Wednesday, February 17, 2010

MANDELA Y EL PERDÓN DEL ENEMIGO

Reconozco que no soy fiel seguidor de Mandela, ni de su inspirador, Gandhi, y el pacifismo de ofrecer la otra mejilla (y soy conciente también que no es políticamente correcto decirlo, menos en esta fecha de aniversario); aunque, como hombre, es admirable el gesto del perdón del enemigo que lo tuvo cerca de treinta años en prisión. Esa experiencia de enclaustramiento en una celda pequeñísima fue vital para el líder africano, trasmutó todo el odio y rencor natural que se puede sentir contra “el otro”, en la política de inclusión de quienes le hicieron purgar una larga condena, decisión nada fácil que, por cierto, tuvo un alto costo político dentro de su partido, que con mucho esfuerzo acató lo que él propuso. Su visión de nación fue total, no parcializada, visión que lo elevó a nivel de estadista.

Pero, colocarlo como un “santo laico”, abstrayendo de la realidad esos ideales inclusivos y de perdón, sería distorsionar el sentido de las cosas. La política de reconciliación nacional de Mandela también fue una estrategia política efectiva cuando llegó al poder. De haber segregado a la minoría blanca, se quedaba sin cuadros técnicos preparados dentro del estado y en el aparato productivo de la sociedad, lo que habría llevado al colapso a Sudáfrica, y en el frente internacional ese “apartheid al revés” habría sufrido la condena de muchas naciones, como la sufrió cuando fue la segregación racial de la mayoría negra, así como habría ahuyentado las inversiones extranjeras en una época (los años noventa) en que se iniciaba la globalización económica. Por eso no fue mero idealismo el de Mandela como actualmente se pinta, ni sólo se inspiró en valores abstractos al plantear la inclusión del enemigo en su gobierno. Su actitud es encomiástica, eso está fuera de toda duda, pero tuvo un sustento pragmático al ejecutarla. Ese aspecto no hay que olvidarlo ahora que se han escrito toneladas de toneladas de panegíricos acerca del líder sudafricano. Por ello también es que el “ejemplo Mandela” no puede ser replicado ciegamente sin tomar en cuenta el contexto histórico de cada país.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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