Considerada como la
película más cara en la historia del cine mexicano, Cristiada (o como reza el
subtítulo en inglés: La verdadera
historia de Cristiada) causa polémica más por su planteamiento o puesta en
escena y el nada oculto trasfondo ideológico que posee.
Hasta donde conocemos
el productor es Pablo José Barroso, su productora Dos corazones films se ha
dedicado a realizar películas con trasfondo religioso y, paradojas en el mundo
material, les ha ido bastante bien en taquilla. Algunos especulan que detrás de
la productora existirían capitales procedentes del Vaticano, entusiasmado en lavar la cara a la institución luego de
los innumerables casos denunciados de pedofilia en el mundo entero. Cuestión
por investigar.
Pero vayamos a la
película. Su realizador, Dean Wright, es
un novel debutante tras las cámaras, con experiencia en los efectos visuales de
superproducciones como Narnia o El señor de los anillos. Parece que esta es una
obra de encargo para Wright.
Ambientada en la
llamada guerra de los cristeros, acaecida en México entre 1926 y 1929,
Cristiada comienza con la presentación de los personajes. Los vemos en sus
roles cotidianos. Enrique Gorostieta es un general de la revolución ya retirado
de las armas y convertido en un próspero empresario y ejemplar padre de
familia, muy ajeno a las cuestiones religiosas, a diferencia de su mujer. El
Padre Christopher, encarnado por Peter O’Toole, es un sacerdote modelo de
virtud que insufla con su ejemplo al pequeño José, quien posteriormente se
convertirá en mártir del cristianismo.
Si el bando de los
cristeros es el de los buenos, en el otro bando naturalmente se encuentran los
malos, los que cierran iglesias y no
permiten que los creyentes practiquen su fe, comenzando por el presidente
Plutarco Elías Calles a quien siempre se le ve hablando, dando conferencias de
prensa en un tono marcadamente autoritario sin permitir que los demás
intervengan … salvo si se tiene las credenciales de embajador de los Estados Unidos,
allí la cosa cambia y a Plutarco se le nota imperceptiblemente más servil. Si los buenos son muy buenos,
los malos son todo lo contrario. Hasta el soldado raso que dispara por orden
superior tiene en la mirada un sadismo inconfesable.
Naturalmente en esta
concepción bipolar, el general Gorostieta –personaje que sirve como eje a toda
la película- ateo y fiel creyente de la razón, antes de morir en la emboscada
que le tiende el malvado Plutarco, cual hijo pródigo se convierte a la
verdadera fe, acepta los sacramentos, y la frase ¡Viva Cristo Rey¡, que la pronunciaba hueca de sentido cuando asume
la conducción del ejército cristero, se trasmuta en verbo hecho carne. Todos
los buenos, hasta los que se arrepienten en el último momento, son perdonados y
recibidos en el seno de la
Iglesia.
En ese planteamiento
de buenos contra malos se desarrolla la película, casi siempre ganando los
primeros, muy al estilo de los filmes de antaño donde los blancos luchaban
contra los pieles rojas que eran súper malos; o aquellos ambientados en la
segunda guerra, norteamericanos contra nazis o japoneses igualmente malos y
desalmados.
Y, en estos
planteamientos esquemáticos no importa la verdad histórica, como se le ha
reprochado a Cristiada; en vista que lo importante es trasmitir el mensaje, no la reconstrucción
fidedigna de hechos que sucedieron en el pasado. En otras palabras, Cristiada
no es un documental histórico, ni pretende serlo.
Esa estructura
maniquea es la principal debilidad de la película; pero paradójicamente es su
motor, sin ella no se podría desarrollar la trama. Difícilmente, para lo que el
filme propone, se puede trasmitir un mensaje en blanco sobre negro si no es
esquematizando. No cabe esperar ambigüedades en los personajes, claroscuros o
sutilezas existenciales. Al final, no faltaba más, unos carteles nos anuncian
que el niño José –que muere como Cristo en el cadalso- y otros jóvenes
católicos han sido beatificados, con lo que el mensaje ideológico se cierra en
un perfecto círculo: no existe salvación fuera de la Iglesia. Extra ecclesiam nulla salus.
No creo que Cristiada
haya sido concebida solo para ocultar los escándalos de pedofilia, creo que
apunta a más, a sensibilizar al mundo católico, a conseguir más soldados de la
fe, ahora que andan tan escasos, a ser un modelo de vida a seguir, donde es
prioritario y esencial la sumisión de los creyentes a la Iglesia. En ese
sentido es un filme propagandístico, pero del ala conservadora de la Iglesia , de aquella que
impone sumisión al dictum de la jerarquía eclesial sin dudas ni murmuraciones;
de allí ese tono épico, como de cruzada o gesta religiosa, pero del siglo XX, a
fin de insuflar con la verdadera fe
al espectador. Eso sí, técnicamente bien hecho, sería mezquino negar su
impecable factura.
En justicia la
película pudo muy bien subtitularse un
cuento de Cristo, a semejanza del Ben Hur que protagonizó el legendario
Charlton Heston. La diferencia: los mártires de Cristiada son modernos, de la época contemporánea,
ejemplos más cercanos a nosotros que los mártires de las catacumbas.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
CRISTIADA [For
Greater Glory: The True Story of Cristiada]
Dir: Dean Wright
Guión: Michael Love
c/ Andy Garcia
(Enrique Gorostieta Velarde), Mauricio Kuri (José), Rubén Blades (Presidente Plutarco
Elias Calles), Santiago Cabrera (Padre Vega), Catalina Sandino Moreno (Adriana),
Eduardo Verástegui (Anacleto Gonzales Flores), Eva Longoria (Tulita Gorostieta),
Peter O'Toole (Padre Christopher)
Mex, EEUU/2012/Drama
histórico***/Dvd/Estrenos
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