Thursday, September 15, 2016

¿DE NUEVO ALTOS NIVELES DE POBREZA?

Por: Eduardo Jiménez J.
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Una de las preocupaciones de los sociólogos y la clase política es si los altos niveles de pobreza e incluso pobreza extrema pueden regresar en los países de “ingresos medios” como el peruano, a pesar del impresionante número de familias que socialmente migraron a lo que se conoce como la “nueva clase media”.

Todo parece indicar que sí es posible; que a pesar de los programas sociales, si estos no continúan, se encuentran mal diseñados o administrados, o el entorno económico es adverso, miles de familias pueden involucionar hacia la pobreza que dejaron apenas ayer.

Es lo que está sucediendo en Brasil. Por las medidas de austeridad del gobierno de Michel Temer, desfinanciando muchos programas sociales, se estima que 3.3 millones de familias perderían su estatus de clase media emergente y retornarían al redil de la pobreza. Desempleo, bajos salarios y créditos bancarios limitados harían el resto.

Un indicador del nivel socioeconómico de las familias son las enfermedades “curables” fácilmente, sea con medicamentos de bajo costo, alimentación adecuada o educación profiláctica. Es el caso de la TBC, la anemia o la desnutrición infantil. Todo parece indicar que el nivel de las mismas ha subido notablemente en las principales ciudades del país. Precisamente la TBC se considera una “enfermedad social”, debido a que ataca principalmente a sectores socioeconómicos de bajos ingresos. Igual pasa con la anemia. Y la desnutrición infantil es producto de una inadecuada nutrición en los primeros años de vida, parte debido a escasos recursos económicos para alimentar a los infantes, pero gran parte también a la poco información de los padres sobre los alimentos nutritivos y necesarios en la infancia, que muchos no tienen un precio elevado (existen más niños obesos y subalimentados que en el pasado).

Otro indicador es el uso masivo de agua y desague. Abandonar la pobreza es abandonar el uso de camiones cisternas o silos, para pasar al uso masivo de las tuberías y, claro está, del agua y jabón. Una verdadera revolución social sería cuando todos los peruanos, sin importar la región donde viven o la clase social, tengan acceso al agua de calidad y usen el jabón como medida prifiláctica de higiene. (Otro gran cambio que nos apartaría de la pobreza extrema sería también el número de hijos que se puede tener de acuerdo a las posibilidades económicas, pero ese es otro tema).

Igual sucede con los niveles de educación, tanto en cantidad como en calidad. Ya nadie discute la cantidad de centros educativos administrados por el estado, sino la calidad de educación que brindan, así como la preparación idónea de los docentes.

De allí que es importante sostener los programas sociales hasta afianzar a la clase media emergente y tener una población adecuadamente saludable y educada en niveles óptimos. Pero también es necesario reactivar la economía, enfriada en los últimos años del gobierno de Humala. Fomentar las asociaciones público-privadas y los proyectos de inversión, incluyendo los de la satanizada gran minería. Y los actores políticos, sobretodo los de la izquierda tanto del Frente Amplio como el MAS de Gregorio Santos, juegan un papel clave. ¿Se dedicarán al obstruccionismo de los grandes proyectos mineros o tendrán una actitud más madura? ¿Permitirán que miles de familias salgan de la pobreza con un compromiso de responsabilidad social o prevalecerá la mira ideológica más que el pragmatismo político?

Por todo ello, parte de la nueva clase media emergente puede regresar a los niveles de pobreza de antaño. El factor político y el económico van de la mano y juegan un papel importante, así como las políticas de estado.


Thursday, September 01, 2016

NO + AFP

Por: Eduardo Jiménez J.
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Fue impresionante las marchas desarrolladas en Santiago de Chile y otras ciudades contra las Administradoras de Fondos de Pensiones, las AFP, cuyo modelo fue calcado literalmente en Perú.Se estima en dos millones los participantes.

¿Qué sucede?

En promedio las pensiones otorgadas por las AFP chilenas son apenas el tercio de lo que percibían en actividad los trabajadores, estando la gran mayoría (90%) en la mitad del sueldo mínimo en Chile, unos 233 dólares.

Bajo el gobierno de Pinochet se cerró el sistema estatal de pensiones y todos los trabajadores pasaron a las administradoras privadas. Supuestamente iban a recibir una pensión mucho mayor que en el sistemas estatal, el cual –igual que en el Perú- se argumentó se encontraba “quebrado”.

No obstante, luego de treinta años de estar en actividad el sistema, las pensiones de los jubilados son minúsculas y las comisiones cobradas por las administradoras, elevadas. Por ello reclaman volver al sistema estatal.

No se trata de ninguna conspiración izquierdista como algún neoliberal ha sostenido por allí (sería difícil manipular a dos millones de ciudadanos en una conspiración así), sino de reclamar por pensiones más justas.

Pero, ¿por qué no se ofrecen mejores pensiones?

Hay dos aspectos que son muy importantes para ofrecer al trabajador una pensión atractiva. Uno es el contexto económico mundial y el otro es cómo se invierte el fondo de pensiones.

En el primero, estamos en un contexto económico internacional todavía adverso, donde la rentabilidad de las inversiones no es tan elevada. Todo parece indicar que no estamos en la subida de hace apenas diez años atrás, sino en una lenta cuesta descendente que trata de remontar. Acerca de ese contexto internacional no hay mucho que hacer, ya que las decisiones se toman fuera de la región.

Sobre el portafolio de inversiones se ha denunciado que, al igual que las AFP peruanas, las administradoras chilenas invierten el dinero en empresas afines a su grupo económico; por lo que no estarían solventando una rentabilidad que favorezca al trabajador, sino a las empresas relacionadas del grupo económico al que pertenece la AFP, razón por la que muchas veces la rentabilidad ni siquiera es positiva en décimas, sino totalmente negativa.

En otras palabras, las AFP sirven de financiamiento barato, practicamente a costo cero, del grupo económico al que están suscritas. También las acusan de lobistas, es decir, de hacer presión política en el gobierno a fin de mantener el estado de las cosas como están. De allí la indignación de los trabajadores chilenos y su exigencia de retorno al sistema estatal.

En el medio, el gobierno de Bachelet conformó una comisión de reforma de las Afp, y algunas de sus conclusiones son justamente que el sistema adolece de falta de competencia, tiene comisiones elevadas y las pensiones ofrecidas son bastante minúsculas. Proponiendo también la creación de una Afp estatal a fin de dinamizar la competencia entre los privados.
Como se ve, no se ha avanzado mucho en el vecino país. Los problemas que tiene son muy similares al peruano, por lo que se requiere de una reforma integral del sistema pensionario, considerando que la edad promedio de una persona es mucho mayor que hace veinte años y, por consiguiente, el periodo de no actividad (jubilación) hoy en día es más prolongado. A lo que se debe sumar las personas que no contribuyeron a un sistema pensionario, pero ya sobrepasaron el umbral de la tercera edad.

Necesariamente la reforma que se realice pasa por una participación más activa del estado. Sea como agente económico, interviniendo en el mercado (la Afp estatal) o, como es nuestro caso, reformando también el sistema estatal pensionario, conocido como la ONP. De paso, se debe delimitar las pensiones no contributivas (pensión 65), a fin que tengan permanencia.


Opciones de reforma existen. La pregunta es si el gobierno tiene voluntad política para ejecutarlas o decide tener una actitud pasiva que puede traer más problemas de los que ya existen.

Friday, August 26, 2016

LA POBREZA EN VENEZUELA

Por: Eduardo Jiménez J.
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Cuando hace poco más de diez años perdí a mis últimos amigos de izquierda en el “debate” de si el populismo practicado por Hugo Chávez (en su cenit en ese momento) era el socialismo del siglo XXI, una suerte de Lenin tercermundista, y si el “comandante” Humala (como lo solían llamar) era el fiel heraldo de esa buena nueva que se esparciría como reguero de pólvora por todo el continente. Medio en serio, medio en broma, les decía que esperemos unos veinte años (nada en la historia) para ver quién tenía razón y si iba a perdurar para aquel tiempo el “socialismo chavista” o la Alianza del Pacífico, recién en sus años de creación.

Nunca pensé que el descalabro del “socialismo del siglo XXI” iba a ser tan pronto y de esa magnitud. Un país rico en petróleo pasando hambre, sin medicinas, sin servicios básicos, con  una violencia extrema que ha convertido a la ciudad de Caracas en un lugar peligroso para vivir, y un gobierno que ha devenido de autocrático a tirano.

Claro que de socialismo no tenía nada como les explicaba a mis ex compañeros de ruta. Era solo populismo, uno de los tantos que se han practicado en el contienente, con mayor o menor fortuna. Repartición de dádivas desde el estado, personificado en Chávez, y en paralelo debilitamiento de los partidos políticos considerados “traidores” al pueblo. Como les explicaba también, Chávez aprendió muy bien el manejo autocrático de las riendas del estado del mismo Fujimori. Su gobierno fue inspiración del peruano, solo que con un sesgo de “izquierda continental” y un discurso ideológico “incendiario” contra los Estados Unidos.

A diferencia de los populismos de Perón en Argentina o Velasco en Perú (los otros dos populismos más notorios del siglo XX), el populismo chavista se sustentó en la región gracias al precio del petróleo, en una suerte de nacionalismo panlatinoamericano, formando así una coalición de gobiernos amigos desde aquellos de izquierda moderada como el Brasil de Lula, la Argentina de los Kirchner o el Uruguay del Frente Amplio, hasta los más incondicionales como Bolivia, Ecuador, Nicaragua o Cuba; así como la creación o penetración de organismos internacionales para tener presencia política externa como fueron el Alba o el Mercosur. El modelo político entró en crisis cuando el recurso de la renta petrolera bajó a niveles alarmantes, incluso para mantener los programas sociales y precios subsidiados en la misma Venezuela.

En este contexto, la “ideología chavista” ha sido poco analizada. Curiosamente tanto Chávez, como Perón y Velasco, pertenecieron al ejército de sus respectivos países. Cada uno con cierta idea del desarrollo y extremadamente politizados, y que entran en la escena política cuando los civiles se muestran incapaces de resolver los problemas sociales. De allí que aparecen como “salvadores de la patria” y su impronta o legado queda más allá de su existencia física. En el caso del justicialismo argentino todavía sobrevive a nivel político y se recuerda a Perón como uno de los más grandes presidentes, el velasquismo es más una presencia ideológica y su herencia social en el Perú emergente no admite dudas, y en el caso del chavismo es bastante seguro que sobrevivirá a pesar que eventualmente ya no sean gobierno. Hay penetrado fibras muy sensibles de la sociedad venezolana como para desaparecer fácilmente.

En Venezuela se está cumpliendo con furia la “maldición de los recursos naturales”, es decir aquellos países que viven solo de los recursos que la naturaleza proporcionó y no se esmeran por crear productos elaborados. Esto no es broma: hasta el pan importaban de Miami y los más exquisitos compraban aire en lata de los alpes suizos. El rentismo genera un gobierno y un pueblo dependientes y poco creativos; y las rentas traen corrupción. Primero con los gobiernos democráticos de Venezuela que terminaron sepultados en el descrédito y ahora con el chavismo, que parece como gobierno terminará igual.

Por la vocación megalómana de Chávez, gran parte de ese dinero se fue en las “ayudas” a gobiernos amigos y comprar así lealtades en el escenario internacional. Otro tanto en financiar elecciones de protegidos afines (fue el caso de Humala en el 2006). Ahora que el dinero escasea, muchos de esos gobiernos que se beneficiaron del petróleo chavista, ya con administraciones de otro sesgo, le dan la espalda a Venezuela, por lo que internacionalmente está más aislada.

Aunque todavía no se puede decir que es el fin del chavismo. Lo que la historia nos enseña es que gobiernos autoritarios pueden perdurar en el poder si logran superar o resistir las crisis. Como es necesario “maquillar” los actos de estado con gestos democráticos, recurren a vaciar de contenido las instituciones, “le sacan la vuelta” a las leyes que ellos mismos promulgaron, colocan gente de su confianza en los puestos claves del estado, hacen remedos de elecciones cada cierto tiempo, y recurren a la entrega de prebendas a sectores sociales para así mantener leal a la sociedad. Fue lo practicado en el gobierno de Fujimori de los noventa, en la Rusia de Putín o la Venezuela de Chávez y Maduro.

Cuando definitivamente caiga el gobierno chavista (que algún día va a caer, eso también lo enseña la historia) y se reinstaure la democracia, se podrá estimar los miles de millones de dólares que solo en corrupción se apropiaron del erario público. Haciendo un estimado comparativo y considerando los ingentes recursos del petróleo, creo que la cantidad es muy superior a la que se llevaron Fujimori y Montesinos en sus mejores momentos. Mientras tanto, el pueblo venezolano se muere de hambre y no hay medicinas ni para aliviar lo más elemental.


Una prueba más que el robo y la corrupción no tienen nacionalidad ni ideología ni sesgo político.

Thursday, August 11, 2016

UNA IMAGEN DE UNIÓN Y FELICIDAD DE CLASES

La película Asu mare 2 (Perú, 2015) termina con el matrimonio del protagonista y la “chica de alta sociedad”; pero si bien es el símbolo de la unión y felicidad de dos clases sociales totalmente opuestas (o como dice optimistamente una de las protagonistas “dos mundos increíbles que se han juntado”), lo que sigue en los minutos siguientes es la confirmación del mensaje: todos bailan y cantan juntos y felices, las diferencias de etnia, posición social y cultura se borran y lo que importa es la calidad del ser humano, más allá de lo físico o material.

Imagen utópica o idílica más que real pero que obedece a un sustrato.

Las representaciones simbólicas son necesarias para expresar un arquetipo. Puede ser el de la diferencia, la fuerza, la desdicha, pero también la unión, el amor o la felicidad. Y también el interés de una clase social. Dependerá de cada sociedad o época establecerlo.

Por ejemplo, el vals El Plebeyo narra una historia similar, pero que en la época (años treinta del siglo pasado) era totalmente imposible, un amor prohibido, más un lamento que un deseo que se pueda materializar. Por qué señor los seres no son de igual valor, alude trágica y directamente a las diferenciaciones marcadas en la Lima de inicios del siglo anterior.

Una representación simbólica puede expresar un futuro deseable, algo que no es pero se aspira a ser. Es el caso de la imagen final de la película bajo comentario. Expresa un deseo más que una realidad. Un deseo de superar los lastres y taras de la sociedad peruana. O, para ser preciso, más el deseo aspiracional de un sector social del Perú de hoy. (Y reparemos que en la escena inicial subyace un “miedo” del protagonista principal a que el matrimonio no se consume, apresurando al sacerdote para que termine el ritual de la boda, ante la entrada desbocada de sus amigos de barrio a la iglesia y vayan estos a “malograr” la ceremonia y su ascenso social, revelando su origen “humilde”).

Pero, “el acomodo” del personaje central también implica la aceptación de su matrimonio “por los de arriba”. Una suerte de bendición que conlleva su aceptación como nuevo integrante del mundo de los ricos. (Nótese que es con la anuencia de la Iglesia católica, que funciona en el presente caso como institución legitimadora de la unión de clases). El protagonista no busca romper el esquema de valores y diferencias de la sociedad, sino aspira a llegar al lugar alto de la pirámide social. Un acomodo de los nuevos ricos. Visión que se condice con la de cierto sector social neoconservador que en el Perú de los últimos años emergió de los sectores populares conformando una nueva clase media.

Un sector social con escasa cultura y educación formal, cuyos negocios por lo general han prosperado en la informalidad y a veces en lo ilícito, y que aspira a vivir como lo hacen los ricos, su modelo de referencia. Es, si se quiere, la revolución silenciosa y conservadora del Perú de los últimos cuarenta años. Movilidad social, “emprendedurismo”, que comenzó en los años setenta, cuando el gobierno militar rompe una serie de taras sociales y discriminaciones y se revalora “lo cholo”, continua en los ochenta por inercia y resistencia al terrorismo, y toma su giro “capitalista” y definitivo en los noventa de la era Fujimori.

Veblen (Teoría de la clase ociosa) tenía razón cuando afirmaba que “los de abajo” tienen como modelo aspiracional a parecerse a “los de arriba”. Existe una imitación de los hábitos, costumbres y forma de ser, incluyendo la ideología y “formas de explotación” que son asumidas por los que se encuentran en la base de la pirámide (lo que algunos sociólogos locales han denominado la lumpenburguesía). Y la película bajo comentario lo refleja muy bien.

Pero, ese proceso de movilidad social no habría sido completo sin la necesaria globalización mundial iniciada a fines del siglo XX y que significó importar una serie de valores de Occidente, entre ellos el individualismo y el exitismo a toda costa y sin importar demasiado los reparos éticos. Todo se compra, todo se vende.

Democracia representativa y economía de mercado. El modelo trae desigualdades evidentes, pero permite a su vez que los de abajo puedan tener la oportunidad de ascender a través de ciertos mecanismos como la educación, la política o el dinero simple y llano (a veces obtenido de forma no tan lícita como muchas de las grandes fortunas de hoy o de ayer). Lo que a su vez trae la conformación de esa nueva clase social, deudora de la informalidad y del fujimorismo puro y duro de los noventa.

Se me queda en el tintero la importancia de los grupos evangélicos en todos estos cambios. Como diría Weber, la importancia de los valores de la ética protestante, como el trabajo, el esfuerzo individual y la disciplina, que permite a la gente centrarse en sus objetivos, valores que ayudaron a difundir los distintos grupos evangélicos afincados en el país, moldeando así una “mentalidad capitalista”.

Quizás la imagen final de Asu mare 2 fue más un cliché de happy end del protagonista; pero, como sucede con el arte, expresa a veces sin querer, más allá de la intencionalidad de su autor, y logra sintonizar intuitivamente con los sentires, ideas  y vivencias de una época determinada, de un Perú contemporáneo todavía en constante ebulllición.

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Monday, August 01, 2016

LA POLÍTICA COMO COMEDIA: EL CANDIDATO

Por: Eduardo Jiménez J.
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Dir y guión.: Álvaro Velarde
c/ Guillermo Rossini, Hernan Vidaurre, Manolo Rojas, Giovanna Castro, César Ritter, Mónica Sánchez, Saskia Bernaola, Bernie Paz, Alberick Garcia Cerna
Perú/2016/Comedia**/Cine/Estrenos

Se tenía conocimiento que hace buen tiempo Los chistosos, los imitadores de políticos que todas las tardes por las ondas de RPP le dan un toque jocoso al quehacer político local, querían incursionar en el cine. Por otra parte, Álvaro Velarde, el director, es el único cineasta peruano que se ha dedicado en serio a la comedia, en especial a la de tintes farsescos, como lo demostró con su ópera prima El destino no tiene favoritos(2003), por lo que encajaba bien en el proyecto de llevar a la pantalla grande las ocurrencias del trío vespertino (que ahora son cuarteto); y, de paso, era su oportunidad de llegar a un amplio público, lo que hasta la fecha le había sido esquivo (su segundo largo Como quien no quiere la cosa -2013- pasó medio desapercibido).

La labor de Velarde en El candidato ha consistido en darle forma a un conjunto de sketchs radiales, cuya ironía o sarcasmo acaba al minuto, en una obra de más largo aliento, con caracterizaciones ya preestablecidas, reconocibles para el público nativo (Toledo, Alan, Humala, sus respectivas y ambiciosas consortes, y hasta una aparente Verónika Mendoza), apenas retocados con un ligero barniz.

No queda duda que a veces lo logra y a veces no, dado que en más de una ocasión la comicidad se acaba en el momento, como en los sketchs radiales; pero Velarde se las ingenia para, dentro de esas limitaciones, sacar provecho de las caricaturizaciones farsescas de los políticos conocidos, dándoles hasta un toque mágico, muy en caja, que resuelve la trama (el brebaje para decir la verdad, algo nefasto para un político).

Si en El destino no tiene favoritos era parodiar el melodrama, en El candidato lo ha intentado con el mundo de la política, enfatizando mucho más el elemento farsesco, lindante con la caricatura. Basta revisar los nombres de los personajes: Ego, Napoleón, Amaru, o los padres de Amaru, totalmente caricaturescos hasta lo chabacano; acentuando y desconfigurándolo totalmente el discurso mesiánico nacionalista del patriarca de la familia Humala. (Aunque tenía más elementos para burlarse que los desaprovechó, no solo la supuesta extensión geográfica del imperio incaico, sino también la raza cobriza como regeneradora del hombre peruano, a la que aludía constantemente el patriarca en los años de febril nacionalismo).

Reiteramos, no siempre lo logra, dado que, por la estructura de la puesta en escena, se queda en la risa fácil y superficial del momento. Quizás requería de mayor libertad y limitar esos grandes temperamentos de la comedia peruana como son Los chistosos, que en el mundo radial son como pez en el agua, pero requerían someterse a las reglas de la comedia satírica de largo aliento, y no únicamente repetir sus papeles.

El resultado final no es del todo satisfactorio. En un trabajo por encargo, con personajes y elementos bastante limitados y preestablecidos –incluyendo presupuesto, se nota la austeridad-, hacer un largo de 90 minutos a punta de sketchs es bastante difícil y complicado. Esperemos que su siguiente largo sea más prometedor.


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Monday, July 25, 2016

LEGITIMIDAD POSELECTORAL (O CÓMO SE PUEDE GANAR O PERDER EL PODER)

Por: Eduardo Jiménez J.
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El haber ganado una contienda electoral no produce legitimidad política en forma automática. Digamos que no basta el “título” expedido por el organismo electoral. Eso es apenas la parte formal. El “representante del pueblo” debe ganarse la representación (como también la puede perder). Entra a tallar la empatía del político con sus representados, la habilidad y olfato que demuestre en el ejercicio del cargo, y lo que haga o deje de hacer en el poder. Keiko, sin ser presidenta (curiosamente en un sino similar al de Víctor Raúl), tiene legitimidad con respecto al 50% que votó por ella; PPK no, “su” 50% fue prestado por el voto antifujimorista.

A ello se debe sumar que PPK no tiene en propiedad un partido político. Son, más bien, una suma de independientes que no representan organicidad partidaria, lo que se puede traducir en debilidad de gobierno y poco resistente a las crisis que se presenten en el camino. En ese sentido, conviene formular algunas preguntas, por desagradables que parezcan: ¿Cuántos, de sus diecinueve congresistas, quedarán en las filas partidarias al final del gobierno?, ¿cuántos escándalos, lobis y negociados lo remecerán?, ¿con cuánto de aceptación terminará su gestión? Son preguntas que la fuerza de los hechos y lo sucedido en gestiones pasadas, obliga formularse.

Por eso no es descabellado pensar en un escenario antes del 2021, si es imposible sostener a un gobierno débil y acosado por los escándalos. A nadie, con interés en participar en las siguientes elecciones, se le puede exigir en nombre de la democracia “sostener un muerto”. Existe una legítima ambición de intentarlo de nuevo tanto en Verónika Mendoza, Alfredo Barnechea, Julio Guzmán o la propia Keiko Fujimori.

Keiko –para escozor de los anti- tiene oportunidad de intentarlo por tercera vez. Es joven y aprende de sus errores. Tiene pasta política, como lo demostró al hacer crecer el legado que heredó de su padre; aunque –paradojas de la vida- tendrá que lidiar con su “frente interno”, con los albertistas encabezados por su hermano Kenyi. Una “lucha dinástica” debilitaría a FP (así como una escisión del Frente Amplio debilitaría a la izquierda). También deberá mantener unida su bancada, compuesta por muchos independientes con agenda propia. Y hacia afuera deberá vérselas de nuevo con el antifujimorismo recalcitrante que en esta oportunidad demostró una histeria sorprendente.

Por eso decía que de repente, de no superar ese antifujimorismo irracional, le tocará un sino similar al que tuvo Víctor Raúl: ser el candidato eterno a la presidencia de la república, pero forjar un fuerte partido que dure más allá de la vida de su líder y asumir el rol de gran decididor en los asuntos públicos, como lo fue el Apra por más de cincuenta años. Claro, que Keiko no es Víctor Raúl, intelectualmente hablando existe una enorme distancia, pero tiene una vena política que la adquirió de joven al igual que el indoamericano en los años de persecución.

Al margen de ello, oposición y gobierno van a tener que llegar a ciertos acuerdos mínimos que permitan la gobernabilidad. Un gobierno tecnocrático tiene sus límites y a los naranjas no les conviene hacer una oposición ciega, como la aprista de 1963 contra el primer gobierno de Belaunde. De allí que posiblemente aprueben ciertas leyes propuestas por el Ejecutivo, veten otras y propongan las suyas gracias a la inmensa mayoría que poseen. Van a ser un gobierno dentro del gobierno.

Y cuidado con esas voces que aconsejan a PPK “cerrar el congreso”. Cerrar el congreso sería “abrir una caja de Pandora” de insondables consecuencias que pueden perjudicar a los propios interesados en una supuesta “recomposición de fuerzas”. Igualmente los naranjas deben tomar con ánimo sereno la decisión de amnistiar por ley o presionar al ejecutivo por el indulto para su jefe natural, Alberto Fujimori. Es un deseo evidente no solo de fujimoristas, sino de gran parte del pueblo peruano ver libre o por le menos con arresto domiciliario al ex presidente; pero todo tiene su momento y su forma. No abusen de su mayoría.

¿Podremos alguna vez remontar el antifujimorismo?

No lo se. Tengo mis dudas; aunque me parece el proceso de aceptación de Fujimori y su herencia política está siendo digerido más rápido por la sociedad peruana, de lo que fue el antiaprismo en el siglo XX. Quizás en el haber favorece que estamos madurando como sociedad política y que los noventa tienen un legado positivo que demostrar más allá de la “historia negra” que todos conocemos. Como diría Richard Webb no todo es negro o blanco, priman más los grises.

Así como hicieron los apristas en su momento, la iniciativa para romper ese cerco anti tiene que provenir de los propios fujimoristas. Como lo demostraron estos cinco últimos años de oposición leal y constructiva. Como lo están demostrando al aceptar los resultados de los comicios. Como lo demostrarán posiblemente al aprobar importantes reformas que estuvieron estancadas en la legislatura anterior. Con los ejemplos que podrán exhibir al excluir de su organización a aquellos que tienen un pasado poco claro, antecedentes delictuosos o fortunas de origen dudoso. Y, porqué no, con las cosas buenas que se podrá recordar de los noventa, cuando parecía que el país iba a desaparecer entre el terrorismo, la hiperinflación, el desgobierno y la corrupción. En otras palabras: saquen los esqueletos del closet. Inicien su propio autoexorcismo.

Quizás el destino les ha reservado a los fujimoristas esta nueva oportunidad para que se esmeren más en ser un partido auténticamente democrático. Legitimidad ya tienen. Partido popular también. Organización política, idem. Faltará ver más gestos, como de democracia interna de sus dirigentes y candidatos elegidos. Apellídense o no Fujimori. Un militante, un voto. Por añadidura, un más idóneo Comité Político, donde no prime la billetera, sino la inteligencia y la razón (el Apra de nuevo como ejemplo). Y responsabilidad en la oposición de los próximos cinco años.


Necesitamos partidos, no las entelequias que existen y se autotitulan así. FP puede llegar a ocupar el espacio que tuvo el Apra en sus mejores momentos. Para que ello suceda y sea un partido auténticamente democrático dependerá en gran parte de los propios fujimoristas. De lo que hagan o dejen de hacer.

Thursday, June 30, 2016

BREXIT

Por: Eduardo Jiménez J.
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La consulta del referendo a favor de salir de la Unión Europea es un duro golpe al más ambicioso proyecto de unión que se haya visto. Compelidos por las consecuencias de la II Guerra Mundial, donde el único ganador fue Estados Unidos frente a una Europa en escombros, a los europeos no les quedó más remedio que la unión luego de siglos de siglos de rivalidades nacionales, políticas, económicas y religiosas. Inglaterra ingresó a la comunidad europea en 1973 con un tratamiento especial: conservan su moneda, no están en el espacio Schengen, y política y económicamente mantienen su posición privilegiada con relación a Estados Unidos.

No obstante ello la inquietud por los ataques terroristas islámicos en Europa y el subsecuente crecimiento de una xenofobia hacia todo aquello que tenga raíz árabe, el crecimiento lento de la economía europea y la falta de empleos adecuados para los nativo continentales, así como los gastos de mantenimiento de la burocracia comunitaria en contextos donde los problemas financieros que sacudieron Europa a inicios de siglo no se han resuelto del todo, propició un clima para que se piense seriamente en salirse de la unión.

Como sucede muchas veces en un contexto de decisión, la parte emotiva o irracional pesó más que la racional, así como lo inmediato frente a la perspectiva de un futuro a largo plazo. En otras palabras, usualmente el ciudadano piensa más con las tripas que con el cerebro. Algo de eso ha ocurrido en la consulta del pasado 23 de Junio.

No creo sea el fin del sueño comunitario; pero sí deberá ser replanteado por los estados que quedan. Quizás una decisión que se tome es con respecto a los migrantes, en especial los de origen árabe. Es probable que las fronteras se cierren gradualmente, crezca la xenofobia y se produzca un “efecto dominó”. Réplicas de escisión en otros países europeos. Por lo menos Marine Le Pen, la lideresa del Frente Nacional de extrema derecha, ha pedido un referendo similar para Francia. Por todos los problemas que están pasando, un buen porcentaje de “galos auténticos” ven con malos ojos la creciente presencia musulmana en Francia.

Pero el hecho que subyace a todo el problema es la pérdida de empleos de los trabajadores de los países industrializados en beneficio de mano de obra mucho más barata en otros países, la revolución tecnológica que vivimos y la desigualdad de ingresos en los mismos países capitalistas.

Como sucedió con otros hechos históricos, se quiere ocultar el problema real a través de una ideología justificante de lo que sucede y campañas emotivas de odio racial (“la culpa la tienen los árabes y los asiáticos” se dice en Europa; mientras en Estados Unidos “la culpa” la tienen los latinos), exacerbando así un nacionalismo conservador y “cerrar fronteras”. En cierta forma estamos reviviendo el clima crispante de los años treinta del siglo pasado.

La onda sísmica que puede traer el Brexit es de pronóstico reservado. Puede ser que se atenúe con un cuidadoso manejo político y se realicen reformas económicas importantes o que se expanda más allá de las fronteras europeas, si las condiciones son favorables a su crecimiento; pero, al parecer, los europeos no ganan con esta decisión. Solos, cada uno por su lado, no son nada en el contexto mundial.



Wednesday, June 08, 2016

EL DÍA DESPUÉS DE MAÑANA (REFLEXIONES POS 5 DE JUNIO)

Por: Eduardo Jiménez J.
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Parece que la suerte está echada y –por estrecho margen- PPK sería el nuevo presidente de la república. Entre la virtud y la fortuna (o si se quiere entre los méritos propios del candidato y el azar), prevaleció la segunda. Más influyó la campaña de demolición contra Keiko y los sentimientos adversos que todavía despierta el fujimorismo, colocando de presidente a un partido y un personaje bastante débiles políticamente.

Uno de los problemas que se va a presentar cuando asuma funciones y termine “la luna de miel” es la gobernabilidad. Su partido político es bastante precario, suerte de independientes reunidos al calor de la campaña. Los votos obtenidos no obedecen a mérito propio, como sí ocurre en Fuerza Popular (la virtud de ampliar su base electoral), sino a la suma de los anti Fujimori que fue recogiendo (la fortuna de encarnar en ese momento el sentimiento de animadversión).

Mitad del país votó por Keiko Fujimori y su herencia política. No es poco y evidencia que estamos ante la emergencia de un partido auténticamente popular, al cual, como al Apra en el pasado, se le están cerrando las puertas del cauce democrático, lo que a su vez puede llevar a un sectarismo político o a una radicalización autoritaria, mezcla de emociones entreveradas.

Como bien señala Víctor Andrés Ponce, el fujimorismo requerirá desprendimiento para colaborar con el gobierno de PPK y liderar al mismo tiempo la oposición, solo así podrá salir del entrampamiento en que se encuentra y dejar sin argumentos a los que viven con miedos, fobias e intereses creados, viendo en espejo retrovisor los años noventa y no el futuro. Tendrá que desprenderse también de varios indeseables, de esos “nuevos ricos” con fortuna dudosa. Menuda responsabilidad le corresponde al partido naranja.

Para gobernar PPK necesitará del consenso, sea de la izquierda o de Fuerza Popular. Dudo que en ambos casos quieran hacer cogobierno con él. A  ninguna de las dos fuerzas le conviene; por lo que deberá recurrir a más independientes para ministerios clave y personal de confianza en la burocracia del estado. Cualquier vaivén o escándalo que surja y su gobierno puede terminar en la anarquía, como el de Toledo.

Otro escenario es que el gobierno de PPK termine “reo” de Fuerza Popular. Necesita sus votos para aprobar muchas iniciativas legislativas y propuestas de su plan de gobierno –como el Banco Minero, por ejemplo-, por lo que podría terminar como una marioneta de FP. “Reina, pero no gobierna”.  Imagino que algunas iniciativas van a ser aprobadas por el Congreso naranja, pero otras lo veo difícil.

Temas que van a causar polémica serán: la renegociación del contrato del gas de Camisea –a lo que PPK se mostraba renuente-, la reforma del sistema pensionario –de lo que no dijo gran cosa-, seguridad ciudadana -con propuestas interesantes, pero poco viables a corto plazo-, la continuidad de la reforma educativa y los programas sociales que deja el actual gobierno. Cuidado con el desmantelamiento progresivo de los mismos, la izquierda deberá estar alerta.

Un asunto que requiere atención es también “el piloto automático” en que ha devenido la economía por 25 años. Requiere reformas y urgentes. En ello, la verdad, ninguno de los dos grupos finalistas se mostraba muy entusiasta de cambios radicales. Si no se reforma el sistema, la probabilidad que emerja un outsider en la siguiente elección es bastante alta. El mito antisistema y el desprecio a la clase política, pueden conjugarse de nuevo para darnos una sorpresa el año del bicentenario de la república.

No quiero ser pesimista, pero le veo pocas probabilidades de gobernanza eficaz a PPK. Va a ser acosado y tironeado por una oposición naranja por un lado y una zurda por el otro. De allí que los fujimoristas van a tener que “sostener” un precario gobierno y ser al mismo tiempo la oposición llamada a sucederlo en el bicentenario. Medio complicado de ejecutar, dado que por lo general quien apoya tácita o explícitamente a un gobierno, termina “quemándose” con este.

Por el lado de Fuerza Popular evaluará los aciertos y errores en la campaña de cara al 2021. Quizás los “albertistas” ganen preeminencia al interior del partido; mientras los “keikistas” –el sector más democrático- se vea reducido. Por ejemplo, ya no parecería descabellada una candidatura presidencial de Kenyi Fujimori, en una suerte de “sucesión dinástica” y con ello quizás el fin de un partido de raigambre popular, dadas las escasas luces del benjamín del clan Fujimori. Se quiera reconocer o no, con Keiko –mucho más política que PPK- el partido se amplió, se modernizó y, sobre la base de la herencia política de Alberto Fujimori, pudo construir no sin esfuerzo un partido auténticamente popular, de derecha popular para mayores señas. 

Hechos que iremos viendo en el futuro.