual sucede en los procesos civiles. Si el demandante no prueba la fundamentación fáctica, sustento de su petitorio, la demanda será desestimada. Quien afirma los hechos debe de probarlos.

 

Volviendo al filme, la escena final aborda una aparente solución a esta necesidad del hombre de creer todavía, y es tener fe en algo, aunque la realidad y el comportamiento humano digan lo contrario: Un bebe es abandonado en la puerta donde ocurre la discusión entre los tres personajes, y mientras el ladrón le roba las escasas pertenencias que tiene el niño, el monje lo protege en sus brazos y el leñador se lo lleva para criarlo, total dice, tiene 7 hijos y uno más no hará la diferencia, salvando al pequeño de una muerte inevitable.

 

Creer en algo, un poco para aferrarse a alguna verdad, a pesar que la realidad diga lo contrario y mantener viva como una llamita de luz esa verdad. Kurosawa en sus filmes de la madurez será un poco más pesimista en relación a este principio.

 

Rashomon ganó el León de Oro en Venecia, Kurosawa inauguró lo que en Occidente se conocería algunos años después como el cine de autor. Realizadores como Lucas y Coppola se reconocerían como tributarios suyos. Luego vendrían otros títulos bastante interesantes y un realizador que tuvo un pie en la cultura tradicional del Japón y otro en Occidente.