Wednesday, December 22, 2021

LIBERTAD DE VACUNARSE

 

Por: Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

La polémica entre vacunadores y antivacunadores tarde o temprano iba a llegar a estas tierras. Quizás un poco por remedo, por copia de todo lo que se dice o se hace afuera. La fiebre antivacuna ha llegado hasta el Congreso, promoviendo Perú Libre una ley que no obligue a vacunarse y exhibir el certificado al ingresar a un lugar cerrado. En la práctica equivale a no vacunarse. Posición muy similar a la de Avanza País y Renovación Popular. Como que los extremos se tocan.

 

Existen varios elementos que ponderar antes de entrar en un liberalismo in extremis de decisión al libre albedrío.

 

En materia de salud pública más importa la sociedad que el individuo. Es lo que sucede, por ejemplo, con la prohibición de fumar en lugares públicos. A nadie se le ocurriría que de acuerdo a su libre albedrío puede fumar en un ambiente cerrado. En otras palabras, el derecho de los más se privilegia al derecho de los menos de no vacunarse.

 

Igual sucede con el costo-beneficio. Más caro sale al estado dejar en libertad la vacunación ya que la tasa de contagios es inversamente proporcional al número de vacunados. A mayor tasa de contagiados, mayor saturación de los hospitales públicos. Ya pasamos por esa experiencia.

 

Y los legalistas no deben olvidar que la propia Constitución Política prescribe que el estado determina la Política Nacional de Salud, entre ellas claro está, la vacunación. Ello acompañado de la Ley General de Salud. Quiérase o no el estado impone su voluntad y ius imperium en estos temas, por más que a algunos les suene a comunismo.

 

Por otro lado, si nos atenemos al derecho de propiedad privada, los centros comerciales, empresas, restaurantes, cines, colegios y demás lugares de carácter privado, pueden pedir muy bien la exhibición del certificado de vacunación para dejar ingresar a la gente. Nadie podrá alegar discriminación porque en la propiedad privada el propietario es quien determina las condiciones para el ingreso a su predio. Y el estado, con sus bienes públicos, podrá hacer lo mismo. Igual sucede con los estados que nieguen el ingreso a los no vacunados. Algo así como reservarse el derecho de admisión.

 

Naturalmente que frente a estas variables de restricción aparecerán los abogados que plantearán acciones de amparo o de habeas corpus. Los Walter Ayala que buscarán su cuarto de hora de fama. Y, de repente, no me extrañaría que algún juez proclive a estas acciones, les de trámite.

 

Por donde se le mire, la salud es un bien público, más tratándose de un virus tan contagioso y letal, que ya ocasionó 200,000 muertos en nuestro país. El romanticismo individualista liberal y los intereses creados detrás de la no obligatoriedad de vacunarse tendrán que resignarse a la noción de bien público.

 

Wednesday, December 08, 2021

LA CONSTITUYENTE, OTRA VEZ

 

Por: Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

Como un fantasma que se niega a abandonar este mundo, regresa de nuevo la Constituyente que aprobaría una nueva carta política que a su vez daría prosperidad y felicidad al pueblo peruano. Seríamos eternamente felices y prósperos, por siempre y para siempre.

 

Pero, ¿realmente es así?

 

Años atrás, con ocasión de la candidatura de Ollanta Humala en el 2006 y el 2011, que postulaba un retorno a la constitución de 1979, decíamos que una ley (la constitución política al final de cuentas es una norma jurídica) por si no traía ni el desarrollo ni la prosperidad de una nación. Es más, existe evidencia que con constituciones conservadoras se realizaron reformas sociales, a lo que se añade la data del presente siglo donde gobiernos de izquierda cambiaron su constitución (Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador), cuyo cambio no generó ninguna prosperidad y menos desarrollo para el pueblo, sino, incluso, todo lo contrario (se puede revisar los índices de desigualdad de los países de la órbita chavista,y en todos, absolutamente todos, la desigualdad ha crecido, y la pobreza se ha extendido y ahondado).

 

Es un espejismo o para decirlo más llanamente un “engañamuchachos” una constitución que los promotores ocultan su verdadero sentido. Dicen que es necesaria una asamblea constituyente (sin sustentarlo adecuadamente) y menos indicar qué se quiere reformar de la carta vigente.

 

Vista la experiencia chavista de “cambio de constitución” el objetivo oculto es perpetuarse en el poder con reelecciones indefinidas y un control sobre los otros dos poderes del estado y sobre los órganos de fiscalización como el JNE, el Poder Judicial, la Defensoría del Pueblo, Ministerio Público y los medios de comunicación. De allí la obsesión que tienen de controlar a la prensa de una u otra forma.

 

En otras palabras, Perú Libre busca eternizarse en el poder. Ese es el “secreto” de la asamblea constituyente.

 

Lo que está sucediendo en Perú, es un guion que ya se vio en otros países, por lo que no ha tomado desprevenida a gran parte de la sociedad. Es más, usando medios propios de la izquierda, se han podido formar focos de resistencia ciudadana y una participación popular en un pedido de no incluir la asamblea como medio de reforma de la carta política.

 

Por eso no la tienen tan fácil los promotores de la asamblea constituyente, a pesar de tener a su lado el poder y los recursos económicos y humanos que el poder otorga.

 

El estilo tampoco es novedoso, es lo mismo que se hizo en Bolivia y ahora en Chile: querer invocar la representación “plurinacional” a través de organismos “nombrados a dedo” que supuestamente representan a la sociedad, dejando en minoría la elección por medio de representantes elegidos en las urnas

 

Este patrón típico del “socialismo del siglo XXI” busca socavar la democracia usando los mecanismos que la propia democracia permite, hasta dejarla sin contenido real. Por cierto, ese estilo corporativo de aglutinar gremios “representativos” en el estado es típico de los autoritarismos de izquierda o de derecha. Chávez de nuevo, pero también Franco en España, y entre nosotros, el gobierno militar de Velasco Alvarado en los años 70 del siglo pasado.

 

Lo bueno es que ya se conoce el estilo de copar y perpetuarse en el poder de este socialismo autoritario. La contención va por tener una oposición organizada y fuerte que comprenda al Congreso y a la sociedad civil, usando las calles de ser necesario. En estos meses el futuro está en juego.