Monday, February 04, 2019

IMPRECISIONES EN TORNO AL FILME LA ÚLTIMA TARDE DE JOEL CALERO

 
Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
       @ejj2107


Si bien La última tarde es una muy buena película, suerte de testimonio de una generación desengañada con el terrorismo y todo lo que conllevó, jóvenes que entraron a “la lucha armada” por ideales de un mundo mejor y encontraron sangre y desilusión. No por ello se debe pasar por alto ciertos reparos de, digamos, “ambientaciones” del filme, donde se nota imprecisiones bastante evidentes, sobretodo las relacionadas con lo judicial, parte medular de la trama. Como diría Mario Vargas Llosa, el narrador debe hacer creer que lo representado es “real” y para ello se requiere cierto grado de verosimilitud, algo de lo cual ha carecido flagrantemente La última tarde:

1.- El motivo por el que van al juzgado:

El motivo que da inicio al reencuentro de Laura y Ramón luego de casi veinte años es por el divorcio, dado que la madre de Laura piensa darles a sus hijas un anticipo de herencia y para ello exige que Laura se divorcie del “terruco”.

Los adelantos de herencia son bienes propios y no interesa demasiado el estado civil de la persona que va a recibir los bienes, en vista que son de su exclusivo patrimonio y no entran en el patrimonio conyugal. Imaginamos que una persona de la posición social de la madre de Laura, con los recursos económicos que tiene, se habría previamente asesorado por un abogado para calmarle cualquier duda al respecto. No era necesario que ella se divorcie para recibir el adelanto de herencia.

2.- El tipo de divorcio:

Es uno de separación convencional o llamado también de mutuo acuerdo. Estos divorcios actualmente se pueden tramitar ante la Municipalidad donde contrajeron matrimonio los cónyuges o donde la pareja tuvo su último domicilio conyugal, o también ante Notario (el llamado divorcio administrativo). No es necesario acudir a un juzgado donde naturalmente demorará el trámite entre seis y siete veces más en tiempo que ante un Notario o ante la Municipalidad. Laura o su madre, mujeres instruidas, pudieron darse perfecta cuenta de ello, más si tomamos en cuenta el apuro de Laura por el tema de la herencia.

3.- El motivo por el que se quedan toda la tarde juntos:

Si bien es la excusa para iniciar la larga conversación caminada, verdadero “ajuste de cuentas” de la pareja, según la trama del filme obedece a que Laura requiere una copia adicional de la sentencia de divorcio para inscribirlo en Registros Públicos, lo cual olvida decírselo al juez antes que este salga a una larga reunión de magistrados que le demandará toda la tarde. Incorrectamente el personaje de Laura señala que requiere la copia adicional para el “Registro de Propiedad”, pues olvida que una sentencia de divorcio se inscribe en el Registro Personal y si se tiene propiedades adquiridas dentro del matrimonio, una vez inscrito en el Registro Personal, se solicita que dicha inscripción también se realice en el Registro de Propiedad sea de Inmuebles, Vehicular, etc.

Suponemos, dado el precario y breve matrimonio que sostuvieron antes de separarse de hecho, que Laura y Ramón no tienen propiedades adquiridas conjuntamente, por lo que era innecesaria cualquier inscripción de contenido patrimonial como ella lo solicita.

Otro detalle es que el juez no divorcia de esa manera como apreciamos en el filme (“los declaro divorciados” etc, etc). Ello está bien para las películas norteamericanas, pero en el sistema peruano es bastante aburrido un proceso judicial de divorcio. Es esencialmente escritural y, después de la separación legal de cuerpos, cuando se trata de separaciones convencionales, cualquiera de las partes puede pedir el divorcio luego de dos meses.  No es inmediato como se aprecia en el filme.

Por cierto, una vez terminada la audiencia y el juez ha salido a su reunión, Laura pide a la asistenta que llame al juez para que regrese a firmar la copia adicional que requiere de la sentencia, como si fuese su empleado. Quien conoce un poco como es por dentro el Poder Judicial sabe muy bien que eso es imposible. Es más, su asistenta jamás osaría llamar al juez a su celular para semejante pedido, salvo que el peticionante sea uno de los conocidos “hermanitos”; pero si eres un simple y común litigante es casi imposible que una subordinada se atreva a hacer eso.

4.- Las copias para la inscripción:

Pero, no menos importante es que la copia de la sentencia de divorcio para la inscripción registral no la da el juez en el acto (luego de “haberlos divorciado”), sino que una vez consentida la sentencia de divorcio, la parte interesada pide los llamados “partes judiciales” para su inscripción registral, que no es otra cosa que una copia certificada de la sentencia y de las principales piezas procesales del proceso, todo ello acompañado con un oficio del juzgado. Para que el pedido de partes judiciales se efectivice, desde la presentación del pedido por mesa de partes hasta la entrega de los mismos puede demorar entre semanas o hasta meses, dependiendo de la carga procesal del juzgado. No es “exprés” como vemos en el filme.

5.- La imperiosidad de Ramón de regresar al Cuzco

Ramón tiene urgencia de regresar al Cuzco, ya que allí trabaja y reside su familia, siendo lo máximo que se puede quedar un día. Hay un detalle que no repararon o no se asesoraron bien los personajes. Ramón muy bien pudo divorciarse designando un representante y otorgándole poder para que realice todos los trámites del divorcio. El poder lo otorgaba ante un Notario del Cuzco (su lugar de residencia). No era necesario que venga a Lima.

6.- La ubicación del juzgado:

Y no menos importante es la ubicación de los juzgados de familia. No se encuentran en el bucólico distrito de Barranco como apreciamos en el filme, sino en la áspera Lima cercado, en lo que antes era el Ministerio de Educación, frente al Parque Universitario. Barranco será poético y tradicional, pero allí no se encuentran los juzgados de familia, que es donde la pareja acude.

Eso sucede quizás cuando quien escribe el guion solo conoce de la topografía limeña distritos como Barranco, Miraflores o San Isidro. La verdad que un escritor, hasta de guiones, debe tener un poco más de “calle”.

Existen otros detalles menores, como los baños del juzgado donde sucede la parte dramática de la trama. Quien conozca de verdad los baños públicos de un juzgado, sabe que no son del tipo restaurante cuatro tenedores. Muchas veces están cerrados para el público (en más de una ocasión los usan como archivo de expedientes a falta de mejor lugar) y cuando están abiertos, a veces no hay agua, menos espejos ni toallas de mano.

Es cierto que muchas de estas imprecisiones han sido recursos dramáticos de los que ha echado mano el realizador. Pero, siempre es bueno asesorarse antes de pergeñarlas en el papel. Hacerlas “más reales”… Y tener más imaginación y no recurrir por desidia o pereza mental a cualquier recurso manido visto en películas o series de televisión. Esperemos que en sus próximos filmes Joel Calero se asesore mejor de ciertos temas que no conoce bien. Nadie puede conocer de todo, verdad de Perogrullo. Tome como modelo a Flaubert que se “empapaba” antes de escribir una sola línea de su Madame Bovary.

Friday, January 11, 2019

2019: ENTRE ESPERANZAS Y FRUSTRACIONES

 
Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
       @ejj2107


2019 va a contener los efectos de lo acaecido en el 2018 en los dos ejes que marcaron el derrotero de la agenda del año anterior: la reforma judicial y la reforma política.

La reforma judicial tiene componentes políticos desde que los partidos influencian en los jueces y fiscales y estos a su vez buscan el amparo político, como demostraron los audios difundidos en el 2018. De allí que ha habido y van a ver serias resistencias para una reforma profunda del sistema de justicia. ¿Cuánto se podrá avanzar? Dependerá de la decisión política de los actores, incluyendo al presidente de la república, y del sesgo de la decisión que tomen. ¿Reforma de todo el sistema de justicia o solo “maquillaje”? Lo cierto, es que más allá de la modernización tecnológica de la administración de justicia, el servilismo y obsecuencia que se vive –salvo excepciones- denotan una rémora colonial bastante evidente.

Curiosamente, el cómo sea el desenlace de los casos de megacorrupción va a perfilar las candidaturas del 2021, desde candidaturas “institucionalistas” hasta las más radicales, incluyendo alguna a lo Bolsonaro. ¿Serán absueltos los acusados?, ¿se procesará a todos, sin importar el color político?, ¿las penas serán severas o leves? A la altura de cómo se comporte el sistema de justicia –incluyendo al vapuleado Ministerio Público- guardará correspondencia con el tipo de candidaturas y las ofertas electorales que se perfilen. Por ello es importante que sigan los procesos lo mejor posible, donde solo tenemos por ahora prisiones preventivas, no juzgamientos definitivos.

Otro tema es el uso y abuso de las “prisiones preventivas” y volverlas casi definitivas con periodos bastante largos de reclusión y sin acusación fiscal. En un estado de derecho ello es inadmisible. Llama la atención que los políticos hasta ahora investigados pertenecen a la oposición al oficialismo y con posibilidades presidenciales hacia el 2021. No se entiende como hasta ahora personajes políticos y empresariales vinculados a casos de megacorrupción, pero inocuos para el poder o pertenecientes al “bando antifujimorista” no sean investigados ni menos pedido también la prisión preventiva.

En este panorama, un hecho no menos importante, es la recomposición a mitad de año de casi todos los integrantes del Tribunal Constitucional. Recordemos que la designación de los miembros del TC es política, desde que el presidente y el congreso proponen a los candidatos. Si algún jurista, por más probo que sea, no tiene “padrinazgo” de algún grupo político, difícilmente su candidatura prosperará. De allí que los juristas que lo integran, salvo excepciones, son de una medianía para abajo. Solo se espera que a diferencia del defenestrado Consejo Nacional de la Magistratura, los candidatos al TC sean por lo menos correctos e idóneos.

Cosa parecida ocurre con la reforma política, un poco más complicada que la judicial. Si bien ha sido designada una junta de “notables” a fin que preparen un proyecto de reforma, recordemos que la decisión final la tiene el propio congreso. Cuánto querrá avanzar y si tiene voluntad para hacerlo, lo cual puede abrir otros escenarios, como hacer de las reformas una cuestión de confianza por parte del ejecutivo, de mostrarse renuente el congreso de aprobarlas tal como están o demorar este el trámite de su aprobación. Y también, por supuesto, se corre el riesgo que sea una reforma bastante amorfa o “tibia” y sirva de caballo de batalla para los aspirantes al 2021.

Y, por cierto, los que creen que el fujimorismo “ha muerto” están equivocados. Puede “resucitar”, de repente con Kenji y reagruparse en su entorno las fuerzas más o menos leales que queden del fujimorismo keikista. En política peruana, quizás por la falta de recambio generacional, hay un principio: no hay muertos.

Otro tema de especulación es hacia dónde va el populismo presidencial. Algunos temen que vaya a un populismo autoritario tipo el de Rafael Correa en Ecuador, donde su bandera fue empoderar a la ciudadanía para gobernar autocráticamente. Otros, que quede envuelto, por los áulicos que lo rodean, en un populismo mesiánico que lo crea ser “el salvador de la patria”. Y los menos suspicaces, que solo se trata de sobrevivencia política del ejecutivo que ante su orfandad de poder político no le queda más que sintonizar con el disgusto de la calle. Naturalmente que sacar “conejos del sombrero” como en el 2018 no surtirá tanto efecto. Politizar el ambiente y dejar de resolver los problemas más importantes, nos puede estancar en muchas metas de desarrollo. Contestarse con crecer solo 4% no resuelve problemas, como la demanda de puestos de trabajo para jóvenes que ingresan a la PEA.

Más allá de las sospechas, justificadas o no, mejor es “curarnos en salud” y estar alertas ante la tentación de un segundo fujimorismo, sobretodo teniendo en cuenta que nuestras instituciones son muy endebles, existen problemas serios que resolver, la idiosincrasia nacional tiene un vasallaje demasiado acentuado herencia de nuestros trescientos años de Colonia (Bolívar lo describió magistralmente hace doscientos años atrás y no hemos cambiado) y la “calle” responde a estados de ánimo bastante volubles. Nada está dicho y la historia se va escribiendo constantemente.

El otro coletazo que nos viene del 2018 es el referéndum. Más político y plebiscitario que técnico, de materializarse en la reforma política traerá problemas en el futuro, por lo que se deberá evaluar si el congreso sigue las “recomendaciones” del resultado o en su soberanía toma distancia. Igual sucede con el alcance de las reformas políticas. Parece que la comisión encargada, ante el terreno minado, va a tener mucha cautela en lo que propone.

Por eso, el 2019 se debatirá entre las esperanzas del cambio o las frustraciones del todo sigue igual; o como expresa el principio gatopardista “las cosas tienen que cambiar para que todo siga igual”.