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Friday, July 10, 2015

LA DECISIÓN DE GRECIA (Y DE EUROPA)

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107

Como que el referéndum griego del 5 de Julio ratificó que los sufridos helenos no quieren más recetas de austeridad decretadas por la “troika” (el FMI, el BCE y la Comisión Europea) y que únicamente aumentan el índice de paro (25% de la PEA griega, 50% a nivel de jóvenes) y recesión. Nosotros, en América Latina, lo sabemos por experiencia propia: el FMI nos “recomendaba” eliminar gasto social a fin de tener más dinero para los pagos. Al final nos hundíamos en mayor recesión, mayor desempleo y mayor pobreza. Es un círculo vicioso que solo asegura el pago a los acreedores y la inopia de los deudores.

En un ejercicio de democracia directa, la ciudadanía griega decidió. Existe un mandato claro de no más medidas draconianas.

¿Qué pasará ahora?

Creo que más allá de las posiciones extremas en ambos lados, tanto de los acreedores que dan por hecho que Grecia sería expulsada de la zona euro, como de los deudores más radicales que buscan salir del euro para resolver sus problemas “a lo griego”; lo cierto es que tanto el primer ministro Alexis Tsipras como la dama de hierro Angela Merkel se encuentran buscando salidas intermedias. Por el momento Tsipras ya ofreció “la cabeza” de su carismático y poderoso ministro de finanzas, el heterodoxo Yanis Varufakis, sobre quien han recaído las mayores críticas por no llegar a un acuerdo con los acreedores; así como un compromiso como gobierno bastante más cercano a lo que recomendaban los europeos.

La solución es más política que técnica; y, parece, que parte de los acreedores se han dado cuenta.

Si Grecia sale de la eurozona, posiblemente caiga en las manos de Rusia y China, sobretodo esta última, con ayuda de dinero fresco, que lo tiene en abundancia.

Se pensaba que Argentina, luego del default con los llamados fondos buitre, iba a caer en una recesión tipo la de 2001, y no fue así gracias al dinero de los chinos, que le pagan en efectivo la soja que exportan.

Grecia puede tomar medidas similares, con el beneplácito del partido gobernante, Syriza, que es un frente que agrupa, entre otros, a varios marxistas ortodoxos que no le hacen asco al “capitalismo chino”. Si a ello le agregamos que Grecia pertenece a la OTAN y geopolítcamente es estratégica, el panorama no es muy halagador para los europeos y los propios norteamericanos.

Añádase a ello que si Grecia es excluida, vuelve a “imprimir” su moneda nacional, con lo que haría competitivas sus exportaciones y se volvería un lugar “barato” para el turismo europeo y yanqui, con ingreso sin restricciones de euros y dólares.

De allí que la Merkel y los más moderados estén dispuestos a seguir negociando “una salida” que no implique la exclusión de Grecia. Aparte que una exclusión griega, por más que sea un país pequeño, afectará al euro en beneficio del dólar, que se fortalecería de nuevo como moneda universal dominante.


Ojalá se imponga la sensatez. No vaya a suceder, como en épocas pasadas, que por imponer condiciones ignominiosas a la parte más débil, se desencadene un curso en la historia inimaginable para los que se mostraron más intolerantes. Eso sí sería realmente una tragedia griega para todos los actores del drama.

Monday, February 16, 2015

EL DILEMA DE GRECIA (Y DE EUROPA)

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107

El triunfo en las urnas de la coalición de extrema izquierda Syriza y la designación como primer ministro de Alexis Tsipras y, como ministro de finanzas, el heterodoxo Yanis Varufakis (quien no cree mucho en los términos de intercambio que hasta la fecha se han producido entre Europa y Grecia), conlleva un dilema no solo para Grecia, sino para la continuidad de la Unión Europea.

A grosso modo la crisis griega se origina por una abultada deuda pública externa que llega casi a duplicar su PBI, la que se agravó con la crisis europea de los “bonos basura” y la corrupción interna de las autoridades helenas de ese entonces (se ha llegado a especular que hasta “maquillaron cifras” con la complicidad de algunas conocidas calificadoras de riesgo para ingresar a la Unión Europea).

La “receta” para la crisis griega de la llamada “troika” liderada por Alemania (FMI, Banco Central Europeo y la Comisión Europea) la conocemos bastante bien en la América Latina de los años ochenta: austeridad, austeridad y más austeridad, junto a la eliminación de programas sociales, a fin de “pagar la deuda”.

Como era de esperarse, la austeridad seguida de recortes presupuestales, produjo malestar social, expresado políticamente en la ascensión al poder por primera vez de la coalición  de extrema izquierda Syriza, con un programa de gobierno que prioriza lo social y “negociar” el pago de la deuda externa.

A nivel económico el problema financiero pudo resolverse de conservar Grecia su autonomía monetaria: devaluaba el dracma, la moneda oficial, “licuaba” la deuda con una inflación interna e incentivaba las exportaciones a fin de tener “dinero fresco”. Pero, al ser parte de la Unión monetaria, ya no dispone de esas herramientas: no puede subir o bajar la tasa de redescuento (que la fija el BCE), emitir moneda o devaluar.

Y allí se nota también los límites de la unión monetaria. Es buena para aquellos países “solventes”, los que tienen el manejo del euro, como es Alemania; pero los países pequeños como Grecia se encuentran bastante limitados.

Políticamente el problema griego puede repercutir en otros países con problemas similares, donde el desempleo (sobretodo juvenil), el recorte del estándar de vida y de los programas sociales, podría volcar al electorado a opciones radicales, como Podemos en España. Lo que a su vez originaría el comienzo del fin del proyecto más ambicioso del siglo XX: la unión política, económica, monetaria y financiera de todo un continente.

El gobierno griego no tiene otra alternativa que cumplir con las promesas electorales, si no quiere tener una vida corta. Y, de ser necesario, salirse de la Unión Europea, para lo cual cuenta con el apoyo de los nacionalistas extremos, con los que hace mayoría en el Congreso.

Asimismo, al ser una coalición el partido de gobierno (Syriza es el acrónimo griego de Coalición de Izquierda Radical), no estará exento de conflictos entre los miembros sobre el nivel de velocidad de las reformas. Con un parlamento (el régimen político griego es el parlamentario) con notable presencia de marxistas de viejo cuño para los cuales la democracia no es un fin sino solo un medio (algo similar al pensamiento de la “izquierda legal” peruana a inicios de los años ochenta), es bastante probable que de no conseguir un acuerdo con la “troika”, se propongan “pisar el acelerador” para salir del corset europeo y plantear su propio camino, con resultados alarmantes para todo el continente.

Y de no hacer ello, se corre el riesgo que en las próximas elecciones lleguen por medio de las urnas los neonazis. De castaño a oscuro. (El grupo neonazi Amanecer dorado que promete “sacar a patadas de Grecia a todos los extranjeros” ya cuenta con una apreciable mayoría en el parlamento actual).

Por otra parte, la Unión Europea, si quiere sobrevivir como tal y no ser solo un “club de países ricos”, deberá manejar el problema de la deuda griega en forma política, lo cual pasa por reducirla, tanto en capital, como intereses y penalidades. Y, como ya ha señalado más de un experto en el tema, el Banco Central Europeo va a jugar un papel importantísimo en la crisis: o se convierte en el simple cobrador de Alemania (o de los bancos alemanes para ser más preciso), presionando a Grecia con la amenaza de no darle más créditos si deja de pagar la deuda: o mirando el futuro, opta por la unidad de la zona euro, apoyando de alguna manera al país heleno.

Los historiadores dicen que si los vencedores en la I Guerra Mundial no hubiesen exigido condiciones tan humillantes a Alemania tras su derrota, se hubiese evitado el ascenso al poder de Hitler y el fascismo, y de repente, hasta de la II Guerra Mundial. Asimismo recuerdan al inflexible gobierno alemán de Angela Merkel que tras el fin de la segunda contienda, los aliados fueron bastante generosos con la entonces empobrecida Alemania, quitándole mucho del peso de su deuda, lo que ayudó considerablemente a la reconstrucción del país.


Si se persiste en continuar con condiciones tan duras para Grecia habrá que evaluar el futuro de la unidad europea, y las consecuencias que podría traer no solo en el viejo continente, sino en todo occidente. La repercusión en Occidente (donde paradójicamente Grecia es la “madre” de esa forma de civilización de la mitad del planeta) puede ir más allá del pequeño país helénico.