Friday, February 03, 2023

NUEVA CONSTITUCIÓN, VIEJOS PROBLEMAS

Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

Circula una encuesta con un alza de los que estarían a favor de una Asamblea Constituyente; y si bien se debe tomar con pinzas no solo por ser una encuesta hecha por teléfono, sino por el ánimo exacerbado que se vive en estos momentos; no obstante ello podemos colegir que esta alza obedece a la situación de convulsión política que estamos viviendo  y al trabajo de concientización que buena parte de la izquierda ha efectuado desde hace mucho tiempo. Ha sido una narrativa de cerca de 20 años donde la izquierda ha vendido la idea que una nueva constitución es la solución de todos nuestros problemas. Se presenta como una suerte de pomada milagrosa curalotodo.

 

En contraste, se presenta a la constitución vigente como la villana de la película, la que no permite hacer obras a favor del pueblo o dar servicios idóneos. Esa narrativa ha calado, sobre todo entre gente sencilla, fácilmente manipulable, que no tiene muchos conocimientos de lo que contiene la carta política.

 

Se debe tomar en cuenta lo que sucedió en Chile el 2019, donde muchos ciudadanos pensaron que el cambio de constitución iba a solucionar los problemas que les aquejaban, olvidando que al final de cuentas la constitución es solo una ley que por sí misma no soluciona ningún problema. Ya calmados los ánimos y viendo el engendro creado por la Asamblea chilena, masivamente votaron por el no al proyecto de nueva constitución.

 

Volviendo al tema, hay dos aspectos que llaman la atención de la encuesta. El manejo empresarial del estado y la eliminación de cualquier signo de derechos a favor de las minorías sexuales y más bien el retorno de ideas retro como la pena de muerte o la penalización del aborto.

 

Sobre el manejo empresarial del estado, cuyo porcentaje ha subido, si bien la encuesta no detalla razones, supongo que parte se debe a la idea que una empresa del estado no cobrará demasiado por los servicios públicos como energía y telecomunicaciones.

 

Lo malo con esta idea es que no toma en cuenta el antecedente histórico de pésimo manejo empresarial que tuvo el estado en los años 70 del siglo pasado cuando se nacionalizó varias empresas internacionales. Tampoco que la más emblemática de todas ellas, Petroperú, arroja pérdidas y el estado la tiene que subsidiar, ergo todos nosotros, los peruanos, ya que sale de los impuestos directos o indirectos que pagamos. Las empresas públicas en nuestro país han sido nido de corrupción, malos manejos y clientelismo, de allí los candados que se pusieron en la constitución vigente.

 

Sobre lo otro (restablecimiento de la pena de muerte y servicio militar obligatorio), podemos decir que los extremos se juntan: la derecha más conservadora, con la izquierda más reaccionaria comulgan en las mismas ideas. Igual sucede con la proscripción de toda mención a los derechos de las minorías sexuales como el matrimonio igualitario o la liberación del aborto, banderas de la izquierda progresista que tienen poco apoyo ciudadano y que, seamos sinceros, siempre fueron banderas de minorías que el sentir mayoritario, mucho más conservador en el Perú.

 

Una constitución no produce por si cambios sociales y lo que cojea entre nosotros más bien son las políticas públicas tanto del gobierno central, como los gobiernos regionales y locales, gobiernos que se han dedicado más a la corrupción y a hacerse ricos rápidamente quien ostenta un cargo público que a atender las necesidades del ciudadano.

 

Esta foto del momento debe ser contrastada con otra que se tome cuando las aguas amainen y se vean las cosas más serenamente. Igualmente hace falta que los liberales defiendan mejor los argumentos a favor de la constitución económica. Una labor no solo académica, sino de base. Un hecho incuestionable y estadístico es que la pobreza bajó notablemente bajo el capítulo económico de la actual carta política, no por la constitución, sino porque se pusieron las bases institucionales de un buen manejo económico que hasta ahora nos ha permitido soportar los embates que hemos sufrido.

Tuesday, January 24, 2023

PUNTO DE QUIEBRE

Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

La izquierda, sobre todo la radical, NO VA A QUERER adelanto de elecciones. El objetivo es conseguir la “Asamblea constituyente” sembrando el caos y la anarquía bajo el dicho “a río revuelto…”. La estrategia es la misma que se usó en Chile en 2019, solo que esta vez el libreto ya es conocido.

 

Adelantar elecciones implica también perder las prebendas de las que se goza y dudo que encuentren mejores que las encontradas en el congreso. Adelantar elecciones sería matar la gallina de los huevos de oro. Para ellos les conviene más seguir jugando a la revolución y ser revolucionarios de twitter que desprenderse de las prebendas gozadas.

 

Qué hacer por el lado del gobierno, sobre todo cuando le reclaman desde un extremo más firmeza (balas), siendo un gobierno que originalmente provino de la propia izquierda y se ve impotente ante los desmanes de sus ex compañeros de ruta.

 

Si muestra demasiada tolerancia con los manifestantes se le acusará de “blando” por la derecha y si muestra firmeza de “asesino” por la izquierda. Entre Escila y Caribdis.

 

La pasividad de las fuerzas del orden no ocurre en las dictaduras cuasi perfectas como las de Venezuela o Nicaragua, pero tampoco en países democráticos con altos estándares en DDHH. Acá, se está jugando al policía pasivo que deje incendiar la pradera e incluso se deje quemar vivo. En ningún país democrático sucedería eso. Ni tampoco ocupar una universidad ilegalmente.

 

Cuando se cometen actos vandálicos, quien los perpetra, es consciente del riesgo que corre. Claro, para los violentistas y cierta izquierda, la narrativa de genocidio “vende más” aquí y afuera, y si hay muertos, mucho mejor.

 

Todo indica que las protestas no son espontáneas, ni tienen reclamos sociales legítimos, sino son coordinadas por una o varias “manos invisibles” y son de naturaleza política. Hay financiamiento, logística y coordinación. Bastante “aceitadas” para ser protestas espontáneas.

 

De todas maneras, en algún momento del futuro cercano, se va a producir un desgaste de las movilizaciones, sea por cansancio, desánimo o falta de recursos económicos, que los que financian van a cortar el caño del dinero ante escasos resultados. En ese momento es probable que se pueda negociar o contar con intermediarios creíbles (Iglesia católica o evangélicas) que propicien el diálogo. En el interín Castillo está cada vez más solo y si bien fue excusa para comenzar la asonada, no interesa ya demasiado si sigue o no detenido. Sus compañeros de ruta lo ven cada vez más como un activo devaluado.

 

Si Boluarte renuncia en estos momentos no calmará las aguas como algunos opinólogos (bien intencionados o no) proponen. Si renuncia, pedirán luego el cierre del congreso, renuncia de la mesa directiva y así hasta llegar a la asamblea constituyente, el objetivo final. Boluarte es un muro de contención que deben apuntalar con firmeza si quieren llegar a fines del 2023 o inicios del 2024.

 

Mientras tanto el gobierno de Dina Boluarte tiene pocas opciones: aguantar con los dientes apretados hasta que las aguas amainen; si sigue remolón el congreso, presionar con su renuncia si no ratifican el adelanto de elecciones; o declarar el estado de sitio en las zonas más levantiscas, última ratio si las cosas van de mal en peor. El diálogo por el momento no está en la agenda de los sublevados o de quienes mecen la cuna desde las sombras.