Saturday, May 25, 2019

ENFOQUE DE GÉNERO

 
Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
       @ejj2107


Se debe reconocer la persistencia y organización de los grupos de la derecha conservadora en materia de religión. Perdieron en el Poder Judicial su demanda por eliminar la “ideología de género” de la currícula escolar, y ahora su debate se concentra en dos espacios: el Congreso, donde encuentran eco principalmente en Fuerza Popular, y la calle. Colocan banderolas en las principales vías, reparten folletos, tienen consistencia sus manifestaciones públicas. Hay que reconocer que se encuentran bien organizados; y también que tanto grupos religiosos fundamentalistas evangélicos como católicos se han asociado en la empresa. Para ellos, la “ideología de género” no es solo la encarnación del mal, sino la punta de lanza para liquidar los valores cristianos occidentales.

Sin proponérselo, estos grupos fundamentalistas, son primos hermanos de los terraplanistas y de los que creen que en el centro de la tierra viven hombres reptiles.

¿Es nocivo el enfoque de género en los textos escolares como argumentan?, ¿en los colegios se promueven las “orgías sexuales” y las relaciones anales como arguyen?

Hasta donde he podido informarme no es lo que dicen sus detractores.

No existe en propiedad una “ideología de género”, sino lo que se denomina un “enfoque de género” que es un instrumento útil para cambiar ciertos estereotipos o patrones culturales que lastran sobretodo conductas contra la mujer.

El clásico ejemplo y que todos lo hemos pasado de chiquillos es que los “hombrecitos” no deben llorar, las “mujercitas” sí lo tienen permitido; o los niños visten de azul y las niñas de rosa. Por citar solo dos ejemplos aparentemente inocuos.

Es que si bien venimos delimitados biológicamente por nuestros sexos, gran parte de nuestro desarrollo, incluyendo el sexual, es cultural en todos los sentidos. Somos quizás los únicos animales en el mundo donde la cultura nos fija pautas y modifica nuestra conducta y herencia biológica.

Ese enfoque cultural es lo que se busca cambiar. Hablar de sexo anal o de sexo oral a adolescentes y decirles que este no es tabú si tiene el consentimiento de ambos, no significa que los mandemos a una orgía sin límites. Es como hablarles del uso del condón. El recomendarle su uso a un adolescente no es incitarlo a tener relaciones sexuales desaforadas.

El enfoque de género es más una herramienta de cambio de ciertos patrones culturales, necesaria en sociedades patriarcales y machistas como la nuestra que carga con patrones antediluvianos de conducta hacia la mujer. Para muestra otro botón: no es casual que nosotros como país tengamos una de las más altas tasas de feminicidio en el mundo.

Hace tiempo que se dejó otro patrón cultural: de que el sexo solo es válido para la reproducción de la especie, como en los otros animales, y como creen incluso ciertos congresistas. Claro, según su entender, solo sexo dentro del matrimonio (religioso) y para fines únicamente reproductivos.

Las palabras bíblicas del “creced y multiplicaos” contenidas en el Antiguo Testamento, obedecieron a una época en que el mundo se encontraba despoblado y la tribu de los judíos era minoría frente a otras etnias. De allí la función reproductiva del sexo a que alude el texto religioso y que algunos congresistas todavía la sostienen sin perturbarse.

En esta era de información al alcance de un celular, es mejor que un niño o un joven se entere de ciertas cosas por voces informadas que a través de páginas webs que explotan, eso sí, el sexo como mercancía. Un respetado congresista de la tercera edad perteneciente a este grupo conservador confesó en una entrevista que recién a los 24 años supo lo que era un homosexual. Un niño lo sabe en estos tiempos.

Los grupos fundamentalistas, católicos o evangélicos, con su proceder promueven, quizás sin querer, que los muchachos y muchachas busquen información “a escondidas”, solo que ahora es más fácil que en la época de sus padres. Olvidan también que su posición religiosa, respetable, solo es aplicable en su grupo y en su familia no en el estado, que es laico. Es totalmente válido que incluso tengan colegios religiosos donde enseñen lo que proponen (y si quieren también que la tierra es plana y que existen los hombres reptiles), pero las políticas públicas las fija el estado.

Sus posturas serían risibles, sino fuese porque un fundamentalista religioso cree tener la única “verdad”, consiguientemente los demás se encuentran equivocados y es válido su “exterminio” de ser necesario, como sucede con ciertos fundamentalistas musulmanes.

Todo extremo es malo y al practicarlo en el tema del enfoque de género, los fundamentalistas religiosos nos retrotraen al más profundo oscurantismo, lejano a la razón y a la ciencia.

Saturday, May 11, 2019

CRIMEN Y CASTIGO

 
Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
       @ejj2107


Los procesos anticorrupción tuvieron su nota dramática con el suicidio del expresidente Alan García cuando iba a ser detenido en Abril pasado. Con cuatro ex presidentes investigados y con orden de detención, más dos alcaldes de la ciudad capital con investigaciones abiertas por recibir sobornos, a un observador foráneo le pudiera parecer erradamente que la justicia en el Perú funciona como en los países donde el poder judicial es un poder autónomo y respetado, sólido e independiente. Bueno, nada más alejado de la realidad.

Los procesos judiciales contra la corrupción se están produciendo en distintos países. No solo el nuestro. Por lo general comienza con noticias y comentarios de la prensa que resaltan el hecho de corrupción, donde casi siempre un político conocido está implicado, se propaga luego a la fiscalía quien tiene la responsabilidad de probar los ilícitos y denunciar y termina con una condena en el Poder Judicial. Algunos sostienen que entre ciertos medios de comunicación y la fiscalía se “está jugando en pared”.

Nadie duda que la alta corrupción debe ser sancionada severamente en nuestro país. Nuestra vida independiente nació plagada de actos corruptos. La polémica está en las largas prisiones preventivas (36 meses) sin que la fiscalía formule denuncia y menos haya juicio. El otro hecho está en si la justicia peruana, como ha sucedido en otros lugares, se está politizando o más bien obedece a presiones sociales y de ciertos medios de información y ONGs. Y al final si tanto esfuerzo erradicará la corrupción del escenario nacional. Los más ingenuos y los más interesados alegan que sí desaparecerá, los más escépticos –entre los que me incluyo- que no.

Sobre el primer punto, las largas detenciones preventivas, ya juristas expertos en el tema, ciertos magistrados, instituciones internacionales y la doctrina recomiendan que no basta con pedir la prisión preventiva de un inculpado invocando la norma, sino demostrar con hechos que es necesaria, sobretodo tomando en cuenta que el privar la libertad a una persona es el último ratio decidendi basado en hechos irrefutables o por lo menos indicios de los que no existe duda alguna. Y todo indica que la fiscalía está pidiendo sin mucho fundamento fáctico las prisiones preventivas por largos periodos de tiempo en los que no formula denuncia alguna contra el inculpado.

El otro punto es si la justicia se está politizando o más bien estamos ante una justicia populista presionada por los medios, las encuestas  y ciertas ONGs pro derechos humanos, casi siempre de izquierda y por naturaleza antiapristas y antifujimoristas.

Creo que hay una mezcla de los dos componentes. Hay mucho de una justicia politizada que por mucho tiempo fue predio exclusivo del partido aprista y que ahora, sobretodo en la nueva hornada de magistrados, debe compartir con otros grupos y tendencias políticas el Poder Judicial.

Para nadie es secreto que antaño, cuando un juez quería ser promocionado a la Corte Suprema debía pedir audiencia a uno de los líderes del Apra. Eran otros tiempos, los de la edad de oro del partido aprista en los predios judiciales. El partido siguió manejando jueces y fiscales de distinto grado, pero fue perdiendo gradual influencia conforme perdía protagonismo político, y a inicios del presente siglo las nuevas promociones de magistrados no se sentían identificadas con el partido de la estrella, ni tampoco lo necesitaban para ser promovidos.

Lo cierto es que el Apra perdió hegemonía judicial conforme fue perdiendo hegemonía política. Los años noventa del siglo pasado marcan un antes y un después. El fujimorismo le quitó mucho poder al Apra en los predios judiciales y retomada la democracia no lo pudo reconquistar como antaño.

A partir de allí comenzaron a tener hegemonía otras tendencias y hasta hemos llegado a tener un presidente de la Corte Suprema ex militante nada menos que de Patria Roja, antaño una de las izquierdas más radicales en nuestro país, impensable en otros tiempos.

En la fiscalía pasó un proceso similar. Los nuevos fiscales no le deben ningún favor político al Apra y es posible que incluso, ideológicamente, sean antiapristas y antifujimoristas. Seamos sinceros: no existe ni juez ni fiscal “puro”, no contaminado con la política en nuestro país.

No digo que sea en toda la administración de justicia o sea un control absoluto del Poder Judicial como en el fujimorismo; más bien tenemos ciertas “coordinaciones” entre áreas segmentadas del ejecutivo como el ministerio de justicia y ciertos jueces y fiscales, como algunos medios de comunicación que tienen las “primicias” de los procesos anticorrupción y ONGs pro derechos humanos que “apalancan” las investigaciones.

Esa convergencia de medios, jueces, fiscales y ONGs está produciendo el levantamiento de las noticias ligadas con la corrupción, sobretodo si llevan el sello del Apra o de Fuerza Popular.

Que la ventilación mediática de los procesos contra la corrupción tenga un efecto profiláctico social, no lo negamos, que sean una suerte de catarsis colectiva de los peruanos, tampoco; pero que tenga consecuencias a futuro en disminuir la corrupción en nuestro país, lo dudo.

Y lo dudo porque disminuir la corrupción obedece más a un trabajo institucional a largo plazo y a cambiar la cultura pro corrupción que tenemos en general en Latinoamérica que llevar a tres o cuatro ex presidentes al banquillo de los acusados y ser atención mediática por algunas semanas.

Son sobretodo “chivos expiatorios” que lucha real contra la corrupción. Son más fuegos artificiales para la platea que lucha real. Estoy seguro que el “club de la construcción” implicado en los sobornos para conseguir las grandes licitaciones del Estado y quienes detentan los poderes fácticos seguirán negociando con el Estado y sacando adelante sus licitaciones en base a coimas hacia quien tenga el poder de turno. Odebrecht lo sacó barato el seguir trabajando en nuestro país a cambio de la delación: apenas una reparación de 180 millones de dólares pagaderos en 15 años.

También trae el riesgo que al licenciar a buena parte de la “clase política” por el caso Lavajato de lugar a una apertura a muchos aventureros de ingresar a la política bajo el lema de “corrupción cero” y que llegados al poder sean los primeros corruptos, como ya sucedió en el pasado con la caída del fujimorismo. Ello, sumado al licenciamiento de todos los integrantes del actual Congreso va a conllevar mayor mediocridad y desprecio hacia la clase política.

Como decíamos en un anterior artículo (2019: entre esperanzas y frustraciones), cuando analizamos la politización del medio ambiente y que el 2019 se debatiría entre las esperanzas del cambio o las frustraciones del todo sigue igual, más parecen estos “cambios” una política del gatopardismo que un sincero deseo de trasformar la situación actual: las cosas tienen que cambiar para que todo sigue igual.