Friday, August 07, 2020

LAS FRICCIONES ENTRE EJECUTIVO Y LEGISLATIVO: UNA RAYA MÁS AL TIGRE


Por: Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejj2107




Las fricciones entre Ejecutivo y Legislativo son comunes en democracia. El punto es cómo se resuelven. Las extremas, en los últimos 30 años, fueron en el primer gobierno de Fujimori con la disolución del Congreso en 1992 y Vizcarra con una dudosa disolución en 2019. Ambas con el beneplácito de la ciudadanía, no debemos olvidarlo.

Formas extremas, muchas veces lindantes con la inconstitucionalidad y en contra de las formas democráticas. En democracias consolidadas las fricciones entre ambos poderes se resuelven con negociaciones, acuerdos que permitan salir del impasse. Esto último es lo que ha faltado en el gobierno de Vizcarra que optó por salidas confrontacionales con sus vecinos de la Plaza Bolívar.

¿Ha habido irresponsabilidad e intereses subalternos en la decisión del Congreso de denegar la confianza al gabinete Cateriano? Sí las ha habido, pero no han tenido el peso político que el presidente Vizcarra señala. Exceptuando Podemos con obvios reclamos puntuales, parece que primó en las bancadas que negaron la confianza la presión de los reclamos provincianos sobre la desatención en salud por parte del gobierno en el interior del país: falta oxígeno, falta medicinas, faltan médicos, falta todo.

Tampoco era el momento de abstenerse como hicieron dos bancadas. Abstenerse era equivalente a negar la confianza en forma asolapada. Cuidado, que la historia juzga y, a veces, severamente.

Pero también el Ejecutivo tiene gran responsabilidad. Frente al gabinete saliente con más pasivos que activos, se necesitaba un primer ministro más empático con los reclamos de la ciudadanía, básicamente en salud, economía y trabajo. Tener un primer ministro confrontacional como Cateriano, que ninguneó a bancadas que representaban votos, no ayudaba en las relaciones con el Legislativo. Peor si se le asociaba como el “ministro de la Confiep”, más preocupado en inversiones de la gran empresa que en atender las necesidades de la población.

Su discurso de pedido de confianza fue peor. Un discurso de tres horas y media ampuloso, divagante en una serie de promesas difíciles de cumplir en un año, con énfasis en inversiones que demoran en madurar cuatro a cinco años, se debió centrar en las tres cosas básicas que reclama la ciudadanía: cómo se va a combatir el covid, como se reactiva la economía y cómo vemos el tema de los puestos de trabajo.  Cateriano, en cambio, fue con la propuesta del “chorreo”, es decir que las grandes inversiones per se iban a generar empleos de calidad, mientras el covid seguía haciendo estragos en la población.

En democracias consolidadas se requiere negociación, un toma y daca entre los poderes en conflicto. Eso es política, para lo que se requiere un primer ministro más dialogante y negociador con el Legislativo y su pedido de confianza se centre en cosas puntuales, con mayor razón con un Ejecutivo sin bancada propia en el congreso. Hay ministros que ya no deben estar en el nuevo gabinete. Con demasiados anticuerpos, dificultan una negociación.

Políticamente se refuerza Fuerza Popular que, salvo dos integrantes, votaron a favor de la confianza, demostrando muñeca política. Acción Popular está en un marasmo y nunca tan acertado el epítome que la define como “una federación de independientes”. Como dijimos en un artículo anterior, la mayoría que obtuvo en un congreso de transición como el actual era más un presente griego que un pan caído del cielo.

A nivel constitucional y a pesar que sería ir contra una “tradición jurídica”, sería bueno ir evaluando en una eventual reforma constitucional la eliminación del voto de confianza por parte del congreso, pero también la eliminación del ejecutivo de la facultad de disolver el congreso si le censuran dos gabinetes. Eso ayudaría a evitar las fricciones entre Legislativo y Ejecutivo que ha sido constante en nuestra agitada historia republicana.

Thursday, July 30, 2020

UN PEQUEÑO BROTE DE CIVILIZACIÓN.- MAX MAD 3: MÁS ALLÁ DE LA CÚPULA DEL TRUENO


Por: Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejj2107



El género distópico es el que trata sobre un futuro apocalíptico. Es un futuro de sobrevivencia de la especie humana. Películas clásicas del género son El planeta de los simios o la saga de Max Mad, el policía australiano que pierde la cordura por el asesinato de su familia.

Inicialmente compuesta de tres películas: Max Mad (1979), Max Mad 2, el guerrero de la carretera (1981) y Max Mad 3, más allá de la cúpula del trueno (1985). Treinta años después la saga se completó con una cuarta entrega, Max Mad, furia en el camino (2015). Nos interesa la tercera entrega y su contraposición con la cuarta.

Como muchas de las películas distópicas de la época, la civilización humana termina por una hecatombe nuclear. Los pocos seres humanos que quedaron vivos buscan energía para mover los vehículos, y agua y alimentos para sobrevivir. Lo que entendemos por orden público y justicia prácticamente han desaparecido, poblando los caminos pandillas que asolan los pueblos por donde pasan, robando, violando y matando. Prima la ley del más fuerte.

En ese contexto de falta de ley y orden, de una regresión al estado de naturaleza, en la tercera entrega emerge un pueblo, Bartertown, que lo podemos traducir como “El pueblo del trueque”. A falta de moneda oficial, prima el trueque y un mercado de ofertantes y demandantes. No importa la procedencia de los bienes, todo se puede cambiar allí. Sobresale el respeto al contrato y la sanción drástica para quien lo incumple. Tiene algunas leyes elementales, como la que zanja las diferencias entre las partes ingresando a la cúpula del trueno, donde el que sobrevive en el combate es el ganador (“entran dos, sale uno”).

Si bien Bartertown se acerca más a las leyes que gobernaban el wild west; hay que reconocer también que en ese yermo de ley en que se ha convertido el mundo, es una isla de orden y de reglas de juego claras. Los contratos deben respetarse, seguridad jurídica necesaria. En lo económico, el mercado permite interactuar la oferta y demanda de bienes, lo que a su vez mueve la economía. Y la ley, simbolizada en la cúpula del trueno, es el sometimiento a la justicia de las diferencias entre las partes. No es el paraíso, ni estamos en un rule of law, pero hay un orden y reglas que anuncian un brote civilizatorio.

En Bartertown existe una suerte de gobernadora, llamada “la tía que manda” (aunty entity), que fija las reglas. Y también un enano apoyado en un gigantón (llamados master-blaster, maestro y destrozador, por la dupla que hacen, uno como cerebro y el gigante como fuerza física). El enano posee el know-how, el conocimiento para convertir las heces del cerdo en gas metano, necesario para dar energía a la ciudad.

Existe una lucha por el poder entre la tía y el maestro. La tía no es una demócrata que digamos (concentra los tres poderes básicos en sus manos), pero deja hacer a la gente sus negocios en el marco de las reglas de juego impuestas (principio de predictibilidad). El enano desafía a la tía, es el que tiene el poder del conocimiento y busca ser obedecido por eso. No tiene la habilidad política de esta, pero busca su poder político.

En cambio en Max Mad, furia en el camino, la cuarta y hasta el momento última entrega, regresamos a formas de organización social más bien tribales. Existe un líder de la tribu llamado El inmortal Joe, de edad indefinida, que tiene la propiedad de las mujeres y a la vez hijas que le sirven de vehículos de placer y reproducción de la especie, y los hijos varones tenidos con ellas para su seguridad y ejército personal. Estamos en el contexto de la permisión de las relaciones incestuosas y de un régimen patriarcal de sojuzgación total de la mujer (incluso sus hijas usan un cinturón de castidad para no ser tocadas por sus hermanos). Ha desaparecido el tabú que prohíbe las relaciones sexuales entre parientes cercanos, que es la piedra angular de las civilizaciones, y se ha regresionado a formas tribales primitivas.

El control político del Inmortal Joe se produce por medio del agua, recurso escaso en el desierto y que se ofrece a cuentagotas a los que no son ni sus mujeres ni su ejército. También existe un discurso legitimador para llevar a los límites de la muerte a su ejército de hijos: aquellos que se comporten heroicamente ofrendando su vida, ingresarán al Valhalla, suerte de paraíso, donde estarán conduciendo un vehículo por toda la eternidad.

Si en Bartertown existían ciertos brotes de civilización, en la ciudadela donde gobierna el Inmortal Joe regresamos a la tribu. Pero a pesar de ello, y frente al patriarca, lo va a desafiar Furiosa, su lugarteniente, que roba a sus mujeres para liberarlas del cautiverio sexual a las que son sometidas. Es una liberación femenina en cierta manera, usando las herramientas del propio Joe: la fuerza y la astucia. La tía en cambio, es más política. Se comporta como una líder que tiene un proyecto y una visión a futuro que conlleva un pequeño brote de civilización.