Saturday, January 13, 2024

LOS CAMINOS DE MILEI

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


Desde el anuncio que Javier Milei hizo de la reestructuración económica en Argentina, suerte de micro shock, ha venido las comparaciones con el shock económico peruano que ejecutó Alberto Fujimori en 1990 para detener la inflación.

 

Si bien existen similitudes, también existen diferencias que podrían detener su programa de reformas y lo peor caer en un estancamiento más letal que el no hacer.

 

En principio que en Perú existió en 1990 cierto consenso para ejecutar el shock. No existía otra salida para detener en seco la inflación que ya superaba los cuatro dígitos. Fuerzas empresariales, población, trabajadores, tenían un cierto consenso de la medida a implementar, la cual figuraba en el plan de gobierno del Movimiento Libertad con el que postulaba a la presidencia Mario Vargas Llosa. Asumido el poder Alberto Fujimori, toma como suyas las medidas de reforma económica liberales.

 

Aparte del consenso interno, recorría en América Latina las recomendaciones del FMI, Banco Mundial y el gobierno norteamericano (el consenso de Washington) para ejecutar reformas liberales. Existía un camino ya abonado en la década del 80 para la apertura económica frente al estancamiento y déficits presupuestales acaecidos en casi toda la región. Hoy ese consenso ya es historia.

 

En Argentina el consenso necesario entre sociedad, empresa y estado no existe. Fuerzas políticas de oposición que buscan el lento deterioro de Milei no van a ser partícipes activos del cambio; fuerzas empresariales que viven del estado tampoco les conviene el cambio de paradigma; y menos aún a la población acostumbrada al subsidio permanente del gobierno.

 

Se tiene a la mitad de la población argentina viviendo de los subsidios, sean directos o indirectos, y que muy difícilmente van a querer desprenderse de los mismos, por más que sean un “engaña muchachos” (la inflación producto de la emisión monetaria inorgánica se “come” el subsidio otorgado). Agua, luz, gasolina, trasporte público, salud, educación se encuentran ampliamente subsidiados y por debajo de su precio real. Poco probable que la gente quiera abandonar la ilusión que significan esos subsidios. Es como el drogadicto que ya se acostumbró a la droga. Sabe que le hace mal, que lo mata de a pocos, pero la necesita.

 

En Perú esos subsidios no existían en la dimensión argentina cuando fue el shock económico. El autoempleo y la informalidad eran parte de nuestro paisaje social, lo cual se agudizó luego del shock, y los subsidios que se dieron posteriormente fueron mínimos y focalizados, por lo que no existía un pueblo dependiente de “estirar la mano” al gobierno. Son dos realidades distintas.

 

Asimismo, en Argentina las instituciones son más fuertes que en Perú. A diferencia de acá, los sindicatos argentinos tienen fuerza negociadora. Existe una Corte Suprema que ha frenado los desequilibrios entre los poderes (ya ha declarado inconstitucionales algunos decretos de Milei), y la estructura política federal le da un ancho margen de maniobra a los gobernadores. Ya no hablemos del Parlamento, donde el presidente no tiene mayoría y si quiere tener los votos de la oposición va a tener que negociar con esta, al punto que su programa original se vaya despintado.

 

A nivel de partidos políticos, en Perú estos ya estaban debilitados cuando ocurrió el shock, iniciando el lento deterioro hasta el presente. Comienzan a aparecer los partidos-empresa, los partidos-caudillo y los vientres de alquiler al mejor postor. Eso le permitió a Fujimori aplicar las reformas sin mucha resistencia política de la oposición, y la poca que hubo o fue silenciada y hostilizada, o fue comprada.

 

En Argentina mal que bien existe una institucionalidad partidaria que no se encuentra tan fragmentada como en Perú. El peronismo sigue vigente como fuerza opositora que difícilmente va a apoyar a Milei en sus reformas. Van a esperar que se desgaste y el momento para volver a la ofensiva y al relevo en la Casa Rosada.

 

En 1992 a raíz del golpe de estado de Fujimori y el gobierno autoritario que surgió, las reformas económicas se profundizaron, alcanzando un nivel que prácticamente las haría inamovibles a lo largo de los posteriores gobiernos. El modelo económico continúo en los sucesivos gobiernos, pese a los matices ideológicos y las satanizaciones que hicieron de Fujimori.

 

Difícilmente Milei va a poder intentar un golpe de Estado. No solo porque allá existe más institucionalidad y los militares no se la van a jugar por él, sino porque se quedaría aislado a nivel internacional. Sería un paria, un muerto viviente. Fujimori mismo a los pocos meses se vio obligado a convocar elecciones para un Congreso constituyente, por la presión de la OEA, los organismos internacionales y el propio gobierno de los EEUU.

 

Por eso lo peor que le puede pasar a Milei y al movimiento liberal que encarna es que se estanque en sus reformas, se vean reducidas a la minimalidad, y comience un progresivo deterioro de su gobierno que termine en desprestigio, actos de corrupción de su entorno y un sálvese quien pueda. Argentina habría vuelto a la normalidad.

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