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Sunday, February 23, 2025

MILEI Y LA CRIPTOMONEDA

     Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107        


           La historia de este desaguisado ya se ha hecho pública: El 14 de Febrero de 2025 un grupo de inversores lanza una nueva criptomoneda llamada Libra, supuestamente para financiar a empresas argentinas. El presidente Milei lanza un tuit eufórico promocionando implícitamente la nueva moneda, lo que propicia que inversores apuesten por esta. Cuando se encuentra en el pico (oferta y demanda) los tenedores y promotores de Libra venden a buen precio la criptomoneda que tenían en su poder y desaparecen con las ganancias. A las pocas horas Libra no vale casi nada. Se había tratado de un bluff. La estafa se calcula en unos 100 millones de dólares.

 

Que existió una estafa de los promotores de la criptomoneda, no cabe duda. El tema se encuentra en la responsabilidad del presidente Milei al promocionar implícitamente la moneda, si hubo dolo por parte de él (si actuó deliberadamente para sacar un provecho personal) y su responsabilidad política.

 

Personalmente creo (salvo prueba en contrario) que Milei no actuó con dolo. Me parece que el tuit lanzado apoyando la criptomoneda se debió al temperamento pasional que lo mueve y no midió las consecuencias. Su temperamento lo ha llevado muchas veces a callejones sin salida. Como presidente de la república se debe ser más medido en lo que se dice o se escribe. Ya no se actúa a título personal, sino que representa a toda una nación.

 

Pero no quita que tenga culpa. La culpa nace por un hecho no premeditado. Es culpable sí, de haber actuado con intemperancia, ocasionando el perjuicio de miles de pequeños inversores, muchos connacionales suyos, que frente al tuit de apoyo eufórico del presidente deciden invertir en esta criptomoneda.

 

Su figura de rockstar de la política está seriamente lesionada. Ha perdido credibilidad ante sus compatriotas y sus pares en el mundo. Difícil que se le crea y se confíe como hasta ahora se creyó y se confió en él. Cuando quiera anunciar nuevas medidas económicas o en su lucha contra la corrupción, o cuando ataque a sus adversarios (que los tiene y muy fuertes), muchos dirán que es tan ladrón como los anteriores. La credibilidad de una persona se puede desmoronar en escasos minutos y es muy difícil reconstruirla. Como dice el conocido adagio la mujer del César no solo debe ser honrada, sino debe parecerlo.

 

¿Amerita ello responsabilidad política que podría llegar a la destitución del presidente? Eso depende del Congreso argentino. Igual que entre nosotros, el Congreso tiene amplias potestades para evaluar y sancionar una conducta por responsabilidad política, y sobre todo cuentan los votos que consiga, a favor o en contra.

 

Entra en juego la negociación, el toma y daca. Te salvo, pero qué me das a cambio. No creo que lleguen a la destitución del presidente, pero sí le van a hacer pasar un trago amargo y el libertario tendrá que transar en muchas cosas que detesta. Imagino que, de salir bien del percance, tendrá más cuidado en lo que escribe o en lo que hace.

Sunday, December 08, 2024

MLEI: AÑO UNO

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


Aunque es un gobierno que mantiene altas las expectativas, lo cierto es que al año todo gobierno nuevo mantiene un rango alto de expectativas, salvo que haga las cosas tan mal que disminuya vertiginosamente su popularidad, algo difícil en Argentina, tomando en consideración el desastre de los gobiernos anteriores.

 

En el primer año Milei ha puesto la casa en orden. Bajar la inflación, trasparentar deudas, eliminar déficit fiscal, estabilizar el tipo de cambio, bajar el riesgo país, aumentar las reservas internacionales. Lo que se conoce como saneamiento macroeconómico. Su proyecto de dolarizar la economía va allegro ma non troppo, sin prisa pero sin pausa. No creo que pueda eliminar el Banco Central, como manda su credo anarcocapitalista, institución que todo estado moderno posee.  

 

Lo complicado y lo que demanda más tiempo es que los beneficios macro se conviertan en bienestar micro, para las personas de carne y hueso: ingresos reales, estabilidad de precios, poder adquisitivo. Que la demanda agregada de los hogares y empresas genere un círculo virtuoso. Eso toma tiempo.

 

En lo político ha conseguido sacar adelante algunas leyes importantes, y si bien su “ley ómnibus” no salió adelante en su totalidad, algo pudo hacer. El destrabe burocrático del gobierno central también ha sido auspicioso. Tampoco existen hasta el momento grandes escándalos que empañen su gobierno. Y, no hay que olvidar al peronismo que, como el dinosaurio de Monterroso, se encuentra allí, agazapado, esperando su oportunidad de regresar al poder, por lo que no sería extraño que el gobierno de Milei sufra más de un sonoro cabe.

 

Lo social -algo que obvian sus apologistas- es el principal déficit de su gobierno. La pobreza ha aumentado. No basta con esperar a que “chorree hacia abajo” la prosperidad de los ricos, si no que el estado ejecute medidas efectivas e inmediatas hacia los sectores más vulnerables. Subsidios focalizados, por más que la palabra suene detestable a un liberal.

 

En lo internacional, no sabemos si será el niño minado de Trump en la región. Personalmente lo dudo, pero habrá que ver. Ojalá que esos mimos no hagan girar a Milei a esa derecha archiconservadora que está apareciendo en tantos países de Europa y América. En exportaciones hace buen tiempo, los argentinos también comercian con los chinos, como tantos países de Latinoamérica. Y, recientemente el Mercosur -del cual Argentina forma parte- ha suscrito un tratado de libre comercio con la Unión Europea, por lo que sus exportaciones de productos primarios van a crecer.

 

El segundo año será crucial para Milei, porque la gente se puede cansar de esperar “la tierra prometida” y el hastío es uno de los peores enemigos de un gobierno, en el camino posiblemente pierda algunas de sus ideas anarcocapitalistas, algo que ya se nota desde ahora.

Saturday, January 13, 2024

LOS CAMINOS DE MILEI

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


Desde el anuncio que Javier Milei hizo de la reestructuración económica en Argentina, suerte de micro shock, ha venido las comparaciones con el shock económico peruano que ejecutó Alberto Fujimori en 1990 para detener la inflación.

 

Si bien existen similitudes, también existen diferencias que podrían detener su programa de reformas y lo peor caer en un estancamiento más letal que el no hacer.

 

En principio que en Perú existió en 1990 cierto consenso para ejecutar el shock. No existía otra salida para detener en seco la inflación que ya superaba los cuatro dígitos. Fuerzas empresariales, población, trabajadores, tenían un cierto consenso de la medida a implementar, la cual figuraba en el plan de gobierno del Movimiento Libertad con el que postulaba a la presidencia Mario Vargas Llosa. Asumido el poder Alberto Fujimori, toma como suyas las medidas de reforma económica liberales.

 

Aparte del consenso interno, recorría en América Latina las recomendaciones del FMI, Banco Mundial y el gobierno norteamericano (el consenso de Washington) para ejecutar reformas liberales. Existía un camino ya abonado en la década del 80 para la apertura económica frente al estancamiento y déficits presupuestales acaecidos en casi toda la región. Hoy ese consenso ya es historia.

 

En Argentina el consenso necesario entre sociedad, empresa y estado no existe. Fuerzas políticas de oposición que buscan el lento deterioro de Milei no van a ser partícipes activos del cambio; fuerzas empresariales que viven del estado tampoco les conviene el cambio de paradigma; y menos aún a la población acostumbrada al subsidio permanente del gobierno.

 

Se tiene a la mitad de la población argentina viviendo de los subsidios, sean directos o indirectos, y que muy difícilmente van a querer desprenderse de los mismos, por más que sean un “engaña muchachos” (la inflación producto de la emisión monetaria inorgánica se “come” el subsidio otorgado). Agua, luz, gasolina, trasporte público, salud, educación se encuentran ampliamente subsidiados y por debajo de su precio real. Poco probable que la gente quiera abandonar la ilusión que significan esos subsidios. Es como el drogadicto que ya se acostumbró a la droga. Sabe que le hace mal, que lo mata de a pocos, pero la necesita.

 

En Perú esos subsidios no existían en la dimensión argentina cuando fue el shock económico. El autoempleo y la informalidad eran parte de nuestro paisaje social, lo cual se agudizó luego del shock, y los subsidios que se dieron posteriormente fueron mínimos y focalizados, por lo que no existía un pueblo dependiente de “estirar la mano” al gobierno. Son dos realidades distintas.

 

Asimismo, en Argentina las instituciones son más fuertes que en Perú. A diferencia de acá, los sindicatos argentinos tienen fuerza negociadora. Existe una Corte Suprema que ha frenado los desequilibrios entre los poderes (ya ha declarado inconstitucionales algunos decretos de Milei), y la estructura política federal le da un ancho margen de maniobra a los gobernadores. Ya no hablemos del Parlamento, donde el presidente no tiene mayoría y si quiere tener los votos de la oposición va a tener que negociar con esta, al punto que su programa original se vaya despintado.

 

A nivel de partidos políticos, en Perú estos ya estaban debilitados cuando ocurrió el shock, iniciando el lento deterioro hasta el presente. Comienzan a aparecer los partidos-empresa, los partidos-caudillo y los vientres de alquiler al mejor postor. Eso le permitió a Fujimori aplicar las reformas sin mucha resistencia política de la oposición, y la poca que hubo o fue silenciada y hostilizada, o fue comprada.

 

En Argentina mal que bien existe una institucionalidad partidaria que no se encuentra tan fragmentada como en Perú. El peronismo sigue vigente como fuerza opositora que difícilmente va a apoyar a Milei en sus reformas. Van a esperar que se desgaste y el momento para volver a la ofensiva y al relevo en la Casa Rosada.

 

En 1992 a raíz del golpe de estado de Fujimori y el gobierno autoritario que surgió, las reformas económicas se profundizaron, alcanzando un nivel que prácticamente las haría inamovibles a lo largo de los posteriores gobiernos. El modelo económico continúo en los sucesivos gobiernos, pese a los matices ideológicos y las satanizaciones que hicieron de Fujimori.

 

Difícilmente Milei va a poder intentar un golpe de Estado. No solo porque allá existe más institucionalidad y los militares no se la van a jugar por él, sino porque se quedaría aislado a nivel internacional. Sería un paria, un muerto viviente. Fujimori mismo a los pocos meses se vio obligado a convocar elecciones para un Congreso constituyente, por la presión de la OEA, los organismos internacionales y el propio gobierno de los EEUU.

 

Por eso lo peor que le puede pasar a Milei y al movimiento liberal que encarna es que se estanque en sus reformas, se vean reducidas a la minimalidad, y comience un progresivo deterioro de su gobierno que termine en desprestigio, actos de corrupción de su entorno y un sálvese quien pueda. Argentina habría vuelto a la normalidad.