El indulto es un acto político ejercido por
el presidente de la república. Como acto político entran variables relacionadas
con quién indulta, quién es el indultado y el momento y circunstancias del
indulto. A veces, cuando se trata de un indulto comprometedor políticamente, el
presidente prefiere hacerlo cuando está por terminar su mandato, ya que de esa
manera “no se quema”. Fue el caso del presidente Bill Clinton en el polémico
indulto al evasor de impuestos Marc Rich, a las pocas horas de dejar la Casa Blanca. Otros
prefieren no hacerlo de ninguna manera pensando en su futuro político o en un
tercer mandato presidencial, como probablemente le ocurrió a Alan García con
respecto a Fujimori; decidiendo tener al ex presidente en “una cárcel de oro”
antes que liberarlo vía el perdón presidencial. El cálculo político entra en
juego.
Algo similar le va a suceder a Ollanta Humala
frente al pedido de indulto que presente la familia del ex presidente. Más allá
de los argumentos jurídicos o médicos primará el cálculo político; y Humala
sopesará esa delicada variable, y lo que puede ganar (o perder) políticamente
con una decisión que, sea cual sea, causará controversias. Es evidente que no
tiene la mirada de estadista, ni demasiada habilidad política, pero deberá
tomar una decisión enmarcada en la facultad que la propia constitución le
confiere, más si se trata del llamado “indulto humanitario”. Hasta el propio
presidente del Poder Judicial, el mismo implacable magistrado que sentenció al
ex presidente Fujimori, ha declarado que no existe impedimento constitucional alguno
para indultarlo en una interpretación ius naturalista más allá de las
leguleyadas y malabares jurídico-morales de los detractores políticos (los
argumentos de estos van desde que el propio Fujimori limitó su indulto con la
promulgación de una ley en su propio gobierno hasta los que sostienen que
previamente debería arrepentirse y “pedir perdón” a las víctimas, pasando por
los utilitaristas que arguyen que primero debería pagar la reparación civil).
El indulto es una prerrogativa y gracia presidencial y no se encuentra
supeditada a ningún otro requisito o condición, más allá de la voluntad del
propio presidente (Art. 118º de la Constitución
Política.- Corresponde al Presidente de la República : … 21.
Conceder indultos y conmutar penas…). Ni siquiera los informes médicos lo
vinculan para ejercerlo.
La pregunta es ¿lo indultará el presidente
Humala? Me parece que no.
La presión mediática anti Fujimori, sus
detractores políticos, las ong pro derechos humanos y las “conciencias
nacionales” como Mario Vargas Llosa se lo impedirán. Salvo que decida “romper
lazos” y “cruzar el Rubicón”, rompiendo definitivamente con sus antiguos
aliados. O baje tanto en las encuestas por su demora en tomar la decisión que
se decida a autorizar el indulto. En política nada está escrito y todo es
posible, dentro de ciertas condiciones, más tomando en cuenta que el
fujimorismo no es una nada desdeñable segunda fuerza electoral.
Paradójicamente ese “veto” de los enemigos de
Fujimori para que no le conceda el indulto, amalgamará más a los simpatizantes
del ex presidente en torno al fujimorismo como alternativa política. Casi
siempre el efecto buscado es al revés, el perseguido o vetado consigue reunir
fuerzas alrededor y presentarse como alternativa legítima frente a sus
detractores (y, a veces, hasta como mártir), viéndose en cambio al perseguidor
como el verdugo. Sino pregúntenle al partido aprista, tanto el desaparecido
Víctor Raúl como Alan García fueron perseguidos políticos y ya sabemos lo que
sucedió después y lo que pasó con sus más encarnizados enemigos (quizás por eso
es que el partido de la estrella se muestra muy cauteloso con respecto al
indulto a Fujimori, sin mostrarse abiertamente en contra y más bien
solapadamente lo respalda).
Se dice que la grandeza de un hombre, un
partido político, un grupo humano o una nación se mide en la grandeza con el
enemigo. Por desgracia nuestra historia política se encuentra plagada de
mezquindades y miserias morales. La historia dirá si el caso Fujimori es una
página más de ese oscuro baldón.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
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