Friday, November 19, 2021

YO PAGO MIS IMPUESTOS

 

Por: Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

Yo pago mis impuestos,

Y tú eres mi enfermera de noche,

Yo pago mis impuestos,

Y tú tienes lo que yo necesito,

Yo pago mis impuestos,

Y tú me cuidas como nadie lo haría

Enfermera de noche

 

Los impuestos han originado cambio de regímenes o hasta revoluciones.

 

Lo que conocemos ahora como derechos constitucionales y delimitación del poder del gobernante nació por una cuestión de impuestos en la Inglaterra del siglo XIII, cuando los nobles de la época (los principales contribuyentes) le hicieron firmar un compromiso a Juan sin tierra para consultarles cada vez que quisiera crear impuestos. Luego la democracia representativa tomó la idea y solo el Parlamento, que representaba a los comunes, aquellos sin título nobiliario, podía crear nuevos tributos.

 

En las 13 colonias de América del Norte fue el impuesto al te lo que originó la revolución americana que crearía después una forma de gobierno totalmente inusual en el siglo XVIII, con monarquías por todos lados: la república. El gobierno de todos y para todos.

 

Los impuestos son cosa seria. Es que chocan con el bolsillo de la gente. Sin ir muy lejos, meses atrás en Colombia al gobierno de Iván Duque se le ocurrió subir impuestos.

 

Como acá, recién se salía de la pandemia, muchas personas habían perdido sus empleos, se gastaron sus ahorros o tuvo que sobrevivir en la informalidad. Las empresas se estaban recuperando, y un gobierno que había gastado más que sus ingresos no se le ocurrió mejor forma de tener más dinero que subir los impuestos. Las protestas costaron varios muertos y la impopularidad del gobierno estuvo en su punto más bajo, debiendo retroceder en su intento y el ministro de economía renunciar a su cargo.

 

Por estas tierras al gobierno de Pedro Castillo y su ministro de Economía no se les ocurrió mejor idea que subir impuestos para tener más ingresos. No se sabe para qué quieren el dinero. Salvo generalidades, no han explicado cuál es el plan que tienen. ¿Será para regalar más bonos y tener un clima propicio para la asamblea constituyente, para pagar favores políticos o poner embajadores tipo Richard Rojas? El gobierno no lo dice.

 

En otras latitudes la trasparencia en los gastos del gobierno, mostrando al contribuyente en qué se gasta su dinero es clara. Los servicios que brinda el estado son idóneos y se ven. Acá reina la más absoluta mudez de cómo se gastarán nuestros impuestos. Si fuera para darle mejor educación a un niño de pocos recursos, en buena hora; pero con el ministro de Educación que tenemos, se nota que la educación es lo que menos le importa.

 

La curva de Laffer determina que bajando impuestos el estado puede recaudar más o cómo el estado puede maximizar los tributos. En otras palabras, si se sube demasiado un impuesto, la gente comprará menos ese bien gravado y el estado recaudará menos. Tengamos presente que el impuesto al final lo paga el consumidor. Y lo que es obvio: a mayor crecimiento mayor recaudación; pero si en estos momentos que recién nos recuperamos de la pandemia se suben impuestos, el efecto será el contrario. Y un detalle adicional: el crecimiento no solo está relacionado a los números azules en las cuentas, sino a la confianza que genere o no el gobierno.

 

Aumentar impuestos a las personas y empresas en estos momentos, y en un clima político bastante enrarecido con los constantes intentos del gobierno de cerrar el congreso, estatizar empresas y convocar a una asamblea constituyente, no es el más idóneo. Tampoco es tan cierto que este paquete tributario sea “solo para los ricos”. Tal como está diseñado afectará al pequeño ahorrista, al que vive de su empleo y hasta al jubilado que redondea su ingreso alquilando un cuarto o un departamento.

 

Hay impuestos ridículos en el proyecto del gobierno, como el que quiere gravar Netflix. No creo se consiga mucho en recaudación o la gente pasará a “piratear” la famosa red de streaming. Con el impuesto a los alquileres pasa algo similar. Duplicarlos de 5% a 10% hará que los esfuerzos hasta hoy de formalizar las rentas por alquiler de bienes caigan en saco roto y la recaudación baje y se vuelva al tradicional “recibito” a mano, obviando la formalidad tributaria. Igual sucede con duplicar el impuesto a la renta por venta de bienes, principalmente inmuebles. Se paga de renta un 5% cuando se vende un departamento o una casa, no es mucho, es manejable; pero si lo duplican se fomentará que en el contrato de compraventa figure un precio bastante menor y la diferencia para el precio real se de “por bajo la mesa”, sin constar en ningún documento. Que la Sunat fiscalice todo eso es prácticamente imposible.

 

Existen dos retos fundamentales en una auténtica reforma tributaria: ampliar la base tributaria entrando a las procelosas aguas de la informalidad, tarea ardua y difícil, y reducir drásticamente la elusión y evasión tributaria. Este paquete de impuestos no apunta a ninguno de los dos objetivos, es solo subir impuestos a los que siempre tributan. Se obvia que el 80% de la masa laboral ya es informal y gran parte de las pequeñas empresas también. No sé si le “costará la cabeza” al actual ministro de economía, como sucedió con su par en Colombia, pero el efecto de su propuesta será totalmente regresivo: No se conseguirá mayor recaudación y la informalidad seguirá creciendo.

 

Friday, November 12, 2021

EL NUEVO SOMOZA

 

Por: Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

Son esas ironías que trae la historia. El Frente Sandinista de Liberación Nacional con Daniel Ortega se ha convertido en lo que tanto aborreció y por lo que murieron muchos nicaragüenses: una dictadura. Ellos que emergieron a la vida política precisamente por luchar contra la dictadura de los Somoza, años después acaban convirtiéndose en lo que tanto aborrecieron.

 

Encarcelando a todos los opositores, al mejor estilo de las dictaduras folclóricas, Daniel Ortega acaba de rereelergirse, sumando con el nuevo período 20 años consecutivos en el poder. Y cómo no podía ser de otra forma en una dictadura tropical, su mujer es la vicepresidenta. Todo queda en familia.

 

Son esas pesadillas que suceden en América Latina. Países con poca solidez democrática y más bien tendientes a gobiernos autoritarios, difícilmente pueden aclimatar un proceso político de democracia representativa. Para los actores políticos del autoritarismo, parafraseando a un conocido operador local, la democracia “es una pelotudez”.

 

Por lo general se combina autoritarismo con corrupción. Algo se veía venir en Nicaragua con la llamada “piñata” que fue la repartija en los años 80 de las grandes propiedades de los colaboradores de Somoza entre los entrantes revolucionarios sandinistas. Algo que en su momento denunció Edén Pastora, militante de antigua data del sandinismo y que fue satanizado de “contrarrevolucionario” por la izquierda de ese entonces. Total, era un “gobierno progresista” y todo se perdona.

 

Curiosamente muchos gobiernos de izquierda terminan pareciéndose a lo que más aborrecieron en la derecha: una dictadura. Solo que en este caso no se denuncia tanto precisamente porque es “un gobierno de izquierda”. Se combina populismo con un líder carismático y termina la obra de teatro en hambruna del pueblo, corrupción y sin libertad, acompañado de nuevos millonarios que hicieron su fortuna al cobijo del régimen. Por lo general todo comienza con una “asamblea constituyente”, el resto del libreto es conocido.

 

¿Cómo terminará la nueva dictadura en Nicaragua?

 

Posiblemente en un momento Ortega caerá, el asunto es si quien lo reemplace no se convierta en un nuevo Ortega, y la obra se repita solo que con nuevos actores.