Wednesday, April 13, 2016

CONCLUSIONES PRELIMINARES DEL 10 DE ABRIL



Por: Eduardo Jiménez J.
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1.- Las dos terceras partes del electorado optaron por candidaturas que expresan “la continuidad del modelo económico” y no por el cambio del mismo, como sostenían tercamente en el Frente Amplio.

2.- Tampoco optaron las mayorías por cambios radicales de constitución política e inciertos saltos al vacío. La mayoría prefirió más bien conservar lo que tiene e incrementarlo de ser posible.

3.- Igualmente, la mayoría optó por una libertad económica, pero también por una presencia más activa del estado. Servicios que presta, regulación de ciertos precios, seguridad ciudadana, presencia sancionadora a empresas que abusen de su posición de dominio. La ideología del “mercado puro” ya no convence, salvo a los dogmáticos.

4.- Si bien será inviable un cambio radical de constitución política dada la nueva estructura del Congreso, ello no quita aspectos puntuales de reforma de la carta vigente: composición del JNE, del CNM, elevación a estatus constitucional de ciertos organismos como Indecopi. Y un tema tabú que debe verse con serenidad: las empresas públicas del estado. No queremos regresar a la situación anterior a 1990, pero como sucede en varios países de Occidente, el estado tiene sus empresas para ciertos fines estratégicos.

5.- Asimismo, el Congreso electo deberá avocarse como punto principal de su agenda a la reforma del sistema electoral, a fin de evitar todos los problemas y errores cometidos en el presente proceso. Puede comenzar derogando la malhadada ley 30414, remedio que resultó peor que la enfermedad, y hacer algo más serio y con proyección a futuro como aprobar el proyecto de Código electoral y la supervisión por parte de la ONPE de la designación de candidaturas al interior de los partidos políticos. No exagerar los formalismos del “papel sellado”, excluyendo así a organizaciones políticas de la competencia electoral, sino velar porque se cumpla cabalmente la democracia interna al interior de los partidos.

6.- La significativa presencia de una bancada propia de izquierda por primera vez en treinta años traerá a colación la puesta en agenda de temas sociales que pueden verse en el presente congreso: reforma del sistema jubilatorio (tanto público como privado), la masificación del gas y renegociación de los contratos, el matrimonio igualitario, educación y salud de calidad, trabajo digno, reforma impositiva. Muchos de esos temas son “postmateriales”. Curiosamente la izquierda, a falta de una derecha liberal, debe de tener una agenda de liberalismo político.

7.- Asimismo, es la oportunidad de la izquierda de tener presencia política propia que no la debe desaprovechar. Deberá actuar con madurez y discreción, una oposición firme y realista en los temas de interés general. No es ni remotamente una izquierda moderna, pero algo pueden hacer en el camino.

8.- Meritoria la trayectoria de Verónika Mendoza. Por primera vez y desde el desaparecido Alfonso Barrantes, la izquierda no saboreaba un triunfo así. De la nada y solo a punta de colaboraciones y voluntarismo fue aglutinando a varios sectores de la izquierda. Se dejó en el desván a los “viejos dinosaurios”, incluyendo al antiextractivista Marco Arana, “dueño” de la marca Frente Amplio. Pero la propuesta frenteamplista “tuvo su techo”: Mendoza comenzaba a sufrir un imperceptible descenso en aceptación ciudadana que se hubiese agudizado en las siguientes semanas. De 20 a 22% de aprobación en las semanas previas, quedó en 18% y, parece, la tendencia era a la baja. El discurso radical tiene un límite y una población objetiva bastante pequeña, a tal punto que Arequipa (“roja” usualmente) optó preferentemente por la candidatura conservadora de PPK, lo que ocasionó –junto al voto aluvional a favor de Gregorio Santos en Cajamarca- que Mendoza pierda la posibilidad de pasar a segunda vuelta.

9.- En todo caso Mendoza ya se hizo conocida a nivel nacional. Por derecho propio ya es una lideresa dentro de la izquierda; pero, si quiere llegar con seriedad al 2021, tendrá que reconsiderar sus posiciones radicales y mirar más como estadista. Ver el todo y no solo una parte. Tiene tiempo, juventud y voluntad, y algo invalorable que adquirió en este proceso: experiencia. Dependerá solo de ella.

10.- El Apra nunca muere como dicen los compañeros; pero, sí deberán hacer su mea culpa puertas adentro y reestructurar el partido. No creo que Alan García se haya despedido el 10 de Abril, ni que sea su muerte política por el magro resultado obtenido. Con Alan quizás pase lo que sucedió en el 2006 frente a Humala: rompa el vidrio en casos de emergencia. Pero el Apra deberá abrir las compuertas a las nuevas figuras políticas si, como partido, quiere seguir teniendo vigencia. En otras palabras: más aprismo y menos alanismo.

Thursday, April 07, 2016

COMO CADA CINCO AÑOS

Por: Eduardo Jiménez J.
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De poder elegir el lugar y el tiempo donde nacer, creo que hubiera elegido acá y ahora. Sería aburrida mi vida de haber nacido en Suiza. Claro, materialmente tendría todo asegurado desde el vientre de mi madre hasta mi muerte. Todo absolutamente planificado: donde estudiar, en qué trabajar, con quién casarme, cuántos hijos tener, ir cotizando para mi plan de jubilación desde los veinte años, y así.

En cambio, acá en Perú, cada cinco años estamos frente a una novedad, un vuelco inesperado o hasta un riesgo para la democracia y la forma de gobierno. El tema no importa a muchos, pero afecta a todos.

Por citar los últimos quince años: el riesgo del chavismo de Humala (que al final de tigre antisistema devino en gatito doméstico de la Confiep); la improvisación y frivolidad de gobernantes como Toledo, navegando entre el whisky y las vacaciones perpetuas en Punta Sal; o la corrupción y la plutocracia en el poder bañado de narcoindultos otorgados nada menos que por un presidente constitucional. Mañana, quien sabe, de repente se postula el primer narco autodeclarado para la presidencia con un eslogan como Soy narco y qué. Y se me queda en el tintero la confección de un presidente hight tech como era Guzmán, producto de las redes digitales y el marketing. Hay de todo como en botica.

Gracias a la democracia tenemos dos vías para escrutar a conciencia a un candidato presidencial: el pasado, lo que hizo y cómo lo hizo; y lo que ofrece. Si Usted aprecia inconsistencias entre uno y otro, desconfíe.

La misma competencia permite sacar a luz “los trapitos sucios” y, felizmente, todavía tenemos una prensa libre –o más o menos libre-. De allí que las denuncias, si son comprobadas, sean importantes.

Muchos estuvimos alertas ante la venida con fuerza del chavismo en el 2006. Humala daba muestras de ser un súbdito obsecuente de Hugo Chávez, lo que le costó la elección ese año; pero somos más tolerantes frente a la corrupción y a los delitos de cualquier candidato. Hugo Neira habla de la anomia de la sociedad peruana, es decir una sociedad enferma, sin valores o mejor dicho antivalores.

Puede ser, usualmente preferimos candidatos que reflejan nuestra idiosincrasia. “Se nos parece” decimos del candidato elegido, como que nos reflejamos ante un espejo, y después, cuando está en el poder, “nos desilusiona”, en una suerte de chivo expiatorio que exorciza nuestras culpas. Y así vamos cada cinco años.

Pensé que estas elecciones iban a ser aburridas, que de repente nos habíamos convertido en ciudadanos formales y ordenados, y, matices de por medio, elegiríamos entre el “elenco estable”, con propuestas más o menos similares. No tomé en cuenta la “cuota de emoción”, cortesía del Congreso de la República al promulgar una ley que trastocaba las reglas de juego iniciada la competencia y peor aplicada por el órgano electoral, excluyendo a unos candidatos y ratificando a otros por los “mismos pecados”, las dichosas dádivas económicas.

Y si bien el JNE, algunos abogados y muchos periodistas creyeron encontrar el nirvana jurídico en la tautología la ley es la ley; lo cierto es que se enturbió el proceso, se llevaron de encuentro la libertad de elegir y ser elegido, y se privilegió la cultura del papel sellado antes que los derechos fundamentales y la realidad política.

A pesar del zafarrancho electoral, la intención de voto de los principales candidatos indica que la gente no quiere un cambio radical del “modelo económico”, ni menos nuevas (y afiebradas) constituciones políticas. Allí se equivoca Verónika Mendoza. El pueblo quiere mejoras en los servicios que presta el estado, en las jubilaciones, la salud, la enseñanza, empleos decentes, más seguridad ciudadana, que no te cobren demasiado en el gas, la electricidad o el trasporte; pero no quiere un “salto al vacío”, a lo cual éramos tan afectos en otros tiempos. La gente quiere reformas que mejoren el sistema, no perder lo poco que ya consiguió en la época de las “vacas gordas”. Algunos candidatos lo han captado mejor que otros.

Platón decía que el gobierno de los plutócratas (los millonarios) es peligroso. Tan peligroso como el de los demagogos. Obvio, un plutócrata en el poder verá sus intereses económicos más que los de la nación. Tratará de acrecentar su fortuna a expensas del erario nacional. Eso de que millonario que llega al gobierno no roba porque tiene mucho dinero, es tan ingenuo como creer que existen felinos vegetarianos. No nos hagamos.

A la lista del buen Platón podemos agregar la de los millonarios que financian a candidatos. Un candidato que nace así, de llegar al gobierno queda hipotecado a quién le prestó los millones para la campaña. Sus grandes reformas quedarán en el archivo de las promesas incumplidas.

Esta vez el peso de la decisión electoral lo van a tener los jóvenes. Muchos se enfrentan a su primera elección presidencial. Algunos con dudas, otros con pasividad, solo para “no pagar la multa”, sin saber que se juegan su futuro. Este país va a ser de ellos, más que de nosotros, que ya “doblamos la esquina”. Espero haya sensatez en muchos al momento de estar a solas en la cabina de sufragio. Contra mi natural escepticismo, quiero creer que algo está cambiando, que la gente ya no vota tan a ciegas como antes. Ya no se miran tanto en el espejo-candidato. Espero sea así, con su voto se juegan el futuro del país.

Monday, April 04, 2016

¿SON ELECCIONES SEMIDEMOCRÁTICAS LAS PRESIDENCIALES 2016 EN PERÚ?

Por: Eduardo Jiménez J.
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Así las calificó el Secretario General de la OEA y, chauvinismos nacionalistas aparte, tiene razón. Por lo menos son atípicas o irregulares, si queremos suavizar los adjetivos.

Todo comienza con la promulgación de la norma que reforma varios artículos de la ley de los partidos políticos cuando la convocatoria a elecciones generales ya se había producido. Recordemos que este cambio de reglas fue a insistencia de los propios congresistas de la República, los que –literalmente- se hicieron el harakiri, sea por el tema de las dádivas o del porcentaje mínimo para pasar la valla electoral. Dos partidos perdieron a sus candidatos, un tercero a su vicepresidente, y varias agrupaciones políticas no tienen ninguna opción. Todo gracias a la ley que ellos mismos promulgaron.

El otro responsable fue el JNE y el JEE de Lima Centro, los que tuvieron criterios interpretativos, primero excluyentes de candidatos (Guzmán y Acuña), y luego exculpatorios con otros (Keiko, PPK y Alan). Esas marchas y contramarchas fueron bastante extrañas.

Y el tercero responsable fueron los propios partidos políticos que incentivaron las exclusiones contra candidatos, en el supuesto que los iba a beneficiar. Quisieron ganar en mesa y el tiro les salió al revés.

Algunos abogados y muchos periodistas creyeron encontrar el nirvana jurídico en la tautología “la ley es la ley”; obviando que existen una serie de criterios de aplicación de la norma jurídica, comenzando con el de jerarquía. No se puede dejar de lado los derechos fundamentales reconocidos en la propia Constitución Política y tratados internacionales que el Perú ha suscrito sobre los derechos políticos, sobretodo el de elegir y ser elegido. No se puede privilegiar “el sellito en el acta” antes que el derecho a participar en la competencia, y excluir así a un candidato; o, peor aún, castigar con la exclusión a otro por ofrecer una dádiva económica, cuando el artículo que impone la sanción es a todas luces desproporcionado e irracional. Precisamente allí entra a tallar la labor de los magistrados que no son solo “la boca de la ley”, sino tienen un margen de discrecionalidad para poder resolver. Pero, el temor a chocar con los poderosos, la obsecuencia de otros o la visión cortoplacista de la quincena antes que de la historia como decía Javier Valle Riestra, los hizo actuar de manera errática y timorata.

Las exclusiones de candidatos o limitaciones para poder participar en una contienda electoral se producen sobretodo en países con gobiernos autoritarios (caso Venezuela en la región, Fujimori en los noventa acá) o dictatoriales. En un país con un mediano sistema democrático no se produce exclusión de candidatos. Por ello la calificación de elecciones semidemocráticas aludidas por el secretario general de la OEA. Si nos dejamos de mirar el ombligo, en la región ha causado sorpresa y consternación el proceder del órgano electoral.

Terminado el proceso se va a tener que deslindar responsabilidades. Empezando por el pleno del JNE y del JEE de Lima Centro por el zafarrancho ocasionado del que, con verdadero entusiasmo, han sido copartícipes. En un gobierno plenamente democrático, con instituciones sólidas, ya deberían estar poniendo sus cartas de renuncia sobre el escritorio. Ambos tienen responsabilidades y no se pueden parapetar en que solo “cumplían con la ley”.

Lo que trae a su vez el rediseño de la conformación del JNE. Vía reforma constitucional se debe cambiar los criterios de conformación del JNE. Debe estar conformado por gente especialista en temas electorales previo concurso público de selección. Carece de sentido que esté presidido por el representante del Poder Judicial, cuya única experiencia electoral es saber que en el distrito donde sufraga se implementó el voto electrónico.

Por otra parte, el nuevo Congreso de la República debe aprobar el proyecto de Código Electoral que por intereses subalternos quedó encarpetado. Igualmente, las elecciones internas deben estar supervisadas por la ONPE. Para nadie es un secreto que actualmente el requisito de la democracia interna lo salvan los partidos con actas que son meros formalismos. Igualmente se debe ampliar los plazos. No es posible que faltando pocos días para el sufragio se estén viendo tachas y exclusiones de candidaturas.

Y derogar el dichoso artículo sobre las dádivas económicas. Hay investigaciones serias que demuestran una casi nula relación entre dádiva y voto, sobretodo en las elecciones generales. En todo caso debe graduarse la sanción: multas progresivas solidarias entre el infractor y el partido político, capacidad coercitiva para el cobro de las multas y solo las faltas muy graves deben ser sancionadas con la exclusión del candidato.

El sistema de partidos tal como está no avanza a ningún lado, mas bien retrocede. Después no nos quejemos de la aparición de outsiders, de “vientres de alquiler” o que de fuera nos endilguen calificativos como poco democráticos.


Monday, March 28, 2016

LOS OCHENTA DE MARIO VARGAS LLOSA

Por: Eduardo Jiménez J.
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Una verdad evidente es que Mario Vargas Llosa no es un escritor muy querido por el público como lo fue Julio Ramón Ribeyro o lo es Alfredo Bryce Echenique. El primero ya era idolatrado en vida y, muerto, casi es considerado un santo laico; mientras que a Bryce se le perdona todo, hasta los plagios descarados que perpetró en ciertos artículos publicados en los diarios (felizmente no postula para presidente de nada).

Quizàs la falta de querencia contra Mario obedece a su carácter controversial, polémico, que “pisa callos” sin importar a quién. Expone sus opiniones directamente, en un ambiente como el limeño acostumbrado a la ambigüedad e hipocrecía. Por ello es más temido que querido, más respetado que amado.

Hombre de su tiempo como lo fue su gran modelo de intelectual, Jean Paul Sartre, comprometido con pasión en causas diversas, profesando una honestidad consecuente, sin doblez, sea como antaño cuando defendió la revolución cubana o ahora defendiendo el laicismo del estado o el matrimonio igualitario.

El paso del marxismo al liberalismo no fue abrupto. Del rompimiento con el modelo cubano en los setenta, pasó a una suerte de socialdemocracia escandinava y, luego, entre los ochenta y noventa al liberalismo clásico. Fue una lucha agónica consigo mismo, antes que un “cambio de camiseta” como les sucedió a muchos intelectuales de aquellos años.

Buen polemista, pero mejor prosista, no solo de novelas, sino ensayos y, claro está, artículos periodísticos, género que cultiva desde los quince años. Cuando se publiqué la edición definitiva de sus obras completas, de hecho abarcará considerables tomos. Obvio que no todo es de pareja calidad (ni a Cervantes se le puede pedir eso). De sus novelas, tres o cuatro resisten el paso del tiempo. Del teatro no podemos decir lo mismo. Sus ensayos sí son más contundentes y quizás la posteridad lo catalogue a Mario como notable ensayista y gran novelista. Racional pero también persuasivo, sabe argumentar coherentemente, sin descuidar la prosa.

Si bien su paso por la política activa fue corto, de 1987 a 1990, cuando tienta desastrosamente la presidencia de la república, nunca ha dejado de preocuparse por la cosa pública. En los noventa realiza una crítica feroz contra el gobierno de Fujimori por corrupto y ladrón. Muchos confundieron su actitud con resentimiento por perder la presidencia, pero el tiempo le daría la razón: el de Fujimori fue quizás uno de los gobiernos más corruptos y miserables de nuestra vida republicana.

Recuperada la democracia en el 2000, se convirtió en “garante” de esta, avalando dos candidaturas que llegaron a la presidencia: la de Toledo y la de Humala. La de Humala fue la más sensible y controversial, sobretodo porque gran parte del electorado no confiaba plenamente en su “conversión” a demócrata, luego de abrazar ardoramente el polo rojo del chavismo. Sin embargo, cumplió su palabra y –al igual que Toledo- abandonó el poder con baja aprobación y cubierto de escándalos y denuncias.

Esta vez Mario quiere hacer lo mismo, apoyando la candidatura de PPK en contraposición a la de Keiko Fujimori, la hija del dictador como suele decir; pero lo veo más difícil. El antifujimorismo no es tan amplio como antaño y las resistencias no son como lo fueron a inicios de siglo. Como que el elector está diciendo que debemos voltear la página y ver el futuro sin tantos debes al pasado.

Con la obtención del Premio Nobel en 2010 parecía que ya estaba más allá del bien y del mal; pero, como el mismo refiere, el temor a convertirse en una estatua, ha hecho que siga latiendo la contradicción dentro de si, a tal punto que a una edad donde casi todos los hombres descansan, para bien o para mal, al lado de la compañera de toda la vida, de ver apasiblemente crecer a los nietos, él optó por el “escándalo social” al emparejarse con Isabel Preysler, la socialité más conocida de España, ex y viuda de muchos grandes, y ser Mario parte de la comidilla de “la sociedad del espectáculo”, a la que tanto denostó en sesudos ensayos. Ironías de la vida.

A los ochenta cumplidos sigue tan vigente como cuando tenía dieciocho, cuando se enamoró de la tía Julia, se fue a Madrid y luego a París, se divorció de la tía y se casó con la prima Patricia, escribió una novela que fue polémica cuando se publicó (La ciudad y los perros), apoyó la revolución cubana, luego abjuró de esta. Y el resto es historia conocida.


Monday, March 21, 2016

CORRUPCIÓN Y GOBIERNOS DE IZQUIERDA EN AMÉRICA LATINA

Por: Eduardo Jiménez J.
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Los problemas que enfrentan gobiernos de izquierda en AL, como los de Maduro, Evo,  Correa, Dilma, Bachelet, o el fin de la era Kirchner en Argentina, pudiera dar a entender que el péndulo de la historia vuelve a girar hacia la derecha de nuevo, dejando las veleidades de gobiernos izquierdistas de distinto matiz (desde rosaditos a rojos).

Al parecer la situación no es tan mecánica y está asociada más bien al fin del “boom” de las materias primas que benefició a tantos gobiernos de por acá de distinto sesgo ideológico (y fue de paso fuente de corrupción).

Gracias al alto precio de las materias primas o commodities que tuvimos desde fines del siglo pasado hasta la primera década del presente muchos gobiernos de izquierda pudieron desarrollar programas de inclusión social que beneficiaron a los sectores menos favorecidos.
No hubo “magia”, sino que se dispuso de una buena caja fiscal que permitía subsidiar programas sociales. Lo malo fue que ningún gobierno, absolutamente ninguno, tomó la decisión de cambiar el modelo para iniciar la transición hacia un “segundo piso”, de elaboración de productos o generación de conocimientos, que permitiese sostener el crecimiento iniciado. Todos fueron primario-exportadores.

El caso más delirante fue el de Venezuela que durante el chavismo y con un barril de petróleo superior a los cien dólares pudo financiar inumerables programas sociales y “exportar la revolución” en lo que se llamó el socialismo del siglo XXI.

Ese populismo ha sumido hoy a Venezuela en mayor pobreza, hiperinflación y corrupción generalizada.

Precisamente otro factor por el que el elector les da la espalda en las urnas a los gobiernos de izquierda es la corrupción que se siente en las altas esferas del poder.

Los ejemplos emblemáticos son el gobierno de los Kirchner en Argentina y el del Partido de los Trabajadores en Brasil. Los hechos que están saliendo a flote en el gobierno de los K, así como el gobierno de Lula y Dilma Roussef implican una corrupción total que afecta los valores esenciales de la democracia y el sistema republicano. Técnicamente, junto a Venezuela, Argentina y Brasil se encuentran en recesión.

Digamos que el elector “se hizo de la vista gorda” frente a la corrupción, mientras el gobierno tenía para financiar programas sociales; pero acabados o restringidos los fondos, comienzan las protestas y las exigencias de cambio de mandatario.

Las protestas también se relacionan con el enorme porcentaje de la población que salió de la pobreza gracias al superavit fiscal. Es paradójico, pero los gobiernos de izquierda crearon las condiciones socio-económicas del aumento en número de una clase media que se niega a regresar a la pobreza y que consiguientemente despierta una conciencia de exigencia de mayores derechos sociales.

En otras palabras, estamos ante una clase media que busca mejorar su estatus y no regresar a una situación de carencias  preboom de commodities.

No se trata de un péndulo que gire mecánicamente a la derecha, sino que la situación del contexto internacional ya no favorece a los gobiernos de izquierda que fueron elegidos democráticamente a inicios de siglo (y que muchos de ellos quisieron perpetuarse en el poder por reelecciones sucesivas).

Por otro lado, estos gobiernos de izquierda -como muchos de la región incluyendo el peruano- no se plantearon el dilema del “fin de las vacas gordas” e intentar una reconversión económica que permita mantener el crecimiento; sino que optaron por el fácil expediente del gasto fiscal, gracias a las inmensas regalías.

El manejar un gran presupuesto sin los controles institucionales necesarios trae corrupción, sea de izquierda o de derecha, produciéndose un distanciamiento con el ciudadano medio que con esfuerzo redondea su presupuesto mensual mientras aprecia que el entorno del poder y los amigos del poder literalmente saquean las arcas fiscales. El caso de Brasil es el más emblemático de todos.

La verdad no hay receta nueva, ni camino corto. Gracias a nuestro temperamento latino nos acostumbramos al gasto dispendioso y la farra eterna, sin pensar mucho en el futuro. Fue una oportunidad perdida, como la del guano en el siglo XIX peruano. Creo que ya no podemos pensar en nuevos booms de materias primas, sino comenzar desde la base un proceso de trasformación que permita un crecimiento sostenido para bien de las nuevas generaciones.


Tuesday, March 08, 2016

EL JURADO VS EL JURADO

Por: Eduardo Jiménez J.
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Las resoluciones contradictorias dadas por un mismo órgano electoral (el Jurado de Lima Centro) revela no solo las presiones políticas que posibilitaron admitir la candidatura de Julio Guzmán, sino las presiones que vinieron después de parte de otros contendores que no vieron con buenos ojos como el Jurado de Lima Centro avalaba que entre a la competencia electoral el candidato de Todos por el Perú.

La noticia ha dado la vuelta al mundo, colocándonos a nivel africano en materia electoral (con el perdón de los africanos). Creo que ni en las dictaduras más sofisticadas se les habría ocurrido estas maromas electorales.

Más allá de los problemas que ha traído aplicar los cambios en la Ley de Partidos Políticos cuando la convocatoria a elecciones ya se había producido, “cambiando las reglas iniciado el juego”, la decisión del órgano electoral denota evidentes presiones de grupos de poder para excluir una candidatura que significa un bolsón de cerca a un quinto de electores. No es poca cosa.

Lo sucedido no obedece solo a una legislación electoral deficiente e incompleta (responsabilidad de los propios partidos políticos que en el Congreso solo “maquillaron” la norma), sino a la carencia de instituciones sólidas.

Como bien señala David Sulmont, el fetichismo legal reemplaza a las instituciones, cuando estas no son sólidas. La cultura del “papel sellado” sustituye a la realidad política. Si aparentemente se cumple con las reglas de democracia interna, el órgano electoral autoriza una candidatura, sin fiscalizar –nunca lo hace- si el contenido de esa acta refleja la realidad.
Para ello basta saber que de los 19 contendores, solo dos cumplieron con elecciones internas impecables: Acción Popular y Frente Amplio, este último incluso con participación abierta a ciudadanos no partidarizados.

El no haber accedido el propio Congreso, vía la reforma electoral, a que la ONPE supervise las elecciones internas de los partidos, ha conllevado los problemas que vemos ahora. Actas que en un momento “producen convicción” y después ya no la producen.


Mientras no tengamos instituciones sólidas, y estemos en un panorama electoral complicado como el actual, problemas como el suscitado, seguirán generando inseguridad jurídica; y será motivo para que los poderes fácticos, amparándose en el “papel sellado”, presionen más a los órganos electorales, a fin de ganar el partido en mesa y no en la cancha. A río revuelto…

Friday, February 26, 2016

UN ELECTOR EN BUSCA DE SU PRESIDENTE

Por: Eduardo Jiménez J.
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He parafraseado el título de la obra de Pirandello para graficar lo que está sucediendo en las elecciones para presidente de la república. “Políticos antiguos” que no logran sintonizar con los nuevos tiempos; y nuevos que se desgastan rápidamente.

El estancamiento de la coalición Alianza Popular encabezada por dos políticos experimentados como Alan García y Lourdes Flores parece confirmar el fin de un ciclo que comenzó con la Asamblea Constituyente de 1978 y que tiene como personalidades representativas y sobrevivientes de aquella época  tanto a García como a Flores. (Incluso Lourdes ha insinuado que es momento de retirarse a los “cuarteles de invierno”).

Si bien tenemos un gran marco mundial que es el cuestionamiento a todo lo que provenga del establishment político (evidente en el desarrollo de las primarias en EEUU o el fin del bipartidismo español); lo cierto es que entre nosotros el proceso está marcado por un vertiginoso cambio de figuras nuevas en la política que al poco tiempo “envejecen”, así como agrupaciones políticas cuya vigencia no pasa de la coyuntura electoral.

A lo que debemos agregar que los nuevos políticos y sus agrupaciones privilegian un discurso vacío, muy genérico y poco atrayente para un electorado diverso. Y algunos –a la usanza de los aristócratas de antaño- han pensado que el dinero puede comprar la presidencia. Son políticos lights. En otras palabras: más allá de si aplican o no las nuevas herramientas de la tecnología de información, contratar asesores caros o derrochar publicidad y conciertos musicales por doquier, quizás lo que hace falta es la construcción de una nueva fe, de un “mito motivador” al decir de Mariátegui (el abuelo), y forjar un partido político de abajo hacia arriba, sostenido por una ideología o una “visión del mundo”, lo que no se logra de la noche a la mañana, ni existen atajos. Verdadero desafío hercúleo en estos tiempos.

Y dentro de este desgaste de viejos y nuevos políticos el elector sigue buscando un candidato que represente el cambio; pero en paralelo no perdona los “anticuchos” y  hechos poco claros y hasta medio turbios que se denuncian contra algún candidato, prefiriendo mirar a otra opción más trasparente.

Es lo que sucedió con la candidatura de García y los narcoindultos; así como la de Acuña y los casos de plagio (amén de un rosario de otras denuncias). Si bien cada uno esgrimió argumentaciones legales justificatorias, a veces lindantes con las leguleyadas, fueron difíciles de convencer. (Y cuando García pidió disculpas por los narcoindultos ya fue demasiado tarde).

Y, en el medio, un organismo electoral que privilegia los formalismos legales a la realidad: la casi exclusión del candidato Julio Guzmán dio la vuelta al mundo. En las democracias consolidadas y en las que se encuentran en vías de consolidación como la peruana, es muy raro que saquen de competencia a un candidato por no tener “un papel con un sello” y, por añadidura, un candidato que se encuentra segundo en las opciones del electorado. Puede parecer hasta que el organismo electoral “juega en pared” con otras candidaturas que quisiera favorecer. La práctica virreinal del “papel sellado” se privilegió sobre la realidad socio-política.

Pero creo algo está cambiando en la opinión que se tiene del elector promedio y que ya no pasa tan fácilmente estos hechos bochornosos. Calificado despectivamente de “electarado” por cierta prensa conservadora al eligir candidaturas cuestionadas o poco convincentes, más por “afinidad nacional” que por razonamiento (se elige alguien “tan peruano” en las virtudes y sobretodo los defectos como los tiene el elector). Considerado como un votante pragmático y sin muchos valores éticos –que, por lo demás, no le interesan demasiado- socialmente se le ubica en los estratos C (la nueva clase media), D y E.

Al parecer, el elector promedio está adquiriendo una conciencia crítica, más a nivel intuitivo que racional. No le interesa tanto los argumentos técnicos que, por ejemplo, rodean a los narcoindultos, los casos de plagio o la cuasi exclusión de Guzmán, pero sí considera ciertos valores universales como la honestidad o trasparencia en ciertos actos de los candidatos y de los organismos oficiales, y lo que puede estar bien o mal.
No es una actitud ética abstracta, más es sentido común que lo “aterriza” en cómo actúa un candidato o una institución.

Si bien no se puede generalizar (como en todas partes siempre habrá “electarados”), en un ambiente de marcada desconfianza como el peruano, tanto a las instituciones públicas como al oficio de político, el elector promedio está buscando un candidato que exprese ciertos valores que lo hagan creíble y que cumplirá la palabra empeñada de llegar a ser presidente. No un “pendex” redomado, sino alguien que inspire confianza.

Esto da incluso para una tesis universitaria sobre cultura, política y modernidad. Hay una suerte de mezcla de valores de cultura milenaria con modernidad.

De allí el ascenso meteórico de Guzmán, más con un trabajo en redes sociales y en el “boca a boca” que en costosas campañas publicitarias. Representa lo nuevo y “derecho”. Y, de haber salido de la contienda, las preferencias se hubieran encaminado no hacia algún puntero –ya bastante desgastados-, sino a dos candidaturas frescas y trasparentes que comienzan a hacerse visibles como la de Barnechea y la de Mendoza.

Ambos con campañas franciscanas, representan “lo nuevo” en política. Alfredo Barnechea, con un discurso articulado y reformista, ha sabido posicionarse en el centro político, bastante huérfano luego que la mayoría optó por la centroderecha. Mientras a Verónika Mendoza se le aprecia sinceridad en lo que dice; aunque no la tiene fácil dado que parte desde una izquierda neomarxista y antiminera (al igual que su entorno más cercano), cuando el elector predominante es de centro hacia la derecha (un elector más “conservador”). Convencerlo va a ser su gran reto, aparte que sus credenciales democráticas todavía no son muy claras (su posición frente al chavismo y la autocracia venezolana es, por decir lo menos, bastante ambigua). Quizás este no sea su año todavía, pero tiene una gran ventaja: es joven, trasparente y se ha hecho conocida a nivel nacional.

Curiosamente tanto Barnechea como Mendoza ganaron la representación de sus agrupaciones en elecciones internas verdaderamente abiertas y no los remedos que se dieron en otras organizaciones. Representan lo nuevo y, valgan verdades, lo honesto. Por el momento nadie los ha podido acusar de nada turbio. Pueden crecer, dependerá de su estrategia y los errores de sus contendores.

Para terminar, decíamos que no hay una nueva fe, un mito motivador. Quién está en algo de eso es Fuerza Popular. Los fujimoristas vienen construyendo un partido que puede proyectarse más allá del apellido Fujimori. Nos guste o no. Comenzaron con una fe a inicios del 2000 cuando vino la persecución a todo lo que pareciese u oliese a fujimorismo (y que ellos llaman “la gran persecución”), la experiencia de catacumbas que los cohesionó internamente (gracias a los errores de sus adversarios, sobretodo desde la izquierda). Están en mitad del proceso y en convertirse en un partido verdaderamente representativo, enraizado en lo “cholo popular”. Todavía tienen sus dilemas hamletianos. El 2016 es crítico para ellos: de perder otra vez Keiko, posiblemente gane preeminencia al interior de FP el albertismo, lo que marcaría una regresión en todo lo avanzado por los sectores más democráticos del partido.

Nada está dicho y los dados están echados.


Saturday, February 06, 2016

PLAGIOS

Por: Eduardo Jiménez J.
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La denuncia -que dio la vuelta al mundo- contra un candidato a las presidenciales peruanas y dueño de tres universidades, acusado de plagio nada menos de su tesis doctoral, trae a colación nuevamente el tema, que se ha vuelto controvertido y bastante extendido, no solo en Perú sino en otros países con democracias y derechos más enraizados.

En cierta manera el plagio ha sido facilitado por los adelantos tecnológicos. Antes era un poco más difícil, aunque no imposible, copiar obras sin el consentimiento del autor o del editor; pero la revolución digital facilitó enormemente la tarea, a tal punto que se extendió la distribución y venta de obras “pirateadas”, es decir sin el respectivo licenciamiento o pago de derechos.

Si bien el copiar películas, temas musicales o libros encamina hacia un lucro obtenido a expensas de los autores o editores, el plagiar una tesis, un trabajo monográfico o un libro y pasarlo como propio, va más hacia la obtención de un grado, una nota o una satisfacción académica sin el esfuerzo intelectual debido.

Pero no se crea que únicamente el mundo académico se encuentra copado por el plagio. También lo están los planes de gobierno. Por lo menos tres agrupaciones políticas que compiten en las presidenciales fueron detectadas de no citar la fuente de donde provenía la información de sus planes de gobierno.

Los “padres de la patria” tampoco se salvan. Cada cierto tiempo surge un escándalo por plagio de alguna ley extranjera que con puntos y comas algún congresista la presenta como proyecto de ley de su “autoría”.

Hasta los jueces, nada menos que de la Corte Suprema de la República, no están exentos de acusaciones de plagio, como lo denunció un magistrado bastante acusioso, que detectó en los plenos casatorios (aquellos que producen jurisprudencia vinculante para todo el sistema judicial) párrafos enteros citados sin precisar la fuente y como si fuese autoría directa de los jueces supremos. El “copia y pega” se ha convertido en práctica institucional.

Como profesor universitario me he topado con trabajos plagiados sin impunidad o hasta tesis universitarias para la titulación, por lo que ahora soy más meticuloso cuando me corresponde ser asesor de una tesis o revisar un trabajo que no haya sido “bajado” de alguna de las tantas páginas existentes.

Usualmente los alumnos descargan ellos mismos los trabajos de alguna página de monografías (a veces es tan burdo y risible el plagio, que hasta citan artículos de leyes extranjeras como si fuesen nacionales). Pero, en otros casos, se encuentra la modalidad del “encargo”, es decir un trabajo encomendado para su realización a una tercera persona (casi siempre otro alumno) a cambio de una contraprestación económica. No han faltado casos en los que pude ser testigo que ciertos docentes se “ofrecían” para realizar tesis para el título universitario a cambio de una remuneración. (O, en ocasiones, a cambio de prestaciones sexuales si se trataba de alumnas).

Y si bien el tratarse de “doctor” es bastante usual en nuestro medio (a los médicos y abogados usualmente se nos dice doctor), nunca está demás tener un cartón con el grado, obtenido a las buenas o, muchas veces, con malas artes.

De allí que no solamente alumnos del pregrado sean copistas obsesivos. Existen casos de políticos conocidos y de jueces supremos que fueron “ayudados” para obtener el grado de doctor o magíster. Usualmente en el mundo académico el grado sirve para hacer carrera y, en cuanto a los supremos, el grado de doctor les confiere cierto estatus acorde al grado final en el escalafón judicial. En los políticos es más vanagloria personal.

La “cultura del plagio” se encuentra bastante extendida y enraizada. En cierta manera, a diferencia de los países anglosajones, nosotros “toleramos más” el plagio. Nos parece como algo natural. De allí que las campañas en contra de la piratería intelectual hayan fracasado rotundamente. (Circulan fotografías en la web donde policías con uniforme custodian locales de una conocida galería donde ofrecen todo tipo de películas y programas pirateados. En ese nivel estamos).

Quizás sea parte de nuestra “tolerancia ante la corrupción” que nos permite ser “flexibles” en los valores de acuerdo a cierto pragmatismo, sin sospechar que así no salimos del subdesarrollo ni económico ni cultural. (Existen estudios de la relación directa entre corrupción y subdesarrollo).

De repente una combinación de penas severas con sanciones morales de la sociedad puede ser un camino que permita, sino erradicar, bajar los niveles de plagio. Conozco universidades que expulsan a los alumnos que hayan cometido plagio en un trabajo académico o que les retiran el grado obtenido. Sería un buen comienzo extender ese tipo de sanciones al mundo académico local.