Saturday, April 08, 2023

¿INJERENCIA EXTRANJERA?

Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

Parece que el golpe de estado frustrado del ex presidente Castillo trajo como reacción la injerencia extranjera de algunos presidentes de izquierda opinando que no hubo golpe de estado del expresidente, sino que a él lo golpearon. Algo así como que el ladrón pasa a ser robado.

 

Este relato se ha llevado a instancias internacionales como la OEA, la CIDH y algunos países de Europa, de la mano de políticos locales y abogados extranjeros contratados. Uno de los abogados de Castillo, haciendo un malabarismo verbal, más inclinado al sicoanálisis que al derecho, alega que no fue golpe sino un “acto fallido”.

 

Caso aparte es la injerencia obvia de Evo Morales en el sur peruano, desde antes del golpe de estado. El buscar una consolidación política interna en Bolivia trae como condición la salida al mar. Con Chile perdió una carta, ahora busca una táctica secesionista a través de Puno y el corredor sur andino. Castillo era el garante de todos estos devaneos políticos de Morales, incluyendo un trato abierto con los productores y comercializadores de coca.

 

Castillo es “nuestro hijo de perra y hay que defenderlo por todos los medios”, parafraseando lo dicho en su tiempo sobre Anastasio Somoza, se puede aplicar en la defensa acérrima y por todos los medios hecha por ciertos gobiernos de la región, no solo los medios diplomáticos (OEA ante todo) sino los organismos jurídicos supranacionales (la CIDH).

 

El argumento es el mismo repetido hasta el cansancio: no hubo golpe de estado, y a Castillo lo destituye el Congreso por ser andino y querer favorecer al pueblo.

 

Argumento bastante ingenuo, que se ha replicado en las “misiones” que algunos congresistas de izquierda han efectuado a países democráticos, con el añadido que estamos ante un “gobierno dictatorial cívico-militar” represor del pueblo y genocida por añadidura.

 

Lo curioso de estos presidentes pro Castillo es que no ven el otro lado de la luna: que sí hubo intento de golpe de estado y que Castillo está acusado, con pruebas más que evidentes, de tráfico de influencias y corrupción.

 

En el caso de AMLO existe la hipótesis que no se trata solo de afinidad ideológica con Castillo, sino penetración de los cárteles mexicanos en el mercado peruano de la droga, apadrinados por el propio López Obrador.  AMLO se ha presentado como un acérrimo defensor de los “derechos humanos” de los narcotraficantes o ha protestado enérgicamente porque el Departamento de Estado de EEUU iría a calificar como terroristas a los carteles de la droga mexicanos.

 

Hay muchas aristas de esta abierta simpatía de AMLO a Castillo que todavía no se encuentran claras y que tarde o temprano van a aflorar. No parece ser solo “afinidad ideológica” sino más bien amor a los chicharrones.

 

A estos presidentes se les puede aplicar la sentencia bíblica de “no mirar la viga en el ojo propio”. Tienen graves problemas en sus respectivos países. Varios han descendido vertiginosamente en su aceptación popular en pocos meses. Una manera de tapar esos defectos es viendo los aparentes del vecino y rajando de él. Política de barrio ante la falta de mayor ingenio.

 

Lo cierto es que pasarán, unos más temprano que otros, y las relaciones históricas entre las naciones vecinas continuarán.

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