El proyecto de ley aprobado en Marzo pasado por la Asamblea Popular Nacional (el legislativo chino) concede igual trato jurídico a la propiedad del estado (pública), la colectiva (de las comunidades campesinas) y a la privada. En el fondo, políticamente, es un reconocimiento a que la mitad de la riqueza nacional proviene del sector privado y, por tanto, una necesaria elevación del estatus jurídico de la propiedad privada, limitando a su vez a la propiedad pública que gozaba de privilegios universales.
La ley de la propiedad entrará en vigencia el 1º de Octubre de 2007 y establece que “todo tipo de propiedad, desde la estatal a la colectiva, individual [es decir la particular o privada, nota del autor] o de otro tipo, está protegida por la ley y nadie puede atentar contra ella”.
Lo cual no tiene nada de raro en el Occidente capitalista, pero sí de un país todavía autodenominado “socialista”, en el cual la propiedad pública ha sido la predominante. El gran giro que se dio en la economía china hace treinta años tenía que terminar, tarde o temprano, en el reconocimiento legal de la propiedad privada sobre los medios de producción.
El punto de discusión es que conforme a los planteamientos marxistas-leninistas, la propiedad privada debe ser abolida, o por lo menos reducirse a su mínima expresión en la etapa de transición al comunismo que es el socialismo. No al revés. Así, llegados al “paraíso comunista” ya no existiría propiedad privada, tampoco estado ni familia como las entendemos actualmente. Sería un mundo sin guerras, ni problemas económicos ni sociales, conflictos originados en gran parte por la tenencia de la propiedad.
De allí que sea un contrasentido ideológico que el propio Partido Comunista Chino reconozca igual estatus jurídico a la propiedad privada. Es como –por citar un ejemplo- un liberal ortodoxo reconozca la necesidad de subsidios en una economía de libre mercado.
Pero, no se crea que el asunto solo queda en el mero reconocimiento –lo cual, con tiras y aflojas, se venía trabajando desde años atrás-, sino que una meta del PC Chino es que en el año 2021, cuando se cumpla el centenario de la fundación del partido fundado por Mao Tse Tung, cada familia china vaya a las celebraciones en su carro propio, consolidando la “construcción de un país socialista próspero, poderoso, democrático y civilizado”; conllevando a la creación de una enorme clase media, quizás la más grande del planeta; pero, también a que China se convierta en uno de los principales contaminantes del mundo. Ya actualmente, debido a su acelerado proceso de industrialización, ocupa el segundo lugar en contaminación ambiental luego de EEUU; a este paso es probable que fácilmente le quite el primer lugar.
******
Hasta hace algunos años atrás gente de izquierda que milita o había militado en algún partido de origen marxista creía que China era la “salvación” luego del derrumbe de la Unión Soviética y el mundo socialista. Veían al modelo chino como un modelo sui generis para ir al socialismo. No creo que ahora abriguen muchas esperanzas, habría que ser muy ingenuo o muy cínico para decir que China va al socialismo. Las reformas iniciadas hace treinta años por Deng Xio Ping tras el agotamiento del modelo maoísta giró inexorablemente al capitalismo, en un modelo híbrido conocido como “socialismo de mercado”, debido a que mantiene la forma única y totalitaria del control del poder político por el Partido Comunista y el libre mercado en lo económico.
La tenencia de la propiedad en manos privadas, la transferencia de muchas empresas del Estado Chino a sectores particulares, la creación de una clase social de nuevos ricos (conocidos como “los millonarios rojos”) y el surgimiento de una poco a poco acomodada e inmensa clase media, apunta a una sociedad que descansa en el libre mercado como forma económica con todas las consecuencias que ello trae.
Las “lacras capitalistas” abolidas en los primeros años de la revolución han vuelto a aparecer, como la prostitución y el consumo de drogas. La prostitución está dando lugar a que se incremente alarmantemente los niveles de SIDA en la sociedad china, así como la distribución de revistas para hombres (tipo Playboy) con modelos semidesnudas, insinuantes y con rasgos occidentales; así como la ropa de moda o lo último en tecnología que los jóvenes disfrutan en las grandes ciudades.
Otro problema que trae el enriquecimiento es la corrupción, la cual ha aumentado considerablemente entre los funcionarios chinos, muchos afiliados al Partido Comunista y en cargos importantes. Pese a la drástica penalización que existe, los funcionarios en puestos clave no pueden contra la tentación de favorecer una licitación o a un consorcio a cambio de una “comisión”. La dirigencia del PC ya no sabe cómo controlar este cáncer que se ha enquistado en la burocracia.
Un segmento social que se ha enriquecido igualmente con el tráfico de influencias son los hijos de los grandes líderes de la revolución, los que no han hecho mucho honor a los nombres que llevan y más bien se han aprovechado de ello para influenciar en decisiones gubernamentales a favor de grupos de poder económico.
*****
Pero algo que trae esta ola renovadora de inspiración occidental repercute también en el campo jurídico. Ahora se valoriza más a la Constitución como la ley suprema de la nación y el Estado Chino. Asimismo, los derechos fundamentales –considerados “burgueses” en otra época- se están incorporando en la carta política, aunque por el momento sean más letra que realidad viva. Precisamente dentro de esos derechos se elevó a rango constitucional el derecho a la propiedad, por lo que la ley aprobada es una consecuencia directa de ese reconocimiento constitucional a la propiedad privada.
Igualmente están mejorando su legislación en materia civil. Eso ha motivado que muchos juristas chinos estén estudiando los principales códigos civiles del mundo para adaptarlos a su realidad. Incluso tengo entendido que nuestro querido Código Civil de 1984 ha sido objeto de estudio, junto con el Código Civil argentino y el chileno, estos dos últimos los más antiguos de la región.
Se viven muchos cambios en la sociedad china. La pregunta es hasta dónde llegarán. Alguien comentó irónicamente si al año 2021 (el centenario) llegará el PC Chino. Yo creo que sí. La pregunta es cómo llegará. Se convertirá en un partido democrático, habrá elecciones universales y secretas para elegir a sus dirigentes, China se abrirá aún más a Occidente o se quedarán sólo en la reforma económica, manteniendo la rigidez del partido.
Algo que enseña la historia es que cuando se inicia una reforma profunda sea política, religiosa, económica o social, tarde o temprano repercute a toda la sociedad, cubriendo ámbitos sociales inimaginables, que los gestores iniciales de la reforma jamás pensaron. Algo de eso puede suceder en la China de las siguientes décadas.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Monday, April 23, 2007
Thursday, April 19, 2007
DE TRAGEDIAS Y ELECCIONES… Y UN POCO DE LO NUESTRO
MASACRE EN USA
Semana fatídica. Otro asesinato masivo en un centro universitario norteamericano. Más de treinta muertos, entre ellos un connacional. Creo que Estados Unidos es el único país del mundo donde ocurren estas tragedias y no se requiere ser muy perspicaz para darse cuenta que la facilidad con que se mata allá está en directa relación con la facilidad para adquirir un arma de fuego. El ser humano es violento por naturaleza, es parte de nuestra animalidad que no hemos podido superar hasta ahora en nuestro proceso evolutivo, así que si se le da facilidades para matar, lo hará. Y con un arma de fuego es la forma más fácil y directa. No creo que ni siquiera esta última matanza (superó largamente a la de Columbine) modifique las leyes para comprar armas de fuego. Aunque algo deben hacer, la sociedad norteamericana, con toda la opulencia y riqueza que tiene, es anómala y está enferma. Si los políticos no se ponen fuertes y ceden a la industria de las armas y grupos de interés, es poco lo que se puede hacer para cambiar el actual estado de las cosas. Tendrán que pasar cien masacres similares para que se sensibilicen y se den cuenta que ya no están en el lejano oeste.
ECUADOR
Más cerca de nosotros, en Ecuador, como se suponía, ganó ampliamente la convocatoria para la asamblea constituyente promovida por el presidente Correa. Se la jugó y sabía que iba a ganar por el enorme desprestigio que tiene la clase política ecuatoriana. Con un preámbulo de destitución de congresistas por parte del órgano electoral, campaña proselitista activa del presidente ecuatoriano por el Sí a la constituyente, el mito fundacional de una nueva república a través de una nueva carta política se vuelve a repetir en la región, como en Bolivia y anteriormente Venezuela. Si bien actualmente quienes han propuesto una nueva constitución son los países donde su clase política oficial propugna un “socialismo para el siglo XXI”, lo cierto es que hace quince años atrás ya Alberto Fujimori en Perú proponía lo mismo, solo que en una vertiente neoliberal: disolución de los poderes, asumir todo el poder en la presidencia, vaciamiento de las instituciones democráticas, silenciamiento de la oposición y “compra” de las masas con dádivas desde el gobierno, amén de una soterrada corrupción interna, son aspectos del autoritarismo que a los peruanos ya nos son conocidos. En eso, al parecer, nosotros vamos ya por otro camino, el de las “aburridas” democracias. No hay nada espectacular ni melodramático a la vista, felizmente, aunque a veces tenemos nuestras “recaídas”.
FIRMÉ PERO NO ME ACUERDO QUÉ
Quizás se le podría poner un título así a las declaraciones del Ministro de Vivienda y Construcción del gobierno aprista con relación a la contratación de “publireportajes” con un conocido periódico de la era fuji-montesinista. Y, es que habría que ser muy estúpido para firmar un acuerdo de esa naturaleza y demasiado ingenuo para no leer lo que se estaba contratando. Lamentablemente el Ministro no ha dado explicaciones suficientes al respecto y lo único que queda es que renuncie o sea censurado en el congreso. Sea que haya actuado por torpeza o por ingenuidad no merece quedarse en el cargo. En cualquier país democrático ya ese ministro habría renunciado hace mucho tiempo, sin esperar siquiera a que el Presidente le pida la renuncia. Más cuando ya tenemos antecedentes de “errores” similares en el presente gobierno que aconseja mejor cortar por lo sano. El “caso Pandolfi” fue otro “error” de ese tipo. Esperemos que el presente caso no sea la excepción, sería un serio precedente de no hacerlo.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Semana fatídica. Otro asesinato masivo en un centro universitario norteamericano. Más de treinta muertos, entre ellos un connacional. Creo que Estados Unidos es el único país del mundo donde ocurren estas tragedias y no se requiere ser muy perspicaz para darse cuenta que la facilidad con que se mata allá está en directa relación con la facilidad para adquirir un arma de fuego. El ser humano es violento por naturaleza, es parte de nuestra animalidad que no hemos podido superar hasta ahora en nuestro proceso evolutivo, así que si se le da facilidades para matar, lo hará. Y con un arma de fuego es la forma más fácil y directa. No creo que ni siquiera esta última matanza (superó largamente a la de Columbine) modifique las leyes para comprar armas de fuego. Aunque algo deben hacer, la sociedad norteamericana, con toda la opulencia y riqueza que tiene, es anómala y está enferma. Si los políticos no se ponen fuertes y ceden a la industria de las armas y grupos de interés, es poco lo que se puede hacer para cambiar el actual estado de las cosas. Tendrán que pasar cien masacres similares para que se sensibilicen y se den cuenta que ya no están en el lejano oeste.
ECUADOR
Más cerca de nosotros, en Ecuador, como se suponía, ganó ampliamente la convocatoria para la asamblea constituyente promovida por el presidente Correa. Se la jugó y sabía que iba a ganar por el enorme desprestigio que tiene la clase política ecuatoriana. Con un preámbulo de destitución de congresistas por parte del órgano electoral, campaña proselitista activa del presidente ecuatoriano por el Sí a la constituyente, el mito fundacional de una nueva república a través de una nueva carta política se vuelve a repetir en la región, como en Bolivia y anteriormente Venezuela. Si bien actualmente quienes han propuesto una nueva constitución son los países donde su clase política oficial propugna un “socialismo para el siglo XXI”, lo cierto es que hace quince años atrás ya Alberto Fujimori en Perú proponía lo mismo, solo que en una vertiente neoliberal: disolución de los poderes, asumir todo el poder en la presidencia, vaciamiento de las instituciones democráticas, silenciamiento de la oposición y “compra” de las masas con dádivas desde el gobierno, amén de una soterrada corrupción interna, son aspectos del autoritarismo que a los peruanos ya nos son conocidos. En eso, al parecer, nosotros vamos ya por otro camino, el de las “aburridas” democracias. No hay nada espectacular ni melodramático a la vista, felizmente, aunque a veces tenemos nuestras “recaídas”.
FIRMÉ PERO NO ME ACUERDO QUÉ
Quizás se le podría poner un título así a las declaraciones del Ministro de Vivienda y Construcción del gobierno aprista con relación a la contratación de “publireportajes” con un conocido periódico de la era fuji-montesinista. Y, es que habría que ser muy estúpido para firmar un acuerdo de esa naturaleza y demasiado ingenuo para no leer lo que se estaba contratando. Lamentablemente el Ministro no ha dado explicaciones suficientes al respecto y lo único que queda es que renuncie o sea censurado en el congreso. Sea que haya actuado por torpeza o por ingenuidad no merece quedarse en el cargo. En cualquier país democrático ya ese ministro habría renunciado hace mucho tiempo, sin esperar siquiera a que el Presidente le pida la renuncia. Más cuando ya tenemos antecedentes de “errores” similares en el presente gobierno que aconseja mejor cortar por lo sano. El “caso Pandolfi” fue otro “error” de ese tipo. Esperemos que el presente caso no sea la excepción, sería un serio precedente de no hacerlo.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, April 17, 2007
COREA DEL NORTE Y EL “SOCIALISMO DE MERCADO”
Todo parece indicar que uno de los últimos bastiones del comunismo “puro y duro” va camino a lo que se ha venido en llamar el “socialismo de mercado”.
El término socialismo de mercado no proviene de la Ciencia Política, sino del periodismo, y es usado para referirse a aquellos procesos socialistas de viraje en lo económico a fin de “saltar” a una economía de mercado capitalista, reconocimiento y protección jurídica a la propiedad privada y admisión de capital extranjero. Todo lo contrario a los postulados socialistas ortodoxos de propiedad estatal, planificación milimétrica y autarquía económica.
El ejemplo por antonomasia de socialismo de mercado es China. Desde la muerte de Mao Tse Tung hace treinta años, se inició un viraje del rumbo económico bajo la dirección de Deng Xia Ping. Utilizando una idea-guía expresada en metáfora, no importa de qué color sea el gato con tal que caze a los ratones, daba a entender que la apertura económica y la introducción de los principios y valores capitalistas tenían por finalidad el desarrollo.
Las consecuencias de la propuesta de Deng Xia Ping están en pleno proceso de evolución. Quizás ni él ni los dirigentes chinos de aquella época imaginaron jamás las consecuencias profundas del viraje realizado a fines de los años setenta; pero, no es necesario ser muy zahorí para darse cuenta que si introduces principios y valores de un sistema determinado –el capitalismo-, más temprano que tarde la sociedad que los aplica se convierte al capitalismo. Es una paradoja que el propio Carlos Marx jamás se lo habría imaginado.
El ejemplo de prácticas de socialismo de mercado lo han seguido otros países de la órbita socialista como Vietnam que vivió aislada luego del triunfo de los vietcongs; es el camino que probablemente siga la Cuba post Fidel, y es el camino que al parecer está siguiendo Corea del Norte. Tímidamente, como un ensayo, permitiendo que el conglomerado Hyundai erija un fastuoso complejo turístico en el monte Kumgang y que popularmente ya se le conoce como Hyundailandia.
Hay que reconocer que la Hyundai ha tenido mucha paciencia y tenacidad para lograr plasmar su ambicioso proyecto. Ayuda mucho el idioma y la cultura común de una nación que se dividió en dos, muy similar a lo que pasó con la Alemania de la post guerra. Incluso, ahora que ya están haciendo negocios en común ambas Coreas, se habla de firmar un Tratado de Paz que zanje el diferendo de 1953 definitivamente (técnicamente las dos Coreas solo tienen un cese de las hostilidades, debido a que en aquella época se suscribió únicamente un armisticio o alto al fuego).
Sin embargo, las oportunidades económicas no estarán exentas de problemas. Uno de ellos tiene que ver con el costo laboral. La mano de obra en Corea del Norte cuesta poco más de US$ 50.00 mensuales, mientras que sus hermanos del Sur reciben alrededor de US$ 2,500.00. La diferencia es abismal, por lo que de abrirse totalmente las puertas “al capital hermano del Sur” se produciría un masivo traslado de las fábricas hacia el Norte, aparte que la mano de obra “socialista” es mucho más disciplinada (léase no hacen huelgas).
En este clima de distensión, a ninguna de las Coreas le conviene una guerra, como tampoco a sus vecinos, sobretodo al Japón, que hace poco su mar recibió un misil con ojiva nuclear de Corea del Norte, que más pareció una demostración de fuerza para ganar posiciones en una eventual negociación de desarme que un acto netamente bélico.
Pero esta gradual apertura va a distar mucho de una fusión por absorción como fue el caso alemán, donde la Alemania del Oeste “se comió” a la extinta RDA, sino que tendremos por un buen tiempo el régimen de partido único y las casi nulas libertades políticas, que es la contraparte del socialismo de mercado; y, de ganar los inversionistas occidentales nuevos mercados con la apertura económica de Corea del Norte, lo más probable es que se hagan de la vista gorda frente a la nula apertura política. Total, para ellos business son business.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
El término socialismo de mercado no proviene de la Ciencia Política, sino del periodismo, y es usado para referirse a aquellos procesos socialistas de viraje en lo económico a fin de “saltar” a una economía de mercado capitalista, reconocimiento y protección jurídica a la propiedad privada y admisión de capital extranjero. Todo lo contrario a los postulados socialistas ortodoxos de propiedad estatal, planificación milimétrica y autarquía económica.
El ejemplo por antonomasia de socialismo de mercado es China. Desde la muerte de Mao Tse Tung hace treinta años, se inició un viraje del rumbo económico bajo la dirección de Deng Xia Ping. Utilizando una idea-guía expresada en metáfora, no importa de qué color sea el gato con tal que caze a los ratones, daba a entender que la apertura económica y la introducción de los principios y valores capitalistas tenían por finalidad el desarrollo.
Las consecuencias de la propuesta de Deng Xia Ping están en pleno proceso de evolución. Quizás ni él ni los dirigentes chinos de aquella época imaginaron jamás las consecuencias profundas del viraje realizado a fines de los años setenta; pero, no es necesario ser muy zahorí para darse cuenta que si introduces principios y valores de un sistema determinado –el capitalismo-, más temprano que tarde la sociedad que los aplica se convierte al capitalismo. Es una paradoja que el propio Carlos Marx jamás se lo habría imaginado.
El ejemplo de prácticas de socialismo de mercado lo han seguido otros países de la órbita socialista como Vietnam que vivió aislada luego del triunfo de los vietcongs; es el camino que probablemente siga la Cuba post Fidel, y es el camino que al parecer está siguiendo Corea del Norte. Tímidamente, como un ensayo, permitiendo que el conglomerado Hyundai erija un fastuoso complejo turístico en el monte Kumgang y que popularmente ya se le conoce como Hyundailandia.
Hay que reconocer que la Hyundai ha tenido mucha paciencia y tenacidad para lograr plasmar su ambicioso proyecto. Ayuda mucho el idioma y la cultura común de una nación que se dividió en dos, muy similar a lo que pasó con la Alemania de la post guerra. Incluso, ahora que ya están haciendo negocios en común ambas Coreas, se habla de firmar un Tratado de Paz que zanje el diferendo de 1953 definitivamente (técnicamente las dos Coreas solo tienen un cese de las hostilidades, debido a que en aquella época se suscribió únicamente un armisticio o alto al fuego).
Sin embargo, las oportunidades económicas no estarán exentas de problemas. Uno de ellos tiene que ver con el costo laboral. La mano de obra en Corea del Norte cuesta poco más de US$ 50.00 mensuales, mientras que sus hermanos del Sur reciben alrededor de US$ 2,500.00. La diferencia es abismal, por lo que de abrirse totalmente las puertas “al capital hermano del Sur” se produciría un masivo traslado de las fábricas hacia el Norte, aparte que la mano de obra “socialista” es mucho más disciplinada (léase no hacen huelgas).
En este clima de distensión, a ninguna de las Coreas le conviene una guerra, como tampoco a sus vecinos, sobretodo al Japón, que hace poco su mar recibió un misil con ojiva nuclear de Corea del Norte, que más pareció una demostración de fuerza para ganar posiciones en una eventual negociación de desarme que un acto netamente bélico.
Pero esta gradual apertura va a distar mucho de una fusión por absorción como fue el caso alemán, donde la Alemania del Oeste “se comió” a la extinta RDA, sino que tendremos por un buen tiempo el régimen de partido único y las casi nulas libertades políticas, que es la contraparte del socialismo de mercado; y, de ganar los inversionistas occidentales nuevos mercados con la apertura económica de Corea del Norte, lo más probable es que se hagan de la vista gorda frente a la nula apertura política. Total, para ellos business son business.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, April 03, 2007
5.4.92: 15 AÑOS DESPUÉS
Recuerdo que la noticia del golpe de estado de Alberto Fujimori la escuché en la radio del taxi que me llevaba a la estación del bus con el que retornaba a Lima. Había estado en la ciudad de Huancayo el fin de semana y ese domingo por la noche regresaba a Lima. No lo podía creer. Pensé que era una noticia errónea de la prensa, que un presidente constitucional de un golpe contra los otros dos poderes del estado era retrotraernos a una etapa que “parecía” superada, pero que estaba también muy fresca en nuestra memoria.
Para que se produzca un golpe de estado tiene que existir cierto consenso político y social, además de las condiciones que permitan perpetrarlo. El éxito de un golpe no depende solo de la voluntad de quien lo intenta, sino del grado de aceptabilidad que el mismo puede tener entre la sociedad y los grupos representativos. Y, en 1992 se daban las condiciones para perpetrar el golpe: una clase política que mostraba miopía frente a la realidad, desprestigio acelerado de la misma, un poder judicial nada confiable, dieron el pretexto justificatorio, amén de la campaña sistemática que ya había comenzado meses atrás. Lo cual demostró que más allá de un puñado de intelectuales y políticos, el resto de la sociedad “justificó” el golpe. Empresarios, parte del clero conservador, profesionales y gente del pueblo avalaron la decisión de Fujimori de cerrar el congreso. Estoy seguro que si hoy se hiciera lo mismo, el ciudadano común lo volvería a avalar y tendría tanto consenso como en aquel año, donde la aprobación de Fujimori fácilmente sobrepasaba los ochenta puntos.
Y creo que el asunto tiene que ver no solo con la carencia de sólidas instituciones, sino también con nuestra cultura. Hay algo dentro de nosotros que nos hace aspirar a creer todavía en “el hombre fuerte”, “la mano dura”, “el mesías salvador”. Una suerte de dios protector, pero también castigador, síntoma que nos dice que la democracia todavía está en pañales entre nosotros. Y a ese ciudadano común no le importa ni se escandaliza demasiado con la corrupción, como la de aquellos diez años, lo que nos dice de una acentuada y generalizada anomia y de una escala de valores bastante laxa y pragmática.
¿Qué nos enseña el 5.4.92? Que no debemos bajar la guardia, que la historia se podría repetir, no ahora, pero si en un futuro mediato. Lo que enseña la historia peruana es que andamos en un péndulo y que –a contrapelo del valse- toda repetición no es una ofensa. El estar alertas y buscar consolidar los logros políticos es parte del proceso de cambio, pero no lo único; mientras sigan enormes sectores segregados, excluidos de toda oportunidad es poco lo que se puede hacer. Las tendencias autoritarias están allí, para aprovechar cualquier oportunidad que se les presente, con o sin Fujimori.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Para que se produzca un golpe de estado tiene que existir cierto consenso político y social, además de las condiciones que permitan perpetrarlo. El éxito de un golpe no depende solo de la voluntad de quien lo intenta, sino del grado de aceptabilidad que el mismo puede tener entre la sociedad y los grupos representativos. Y, en 1992 se daban las condiciones para perpetrar el golpe: una clase política que mostraba miopía frente a la realidad, desprestigio acelerado de la misma, un poder judicial nada confiable, dieron el pretexto justificatorio, amén de la campaña sistemática que ya había comenzado meses atrás. Lo cual demostró que más allá de un puñado de intelectuales y políticos, el resto de la sociedad “justificó” el golpe. Empresarios, parte del clero conservador, profesionales y gente del pueblo avalaron la decisión de Fujimori de cerrar el congreso. Estoy seguro que si hoy se hiciera lo mismo, el ciudadano común lo volvería a avalar y tendría tanto consenso como en aquel año, donde la aprobación de Fujimori fácilmente sobrepasaba los ochenta puntos.
Y creo que el asunto tiene que ver no solo con la carencia de sólidas instituciones, sino también con nuestra cultura. Hay algo dentro de nosotros que nos hace aspirar a creer todavía en “el hombre fuerte”, “la mano dura”, “el mesías salvador”. Una suerte de dios protector, pero también castigador, síntoma que nos dice que la democracia todavía está en pañales entre nosotros. Y a ese ciudadano común no le importa ni se escandaliza demasiado con la corrupción, como la de aquellos diez años, lo que nos dice de una acentuada y generalizada anomia y de una escala de valores bastante laxa y pragmática.
¿Qué nos enseña el 5.4.92? Que no debemos bajar la guardia, que la historia se podría repetir, no ahora, pero si en un futuro mediato. Lo que enseña la historia peruana es que andamos en un péndulo y que –a contrapelo del valse- toda repetición no es una ofensa. El estar alertas y buscar consolidar los logros políticos es parte del proceso de cambio, pero no lo único; mientras sigan enormes sectores segregados, excluidos de toda oportunidad es poco lo que se puede hacer. Las tendencias autoritarias están allí, para aprovechar cualquier oportunidad que se les presente, con o sin Fujimori.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Thursday, March 29, 2007
TANTAS VECES PLAGIO: EL CASO ALFREDO BRYCE
En mis años como moderador de dos foros virtuales me di con una práctica bastante usual: el transcribir artículos enteros de otros autores y hacerlos pasar como propios, lo que comúnmente se conoce como plagio. Así, por ejemplo, una sicóloga (¡) en la vida real, quería pasar como entendida en cine (el suscrito era el moderador de los foros de cine y realidad nacional) copiando comentarios íntegros que aparecían en las páginas webs o blogs personales sobre algún estreno de interés. Otro, un autotitulado “científico” –que al parecer no había concluido siquiera su bachillerato- nos quería encandilar como descubridor de una nueva teoría social que revolucionaría la ciencia, lo que hurgando un poco en la red nos percatábamos que era copia fiel de investigaciones ya existentes. Curiosamente la vida real de ambos –llegué a conocerlos personalmente y fueron mis amigos- era bastante opaca y frustrante.
Generalmente ese querer pasar por “autoridad” en un tema determinado utilizando los recursos intelectuales de otros, obedece a un mecanismo de compensación ante la cruda realidad que –según ellos- no los gratificó como se merecían, entonces utilizan una vía alternativa de ficción o ensueño que les permita “compensar” esa frustración existente. De esa manera se sienten “gratificados”, gratificación que al final resulta una droga, al necesitarla cada vez más y más frente a la poca bella realidad. En cierta forma existe un candor en estas personas que plagian y un juego al filo de la navaja. Un “atrápame si puedes” (parafraseando el título de una conocida película de Spielberg) o un más llano y criollo “no me chapas”.
En el fondo hay algo insano también en esa conducta sistemática de actuar en riesgo constante. Riesgo que lleva consigo todo “plagero”, que ayudado ahora gracias a la tecnología puede “copiar y pegar” impunemente todo lo que se le ocurra y hacerse pasar por una “autoridad” en bellas artes, música, literatura o física cuántica. Pero ahora el riesgo a ser descubiertos es también mayor gracias a esa misma tecnología y a los poderosos buscadores que existen fácilmente se puede detectar los plagios, por más escondidas o remotas que se encuentren las fuentes donde hurgó.
Cuando se trata de estos pobres seres marginales que momentáneamente buscan salir del anonimato, “tener su cuarto de hora de fama”, como que llama más a compasión que a condena. Pero, cuando se trata de un escritor famoso, una de nuestras poquísimas figuras literarias nacionales vivas reconocidas a nivel mundial el asunto se torna más vergonzoso, peor aún cuando trata de excusar la falta cometida con argumentos tan ridículos como echarle la culpa a la secretaria. No me imagino, por ejemplo, a Mario Vargas Llosa jamás plagiando un artículo para hacerlo aparecer como suyo (algo que modestamente este humilde “pechito” sigue como regla). Mario se documenta concienzudamente antes de escribir sobre un tema y si es necesario citar pasajes de una obra ajena menciona la fuente, sin atribuirse méritos ajenos. Es la diferencia entre un plagiador y un intelectual honesto. El primero carece de escrúpulos y luces propias para hacer algo interesante por si mismo, por lo que recurre a la apropiación de los méritos de terceros. El segundo suda y consigue con talento crear algo por él mismo. Es la diferencia entre la mediocridad y la originalidad.
Por eso es doblemente condenable lo perpetrado por Alfredo Bryce y agravante al conocer que su conducta de acometer plagio ha sido reiterada y que lo ha querido negar ridículamente. Yo recuerdo que hace algún tiempo atrás, en una de sus colaboraciones habituales en El Comercio, escribió un extenso y documentado artículo sobre la educación en el Perú. Caray, me decía, que bien documentado está¡ Aunque algo no me convencía del todo, precisamente por la excesiva documentación, a lo que Bryce no es muy afecto, como poner fechas exactas, etapas precisas de la evolución educativa, presidentes que estaban en ejercicio en ese entonces. Me olvidé del asunto hasta que un tiempo después el verdadero autor denunció el plagio que había acometido Bryce. Como sucede con los “plageros famosos” (es decir personajes célebres o muy conocidos) respondió airadamente y creo que incluso trató de resentido al denunciante, hasta que no le quedó más remedio que disculparse públicamente frente a la evidencia de los hechos.
Pensé que era un incidente aislado, un “resbalón” como decimos los peruanos, hasta que se hizo a luz pública que Bryce sistemáticamente plagiaba principalmente a periodistas españoles (según las informaciones periodísticas), no salvándose siquiera nuestro querido embajador Oswaldo de Rivero, a quien plagió en un reciente artículo. Por eso sostengo que el plagero debe ser muy ingenuo para no darse cuenta que era relativamente sencillo atraparlo “con las manos en la masa”. Quizás inconcientemente busca que lo descubran en ese juego riesgoso del “atrápame si puedes”. La mente humana es muy compleja.
*****
Si bien el plagero es un ser abominable por tratarse de la apropiación del trabajo intelectual de otra persona, en nuestra sociedad existe una tolerancia bastante permisible al plagio. Desde los estudiantes que para hacer sus tareas escolares o universitarias se apropian ilegalmente del trabajo de otros hasta el caso de celebridades como Bryce. Viveza criolla que le dicen.
No se como andará la cosa en otras latitudes, sobretodo en las sociedades nórdicas, pero presumo que google y el Internet han facilitado también la “tentación” por buscar el camino fácil del plagio, aunque la condena social debe ser más severa que entre nosotros. En las universidades ya es cosa común el “copiar y pegar” para las tareas académicas. Algunas instituciones responsables se preocupan por el tema, otras se hacen de la vista gorda, lo que trasciende a las instituciones y el ejercicio profesional.
Precisamente, hace algunos años un conocido jurista local fue “ampayado” con el plagio de un libro entero (Luis Pásara habla de un artículo, yo tengo la otra versión) que no era suyo. Le pusieron como “chapa” (apodo) el “Doctor Xerox”, y eso que no existía internet todavía. A nuestro personaje no le pasó nada y llegó incluso a ser decano del colegio profesional más antiguo del país (el Colegio de Abogados de Lima), congresista de la república, decano de alguna facultad de derecho si lo memoria no me falla; y, actualmente es considerado uno de nuestros juristas más respetables y estoy seguro que llegará a ser tarde o temprano Presidente del Tribunal Constitucional y juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Otro caso que salió a la luz pública recientemente y está relacionada con mi gremio sucedió hace dos o tres años. Asistí a la entrevista pública del único candidato a Fiscal Supremo que había quedado en el proceso de selección que somete a sus postulantes el Consejo Nacional de la Magistratura. Una hora antes de comenzar la entrevista la sala ya estaba llena y muchas personas (principalmente abogados) se quedaron sin ingresar. Había asistido también la señora madre del candidato, una señora de avanzada edad. Pensábamos que estábamos ante una eminencia del derecho, el único que había “sobrevivido” al riguroso examen a que somete el CNM a los candidatos. La decepción fue grande.
Como siempre sucede en estas entrevistas, lo primero son las frases de rigor, los saludos protocolares, un breve comentario del currículo vital del candidato, donde como siempre este trata de mostrar una falsa modestia y presentarse poco menos que como estampita de santo laico, amante y firme defensor de la democracia, de los valores que la sustentan, creyente y temeroso de Dios, gran vecino y amigo, amante de los animales y la naturaleza, etc., etc.
En un momento determinado uno de los consejeros rompió fuegos. Llamaba mucho la atención la cantidad de publicaciones jurídicas acumuladas por el candidato en tan corto tiempo (los libros y publicaciones dan más puntaje). El consejero comenzó a “meter” el filo del cuchillo suavemente. Había una denuncia de plagio contra el candidato por uno de sus libros. Al inicio lo negó airadamente y luego, ante la evidencia de los hechos, terminó por admitirlo y reconocer lo que era obvio a todas luces. Como sucede en estos casos la excusa fue pueril, ridícula (el candidato manifestó que no pudo citar la fuente ya que la fotocopia donde estaba la publicación tenía el nombre del autor demasiado borroso y no sabía quién era). Nunca llegó a acceder a vocalía o fiscalía alguna, pero la que más llamaba a compasión era su señora y anciana madre, que a cada estocada contra su hijo se retorcía las manos de dolor en aquellas largas y agónicas dos horas que duró el interrogatorio. Pero acá no acaba la historia. No supe de este oscuro candidato hasta que hace pocos meses me enteré por el diario oficial que ocupaba un alto cargo en el actual gobierno y una de sus “tareas” era acusar constitucionalmente a altos dignatarios del anterior gobierno, incluyendo al ex presidente de la república. ¿Venganza, revancha por no haber sido nombrado en aquella oportunidad o se trata más bien de un tipo que se deja manipular fácilmente por el poder y por esa razón ha sido nombrado en ese alto cargo? Razones misteriosas hay que me hacen dudar seriamente de las “reservas morales” en este país a que alude Lucho Pásara.
Ya no hablemos del plagio de comerciales y programas concursos enteros. Gracias al cable podemos descubrir ahora que nuestros “creativos” locales copian todo al milímetro, hasta los escenarios y los parlamentos de los actores.
¿Qué hacer para detener esta ola? Yo creo que es imposible, pero lo que sí debe seguir ejercitándose es denunciar cuanto plagio se presente. El “affaire” Bryce es solo un punto en que se han centrado los reflectores por la notoriedad del personaje, pero quedan en la oscuridad miles, millones de casos de plagio que quedan impunes, como el de aquellos dos foristas del inicio de mi relato (cuya amistad perdí justamente cuando censuré su proceder y me gané más bien su animadversión) que, creyendo que nadie se daba cuenta, se apropiaban impunemente del trabajo de otros. El juego del “atrápame si puedes” empieza todos los días.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Generalmente ese querer pasar por “autoridad” en un tema determinado utilizando los recursos intelectuales de otros, obedece a un mecanismo de compensación ante la cruda realidad que –según ellos- no los gratificó como se merecían, entonces utilizan una vía alternativa de ficción o ensueño que les permita “compensar” esa frustración existente. De esa manera se sienten “gratificados”, gratificación que al final resulta una droga, al necesitarla cada vez más y más frente a la poca bella realidad. En cierta forma existe un candor en estas personas que plagian y un juego al filo de la navaja. Un “atrápame si puedes” (parafraseando el título de una conocida película de Spielberg) o un más llano y criollo “no me chapas”.
En el fondo hay algo insano también en esa conducta sistemática de actuar en riesgo constante. Riesgo que lleva consigo todo “plagero”, que ayudado ahora gracias a la tecnología puede “copiar y pegar” impunemente todo lo que se le ocurra y hacerse pasar por una “autoridad” en bellas artes, música, literatura o física cuántica. Pero ahora el riesgo a ser descubiertos es también mayor gracias a esa misma tecnología y a los poderosos buscadores que existen fácilmente se puede detectar los plagios, por más escondidas o remotas que se encuentren las fuentes donde hurgó.
Cuando se trata de estos pobres seres marginales que momentáneamente buscan salir del anonimato, “tener su cuarto de hora de fama”, como que llama más a compasión que a condena. Pero, cuando se trata de un escritor famoso, una de nuestras poquísimas figuras literarias nacionales vivas reconocidas a nivel mundial el asunto se torna más vergonzoso, peor aún cuando trata de excusar la falta cometida con argumentos tan ridículos como echarle la culpa a la secretaria. No me imagino, por ejemplo, a Mario Vargas Llosa jamás plagiando un artículo para hacerlo aparecer como suyo (algo que modestamente este humilde “pechito” sigue como regla). Mario se documenta concienzudamente antes de escribir sobre un tema y si es necesario citar pasajes de una obra ajena menciona la fuente, sin atribuirse méritos ajenos. Es la diferencia entre un plagiador y un intelectual honesto. El primero carece de escrúpulos y luces propias para hacer algo interesante por si mismo, por lo que recurre a la apropiación de los méritos de terceros. El segundo suda y consigue con talento crear algo por él mismo. Es la diferencia entre la mediocridad y la originalidad.
Por eso es doblemente condenable lo perpetrado por Alfredo Bryce y agravante al conocer que su conducta de acometer plagio ha sido reiterada y que lo ha querido negar ridículamente. Yo recuerdo que hace algún tiempo atrás, en una de sus colaboraciones habituales en El Comercio, escribió un extenso y documentado artículo sobre la educación en el Perú. Caray, me decía, que bien documentado está¡ Aunque algo no me convencía del todo, precisamente por la excesiva documentación, a lo que Bryce no es muy afecto, como poner fechas exactas, etapas precisas de la evolución educativa, presidentes que estaban en ejercicio en ese entonces. Me olvidé del asunto hasta que un tiempo después el verdadero autor denunció el plagio que había acometido Bryce. Como sucede con los “plageros famosos” (es decir personajes célebres o muy conocidos) respondió airadamente y creo que incluso trató de resentido al denunciante, hasta que no le quedó más remedio que disculparse públicamente frente a la evidencia de los hechos.
Pensé que era un incidente aislado, un “resbalón” como decimos los peruanos, hasta que se hizo a luz pública que Bryce sistemáticamente plagiaba principalmente a periodistas españoles (según las informaciones periodísticas), no salvándose siquiera nuestro querido embajador Oswaldo de Rivero, a quien plagió en un reciente artículo. Por eso sostengo que el plagero debe ser muy ingenuo para no darse cuenta que era relativamente sencillo atraparlo “con las manos en la masa”. Quizás inconcientemente busca que lo descubran en ese juego riesgoso del “atrápame si puedes”. La mente humana es muy compleja.
*****
Si bien el plagero es un ser abominable por tratarse de la apropiación del trabajo intelectual de otra persona, en nuestra sociedad existe una tolerancia bastante permisible al plagio. Desde los estudiantes que para hacer sus tareas escolares o universitarias se apropian ilegalmente del trabajo de otros hasta el caso de celebridades como Bryce. Viveza criolla que le dicen.
No se como andará la cosa en otras latitudes, sobretodo en las sociedades nórdicas, pero presumo que google y el Internet han facilitado también la “tentación” por buscar el camino fácil del plagio, aunque la condena social debe ser más severa que entre nosotros. En las universidades ya es cosa común el “copiar y pegar” para las tareas académicas. Algunas instituciones responsables se preocupan por el tema, otras se hacen de la vista gorda, lo que trasciende a las instituciones y el ejercicio profesional.
Precisamente, hace algunos años un conocido jurista local fue “ampayado” con el plagio de un libro entero (Luis Pásara habla de un artículo, yo tengo la otra versión) que no era suyo. Le pusieron como “chapa” (apodo) el “Doctor Xerox”, y eso que no existía internet todavía. A nuestro personaje no le pasó nada y llegó incluso a ser decano del colegio profesional más antiguo del país (el Colegio de Abogados de Lima), congresista de la república, decano de alguna facultad de derecho si lo memoria no me falla; y, actualmente es considerado uno de nuestros juristas más respetables y estoy seguro que llegará a ser tarde o temprano Presidente del Tribunal Constitucional y juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Otro caso que salió a la luz pública recientemente y está relacionada con mi gremio sucedió hace dos o tres años. Asistí a la entrevista pública del único candidato a Fiscal Supremo que había quedado en el proceso de selección que somete a sus postulantes el Consejo Nacional de la Magistratura. Una hora antes de comenzar la entrevista la sala ya estaba llena y muchas personas (principalmente abogados) se quedaron sin ingresar. Había asistido también la señora madre del candidato, una señora de avanzada edad. Pensábamos que estábamos ante una eminencia del derecho, el único que había “sobrevivido” al riguroso examen a que somete el CNM a los candidatos. La decepción fue grande.
Como siempre sucede en estas entrevistas, lo primero son las frases de rigor, los saludos protocolares, un breve comentario del currículo vital del candidato, donde como siempre este trata de mostrar una falsa modestia y presentarse poco menos que como estampita de santo laico, amante y firme defensor de la democracia, de los valores que la sustentan, creyente y temeroso de Dios, gran vecino y amigo, amante de los animales y la naturaleza, etc., etc.
En un momento determinado uno de los consejeros rompió fuegos. Llamaba mucho la atención la cantidad de publicaciones jurídicas acumuladas por el candidato en tan corto tiempo (los libros y publicaciones dan más puntaje). El consejero comenzó a “meter” el filo del cuchillo suavemente. Había una denuncia de plagio contra el candidato por uno de sus libros. Al inicio lo negó airadamente y luego, ante la evidencia de los hechos, terminó por admitirlo y reconocer lo que era obvio a todas luces. Como sucede en estos casos la excusa fue pueril, ridícula (el candidato manifestó que no pudo citar la fuente ya que la fotocopia donde estaba la publicación tenía el nombre del autor demasiado borroso y no sabía quién era). Nunca llegó a acceder a vocalía o fiscalía alguna, pero la que más llamaba a compasión era su señora y anciana madre, que a cada estocada contra su hijo se retorcía las manos de dolor en aquellas largas y agónicas dos horas que duró el interrogatorio. Pero acá no acaba la historia. No supe de este oscuro candidato hasta que hace pocos meses me enteré por el diario oficial que ocupaba un alto cargo en el actual gobierno y una de sus “tareas” era acusar constitucionalmente a altos dignatarios del anterior gobierno, incluyendo al ex presidente de la república. ¿Venganza, revancha por no haber sido nombrado en aquella oportunidad o se trata más bien de un tipo que se deja manipular fácilmente por el poder y por esa razón ha sido nombrado en ese alto cargo? Razones misteriosas hay que me hacen dudar seriamente de las “reservas morales” en este país a que alude Lucho Pásara.
Ya no hablemos del plagio de comerciales y programas concursos enteros. Gracias al cable podemos descubrir ahora que nuestros “creativos” locales copian todo al milímetro, hasta los escenarios y los parlamentos de los actores.
¿Qué hacer para detener esta ola? Yo creo que es imposible, pero lo que sí debe seguir ejercitándose es denunciar cuanto plagio se presente. El “affaire” Bryce es solo un punto en que se han centrado los reflectores por la notoriedad del personaje, pero quedan en la oscuridad miles, millones de casos de plagio que quedan impunes, como el de aquellos dos foristas del inicio de mi relato (cuya amistad perdí justamente cuando censuré su proceder y me gané más bien su animadversión) que, creyendo que nadie se daba cuenta, se apropiaban impunemente del trabajo de otros. El juego del “atrápame si puedes” empieza todos los días.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, March 27, 2007
GABO CUMPLE 80 AÑOS
La primera experiencia directa con la obra de GGM fue Cien años de soledad. La leí hacia los veinte de un tirón y debo haberla releído dos o tres veces más después. La historia de los Buendía atrapa desde el primer y célebre párrafo que muchos ya repiten de memoria: Muchos años después frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
Recuerdo que hice un diagrama en papel oficio a doble hoja de la Familia Buendía y sus principales personajes, debido a que por la repetición de los nombres uno se confundía. Entrar a Macondo era como entrar a una Babel del caribe: tierra ignota, laberíntica, barroca.
Después de la experiencia de Cien años de soledad no fue difícil leer el resto de la obra de García Márquez, aunque ninguna me atrapó tanto como Cien años… , ni El amor en los tiempos del cólera, quizás una novela estilísticamente superior a la celebratoria de la saga de los Buendía.
Es que a GGM le pasó lo que ha muchos escritores y artistas: ser reconocidos por una obra que los hizo famosos, pese a que después hicieron mejores novelas o cuentos (y en el caso de los cineastas, mejores películas). Sin embargo, el colombiano tiene esa facilidad para usar el idioma, volverlo flexible, amoldarlo a sus requerimientos, elevarlo a la categoría de sublime, cima a la que pocos llegan. Es cierto que su última producción de ficción no tiene los niveles de antaño y más bien el público está esperando con impaciencia la continuación de sus memorias. Quien haya leído el primer tomo se dará cuenta que parecen una novela.
Este año que cabalísticamente termina en siete y que coincide con su octogenario natalicio y los primeros cuarenta años de Cien de soledad, solo nos resta a los millones de lectores que tiene Gabo en todo el mundo desearle Feliz 80 aniversario¡¡¡
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Recuerdo que hice un diagrama en papel oficio a doble hoja de la Familia Buendía y sus principales personajes, debido a que por la repetición de los nombres uno se confundía. Entrar a Macondo era como entrar a una Babel del caribe: tierra ignota, laberíntica, barroca.
Después de la experiencia de Cien años de soledad no fue difícil leer el resto de la obra de García Márquez, aunque ninguna me atrapó tanto como Cien años… , ni El amor en los tiempos del cólera, quizás una novela estilísticamente superior a la celebratoria de la saga de los Buendía.
Es que a GGM le pasó lo que ha muchos escritores y artistas: ser reconocidos por una obra que los hizo famosos, pese a que después hicieron mejores novelas o cuentos (y en el caso de los cineastas, mejores películas). Sin embargo, el colombiano tiene esa facilidad para usar el idioma, volverlo flexible, amoldarlo a sus requerimientos, elevarlo a la categoría de sublime, cima a la que pocos llegan. Es cierto que su última producción de ficción no tiene los niveles de antaño y más bien el público está esperando con impaciencia la continuación de sus memorias. Quien haya leído el primer tomo se dará cuenta que parecen una novela.
Este año que cabalísticamente termina en siete y que coincide con su octogenario natalicio y los primeros cuarenta años de Cien de soledad, solo nos resta a los millones de lectores que tiene Gabo en todo el mundo desearle Feliz 80 aniversario¡¡¡
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Thursday, March 22, 2007
LA EPOPEYA QUE SE SUSPENDIÓ: LA VISIÓN DE LOS VENCEDORES (LA GUERRA CON CHILE DE NUEVO)
El revuelo que ha causado en tierras mapochas la suspensión del documental Epopeya denota las distintas percepciones que en relación a la guerra del Pacífico tenemos vencedores y vencidos.
Mientras para los chilenos es algo natural que se realice y se trasmita un documental sobre la guerra con dos países vecinos hace más de ciento veinte años; para nosotros todavía tiene un sentimiento con sabor a herida abierta que se propale la visión de los vencedores a costa de nosotros y para añadidura el documental se titule Epopeya.
Pero, lo que ha llamado la atención es la reacción de las autoridades de Santiago. Rápida y dispuesta a no reabrir heridas. Lo que en otro momento habría sido propalado sin ningún tipo de delicadezas diplomáticas ni consideraciones a países vecinos, ahora ha merecido la reacción condescendiente frente al vencido y se hablado solo de una suspensión.
Quizás el asunto pasa más por las relaciones comerciales entre ambos países, sobretodo por la inversión que Chile ha efectuado en nuestro país, en el sector servicios principalmente. Ni el affaire Luchetti ha enturbiado las buenas relaciones comerciales que tenemos. Y, es que cuando dos países comienzan a comerciar difícilmente van a la guerra, ambos tienen mucho que perder en un conflicto armado; salvo que las rivalidades y diferencias sean tan insalvables y de la rivalidad económica pasemos a la militar. Y, si bien nuestro vecino se apertrecha militarmente, renovando su equipo militar a un ritmo que llama la atención no solo del Perú sino también de otros países de la región, las probabilidades de una conflagración a corto plazo son mínimas, pese a los raspetones que de vez en cuando se suscitan (tenemos pendiente la delimitación marítima y la renovación de un acuerdo aéreo, por lo que la coyuntura explica también la condescendencia santiaguina).
El interés de nuestro embajador en Santiago por la propalación del documental ha demostrado también reflejos rápidos de la Cancillería peruana. Pareciera que su labor central fuera que las buenas relaciones entre Chile y Perú no se enturbien por nada. Algunos hablan que se debe a la buena relación entre los mandatarios de ambas naciones (química que le dicen), pero parece que obedece también a razones geopolíticas más trascendentes que la buena amistad y a un eje de intereses comunes de los tres únicos países con TLC (presuponiendo la aprobación del TLC de Perú y Colombia) en América del Sur.
Para el completo zanjamiento del conflicto de hace ciento veinte años falta mucho, pero en ese camino vamos y quizás, tarde o temprano, se plasme (recordemos que con Ecuador era imposible hace apenas algunos años). Otros países más castigados que nosotros lo hicieron. Francia y Alemania son el corazón de la Unión Europea, y a los alemanes no se les pasó por la mente “la revancha” luego del desastre de la Segunda Guerra Mundial. Signo de la maduración de una nación.
Ambos países y estados tendrán que poner su cuota de sacrificio. Nosotros dejando de lado “la revancha” como algunos sectores chauvinistas proponen, y nuestros vecinos del sur bajando el tono y siendo más modestos en el vecindario. Al final, ambos saldremos ganando.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Mientras para los chilenos es algo natural que se realice y se trasmita un documental sobre la guerra con dos países vecinos hace más de ciento veinte años; para nosotros todavía tiene un sentimiento con sabor a herida abierta que se propale la visión de los vencedores a costa de nosotros y para añadidura el documental se titule Epopeya.
Pero, lo que ha llamado la atención es la reacción de las autoridades de Santiago. Rápida y dispuesta a no reabrir heridas. Lo que en otro momento habría sido propalado sin ningún tipo de delicadezas diplomáticas ni consideraciones a países vecinos, ahora ha merecido la reacción condescendiente frente al vencido y se hablado solo de una suspensión.
Quizás el asunto pasa más por las relaciones comerciales entre ambos países, sobretodo por la inversión que Chile ha efectuado en nuestro país, en el sector servicios principalmente. Ni el affaire Luchetti ha enturbiado las buenas relaciones comerciales que tenemos. Y, es que cuando dos países comienzan a comerciar difícilmente van a la guerra, ambos tienen mucho que perder en un conflicto armado; salvo que las rivalidades y diferencias sean tan insalvables y de la rivalidad económica pasemos a la militar. Y, si bien nuestro vecino se apertrecha militarmente, renovando su equipo militar a un ritmo que llama la atención no solo del Perú sino también de otros países de la región, las probabilidades de una conflagración a corto plazo son mínimas, pese a los raspetones que de vez en cuando se suscitan (tenemos pendiente la delimitación marítima y la renovación de un acuerdo aéreo, por lo que la coyuntura explica también la condescendencia santiaguina).
El interés de nuestro embajador en Santiago por la propalación del documental ha demostrado también reflejos rápidos de la Cancillería peruana. Pareciera que su labor central fuera que las buenas relaciones entre Chile y Perú no se enturbien por nada. Algunos hablan que se debe a la buena relación entre los mandatarios de ambas naciones (química que le dicen), pero parece que obedece también a razones geopolíticas más trascendentes que la buena amistad y a un eje de intereses comunes de los tres únicos países con TLC (presuponiendo la aprobación del TLC de Perú y Colombia) en América del Sur.
Para el completo zanjamiento del conflicto de hace ciento veinte años falta mucho, pero en ese camino vamos y quizás, tarde o temprano, se plasme (recordemos que con Ecuador era imposible hace apenas algunos años). Otros países más castigados que nosotros lo hicieron. Francia y Alemania son el corazón de la Unión Europea, y a los alemanes no se les pasó por la mente “la revancha” luego del desastre de la Segunda Guerra Mundial. Signo de la maduración de una nación.
Ambos países y estados tendrán que poner su cuota de sacrificio. Nosotros dejando de lado “la revancha” como algunos sectores chauvinistas proponen, y nuestros vecinos del sur bajando el tono y siendo más modestos en el vecindario. Al final, ambos saldremos ganando.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Monday, March 19, 2007
BUSH ESTUVO EN TIERRAS LATINAS
Sin muchos logros que exhibir, el presidente George Bush culminó su pequeño periplo por América Latina.
El hecho diplomático que ha marcado la gira es “fortalecer los lazos en la región”, lo malo es que la gira la realiza casi terminando su mandato y en momentos que no goza de mucha popularidad al interior de su país y con un partido republicano que perdería las próximas elecciones presidenciales.
Por eso, las visitas “a los homólogos latinoamericanos” no han pasado de visitas protocolares más para las fotos que de tangibles realidades. A los colombianos les ha prometido el TLC, a los mexicanos flexibilidad en las leyes de inmigración, y al Brasil trabajar juntos en el etanol como fuente sustituta de energía.
Quizás lo más concreto sea lo del etanol (combustible en base a vegetales). Hay intentos serios por buscar un combustible barato y que no signifique problemas su extracción. Pero, el proyecto es a largo plazo y va a demandar esfuerzos mancomunados y mucho gasto en investigación.
Para desgracia de Bush, Chávez realizó una suerte de “anti-gira”, recalando en Argentina, donde –para variar- se despachó a su gusto contra Mister danger Bush como lo llama jocosamente; aunque a Bush no le importa tanto lo que diga de él, con tal que Mr. Chávez cumpla con las cuotas de petróleo para Estados Unidos.
No creo que a Bush se le haya ocurrido buscar apoyo en L.A. para su guerra en Iraq, sea político vía la ONU o con refuerzos de tropas latinas. Y menos que lo haya conseguido por algún lado (cruzamos los dedos). Habría que ser muy obsecuente o muy corto de luces para comprometerse a enviar tropas a un país remoto y en el escenario de una guerra injusta (aunque habría que reflexionar si existen las guerras justas).
En fin, ha pasado sin pena ni gloria su periplo latinoamericano. Hay cosas que si no se hacen a tiempo difícilmente se pueden hacer después. Para Bush es demasiado tarde el gesto de buena vecindad que ha querido demostrar. “Huele” a rey muerto.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
El hecho diplomático que ha marcado la gira es “fortalecer los lazos en la región”, lo malo es que la gira la realiza casi terminando su mandato y en momentos que no goza de mucha popularidad al interior de su país y con un partido republicano que perdería las próximas elecciones presidenciales.
Por eso, las visitas “a los homólogos latinoamericanos” no han pasado de visitas protocolares más para las fotos que de tangibles realidades. A los colombianos les ha prometido el TLC, a los mexicanos flexibilidad en las leyes de inmigración, y al Brasil trabajar juntos en el etanol como fuente sustituta de energía.
Quizás lo más concreto sea lo del etanol (combustible en base a vegetales). Hay intentos serios por buscar un combustible barato y que no signifique problemas su extracción. Pero, el proyecto es a largo plazo y va a demandar esfuerzos mancomunados y mucho gasto en investigación.
Para desgracia de Bush, Chávez realizó una suerte de “anti-gira”, recalando en Argentina, donde –para variar- se despachó a su gusto contra Mister danger Bush como lo llama jocosamente; aunque a Bush no le importa tanto lo que diga de él, con tal que Mr. Chávez cumpla con las cuotas de petróleo para Estados Unidos.
No creo que a Bush se le haya ocurrido buscar apoyo en L.A. para su guerra en Iraq, sea político vía la ONU o con refuerzos de tropas latinas. Y menos que lo haya conseguido por algún lado (cruzamos los dedos). Habría que ser muy obsecuente o muy corto de luces para comprometerse a enviar tropas a un país remoto y en el escenario de una guerra injusta (aunque habría que reflexionar si existen las guerras justas).
En fin, ha pasado sin pena ni gloria su periplo latinoamericano. Hay cosas que si no se hacen a tiempo difícilmente se pueden hacer después. Para Bush es demasiado tarde el gesto de buena vecindad que ha querido demostrar. “Huele” a rey muerto.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Monday, March 12, 2007
CONGRESISTAS JUERGUEROS
Creo que el tema ha sido exageradamente ampliado y gran parte por los propios implicados.
Lo que no pasaba de una anécdota risueña de un par de congresistas que aprovechando una visita oficial al Brasil deciden pasar una “noche loca” en un club nocturno de los miles que existen allá, se ha convertido en el martirologio de los dos congresistas involucrados en el asunto, cuyas fotos han aparecido en los periódicos chica de cincuenta céntimos y en una conocida revista de la capital (en una de las fotos uno de los congresistas fotografiados miraba con ojos lujuriosos los senos de un travesti y en otra, al segundo de ellos se lo “cargaba” un moreno bien fornido en plena danza).
Cuando un hombre público es sorprendido in fraganti en escenas similares lo peor que puede hacer es negar el hecho o culpar a otros. Es una reacción muy humana, pero ese hombre público olvida que una imagen vale más que mil palabras, por lo que es muy difícil negar los hechos mostrados a través de una fotografía. Por ello las imágenes contundentes de la corrupción de la década de los noventa a través de los “vladivideos” era una prueba evidente que la sociedad peruana estaba (y está) corrompida hasta el tuétano, desde el más grande hasta el chico.
La única forma de refutar una imagen es demostrando el trucaje fotográfico. Y así y todo siempre queda una sospecha que recae contra el hombre público. Por eso, negar la imagen le da involuntariamente resonancia a un hecho que desearía la persona cuestionada enterrar y olvidar lo antes posible, retroalimentando el suceso y dándole eco para “estirarlo” a regocijo de los demás.
La “magalización” de la política es un fenómeno que tiene ya algunos años. Ahora no importan tanto las políticas nacionales o los proyectos a largo plazo, sino la chismografía, la anécdota barata, a lo cual ayuda mucho la tecnología moderna, que convierte a todo bípedo humano en “chacal” de la política, como aquel que tomó las fotos comprometedoras, probablemente para meterles una zancadilla a sus colegas involucrados en las fotos.
Dentro de algunos días el hecho quedará olvidado, aunque no se han salvado del “jalón de orejas” de la mesa directiva del Congreso (aparte del de sus esposas), preocupada por elevar el nivel de confianza y la “majestad” del primer poder del Estado, razón por la cual ha elevado el affaire a un “asunto de Estado”.
Como dijo muy bien un conocido periodista radial, dando una receta para curarse en salud, es preferible no tomarse fotos con cualquier persona, uno no sabe quién será o que finalidad se le puede dar a la imagen. En estos tiempos es mejor actuar con cautela o como dijo hace mucho tiempo AGP, en política no se puede ser ingenuo. Los “congresistas juergueros” lo han experimentado en carne propia.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Lo que no pasaba de una anécdota risueña de un par de congresistas que aprovechando una visita oficial al Brasil deciden pasar una “noche loca” en un club nocturno de los miles que existen allá, se ha convertido en el martirologio de los dos congresistas involucrados en el asunto, cuyas fotos han aparecido en los periódicos chica de cincuenta céntimos y en una conocida revista de la capital (en una de las fotos uno de los congresistas fotografiados miraba con ojos lujuriosos los senos de un travesti y en otra, al segundo de ellos se lo “cargaba” un moreno bien fornido en plena danza).
Cuando un hombre público es sorprendido in fraganti en escenas similares lo peor que puede hacer es negar el hecho o culpar a otros. Es una reacción muy humana, pero ese hombre público olvida que una imagen vale más que mil palabras, por lo que es muy difícil negar los hechos mostrados a través de una fotografía. Por ello las imágenes contundentes de la corrupción de la década de los noventa a través de los “vladivideos” era una prueba evidente que la sociedad peruana estaba (y está) corrompida hasta el tuétano, desde el más grande hasta el chico.
La única forma de refutar una imagen es demostrando el trucaje fotográfico. Y así y todo siempre queda una sospecha que recae contra el hombre público. Por eso, negar la imagen le da involuntariamente resonancia a un hecho que desearía la persona cuestionada enterrar y olvidar lo antes posible, retroalimentando el suceso y dándole eco para “estirarlo” a regocijo de los demás.
La “magalización” de la política es un fenómeno que tiene ya algunos años. Ahora no importan tanto las políticas nacionales o los proyectos a largo plazo, sino la chismografía, la anécdota barata, a lo cual ayuda mucho la tecnología moderna, que convierte a todo bípedo humano en “chacal” de la política, como aquel que tomó las fotos comprometedoras, probablemente para meterles una zancadilla a sus colegas involucrados en las fotos.
Dentro de algunos días el hecho quedará olvidado, aunque no se han salvado del “jalón de orejas” de la mesa directiva del Congreso (aparte del de sus esposas), preocupada por elevar el nivel de confianza y la “majestad” del primer poder del Estado, razón por la cual ha elevado el affaire a un “asunto de Estado”.
Como dijo muy bien un conocido periodista radial, dando una receta para curarse en salud, es preferible no tomarse fotos con cualquier persona, uno no sabe quién será o que finalidad se le puede dar a la imagen. En estos tiempos es mejor actuar con cautela o como dijo hace mucho tiempo AGP, en política no se puede ser ingenuo. Los “congresistas juergueros” lo han experimentado en carne propia.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Monday, March 05, 2007
LOS TIPOS DE FORISTAS
Por circunstancias que me tocaron vivir, caí en un oficio que nunca imaginé iba a ejercer jamás: ser moderador en un foro electrónico. Por tres años consecutivos estuve a cargo de dos foros de una página web local muy concurrida. Así pude conocer virtualmente a una serie de personas de diverso tipo e índole, que escondidos bajo un nick o seudónimo daban sus opiniones, ocurrencias y a veces confesiones de manera tan desenfadada que difícilmente lo harían de esa manera en la vida real. La verdad que conocí de todo.
Si bien nunca los llegué a conocer a todos personalmente (conocí algunos –y sobretodo algunas- con quienes salí un par de veces) pero, a manera de un entomólogo y sin quererlo concientemente, comencé a clasificar a los foristas que caían por los foros que administraba. La tarea por cierto no era nada desagradable y si bien no se ganaba nada en la labor (era un trabajo ad honoren) se gozaba mucho. Conocer esa variedad de fauna fue una experiencia irrepetible de apreciar el comportamiento humano en toda su dimensión, tanto hacia arriba como hacia abajo. Sin pretender ser exhaustivo, creo que una tipología de foristas podría ser como a continuación sigue.
1. EL FORISTA MALDITO: Le gusta hacerse el interesante mediante el insulto, el agravio o cayendo antipático. Es una forma de figuretismo que oculta una gran inseguridad. Hace mucho tiempo tuve que lidiar con un forista así. Imagino que debe estar en algún otro foro haciendo sus maromas de payaso.
2. EL FORISTA FIGURETI: Es el que opina de todo y está en todos los foros. Pretende ser el “Leonardo Da Vinci” de la era electrónica. Es fácil reconocerlo por el número de mensajes posteados que tiene (generalmente pasa fácilmente los mil), casi todos desechables. Es también otra forma de figuretismo, aparentando ser una persona que “conoce de todo” usa frasecitas intrascendentes o misteriosas y cree que los demás no se darán cuenta, a fin de satisfacer su ego: hacerse pasar por una autoridad “culta y entendida”, cuando en realidad no pasa de un vulgar copista.
3. EL FORISTA PATERO: Es el que por lo general entra a un foro para conocer amigos o a ver si le liga un plan. Nada más. No le interesan los temas que se tratan en los foros. Generalmente para más tiempo en sitios como “Tiempo libre”, “Pica pica”, “Guía del ocio” o algún otro de similar naturaleza.
4. EL FORISTA NEURÓTICO: A este forista se le conoce fácilmente porqué vive agazapado a ver si los demás hacen un comentario sobre él. Incluso si se opina de algo que no le alude, él lo toma como algo muy personal y responde como si lo hubieran agraviado. Se le conoce porqué no duerme sin revisar antes los foros para saber que dijeron de él (o de ella). Favor consulte un psiquiatra urgente.
5. EL FORISTA MESURADO: Es el equilibrado. Generalmente sus opiniones son moderadas, no va a los extremos. Opina en los temas que conoce y donde sabe que puede aportar algo. Antes de opinar sobre un tema o postear un mensaje, se documenta previamente. Modestia aparte, en ese tipo de forista se ubicaba éste humilde servidor (ejem....).
6. EL FORISTA TÍMIDO: Se caracteriza por qué no interviene mucho, a pesar que puede conocer el tema tratado. Le cuesta trabajo hacer amigos en el foro. Casi siempre busca pasar desapercibido.
7. EL FORISTA HIPÓCRITA: Te das cuenta porqué cuando te escribe o responde a un mensaje tuyo en el foro, te dice que eres lo máximo, que cuentas con él (o ella) para lo que sea; y, por el privado o el correo de otros, “te maletea” sin misericordia. Ese tipo es bastante común en los foros.
8. EL FORISTA CHISMOSO: Es el típico “correveidile”. Busca información para revelarla ante los otros foristas. Es el de la “primicia chocherita”. En el fondo busca satisfacer una vocación frustrada por el periodismo. Ideal para un programa tipo Magaly TV. Cuidado con que le cuenten un secreto, a los pocos minutos lo sabrán todos.
9. EL FORISTA CON PERSONALIDADES MÚLTIPLES: Se le conoce porque en los foros usa varios nicks o sobrenombres siendo la misma persona y, cosa rara, cuando cambia de nick cambia de personalidad, algo así como el “Doctor Jeckill y Mister Hyde” de la era electrónica. Incluso a veces usa nicks de mujer si es hombre o viceversa, lo cual refleja también un deseo inconciente de cambiar de identidad. Favor ir también urgente a un psiquiatra.
10. EL FORISTA “MACHO”: A diferencia del forista patero, el forista “macho” (de los que huelen a licor, a humo de cigarrillo, sudor en las axilas y con voz ronca de voceador de micros) desde el saque quiere dejar en claro que él es el “men”, que eso está fuera de discusión y que las mujeres se le “deben echar” sólo por ese mérito. No es un seductor, sólo busca intimidar. Los psicólogos han descubierto que estos personajes tienen un lado oculto muy “femenino”. Como dice el viejo adagio “los extremos se tocan”.
11. EL FORISTA “DELICADO”: Es el típico “gay”. Casi siempre usa nicks de mujer y coloca la foto de su hermana (la más rica) para que crean que es ella. Parece mentira, pero consigue “jales” entre hombres muy hombres (y felizmente casados). En el foro que moderaba cayeron varios. Guardad el secreto de la serie rosa.
12. LA FORISTA INTELECTUAL: No le gusta que la miren como objeto, sino como sujeto “de pensamiento”. Dice detestar las tareas del hogar, pero bien en el fondo que desea casarse y ser una diligente ama de casa. Solapa te va deslizando que sabe cocinar, bordar y que adoraaaa a los niños. Se autopromociona. Escribe cuentos o poemas, asiste a las reuniones literarias para pasar el rato y vive en rivalidad permanente con los hombres. Freud diría que tiene envidia del pene.
13. EL FORISTA PLAGERO: Es el inescrupuloso. No tiene valores. Le gusta aparentar ante los demás que es un “intelectual” con muchos “pergaminos” (cada vez que puede se llena la boca de “todos” los diplomas que ha sacado, hasta el de cómo bañar a su perrito en diez fáciles lecciones) y sin mayores prejuicios, sin hacerse paltas, usa los ensayos o artículos de otros y los hace pasar como suyos. Casi siempre dice estar escribiendo la “novela perfecta” o el “poema perfecto” que revolucionará la literatura, o si se dice “científico”, del invento que cambiará la vida del hombre, y, más bien, está a la caza de lo que los demás escriben para hacerlo pasar como suyo. ¡Cuidado con que le entreguen un trabajo que les haya costado sudor realizarlo, después aparecerá publicado con el nombre de éste tipejo inescrupuloso que muy ufano dirá que es “fruto de su trabajo creador”¡¡¡¡
14. EL FORISTA SEUDO INTELECTUAL: Se le reconoce porqué casi siempre coloca citas extensísimas de libros en sus mensajes y casi nada de él; pero a diferencia del forista plagero, es honesto en citar la fuente. Lo que pasa es que no tiene creatividad propia y se resigna a colocar citas de otros -por lo general de libros de filosofía, de derecho o de alguna ciencia social- y en el colmo de la audacia cita hasta canciones de Arjona (agh...).
15. EL FORISTA CITADOR DE OTROS: A diferencia del forista seudo intelectual, éste forista cita innecesariamente lo que otro forista dijo (“fulano de tal dijo: bla bla bla”), pero no aporta nada nuevo. Generalmente es una persona carente de ideas propias. Lástima.
16. EL FORISTA “CONTRERAS”: Se caracteriza porqué va en contra de lo que los demás opinan. Para él será negro, si los otros dicen blanco, y, blanco si los otros dicen negro. Es una variante del figuretismo. Se recomienda no hacerle caso.
17. EL FORISTA BÍBLICO: Se caracteriza por citar a cada rato pasajes de La Biblia. Menciona a Dios a cada momento, para él Satanás ya domina al hombre y el fin del mundo es inminente; y, de paso, si es evangélico, te invita a su iglesia para que encuentres la salvación. Vade retro¡¡¡
18. EL FORISTA “POSITIVO”: Se caracteriza por ser un devorador de libros de autoayuda. Para él todo es “súper”, “bonito”, “la vida es rosa”, y otras huachafadas que saca de sus libros de actitud positiva (lo supera a Belmont). Por desgracia éste tipo de forista ya perdió el poco sentido común que podía tener.
19. LA FORISTA BARBIE: Es todo lo contrario a la forista intelectual. Ella declara expresamente que la autorrealización de una mujer está en casarse y tener una bonita familia –y aunque no lo dice de forma explícita, de preferencia el hombre de sus sueños debe tener “billete”-, le gustaría que su hija sea una muñeca igual a ella y su cómoda está repleta de cremas “rejuvenecedoras” de toda clase. No se crea que solo entre las jóvenes se da la forista Barbie, también existen maduras señoras que se quedaron mentalmente en la base dos, aunque ya ostentan notoriamente los años a espaldas, las arruguitas y patas de gallo en el rostro, las manos agrietadas y otros detallitos más que dicen lo contrario. Para conversar con ella se requiere no profundizar mucho en los temas. La pobre se marea.
20. EL FORISTA FANFARRÓN: Todo es sexo para él. Hasta agarrar el “mouse” tiene un significado sexual. Aparenta proezas sexuales que ni él mismo se las cree (¿han escuchado hablar del “tres al hilo”?). Para sus amigos dice que “todas” las foristas de la página han pasado por él; pero cuando cae de verdad alguna incauta, el toro se vuelve un manso cordero, no sabe siquiera por donde empezar. Qué pasa matador¡¡¡
21. EL FORISTA ONANISTA: A diferencia del forista fanfarrón, no saca a relucir supuestas proezas sexuales, sino que se resigna a su mano. Si alguna vez, en una cabina, notan a una persona sólo con una mano visible cuando está frente a la computadora, se darán cuenta porqué.
Y paramos acá.
No se lo tomen tan a pecho los que se sientan aludidos con alguna clase de forista. Total, un poco de humor siempre es bueno en la vida o como diría Susy Díaz “vive la vida y no dejes que la vida te viva”.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Si bien nunca los llegué a conocer a todos personalmente (conocí algunos –y sobretodo algunas- con quienes salí un par de veces) pero, a manera de un entomólogo y sin quererlo concientemente, comencé a clasificar a los foristas que caían por los foros que administraba. La tarea por cierto no era nada desagradable y si bien no se ganaba nada en la labor (era un trabajo ad honoren) se gozaba mucho. Conocer esa variedad de fauna fue una experiencia irrepetible de apreciar el comportamiento humano en toda su dimensión, tanto hacia arriba como hacia abajo. Sin pretender ser exhaustivo, creo que una tipología de foristas podría ser como a continuación sigue.
1. EL FORISTA MALDITO: Le gusta hacerse el interesante mediante el insulto, el agravio o cayendo antipático. Es una forma de figuretismo que oculta una gran inseguridad. Hace mucho tiempo tuve que lidiar con un forista así. Imagino que debe estar en algún otro foro haciendo sus maromas de payaso.
2. EL FORISTA FIGURETI: Es el que opina de todo y está en todos los foros. Pretende ser el “Leonardo Da Vinci” de la era electrónica. Es fácil reconocerlo por el número de mensajes posteados que tiene (generalmente pasa fácilmente los mil), casi todos desechables. Es también otra forma de figuretismo, aparentando ser una persona que “conoce de todo” usa frasecitas intrascendentes o misteriosas y cree que los demás no se darán cuenta, a fin de satisfacer su ego: hacerse pasar por una autoridad “culta y entendida”, cuando en realidad no pasa de un vulgar copista.
3. EL FORISTA PATERO: Es el que por lo general entra a un foro para conocer amigos o a ver si le liga un plan. Nada más. No le interesan los temas que se tratan en los foros. Generalmente para más tiempo en sitios como “Tiempo libre”, “Pica pica”, “Guía del ocio” o algún otro de similar naturaleza.
4. EL FORISTA NEURÓTICO: A este forista se le conoce fácilmente porqué vive agazapado a ver si los demás hacen un comentario sobre él. Incluso si se opina de algo que no le alude, él lo toma como algo muy personal y responde como si lo hubieran agraviado. Se le conoce porqué no duerme sin revisar antes los foros para saber que dijeron de él (o de ella). Favor consulte un psiquiatra urgente.
5. EL FORISTA MESURADO: Es el equilibrado. Generalmente sus opiniones son moderadas, no va a los extremos. Opina en los temas que conoce y donde sabe que puede aportar algo. Antes de opinar sobre un tema o postear un mensaje, se documenta previamente. Modestia aparte, en ese tipo de forista se ubicaba éste humilde servidor (ejem....).
6. EL FORISTA TÍMIDO: Se caracteriza por qué no interviene mucho, a pesar que puede conocer el tema tratado. Le cuesta trabajo hacer amigos en el foro. Casi siempre busca pasar desapercibido.
7. EL FORISTA HIPÓCRITA: Te das cuenta porqué cuando te escribe o responde a un mensaje tuyo en el foro, te dice que eres lo máximo, que cuentas con él (o ella) para lo que sea; y, por el privado o el correo de otros, “te maletea” sin misericordia. Ese tipo es bastante común en los foros.
8. EL FORISTA CHISMOSO: Es el típico “correveidile”. Busca información para revelarla ante los otros foristas. Es el de la “primicia chocherita”. En el fondo busca satisfacer una vocación frustrada por el periodismo. Ideal para un programa tipo Magaly TV. Cuidado con que le cuenten un secreto, a los pocos minutos lo sabrán todos.
9. EL FORISTA CON PERSONALIDADES MÚLTIPLES: Se le conoce porque en los foros usa varios nicks o sobrenombres siendo la misma persona y, cosa rara, cuando cambia de nick cambia de personalidad, algo así como el “Doctor Jeckill y Mister Hyde” de la era electrónica. Incluso a veces usa nicks de mujer si es hombre o viceversa, lo cual refleja también un deseo inconciente de cambiar de identidad. Favor ir también urgente a un psiquiatra.
10. EL FORISTA “MACHO”: A diferencia del forista patero, el forista “macho” (de los que huelen a licor, a humo de cigarrillo, sudor en las axilas y con voz ronca de voceador de micros) desde el saque quiere dejar en claro que él es el “men”, que eso está fuera de discusión y que las mujeres se le “deben echar” sólo por ese mérito. No es un seductor, sólo busca intimidar. Los psicólogos han descubierto que estos personajes tienen un lado oculto muy “femenino”. Como dice el viejo adagio “los extremos se tocan”.
11. EL FORISTA “DELICADO”: Es el típico “gay”. Casi siempre usa nicks de mujer y coloca la foto de su hermana (la más rica) para que crean que es ella. Parece mentira, pero consigue “jales” entre hombres muy hombres (y felizmente casados). En el foro que moderaba cayeron varios. Guardad el secreto de la serie rosa.
12. LA FORISTA INTELECTUAL: No le gusta que la miren como objeto, sino como sujeto “de pensamiento”. Dice detestar las tareas del hogar, pero bien en el fondo que desea casarse y ser una diligente ama de casa. Solapa te va deslizando que sabe cocinar, bordar y que adoraaaa a los niños. Se autopromociona. Escribe cuentos o poemas, asiste a las reuniones literarias para pasar el rato y vive en rivalidad permanente con los hombres. Freud diría que tiene envidia del pene.
13. EL FORISTA PLAGERO: Es el inescrupuloso. No tiene valores. Le gusta aparentar ante los demás que es un “intelectual” con muchos “pergaminos” (cada vez que puede se llena la boca de “todos” los diplomas que ha sacado, hasta el de cómo bañar a su perrito en diez fáciles lecciones) y sin mayores prejuicios, sin hacerse paltas, usa los ensayos o artículos de otros y los hace pasar como suyos. Casi siempre dice estar escribiendo la “novela perfecta” o el “poema perfecto” que revolucionará la literatura, o si se dice “científico”, del invento que cambiará la vida del hombre, y, más bien, está a la caza de lo que los demás escriben para hacerlo pasar como suyo. ¡Cuidado con que le entreguen un trabajo que les haya costado sudor realizarlo, después aparecerá publicado con el nombre de éste tipejo inescrupuloso que muy ufano dirá que es “fruto de su trabajo creador”¡¡¡¡
14. EL FORISTA SEUDO INTELECTUAL: Se le reconoce porqué casi siempre coloca citas extensísimas de libros en sus mensajes y casi nada de él; pero a diferencia del forista plagero, es honesto en citar la fuente. Lo que pasa es que no tiene creatividad propia y se resigna a colocar citas de otros -por lo general de libros de filosofía, de derecho o de alguna ciencia social- y en el colmo de la audacia cita hasta canciones de Arjona (agh...).
15. EL FORISTA CITADOR DE OTROS: A diferencia del forista seudo intelectual, éste forista cita innecesariamente lo que otro forista dijo (“fulano de tal dijo: bla bla bla”), pero no aporta nada nuevo. Generalmente es una persona carente de ideas propias. Lástima.
16. EL FORISTA “CONTRERAS”: Se caracteriza porqué va en contra de lo que los demás opinan. Para él será negro, si los otros dicen blanco, y, blanco si los otros dicen negro. Es una variante del figuretismo. Se recomienda no hacerle caso.
17. EL FORISTA BÍBLICO: Se caracteriza por citar a cada rato pasajes de La Biblia. Menciona a Dios a cada momento, para él Satanás ya domina al hombre y el fin del mundo es inminente; y, de paso, si es evangélico, te invita a su iglesia para que encuentres la salvación. Vade retro¡¡¡
18. EL FORISTA “POSITIVO”: Se caracteriza por ser un devorador de libros de autoayuda. Para él todo es “súper”, “bonito”, “la vida es rosa”, y otras huachafadas que saca de sus libros de actitud positiva (lo supera a Belmont). Por desgracia éste tipo de forista ya perdió el poco sentido común que podía tener.
19. LA FORISTA BARBIE: Es todo lo contrario a la forista intelectual. Ella declara expresamente que la autorrealización de una mujer está en casarse y tener una bonita familia –y aunque no lo dice de forma explícita, de preferencia el hombre de sus sueños debe tener “billete”-, le gustaría que su hija sea una muñeca igual a ella y su cómoda está repleta de cremas “rejuvenecedoras” de toda clase. No se crea que solo entre las jóvenes se da la forista Barbie, también existen maduras señoras que se quedaron mentalmente en la base dos, aunque ya ostentan notoriamente los años a espaldas, las arruguitas y patas de gallo en el rostro, las manos agrietadas y otros detallitos más que dicen lo contrario. Para conversar con ella se requiere no profundizar mucho en los temas. La pobre se marea.
20. EL FORISTA FANFARRÓN: Todo es sexo para él. Hasta agarrar el “mouse” tiene un significado sexual. Aparenta proezas sexuales que ni él mismo se las cree (¿han escuchado hablar del “tres al hilo”?). Para sus amigos dice que “todas” las foristas de la página han pasado por él; pero cuando cae de verdad alguna incauta, el toro se vuelve un manso cordero, no sabe siquiera por donde empezar. Qué pasa matador¡¡¡
21. EL FORISTA ONANISTA: A diferencia del forista fanfarrón, no saca a relucir supuestas proezas sexuales, sino que se resigna a su mano. Si alguna vez, en una cabina, notan a una persona sólo con una mano visible cuando está frente a la computadora, se darán cuenta porqué.
Y paramos acá.
No se lo tomen tan a pecho los que se sientan aludidos con alguna clase de forista. Total, un poco de humor siempre es bueno en la vida o como diría Susy Díaz “vive la vida y no dejes que la vida te viva”.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, February 27, 2007
LA REFORMA DEL ESTADO
Hablar o escribir acerca de la reforma del estado implica establecer una posición ideológica previa de quien habla o escribe sobre el tema, salvo que se quiera pasar desapercibido, asépticamente puro, como ha sucedido con algunos que han opinado sobre el tema. Es así que para los neoliberales, la reforma del estado solo pasa por una mejor eficiencia de la administración pública (uso de la informática, simplificación administrativa, mejor atención al usuario) y una sensible reducción del personal (despidos); mientras que para los estatistas, una reforma no necesariamente pasa por un estado más elástico y con reacciones más prontas, sino por la creación de empresas públicas o de más ministerios a fin de atender las demandas sociales.
Sin embargo, la reforma del estado pasa necesariamente por saber qué tipo de estado queremos. Y allí es donde surgen las divergencias abismales.
Ya Fujimori había planteado una reforma del aparato estatal en los años iniciales de su primer gobierno que significó una disminución de la planilla burocrática y una reducción de ministerios, así como la creación de “islotes de eficiencia” dentro del aparato burocrático: oficinas descentralizadas funcionales, personal técnico muy calificado e infraestructura moderna (Indecopi, Sunat, Sunarp). Lamentablemente la búsqueda de la re-reelección dejó “congelado” el proyecto donde intervinieron jóvenes tecnócratas neoliberales (una de ellas fue la conocida periodista y abogada Rosa María Palacios).
Pero, una reforma más amplia y profunda abarca temas como la reforma institucional, el acceso a un estado más democrático, inclusivo y moderno, que satisfaga las demandas sociales de la sociedad, de un estado más ágil y flexible, y, pasa también por una necesaria reconversión de las fuerzas armadas y fuerzas policiales; en fin, de un estado más hacia el siglo XXI y hacia un país más moderno. Una reforma del estado igualmente implica una reforma judicial profunda y un sistema que permita la redistribución de los beneficios a todos (“el chorreo”). Y para todo eso es necesario tener objetivos previos claros y bien definidos. Se trata de un proyecto a largo plazo y que demora más de un gobierno, por lo que requiere continuidad institucional.
Pero, considerando que el ejecutivo prefiere no arriesgar demasiado en cada paso que da (costo político bajo), lo más probable es que una “reforma del estado” pase por un camino más modesto que será lanzado con bombos y platillos en el más optimista de los panoramas para después caer en el olvido cuando el tema haya perdido su encanto mediático. No esperemos más.
Post scriptum: Luego de la crisis ministerial y desafección de Pilar Mazzetti en el Ministerio del Interior, ha asumido funciones Luis Alva Castro, el mismo que fue gran responsable de la hiperinflación de 1988-90, al permitir en los años previos de su premierato y mando en el MEF, durante el primer gobierno de Alan García, la emisión inorgánica de papel moneda. Ahora no está en esa sensible cartera (felizmente), pero es de temer que el Mininter se cope de “compañeros” y que la moralización quede en un bonito anuncio inaugural. Ojalá me equivoqué, pero no le veo condiciones de asumir un liderazgo de reforma en un ministerio donde salta la pus apenas se aprieta un poco.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Sin embargo, la reforma del estado pasa necesariamente por saber qué tipo de estado queremos. Y allí es donde surgen las divergencias abismales.
Ya Fujimori había planteado una reforma del aparato estatal en los años iniciales de su primer gobierno que significó una disminución de la planilla burocrática y una reducción de ministerios, así como la creación de “islotes de eficiencia” dentro del aparato burocrático: oficinas descentralizadas funcionales, personal técnico muy calificado e infraestructura moderna (Indecopi, Sunat, Sunarp). Lamentablemente la búsqueda de la re-reelección dejó “congelado” el proyecto donde intervinieron jóvenes tecnócratas neoliberales (una de ellas fue la conocida periodista y abogada Rosa María Palacios).
Pero, una reforma más amplia y profunda abarca temas como la reforma institucional, el acceso a un estado más democrático, inclusivo y moderno, que satisfaga las demandas sociales de la sociedad, de un estado más ágil y flexible, y, pasa también por una necesaria reconversión de las fuerzas armadas y fuerzas policiales; en fin, de un estado más hacia el siglo XXI y hacia un país más moderno. Una reforma del estado igualmente implica una reforma judicial profunda y un sistema que permita la redistribución de los beneficios a todos (“el chorreo”). Y para todo eso es necesario tener objetivos previos claros y bien definidos. Se trata de un proyecto a largo plazo y que demora más de un gobierno, por lo que requiere continuidad institucional.
Pero, considerando que el ejecutivo prefiere no arriesgar demasiado en cada paso que da (costo político bajo), lo más probable es que una “reforma del estado” pase por un camino más modesto que será lanzado con bombos y platillos en el más optimista de los panoramas para después caer en el olvido cuando el tema haya perdido su encanto mediático. No esperemos más.
Post scriptum: Luego de la crisis ministerial y desafección de Pilar Mazzetti en el Ministerio del Interior, ha asumido funciones Luis Alva Castro, el mismo que fue gran responsable de la hiperinflación de 1988-90, al permitir en los años previos de su premierato y mando en el MEF, durante el primer gobierno de Alan García, la emisión inorgánica de papel moneda. Ahora no está en esa sensible cartera (felizmente), pero es de temer que el Mininter se cope de “compañeros” y que la moralización quede en un bonito anuncio inaugural. Ojalá me equivoqué, pero no le veo condiciones de asumir un liderazgo de reforma en un ministerio donde salta la pus apenas se aprieta un poco.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Thursday, February 22, 2007
¿CONSTITUCIÓN DE 1979 O DE 1993?
Cada cierto tiempo, y por las más distintas razones, emerge el debate constitucional que se reduce a dos opciones: o regresar a la Carta Política de 1979 o mantener la vigente. Ambas posiciones sostienen la idea que son necesarias reformas previas, se trate de retornar a la carta derogada o de continuar con la actual.
Si bien cada posición es muy respetable, sin embargo sus argumentos más que jurídicos o sociales, son de carácter retórico. Así, por ejemplo, los “retornistas” a la Constitución del 79, sostienen que es la carta prístina, constitucionalmente “pura”, “legítima en sus orígenes”, mientras que la otra es una carta espuria (algo así como antaño era procrear un hijo fuera del matrimonio), un hijo “bastardo” concebido para satisfacer las bajas pasiones de la reelección del autócrata a fin de perpetuarse en el poder, por lo que al ser promulgada por un dictador sería nula desde sus orígenes; en cambio, para los “vigentistas”, la carta del 79 está desfasada y no podemos regresar al pasado debido a que traería inestabilidad jurídica y económica, espantaría a las inversiones, además que la carta del 93 trae consigo instituciones nuevas que no tenía la anterior y su régimen económico está más acorde con los nuevos tiempos.
Sin embargo, el debate es bizantino. El asunto no es tanto retornar a una carta o mantener la actual (o incluso elaborar una nueva carta “desde cero” como proponen algunos). La cuestión reside más en la necesidad o no de cambiar la carta y de ser necesario en qué cambiarla, así como de la coyuntura o del momento para realizarlo.
Y no es tan fácil como parece.
En primer lugar, cabe la pregunta ¿quién realiza las reformas, el actual congreso o una asamblea constituyente ex profeso?
Los legalistas y apegados a la literalidad del texto de la carta política vigente sostendrán que el actual congreso está facultado para realizar el cambio, toda vez que el mismo texto constitucional los faculta; en cambio los que sostienen que debe ser una asamblea constituyente convocada ex profeso sostienen que el actual congreso no ha recibido mandato alguno del pueblo para realizar semejantes cambios, que deben ser hechos más bien por una asamblea convocada para tal finalidad.
Desde el inicio existe un problema de legitimidad, ¿quién se encargará de la reforma, el congreso en funciones o una asamblea constituyente constituida para tal fin?
La legitimidad se verá afectada de tomar cualquiera de los dos caminos, además que la composición de una eventual Asamblea Constituyente sería muy distinta al parlamento actual, lo que va a provocar evidentemente ciertas rencillas y algún que otro gesto de folclorismo político, dependiendo de la calidad de los recursos humanos que la conformen; aparte que el presente congreso no se caracteriza por tener constitucionalistas de primer nivel, salvo una que otra honrosa excepción.
Pero supongamos (ceteris paribus como dirían los economistas) que el problema queda resuelto y que por razones pragmáticas y de presupuesto, se decide que sea el congreso en funciones el encargado de la reforma de la carta.
Si el punto es cambiar el texto constitucional, no podría ser realizado sin proponer el Legislativo un amplio debate en la sociedad y sobretodo que la constitución aprobada no quede en un cambio meramente retórico, sino que los cambios sean sustanciales, vale decir, sentar un pacto fundacional que tenga comprometida a la sociedad, y para ello es necesario que el mismo Congreso legisle críticamente.
Una constitución no es solo “la ley de leyes” (como huachafamente dicen algunos - con el perdón de Hans Kelsen-), sino que una constitución es el acuerdo social, político y económico que toma una nación en un momento determinado de su historia. Es el compromiso que realiza un grupo social para decidir cómo y hacia dónde vamos y, sobretodo, cuáles son las herramientas, garantías y limitaciones de ese pacto. En pocas palabras, una constitución es un proyecto nacional de bien común.
Veamos algunos problemas que deberían ser tratados honesta y seriamente al momento de reformar la carta.
Por ejemplo, si reformamos la estructura del Estado (la parte orgánica de la constitución), vamos a tener que muchas instituciones deben ser puestas al día, acorde con la época, entre ellas el vetusto y criticado Poder Legislativo y su par el Poder Judicial.
¿Introduciremos como reforma la renovación por tercios o por mitades del congreso como tantas veces se ha planteado? O, ¿seguimos con el régimen unicameral, perfeccionándolo, o regresamos al bicameral? Las respuestas a estas preguntas plantean un desafío para el Poder Legislativo, no sólo intelectual, sino de desprendimiento en aras del interés nacional. ¿Se sacrificarán los actuales congresistas a fin de favorecer un mayor perfeccionamiento institucional que ponga de nuevo en el nivel que le corresponde al primer poder del estado? O, para decirlo de otra manera, ¿renunciarán los actuales congresistas a sus cinco años de mandato y se someterán a una fiscalización y mayor transparencia crítica de la sociedad? ¿Promoverán las causales de vacancia del congresista? ¿Renunciarán a la inmunidad parlamentaria absoluta?
O, analicemos el Poder Judicial. ¿Seguiremos designando al Presidente de este importante poder del estado como hasta ahora (sólo un puñado de vocales, que entre ellos reunidos, designan al presidente de la Corte Suprema) o iremos a la elección por votación universal y secreta de todos los magistrados de la república para que elijan a su más alto representante nacional? O, ¿seguiremos con una Corte Suprema centralizada y burocrática, o vamos a la descentralización de la máxima instancia judicial? Y, si vamos a las instancias inferiores, ¿implementaremos el sistema de jurados para los casos penales, a fin que sea la propia sociedad quien decida sobre la pena que impone al autor de un delito?
Sobre el Poder Ejecutivo, en un país que cuenta más con caudillos que con instituciones sólidas, seguiremos con la reelección del presidente de la república pasado un período o vamos a un mandato corto de cuatro años con posibilidades de una sola reelección inmediata y de allí nunca más vuelve a postular a cargo público alguno. ¿Se atreverá algún líder de partido político con aspiraciones presidenciales ha proponer algo así?
En cuanto a la descentralización política, ¿iremos hacia un gobierno federal con autonomías regionales plenas o nos quedaremos con el gobierno unitario y centralista? La decisión no es sencilla y requiere de mucho coraje político, porque de tomarse el primer camino significará el ocaso de los grandes caudillos nacionales y el inicio de otra forma de hacer y entender la política.
O, vayamos a los organismos electorales. Desde la vigencia de la actual constitución ha existido un debate entre los que sostienen que se debe regresar a la antigua forma donde el Jurado Nacional de Elecciones era quien elaboraba el padrón electoral, convocaba a elecciones, llevaba a cabo el sufragio y resolvía las controversias; es decir, era órgano administrativo, ejecutor y dirimente. Todo a la vez. Y los que prefieren mantener la actual conformación, por considerarla más moderna y eficaz administrativa y jurisdiccionalmente.
Los que quieren regresar a la usanza antigua aportan solo argumentos trillados, como el consabido “fraude”, olvidando que ya llevamos dos elecciones generales (la de 2001 y la de 2006) con el sistema electoral tripartito sin que nadie haya denunciado seriamente fraude alguno. ¿Nos quedamos con el actual sistema perfeccionándolo o regresamos al antiguo? Pregunta difícil de responder sin dejar de lado el apasionamiento político y sobretodo si no se cuenta con conocimientos técnicos para absolverla, lo que muy pocos políticos tienen.
Existen más preguntas que se pueden hacer si se trata de una verdadera reforma constitucional. Creo que con las expuestas es suficiente como para reflexionar que el asunto no es simplemente “cambiar la carta”, sino porqué cambiarla.
Examinemos ahora la constitución económica o el régimen económico constitucional.
El régimen económico de la Carta del 79 es totalmente distinto al de la Carta del 93.
Obedecen a concepciones económicas totalmente diferentes, mientras la carta del 79 tiene un esquema keynesiano, en el cual se le otorga al Estado un papel bastante activo, de un dirigismo estatal muy marcado; la actual se encuentra dentro de la concepción económica neoliberal, de laissez faire absoluto y con una participación secundaria y bastante tímida del Estado. Las explicaciones de uno y otro modelo obedecen a la ideología que los sustenta y al contexto socio-económico mundial en que fueron promulgadas ambas cartas y cuya repercusión se sintió también en nuestro país.
¿Con cuál nos quedamos? Algunos, sin pestañear, proponen retornar al régimen económico de la Constitución del 79, como si en el Perú y el mundo no habría pasado nada en los últimos treinta años. Otros, inclinados al liberalismo mercantil, proponen no tocar ni una coma del contenido económico de la Carta del 93. Personalmente estoy inclinado a una mixtura de ambos regímenes. Los dos contienen instituciones útiles y merecen rescatarse, no podemos a rajatabla condenar uno para imponer el otro, aunque la “combinación” requiere una delicada operación quirúrgica que armonice las instituciones de ambas concepciones, en un marco que le permita una participación regulatoria y empresarial activa al Estado, pero respetando las reglas del mercado y sin caer en un controlismo o dirigismo absoluto, donde debe primar el interés público pero sin descuidar los micro intereses particulares que se mueven en la sociedad y que son el motor de la riqueza. (En lo particular me inclino por tomar como base para la reforma del régimen económico a la carta del 93, debido a que la del 79 es excesivamente reglamentarista y controlista, pero eso sí, rescatando de esta última ciertas instituciones importantes que contiene).
Y, para terminar, en la parte dogmática de la constitución, la referente a los derechos fundamentales de la persona, ¿seguiremos con la costumbre de seguir incorporando más derechos constitucionales que quedan en el papel o nos esforzaremos por hacer realidad siquiera alguno de ellos? Hasta ahora, por ejemplo, la universalidad del seguro social sigue siendo un buen deseo más que una tangible realidad. Si cada gobierno democrático desde 1980 en adelante se hubiera propuesto en serio hacer realidad siquiera un derecho social durante su mandato, hoy la situación de millones de peruanos sería muy distinta.
Como vemos, la discusión tal como está planteada a fin de decidir con cuál constitución política nos quedamos es más retórica que real, con un discurso bastante pobre, repetitivo, carente de ideas originales y más bien repleto de clichés, que no afectará para nada la vida de los millones de peruanos de a pie; y, quizás nos encontremos que de aquí a algunos años, cuando se presente alguna crisis política bastante seria, estaremos de nuevo hablando de “una nueva constitución”. La sociedad va por un lado, mientras que los promotores de la discusión bizantina viven encerrados en su torre de marfil o de sus propios intereses.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Si bien cada posición es muy respetable, sin embargo sus argumentos más que jurídicos o sociales, son de carácter retórico. Así, por ejemplo, los “retornistas” a la Constitución del 79, sostienen que es la carta prístina, constitucionalmente “pura”, “legítima en sus orígenes”, mientras que la otra es una carta espuria (algo así como antaño era procrear un hijo fuera del matrimonio), un hijo “bastardo” concebido para satisfacer las bajas pasiones de la reelección del autócrata a fin de perpetuarse en el poder, por lo que al ser promulgada por un dictador sería nula desde sus orígenes; en cambio, para los “vigentistas”, la carta del 79 está desfasada y no podemos regresar al pasado debido a que traería inestabilidad jurídica y económica, espantaría a las inversiones, además que la carta del 93 trae consigo instituciones nuevas que no tenía la anterior y su régimen económico está más acorde con los nuevos tiempos.
Sin embargo, el debate es bizantino. El asunto no es tanto retornar a una carta o mantener la actual (o incluso elaborar una nueva carta “desde cero” como proponen algunos). La cuestión reside más en la necesidad o no de cambiar la carta y de ser necesario en qué cambiarla, así como de la coyuntura o del momento para realizarlo.
Y no es tan fácil como parece.
En primer lugar, cabe la pregunta ¿quién realiza las reformas, el actual congreso o una asamblea constituyente ex profeso?
Los legalistas y apegados a la literalidad del texto de la carta política vigente sostendrán que el actual congreso está facultado para realizar el cambio, toda vez que el mismo texto constitucional los faculta; en cambio los que sostienen que debe ser una asamblea constituyente convocada ex profeso sostienen que el actual congreso no ha recibido mandato alguno del pueblo para realizar semejantes cambios, que deben ser hechos más bien por una asamblea convocada para tal finalidad.
Desde el inicio existe un problema de legitimidad, ¿quién se encargará de la reforma, el congreso en funciones o una asamblea constituyente constituida para tal fin?
La legitimidad se verá afectada de tomar cualquiera de los dos caminos, además que la composición de una eventual Asamblea Constituyente sería muy distinta al parlamento actual, lo que va a provocar evidentemente ciertas rencillas y algún que otro gesto de folclorismo político, dependiendo de la calidad de los recursos humanos que la conformen; aparte que el presente congreso no se caracteriza por tener constitucionalistas de primer nivel, salvo una que otra honrosa excepción.
Pero supongamos (ceteris paribus como dirían los economistas) que el problema queda resuelto y que por razones pragmáticas y de presupuesto, se decide que sea el congreso en funciones el encargado de la reforma de la carta.
Si el punto es cambiar el texto constitucional, no podría ser realizado sin proponer el Legislativo un amplio debate en la sociedad y sobretodo que la constitución aprobada no quede en un cambio meramente retórico, sino que los cambios sean sustanciales, vale decir, sentar un pacto fundacional que tenga comprometida a la sociedad, y para ello es necesario que el mismo Congreso legisle críticamente.
Una constitución no es solo “la ley de leyes” (como huachafamente dicen algunos - con el perdón de Hans Kelsen-), sino que una constitución es el acuerdo social, político y económico que toma una nación en un momento determinado de su historia. Es el compromiso que realiza un grupo social para decidir cómo y hacia dónde vamos y, sobretodo, cuáles son las herramientas, garantías y limitaciones de ese pacto. En pocas palabras, una constitución es un proyecto nacional de bien común.
Veamos algunos problemas que deberían ser tratados honesta y seriamente al momento de reformar la carta.
Por ejemplo, si reformamos la estructura del Estado (la parte orgánica de la constitución), vamos a tener que muchas instituciones deben ser puestas al día, acorde con la época, entre ellas el vetusto y criticado Poder Legislativo y su par el Poder Judicial.
¿Introduciremos como reforma la renovación por tercios o por mitades del congreso como tantas veces se ha planteado? O, ¿seguimos con el régimen unicameral, perfeccionándolo, o regresamos al bicameral? Las respuestas a estas preguntas plantean un desafío para el Poder Legislativo, no sólo intelectual, sino de desprendimiento en aras del interés nacional. ¿Se sacrificarán los actuales congresistas a fin de favorecer un mayor perfeccionamiento institucional que ponga de nuevo en el nivel que le corresponde al primer poder del estado? O, para decirlo de otra manera, ¿renunciarán los actuales congresistas a sus cinco años de mandato y se someterán a una fiscalización y mayor transparencia crítica de la sociedad? ¿Promoverán las causales de vacancia del congresista? ¿Renunciarán a la inmunidad parlamentaria absoluta?
O, analicemos el Poder Judicial. ¿Seguiremos designando al Presidente de este importante poder del estado como hasta ahora (sólo un puñado de vocales, que entre ellos reunidos, designan al presidente de la Corte Suprema) o iremos a la elección por votación universal y secreta de todos los magistrados de la república para que elijan a su más alto representante nacional? O, ¿seguiremos con una Corte Suprema centralizada y burocrática, o vamos a la descentralización de la máxima instancia judicial? Y, si vamos a las instancias inferiores, ¿implementaremos el sistema de jurados para los casos penales, a fin que sea la propia sociedad quien decida sobre la pena que impone al autor de un delito?
Sobre el Poder Ejecutivo, en un país que cuenta más con caudillos que con instituciones sólidas, seguiremos con la reelección del presidente de la república pasado un período o vamos a un mandato corto de cuatro años con posibilidades de una sola reelección inmediata y de allí nunca más vuelve a postular a cargo público alguno. ¿Se atreverá algún líder de partido político con aspiraciones presidenciales ha proponer algo así?
En cuanto a la descentralización política, ¿iremos hacia un gobierno federal con autonomías regionales plenas o nos quedaremos con el gobierno unitario y centralista? La decisión no es sencilla y requiere de mucho coraje político, porque de tomarse el primer camino significará el ocaso de los grandes caudillos nacionales y el inicio de otra forma de hacer y entender la política.
O, vayamos a los organismos electorales. Desde la vigencia de la actual constitución ha existido un debate entre los que sostienen que se debe regresar a la antigua forma donde el Jurado Nacional de Elecciones era quien elaboraba el padrón electoral, convocaba a elecciones, llevaba a cabo el sufragio y resolvía las controversias; es decir, era órgano administrativo, ejecutor y dirimente. Todo a la vez. Y los que prefieren mantener la actual conformación, por considerarla más moderna y eficaz administrativa y jurisdiccionalmente.
Los que quieren regresar a la usanza antigua aportan solo argumentos trillados, como el consabido “fraude”, olvidando que ya llevamos dos elecciones generales (la de 2001 y la de 2006) con el sistema electoral tripartito sin que nadie haya denunciado seriamente fraude alguno. ¿Nos quedamos con el actual sistema perfeccionándolo o regresamos al antiguo? Pregunta difícil de responder sin dejar de lado el apasionamiento político y sobretodo si no se cuenta con conocimientos técnicos para absolverla, lo que muy pocos políticos tienen.
Existen más preguntas que se pueden hacer si se trata de una verdadera reforma constitucional. Creo que con las expuestas es suficiente como para reflexionar que el asunto no es simplemente “cambiar la carta”, sino porqué cambiarla.
Examinemos ahora la constitución económica o el régimen económico constitucional.
El régimen económico de la Carta del 79 es totalmente distinto al de la Carta del 93.
Obedecen a concepciones económicas totalmente diferentes, mientras la carta del 79 tiene un esquema keynesiano, en el cual se le otorga al Estado un papel bastante activo, de un dirigismo estatal muy marcado; la actual se encuentra dentro de la concepción económica neoliberal, de laissez faire absoluto y con una participación secundaria y bastante tímida del Estado. Las explicaciones de uno y otro modelo obedecen a la ideología que los sustenta y al contexto socio-económico mundial en que fueron promulgadas ambas cartas y cuya repercusión se sintió también en nuestro país.
¿Con cuál nos quedamos? Algunos, sin pestañear, proponen retornar al régimen económico de la Constitución del 79, como si en el Perú y el mundo no habría pasado nada en los últimos treinta años. Otros, inclinados al liberalismo mercantil, proponen no tocar ni una coma del contenido económico de la Carta del 93. Personalmente estoy inclinado a una mixtura de ambos regímenes. Los dos contienen instituciones útiles y merecen rescatarse, no podemos a rajatabla condenar uno para imponer el otro, aunque la “combinación” requiere una delicada operación quirúrgica que armonice las instituciones de ambas concepciones, en un marco que le permita una participación regulatoria y empresarial activa al Estado, pero respetando las reglas del mercado y sin caer en un controlismo o dirigismo absoluto, donde debe primar el interés público pero sin descuidar los micro intereses particulares que se mueven en la sociedad y que son el motor de la riqueza. (En lo particular me inclino por tomar como base para la reforma del régimen económico a la carta del 93, debido a que la del 79 es excesivamente reglamentarista y controlista, pero eso sí, rescatando de esta última ciertas instituciones importantes que contiene).
Y, para terminar, en la parte dogmática de la constitución, la referente a los derechos fundamentales de la persona, ¿seguiremos con la costumbre de seguir incorporando más derechos constitucionales que quedan en el papel o nos esforzaremos por hacer realidad siquiera alguno de ellos? Hasta ahora, por ejemplo, la universalidad del seguro social sigue siendo un buen deseo más que una tangible realidad. Si cada gobierno democrático desde 1980 en adelante se hubiera propuesto en serio hacer realidad siquiera un derecho social durante su mandato, hoy la situación de millones de peruanos sería muy distinta.
Como vemos, la discusión tal como está planteada a fin de decidir con cuál constitución política nos quedamos es más retórica que real, con un discurso bastante pobre, repetitivo, carente de ideas originales y más bien repleto de clichés, que no afectará para nada la vida de los millones de peruanos de a pie; y, quizás nos encontremos que de aquí a algunos años, cuando se presente alguna crisis política bastante seria, estaremos de nuevo hablando de “una nueva constitución”. La sociedad va por un lado, mientras que los promotores de la discusión bizantina viven encerrados en su torre de marfil o de sus propios intereses.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, February 13, 2007
GRATUIDAD DE LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA, ¿ES POSIBLE?
Creo que ha todos nos gustan las cosas gratis, también es cierto que existen ciertos derechos sociales que se han conseguido a lo largo del tiempo, entre ellos la gratuidad de la educación; pero más allá de los derechos “conquistados” o del gusto que se tiene por lo que no cuesta nada (vean las “colas” que se forman hasta para conseguir gratis una galletita con mermelada), preguntémonos un momento si es posible una buena educación pública superior cien por cien gratuita.
Sería lo ideal, pero la respuesta salta a la vista. Es imposible.
De allí que el proyecto de la congresista Martha Hildebrandt* haya causado tanto revuelo y sobretodo porqué va contra lo políticamente correcto. Lo políticamente correcto en este caso es desgarrarse las vestiduras en público y vociferar a voz en cuello que eso es una salvajada, una herejía, que es atentar contra los más pobres, que el Estado debe de poner más dinero en las universidades públicas, que vamos hacia su privatización y otros argumentos más de carácter retórico. Es alinearse con aquellos que quieren mantener el statu quo, dejar las cosas como están, con los grupos de interés de por medio, a pesar que la educación pública universitaria es deficiente y en muchos casos mediocre (aunque la privada, salvo contadísimas excepciones, no escapa tampoco a esas características).
Todo depende del cristal con que se mire. Para un estatista, cualquier reforma educativa es solo sinónimo de más rentas. Para un neoliberal, significa solo privatizar lo público y mantener una costra de privilegios. Sin embargo, la realidad es más compleja.
Se ha dicho que el proyecto de la congresista Hildebrandt es anticonstitucional.
Argumento persuasivo a fin de conseguir adeptos a una posición (se ha convertido en un cliché abogadil cuando se quiere opinar en contra de algo) que real. Veamos porqué.
La carta de 1993 no universaliza la educación superior gratuita, sino que la condiciona a dos presupuestos básicos: estado socio-económico del estudiante y rendimiento académico (art. 17º, primer párrafo, de la Constitución Política). Ambos presupuestos son copulativos. Vale decir que si se aplicara la carta vigente estrictamente muchos de los incluso estudiantes de pregrado actuales (los de posgrado de las universidades públicas pagan sus derechos de enseñanza como en cualquier universidad privada) deberían pagar por sus estudios. Se estima que la cifra de estudiantes que provienen de un colegio privado y que ingresan a una universidad pública oscila entre el treinta y el cincuenta por ciento, dependiendo de la universidad a la que ingresen.
Por lo tanto, el proyecto de la congresista Hildebrandt no sería inconstitucional, se está ciñendo estrictamente a la carta vigente.
Ahora veamos la parte fáctica o real. El quid del asunto son las rentas y como administrarlas. Es cierto que las rentas de las universidades públicas siempre son escasas, pero como sucede con la educación escolar pública, la solución es más compleja que el simple aumento salarial a los profesores o implementar una mejor infraestructura, cosas importantes pero no las únicas.
Tan importante como las rentas es el saber administrarlas, y en este aspecto algunas universidades públicas se han caracterizado por no ser muy racionales en la utilización de sus recursos, mientras otras sí. Igual sucede con la generación de recursos propios. Existen universidades públicas que se las han ingeniado para generar sus propios recursos. Uno de los filones son los posgrados, que si bien son pagados, cuestan un poco menos que en una universidad privada, igual sucede con los diplomados, los cursos libres, seminarios y demás que imparten abiertos a todo el público.
Y, si queremos ir un poco más lejos, un cambio sustancial pasa también por algo desagradable para la mayoría de docentes, pero necesario: la evaluación periódica y la posibilidad de expulsar de sus filas a los malos profesores, y abrir las puertas al ingreso de docentes de otras universidades. Es sabido que en ciertas universidades públicas no admiten profesores de otras universidades, por más que tengan méritos académicos, prefiriendo a un profesor mediocre que sale de sus claustros y que simpatiza o tiene un carné partidario con el grupo político que detenta el poder en esa universidad, que a otro mejor preparado pero que proviene de una universidad distinta. Es la típica concepción del feudo medieval. Es mi “propiedad” y nadie ingresa.
También se hace necesaria y urgente una nueva ley universitaria acorde con los nuevos tiempos, debido a que la vigente hace tiempo que quedó desfasada. Esperemos que en el Congreso se pongan a trabajar seriamente un proyecto que sea sólido, coherente y realista.
Estamos seguros que el proyecto de la congresista Hildebrandt dormirá el sueño de los justos en alguna Comisión legislativa, políticamente no conviene, a pesar que la realidad y los hechos incontrovertibles digan lo contrario.
* Proyecto de ley Nº 939/2006-CR
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Sería lo ideal, pero la respuesta salta a la vista. Es imposible.
De allí que el proyecto de la congresista Martha Hildebrandt* haya causado tanto revuelo y sobretodo porqué va contra lo políticamente correcto. Lo políticamente correcto en este caso es desgarrarse las vestiduras en público y vociferar a voz en cuello que eso es una salvajada, una herejía, que es atentar contra los más pobres, que el Estado debe de poner más dinero en las universidades públicas, que vamos hacia su privatización y otros argumentos más de carácter retórico. Es alinearse con aquellos que quieren mantener el statu quo, dejar las cosas como están, con los grupos de interés de por medio, a pesar que la educación pública universitaria es deficiente y en muchos casos mediocre (aunque la privada, salvo contadísimas excepciones, no escapa tampoco a esas características).
Todo depende del cristal con que se mire. Para un estatista, cualquier reforma educativa es solo sinónimo de más rentas. Para un neoliberal, significa solo privatizar lo público y mantener una costra de privilegios. Sin embargo, la realidad es más compleja.
Se ha dicho que el proyecto de la congresista Hildebrandt es anticonstitucional.
Argumento persuasivo a fin de conseguir adeptos a una posición (se ha convertido en un cliché abogadil cuando se quiere opinar en contra de algo) que real. Veamos porqué.
La carta de 1993 no universaliza la educación superior gratuita, sino que la condiciona a dos presupuestos básicos: estado socio-económico del estudiante y rendimiento académico (art. 17º, primer párrafo, de la Constitución Política). Ambos presupuestos son copulativos. Vale decir que si se aplicara la carta vigente estrictamente muchos de los incluso estudiantes de pregrado actuales (los de posgrado de las universidades públicas pagan sus derechos de enseñanza como en cualquier universidad privada) deberían pagar por sus estudios. Se estima que la cifra de estudiantes que provienen de un colegio privado y que ingresan a una universidad pública oscila entre el treinta y el cincuenta por ciento, dependiendo de la universidad a la que ingresen.
Por lo tanto, el proyecto de la congresista Hildebrandt no sería inconstitucional, se está ciñendo estrictamente a la carta vigente.
Ahora veamos la parte fáctica o real. El quid del asunto son las rentas y como administrarlas. Es cierto que las rentas de las universidades públicas siempre son escasas, pero como sucede con la educación escolar pública, la solución es más compleja que el simple aumento salarial a los profesores o implementar una mejor infraestructura, cosas importantes pero no las únicas.
Tan importante como las rentas es el saber administrarlas, y en este aspecto algunas universidades públicas se han caracterizado por no ser muy racionales en la utilización de sus recursos, mientras otras sí. Igual sucede con la generación de recursos propios. Existen universidades públicas que se las han ingeniado para generar sus propios recursos. Uno de los filones son los posgrados, que si bien son pagados, cuestan un poco menos que en una universidad privada, igual sucede con los diplomados, los cursos libres, seminarios y demás que imparten abiertos a todo el público.
Y, si queremos ir un poco más lejos, un cambio sustancial pasa también por algo desagradable para la mayoría de docentes, pero necesario: la evaluación periódica y la posibilidad de expulsar de sus filas a los malos profesores, y abrir las puertas al ingreso de docentes de otras universidades. Es sabido que en ciertas universidades públicas no admiten profesores de otras universidades, por más que tengan méritos académicos, prefiriendo a un profesor mediocre que sale de sus claustros y que simpatiza o tiene un carné partidario con el grupo político que detenta el poder en esa universidad, que a otro mejor preparado pero que proviene de una universidad distinta. Es la típica concepción del feudo medieval. Es mi “propiedad” y nadie ingresa.
También se hace necesaria y urgente una nueva ley universitaria acorde con los nuevos tiempos, debido a que la vigente hace tiempo que quedó desfasada. Esperemos que en el Congreso se pongan a trabajar seriamente un proyecto que sea sólido, coherente y realista.
Estamos seguros que el proyecto de la congresista Hildebrandt dormirá el sueño de los justos en alguna Comisión legislativa, políticamente no conviene, a pesar que la realidad y los hechos incontrovertibles digan lo contrario.
* Proyecto de ley Nº 939/2006-CR
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Monday, January 29, 2007
LA FILMOTECA
Luego de varios años he regresado a la Filmoteca de Lima ubicada al interior del Museo de Arte. Está igual, quizás más vieja. Los asientos me parecen incómodos, acostumbrado ahora a las cómodas butacas de la Ventana Indiscreta o de los multicines. Me parece que hasta el mismo señor que recogía los boletos a la entrada sigue allí. Hace muchos años venía acá, con una ex enamorada. Nos sentábamos en la última fila. Eso es lo bueno del cine, te acoge en su íntima oscuridad. Luego, por múltiples razones, dejé de venir.
Hoy me encuentro por una razón excepcional: le sigo el rastro a una película de Buñuel, “Nazarín”, que no pude ver en “La ventana…” el día que la dieron allá.
No sé cómo será la proyección, pero, me imagino, que no será muy buena, viendo los dos viejos parlantes que están al costado de la pantalla (el dolby surround y los demás artilugios de sonido no han llegado todavía a la Filmoteca).
Se dice que no está bien hablar mal de un viejo amor, y la Filmoteca fue uno muy querido. Gran parte de mi cenefilia se nutrió en su sala cuando los asientos eran de madera pura y dura y salías con un dolor en el trasero pero con gusto de haber visto por primera vez una película de Bergman o de Fellini. Es mejor callar y dejar ese bonito recuerdo en la memoria, ya que de eso tanto ella (la Filmoteca) como yo nos alimentamos y nos abriga tanto o más que un café caliente en invierno.
Estoy en esas cavilaciones cuando el señor que recogió mi boleto (ahora sí estoy seguro, es el mismo de épocas pasadas) se acerca a mi butaca y entre tímido y entrecortado, con la vista puesta en el suelo, me dice que lamentablemente no se podrá proyectar la película porque soy el único asistente y se requiere un mínimo de tres o cuatro para empezar una función, que disculpe más bien, que otra vez será. Le digo que está bien, que no se preocupe, que efectivamente parece que el ciclo de Buñuel no ha sido muy publicitado y me dirijo a la salida. Afuera hace frío a esa hora, me cierro la casaca polar hasta el cuello y me dirijo a tomar un café bien caliente pensando que no habrá un “otra vez será”.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Hoy me encuentro por una razón excepcional: le sigo el rastro a una película de Buñuel, “Nazarín”, que no pude ver en “La ventana…” el día que la dieron allá.
No sé cómo será la proyección, pero, me imagino, que no será muy buena, viendo los dos viejos parlantes que están al costado de la pantalla (el dolby surround y los demás artilugios de sonido no han llegado todavía a la Filmoteca).
Se dice que no está bien hablar mal de un viejo amor, y la Filmoteca fue uno muy querido. Gran parte de mi cenefilia se nutrió en su sala cuando los asientos eran de madera pura y dura y salías con un dolor en el trasero pero con gusto de haber visto por primera vez una película de Bergman o de Fellini. Es mejor callar y dejar ese bonito recuerdo en la memoria, ya que de eso tanto ella (la Filmoteca) como yo nos alimentamos y nos abriga tanto o más que un café caliente en invierno.
Estoy en esas cavilaciones cuando el señor que recogió mi boleto (ahora sí estoy seguro, es el mismo de épocas pasadas) se acerca a mi butaca y entre tímido y entrecortado, con la vista puesta en el suelo, me dice que lamentablemente no se podrá proyectar la película porque soy el único asistente y se requiere un mínimo de tres o cuatro para empezar una función, que disculpe más bien, que otra vez será. Le digo que está bien, que no se preocupe, que efectivamente parece que el ciclo de Buñuel no ha sido muy publicitado y me dirijo a la salida. Afuera hace frío a esa hora, me cierro la casaca polar hasta el cuello y me dirijo a tomar un café bien caliente pensando que no habrá un “otra vez será”.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, January 23, 2007
¿VENEZUELA VA CAMINO AL SOCIALISMO?
Si bien el presidente Chávez ha pedido al Congreso que Venezuela se denomine desde ahora “República socialista de Venezuela”, por experiencia histórica se sabe que el socialismo, como un nuevo estadio social, no se pasa por simple cambio de denominación o por retórica demagógica, sino que obedece a la estructura de su modo de producción, y por lo que sabemos, el modelo chavista no tiene nada de socialista sino más de bien de nacionalismo reciclado de los años sesenta.
Por eso, no es novedad que el proyecto chavista anuncie nacionalizaciones de empresas consideradas “estratégicas” como son las telecomunicaciones y electricidad, debido a que una característica de los procesos nacionalistas son precisamente las expropiaciones de empresas consideradas estratégicas en el marco de la política nacional; y, a pesar que Chávez anuncia un “socialismo para el siglo XXI”, su modelo por antonomasia (igual que lo era para el candidato Ollanta Humala) es el modelo nacionalista del gobierno del general Juan Velasco Alvarado en Perú (1968-75). El modelo chavista no mira al futuro, sino al pasado.
Efectivamente, igual que pasó en el Perú de los sesenta, Chávez también fue producto del enorme desprestigio de que gozaban los partidos políticos de ese entonces. En el caso peruano se llegó a la denominada “convivencia” entre un partido de masas como el partido aprista con la oligarquía criolla representada por la Unión Nacional Odriista, con la finalidad de oponerse desde el Parlamento a las reformas del primer gobierno del arquitecto Fernando Belaúnde Terry (1963-68), hasta concluir –gracias a la ceguera política de ese entonces- en el golpe de estado del general Velasco e iniciar un gobierno autoritario con reformas nacionalistas y aplicación, en lo económico, del modelo de sustitución de importaciones, terminando con la vida política y de libertad de expresión en el país, proceso político-autoritario que duró doce años. En el caso venezolano, fue la convivencia hasta la médula de la corrupción de los dos partidos que se alternaron en el poder por cerca de cuarenta años: Acción Democrática y el socialcristiano COPEI. Hijo político de esa etapa de la vida política venezolana fue Hugo Chávez, que surgió como alternativa de cambio y simbolizaba el “orden” frente al desgobierno y la corrupción.
*****
Pero, aparte de las nacionalizaciones, Chávez ha “recomendado” la necesidad de que el Banco Central no tenga autonomía, con lo cual se estaría recortando independencia en el manejo a un organismo que precisamente tiene por finalidad, entre otras, regular el tipo de cambio y la tasa de interés, así como mantener en buen nivel las reservas internacionales; por lo que al parecer la medida apunta a una “farra fiscal” sin restricciones que mantenga contentos a los allegados al régimen, incondicionales entre los que se cuentan a los empresarios que –como sucede también acá- se mantienen callados y contentos mientras tengan prebendas del régimen.
Para aplicar ese modelo se necesitan amplios recursos financieros. Velasco se tuvo que endeudar en el exterior, Chávez tiene los ingentes recursos del petróleo. Por otro lado, la enorme injerencia del estado en la sociedad, la economía y la política hace que todos dependan de los recursos del gobierno, desde quien solicita un puesto de trabajo hasta los empresarios que hacen lobby en la antesala de un ministro con la finalidad de obtener una licitación pública, pasando por las dádivas del avisaje estatal en el sector comunicaciones. Si eres amigo del gobierno llueven avisos, caso contrario escasearán hasta obligarte a cerrar.
Lo paradójico del caso es que ese modelo de intervencionismo estatal trae más corrupción, precisamente contra lo que combatió Chávez al iniciar su vida política.
Pero el modelo autoritario nacionalista cuando se siente fuerte –como es el caso venezolano- puede adquirir formas desfachatadas de abuso del poder, como no renovar licencias a medios de comunicación que son contrarios al gobierno. Es lo que ha pasado con un canal de televisión en Venezuela al que el mismo Chávez –actuando como si el Estado fuera su “chacra”- denegó la renovación de la licencia.
Síntoma de esa fortaleza es también la posibilidad lanzada por él mismo de instaurar la reelección presidencial indefinida vía “consulta popular”.
El modelo nacionalista, en la variante chavista, tiene también por añadidura la “exportación” de la “revolución bolivariana”. Producto de la globalización, el modelo, y sobretodo su caudillo, trata de tener presencia en los países vecinos y ganar aliados y peso geopolítico en la región, no importa si es al precio de convertir las relaciones internacionales en una “política de callejón”, donde más que argumentos abundan los insultos a los mandatarios que no le simpatizan (el último de una larga lista fue el Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza a quien calificó de pendejo –en la acepción caribeña de la voz-), buscando de esa manera callar a sus opositores en el exterior.
Aparte de la intimidación matonesca, otra arma poderosísima para conseguir aliados es la política de la “chequera abierta”, financiando con créditos blandos en petróleo o en “asistencia técnica” a países “hermanos” como Cuba, Bolivia y Nicaragua. Lo malo de esta política es que no produce alianzas muy sólidas a largo plazo, además que los “incondicionales” de Chávez en el exterior son países pequeños como Bolivia o Nicaragua, sin mucho peso relevante en la región; incluso a nivel extraregional solo ha podido conseguir el dudoso apoyo de países como Irán o Corea del Norte, razón por la cual perdió clamorosamente cuando Venezuela postuló a un sillón en el Consejo Permanente de la ONU.
Pero, el estilo de Chávez es más parecido al de Fujimori (quien, por cierto, le concedió asilo cuando perpetró el frustrado golpe de estado contra Carlos Andrés Pérez): un vacío total de las instituciones democráticas, dejándolas en cascarón, y colocando a incondicionales en cargos clave. Un ejemplo fue la reciente instalación de la Corte Suprema en Venezuela, cuando, en actitud más que vergonzosa, los propios magistrados lanzaron vivas al caudillo. O, recientemente, cuando el Congreso venezolano, en una clara muestra de obsecuencia servil, delegó facultades al presidente Chávez para que legisle ampliamente por decreto sobre distintas materias, que van desde la estructura del Estado, pasando por los tributos, “seguridad ciudadana”, la llamada “participación popular” y por supuesto las nacionalizaciones anunciadas.
¿Alguien puede hablar de poderes autónomos en Venezuela?
Otra característica del modelo nacionalista es que no disminuye las desigualdades sociales ni baja los niveles de pobreza. Por la misma lógica del modelo –y por más que Chávez diga que es “el socialismo del siglo XXI”-, el nacionalismo no elimina las desigualdades sociales, ni menos a los ricos, sino que se basa en un clientelismo, tanto de la burguesía como de los sectores populares, otorgando a los primeros licitaciones y contratos con el gobierno, y a los últimos dádivas asistenciales, creando lazos de dependencia a fin que apoyen al régimen y al gobernante en el poder, en una suerte de Estado corporativo. De allí que las cifras de pobreza y delincuencia no hayan bajado en Venezuela (principalmente en Caracas), sino todo lo contrario, han aumentado.
A nivel de análisis de tendencias políticas, el chavismo ha permitido también dividir al campo de la izquierda pos muro de Berlín en dos tipos claramente diferenciados: aquellos que añoran los tiempos de mano dura y “dictadura”, con un marxismo fosilizado en la época maoísta o estaliniana, donde muchas veces su alineación con Chávez no es tan pura, ideológicamente hablando, sino que influyen mucho los “petrodólares” del dictador; y otra izquierda más moderna, liberal, inclusiva en el mundo y que propone cambios en el sistema pero sin excluir a sectores de la población o incluso a países enteros. Es la izquierda liberal que acepta realistamente la globalización como fenómeno irreversible, pero que busca que esta beneficie a todos y no sólo a algunos países o grupos de poder.
La izquierda arcaica, seguidora de Chávez, no es nada democrática, más bien es autoritaria, retrógrada y tiene émulos en distintos países, incluyendo el Perú; lo que ha permitido “desenmascarar” –uso un término caro a los marxistas de viejo cuño- sus verdaderas intenciones, más allá del barniz aparentemente democrático del cual están revestidas. La otra izquierda, la moderna, liberal, inclusiva, trabaja a largo plazo y mira al futuro, más que a proyectos pasados.
*****
Personalmente, creo que Chávez tiene para rato. Quizás esté en la cúspide de su poder, en pleno apogeo; pero, lo que demuestra la historia antigua y moderna es que tarde o temprano ninguna tiranía dura eternamente y mientras más se aferra el tirano al poder, más estrepitosa es su caída. En el caso de los proyectos nacionalistas pasados, tanto el de Velasco en los setenta como el de Perón en los cincuenta, demuestran que una vez agotado el modelo, la nación termina más pobre, endeudada, y con una economía destrozada y partidos políticos desarticulados, y que rehacer todo el tejido social demora no años sino décadas. Venezuela, luego de la borrachera nacionalista de Hugo Chávez, despertará así un día de su sueño de opio: totalmente decepcionada de su gobernante que ahora reverencia como su “salvador”, dándose cuenta que existe más desigualdad e injusticia social, y sobretodo totalmente desengañada, sabiendo que jamás estuvo en el “paraíso” socialista y que ahora es más pobre y más hambrienta que antes.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Por eso, no es novedad que el proyecto chavista anuncie nacionalizaciones de empresas consideradas “estratégicas” como son las telecomunicaciones y electricidad, debido a que una característica de los procesos nacionalistas son precisamente las expropiaciones de empresas consideradas estratégicas en el marco de la política nacional; y, a pesar que Chávez anuncia un “socialismo para el siglo XXI”, su modelo por antonomasia (igual que lo era para el candidato Ollanta Humala) es el modelo nacionalista del gobierno del general Juan Velasco Alvarado en Perú (1968-75). El modelo chavista no mira al futuro, sino al pasado.
Efectivamente, igual que pasó en el Perú de los sesenta, Chávez también fue producto del enorme desprestigio de que gozaban los partidos políticos de ese entonces. En el caso peruano se llegó a la denominada “convivencia” entre un partido de masas como el partido aprista con la oligarquía criolla representada por la Unión Nacional Odriista, con la finalidad de oponerse desde el Parlamento a las reformas del primer gobierno del arquitecto Fernando Belaúnde Terry (1963-68), hasta concluir –gracias a la ceguera política de ese entonces- en el golpe de estado del general Velasco e iniciar un gobierno autoritario con reformas nacionalistas y aplicación, en lo económico, del modelo de sustitución de importaciones, terminando con la vida política y de libertad de expresión en el país, proceso político-autoritario que duró doce años. En el caso venezolano, fue la convivencia hasta la médula de la corrupción de los dos partidos que se alternaron en el poder por cerca de cuarenta años: Acción Democrática y el socialcristiano COPEI. Hijo político de esa etapa de la vida política venezolana fue Hugo Chávez, que surgió como alternativa de cambio y simbolizaba el “orden” frente al desgobierno y la corrupción.
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Pero, aparte de las nacionalizaciones, Chávez ha “recomendado” la necesidad de que el Banco Central no tenga autonomía, con lo cual se estaría recortando independencia en el manejo a un organismo que precisamente tiene por finalidad, entre otras, regular el tipo de cambio y la tasa de interés, así como mantener en buen nivel las reservas internacionales; por lo que al parecer la medida apunta a una “farra fiscal” sin restricciones que mantenga contentos a los allegados al régimen, incondicionales entre los que se cuentan a los empresarios que –como sucede también acá- se mantienen callados y contentos mientras tengan prebendas del régimen.
Para aplicar ese modelo se necesitan amplios recursos financieros. Velasco se tuvo que endeudar en el exterior, Chávez tiene los ingentes recursos del petróleo. Por otro lado, la enorme injerencia del estado en la sociedad, la economía y la política hace que todos dependan de los recursos del gobierno, desde quien solicita un puesto de trabajo hasta los empresarios que hacen lobby en la antesala de un ministro con la finalidad de obtener una licitación pública, pasando por las dádivas del avisaje estatal en el sector comunicaciones. Si eres amigo del gobierno llueven avisos, caso contrario escasearán hasta obligarte a cerrar.
Lo paradójico del caso es que ese modelo de intervencionismo estatal trae más corrupción, precisamente contra lo que combatió Chávez al iniciar su vida política.
Pero el modelo autoritario nacionalista cuando se siente fuerte –como es el caso venezolano- puede adquirir formas desfachatadas de abuso del poder, como no renovar licencias a medios de comunicación que son contrarios al gobierno. Es lo que ha pasado con un canal de televisión en Venezuela al que el mismo Chávez –actuando como si el Estado fuera su “chacra”- denegó la renovación de la licencia.
Síntoma de esa fortaleza es también la posibilidad lanzada por él mismo de instaurar la reelección presidencial indefinida vía “consulta popular”.
El modelo nacionalista, en la variante chavista, tiene también por añadidura la “exportación” de la “revolución bolivariana”. Producto de la globalización, el modelo, y sobretodo su caudillo, trata de tener presencia en los países vecinos y ganar aliados y peso geopolítico en la región, no importa si es al precio de convertir las relaciones internacionales en una “política de callejón”, donde más que argumentos abundan los insultos a los mandatarios que no le simpatizan (el último de una larga lista fue el Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza a quien calificó de pendejo –en la acepción caribeña de la voz-), buscando de esa manera callar a sus opositores en el exterior.
Aparte de la intimidación matonesca, otra arma poderosísima para conseguir aliados es la política de la “chequera abierta”, financiando con créditos blandos en petróleo o en “asistencia técnica” a países “hermanos” como Cuba, Bolivia y Nicaragua. Lo malo de esta política es que no produce alianzas muy sólidas a largo plazo, además que los “incondicionales” de Chávez en el exterior son países pequeños como Bolivia o Nicaragua, sin mucho peso relevante en la región; incluso a nivel extraregional solo ha podido conseguir el dudoso apoyo de países como Irán o Corea del Norte, razón por la cual perdió clamorosamente cuando Venezuela postuló a un sillón en el Consejo Permanente de la ONU.
Pero, el estilo de Chávez es más parecido al de Fujimori (quien, por cierto, le concedió asilo cuando perpetró el frustrado golpe de estado contra Carlos Andrés Pérez): un vacío total de las instituciones democráticas, dejándolas en cascarón, y colocando a incondicionales en cargos clave. Un ejemplo fue la reciente instalación de la Corte Suprema en Venezuela, cuando, en actitud más que vergonzosa, los propios magistrados lanzaron vivas al caudillo. O, recientemente, cuando el Congreso venezolano, en una clara muestra de obsecuencia servil, delegó facultades al presidente Chávez para que legisle ampliamente por decreto sobre distintas materias, que van desde la estructura del Estado, pasando por los tributos, “seguridad ciudadana”, la llamada “participación popular” y por supuesto las nacionalizaciones anunciadas.
¿Alguien puede hablar de poderes autónomos en Venezuela?
Otra característica del modelo nacionalista es que no disminuye las desigualdades sociales ni baja los niveles de pobreza. Por la misma lógica del modelo –y por más que Chávez diga que es “el socialismo del siglo XXI”-, el nacionalismo no elimina las desigualdades sociales, ni menos a los ricos, sino que se basa en un clientelismo, tanto de la burguesía como de los sectores populares, otorgando a los primeros licitaciones y contratos con el gobierno, y a los últimos dádivas asistenciales, creando lazos de dependencia a fin que apoyen al régimen y al gobernante en el poder, en una suerte de Estado corporativo. De allí que las cifras de pobreza y delincuencia no hayan bajado en Venezuela (principalmente en Caracas), sino todo lo contrario, han aumentado.
A nivel de análisis de tendencias políticas, el chavismo ha permitido también dividir al campo de la izquierda pos muro de Berlín en dos tipos claramente diferenciados: aquellos que añoran los tiempos de mano dura y “dictadura”, con un marxismo fosilizado en la época maoísta o estaliniana, donde muchas veces su alineación con Chávez no es tan pura, ideológicamente hablando, sino que influyen mucho los “petrodólares” del dictador; y otra izquierda más moderna, liberal, inclusiva en el mundo y que propone cambios en el sistema pero sin excluir a sectores de la población o incluso a países enteros. Es la izquierda liberal que acepta realistamente la globalización como fenómeno irreversible, pero que busca que esta beneficie a todos y no sólo a algunos países o grupos de poder.
La izquierda arcaica, seguidora de Chávez, no es nada democrática, más bien es autoritaria, retrógrada y tiene émulos en distintos países, incluyendo el Perú; lo que ha permitido “desenmascarar” –uso un término caro a los marxistas de viejo cuño- sus verdaderas intenciones, más allá del barniz aparentemente democrático del cual están revestidas. La otra izquierda, la moderna, liberal, inclusiva, trabaja a largo plazo y mira al futuro, más que a proyectos pasados.
*****
Personalmente, creo que Chávez tiene para rato. Quizás esté en la cúspide de su poder, en pleno apogeo; pero, lo que demuestra la historia antigua y moderna es que tarde o temprano ninguna tiranía dura eternamente y mientras más se aferra el tirano al poder, más estrepitosa es su caída. En el caso de los proyectos nacionalistas pasados, tanto el de Velasco en los setenta como el de Perón en los cincuenta, demuestran que una vez agotado el modelo, la nación termina más pobre, endeudada, y con una economía destrozada y partidos políticos desarticulados, y que rehacer todo el tejido social demora no años sino décadas. Venezuela, luego de la borrachera nacionalista de Hugo Chávez, despertará así un día de su sueño de opio: totalmente decepcionada de su gobernante que ahora reverencia como su “salvador”, dándose cuenta que existe más desigualdad e injusticia social, y sobretodo totalmente desengañada, sabiendo que jamás estuvo en el “paraíso” socialista y que ahora es más pobre y más hambrienta que antes.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, January 16, 2007
LA SENTENCIA DE LA CIDH
Sin duda que para nosotros, los peruanos, como actores directos de la tragedia del terrorismo que vivimos en los años ochenta, la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que fija indemnizaciones para las víctimas o los deudos de los reclusos por terrorismo que fueron pasibles de ejecuciones extrajudiciales en el penal Castro Castro en el año de 1992 nos parece chocante y hasta aberrante. Chocante y aberrante indemnizar a terroristas o a los deudos de estos (aparte de otras cosas como las inscripciones de sus nombres en “el ojo que llora” ubicado en el Campo de Marte o el homenaje de desagravio público), después de todo, el mal que sembraron en el país y que causó tantas pérdidas humanas irreparables, aparte de las materiales en infraestructura destruida, todavía las recordamos aquellos que sufrimos en carne propia la insania del terror.
Y cada vez estoy más convencido que “el caldo de cultivo” del terrorismo en el Perú no se debió a las condiciones de pobreza existentes como todavía algunos tozudamente sostienen, sino que el detonante fue un grupúsculo de izquierda altamente ideologizado y que pasó de las palabras a los hechos hacia fines de los años setenta. Quien haya tenido alguna vez contacto con algún militante de Sendero Luminoso se dará cuenta que eran tan fanáticos como un predicador evangélico de estos tiempos, sólo que en vez de anunciar el paraíso en el cielo, lo preconizaban aquí, en la tierra.
Por todo lo que pasamos, la sentencia de la CIDH iba a causar irritación y rechazo en la sociedad y una vez más se habla de “salirnos de la Corte”.
La CIDH no es infalible, se equivoca como cualquier organismo colegiado, como se pueden equivocar nuestros jueces cuando fallan en un caso. Humana est. Pero, hay un hecho que es importante rescatar de todo este mar de confusiones en que nos hemos visto envueltos a raíz del fallo. Podemos estar en lo subjetivo, en nuestro fuero íntimo, de acuerdo o en desacuerdo con el fallo, pero lo que no debemos olvidar es que estamos en un Estado de Derecho, y como tal, debemos respetar y acatar los fallos de los organismos internacionales a los que estamos sujetos, nos guste o no nos guste. Esa es la diferencia entre actuar como un presidente responsable y sometido a la ley y otro de tipo caudillesco, manipulador, que cree que el Estado y el país es su feudo privado.
Debemos diferenciar muy bien entre los criminales terroristas que tanto daño hicieron al país y el Estado de Derecho que no se puede rebajar a su condición, bajo el riesgo de irnos nosotros mismos como estado y sociedad deteriorándonos gradualmente e igualándonos a ellos.
Cuando el Estado de Derecho usa las mismas armas que los terroristas (asesinatos extrajudiciales, desapariciones forzosas, uso de tortura, chantaje, etc.) baja a su condición y sobretodo se resiente la legalidad, de allí a caer en la oscuridad y la anomia social apenas hay un paso.
Por eso llama mucho la atención que el presidente de la república, Alan García, actuando de forma impulsiva, manipulatoria y muy temeraria, a fin de ganar réditos políticos inmediatos con el tema, haga anuncios como que no acatará el fallo o, peor aún, insista en su proyecto de la pena de muerte para los terroristas (mucho peor cuando se ha demostrado que no es disuasiva). Como presidente de todos los peruanos está obligado a guardar la serenidad del caso y no a los impulsos a que nos tenía acostumbrados en su primer gobierno, cuando confundía la fantasía megalomaníaca de poder con el gobernar. Ganar réditos políticos con un tema como el terrorismo hará aumentar su rating en las encuestas, eso es evidente, pero, como bien sube, fácilmente bajará de nuevo, ya que la opinión pública es altamente voluble (la opinión pública se parece a la mujer ligera de cascos: cambia fácilmente de novio o de amante).
Aparte que es un contrasentido lógico del propio AGP: la CIDH lo favoreció con un fallo cuando Fujimori lo perseguía, sentencia con la cual reforzó su imagen de perseguido político y de procesado al que amparaba la razón y el derecho; y, ahora, cuando es presidente en ejercicio niega un fallo de la misma corte que lo benefició antaño.
Además que con su negativa a acatar el fallo, avala tácitamente las ejecuciones extrajudiciales perpetradas durante el gobierno de Fujimori (recordemos que los hechos que dan origen al fallo de la CIDH datan del año 1992, poco después del “autogolpe” de su primer mandato) y por extensión a las violaciones sistemáticas a los derechos humanos producidas durante el fujimorato. (Aunque los más suspicaces sostienen que la ardorosa defensa de AGP de la pena de muerte y de las ejecuciones extrajudiciales a terroristas más se debe a interés propio que ajeno, en vista que se ha reabierto el caso de las ejecuciones extrajudiciales acaecidas en El Frontón durante su primer gobierno).
Si dejamos de lado el estado de derecho y buscamos sólo el cortoplacismo de la elusiva aceptación popular, al final de cuentas buscaremos coartadas para saltarnos al propio estado de derecho y al principio de legalidad, amén de las garantías que nuestra propia constitución señala, y así se justificaría disolver el congreso como lo hizo Fujimori en el 92 y que tanta aceptación le supuso en su momento o manipular los medios o, lo que sería más ruin, manejar el estado como una chacra personal, similar a lo que hace su homólogo Hugo Chávez en Venezuela (con el cual se da ahora besos y abrazos luego de haberse apuñalado mutuamente).
Para terminar, quisiera resaltar un hecho que también ha sido manipulado por los medios y por varios políticos: el fallo de la CIDH habría resuelto sobre cosas no pedidas por las partes, como el homenaje de desagravio público o las inscripciones del nombre de los caídos en el “ojo que llora”. Llama mucho la atención que incluso algunos colegas abogados hallan manifestado que el fallo es “extrapetita” (es decir que excede a lo pedido por las partes), confundiendo –presumo que por desconocimiento- lo que es un fallo en el fuero civil y otro muy distinto en el fuero constitucional.
En el fuero civil los procesos se inician, se tramitan y se concluyen sólo por iniciativa de parte, debido a que se trata de derechos de libre disponibilidad de estas, por lo que pueden abandonar el proceso en cualquier momento, transigir sobre los derechos reclamados, renunciar a estos, etc. Es por eso también que el juez no puede resolver más allá de lo peticionado por las partes.
En el fuero constitucional, al ser los derechos aquellos intrínsecos a la naturaleza del ser humano, parte integrante y consustancial del hombre, como sería el derecho a la vida, el magistrado puede resolver más allá de lo peticionado por la parte agraviada e incluso disponer otras medidas que sean resarcitorias moralmente y que contribuyan a la paz social, sobretodo en países que vivieron fuertes convulsiones sociales como fue el nuestro en los años ochenta (y que parecía que en cierto momento, entre los ataques demenciales del terror, la hiperinflación y el desgobierno del primer mandato de AGP, el pobre Perú iba a desaparecer). Esa es la razón por la que la CIDH resuelve “extrapetita”, a pesar de no haber sido pedido por las partes, como un resarcimiento moral por parte del Estado, en vista que fue el perpetrador de las violaciones a los derechos humanos, por eso el homenaje público de desagravio y la inscripción de los nombres de los ejecutados extrajudicialmente en “el ojo que llora” (aunque Mario Vargas Llosa afirma que, desde hace mucho tiempo atrás y a pedido de los deudos, ya están inscritos).
No es correcto afirmar tampoco, como ciertos medios han propalado, que la CIDH es “terruca” o amiga de los “terrucos”, pensamiento reaccionario que nos hace retroceder al clima de intolerancia del Perú de los años 30 (cuando –paradójicamente- era el APRA la acusada por la derecha más recalcitrante de las peores perversiones y males, y sus dirigentes, calificados poco menos que discípulos del mismo Lucifer).
La finalidad de la medida resarcitoria en el plano moral tiende a buscar la paz social como un valor supremo y que se condice con una sociedad civilizada y un estado de derecho. Como una especie de reconocimiento de errores cometidos en el pasado por el propio estado y que es necesario afrontar para mirar con mayor firmeza y seguridad el futuro, volteando una página bastante oscura de nuestra historia. Ese es el significado del resarcimiento moral de las inscripciones y el desagravio público, no otro.
Un presidente debe ser el primero en dar el ejemplo de respetar el estado de derecho y no de obviarlo o resentirlo, y muchas veces debe de tomar decisiones difíciles e impopulares, como acatar el fallo de la CIDH. Al final de cuentas, las decisiones más difíciles e impopulares son con las que se construye el futuro, las otras, las que buscan la aceptación inmediata del pueblo, el aplauso coral de la masa, duran lo que una sonrisa que se desvanece fácilmente y cae en el olvido.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Y cada vez estoy más convencido que “el caldo de cultivo” del terrorismo en el Perú no se debió a las condiciones de pobreza existentes como todavía algunos tozudamente sostienen, sino que el detonante fue un grupúsculo de izquierda altamente ideologizado y que pasó de las palabras a los hechos hacia fines de los años setenta. Quien haya tenido alguna vez contacto con algún militante de Sendero Luminoso se dará cuenta que eran tan fanáticos como un predicador evangélico de estos tiempos, sólo que en vez de anunciar el paraíso en el cielo, lo preconizaban aquí, en la tierra.
Por todo lo que pasamos, la sentencia de la CIDH iba a causar irritación y rechazo en la sociedad y una vez más se habla de “salirnos de la Corte”.
La CIDH no es infalible, se equivoca como cualquier organismo colegiado, como se pueden equivocar nuestros jueces cuando fallan en un caso. Humana est. Pero, hay un hecho que es importante rescatar de todo este mar de confusiones en que nos hemos visto envueltos a raíz del fallo. Podemos estar en lo subjetivo, en nuestro fuero íntimo, de acuerdo o en desacuerdo con el fallo, pero lo que no debemos olvidar es que estamos en un Estado de Derecho, y como tal, debemos respetar y acatar los fallos de los organismos internacionales a los que estamos sujetos, nos guste o no nos guste. Esa es la diferencia entre actuar como un presidente responsable y sometido a la ley y otro de tipo caudillesco, manipulador, que cree que el Estado y el país es su feudo privado.
Debemos diferenciar muy bien entre los criminales terroristas que tanto daño hicieron al país y el Estado de Derecho que no se puede rebajar a su condición, bajo el riesgo de irnos nosotros mismos como estado y sociedad deteriorándonos gradualmente e igualándonos a ellos.
Cuando el Estado de Derecho usa las mismas armas que los terroristas (asesinatos extrajudiciales, desapariciones forzosas, uso de tortura, chantaje, etc.) baja a su condición y sobretodo se resiente la legalidad, de allí a caer en la oscuridad y la anomia social apenas hay un paso.
Por eso llama mucho la atención que el presidente de la república, Alan García, actuando de forma impulsiva, manipulatoria y muy temeraria, a fin de ganar réditos políticos inmediatos con el tema, haga anuncios como que no acatará el fallo o, peor aún, insista en su proyecto de la pena de muerte para los terroristas (mucho peor cuando se ha demostrado que no es disuasiva). Como presidente de todos los peruanos está obligado a guardar la serenidad del caso y no a los impulsos a que nos tenía acostumbrados en su primer gobierno, cuando confundía la fantasía megalomaníaca de poder con el gobernar. Ganar réditos políticos con un tema como el terrorismo hará aumentar su rating en las encuestas, eso es evidente, pero, como bien sube, fácilmente bajará de nuevo, ya que la opinión pública es altamente voluble (la opinión pública se parece a la mujer ligera de cascos: cambia fácilmente de novio o de amante).
Aparte que es un contrasentido lógico del propio AGP: la CIDH lo favoreció con un fallo cuando Fujimori lo perseguía, sentencia con la cual reforzó su imagen de perseguido político y de procesado al que amparaba la razón y el derecho; y, ahora, cuando es presidente en ejercicio niega un fallo de la misma corte que lo benefició antaño.
Además que con su negativa a acatar el fallo, avala tácitamente las ejecuciones extrajudiciales perpetradas durante el gobierno de Fujimori (recordemos que los hechos que dan origen al fallo de la CIDH datan del año 1992, poco después del “autogolpe” de su primer mandato) y por extensión a las violaciones sistemáticas a los derechos humanos producidas durante el fujimorato. (Aunque los más suspicaces sostienen que la ardorosa defensa de AGP de la pena de muerte y de las ejecuciones extrajudiciales a terroristas más se debe a interés propio que ajeno, en vista que se ha reabierto el caso de las ejecuciones extrajudiciales acaecidas en El Frontón durante su primer gobierno).
Si dejamos de lado el estado de derecho y buscamos sólo el cortoplacismo de la elusiva aceptación popular, al final de cuentas buscaremos coartadas para saltarnos al propio estado de derecho y al principio de legalidad, amén de las garantías que nuestra propia constitución señala, y así se justificaría disolver el congreso como lo hizo Fujimori en el 92 y que tanta aceptación le supuso en su momento o manipular los medios o, lo que sería más ruin, manejar el estado como una chacra personal, similar a lo que hace su homólogo Hugo Chávez en Venezuela (con el cual se da ahora besos y abrazos luego de haberse apuñalado mutuamente).
Para terminar, quisiera resaltar un hecho que también ha sido manipulado por los medios y por varios políticos: el fallo de la CIDH habría resuelto sobre cosas no pedidas por las partes, como el homenaje de desagravio público o las inscripciones del nombre de los caídos en el “ojo que llora”. Llama mucho la atención que incluso algunos colegas abogados hallan manifestado que el fallo es “extrapetita” (es decir que excede a lo pedido por las partes), confundiendo –presumo que por desconocimiento- lo que es un fallo en el fuero civil y otro muy distinto en el fuero constitucional.
En el fuero civil los procesos se inician, se tramitan y se concluyen sólo por iniciativa de parte, debido a que se trata de derechos de libre disponibilidad de estas, por lo que pueden abandonar el proceso en cualquier momento, transigir sobre los derechos reclamados, renunciar a estos, etc. Es por eso también que el juez no puede resolver más allá de lo peticionado por las partes.
En el fuero constitucional, al ser los derechos aquellos intrínsecos a la naturaleza del ser humano, parte integrante y consustancial del hombre, como sería el derecho a la vida, el magistrado puede resolver más allá de lo peticionado por la parte agraviada e incluso disponer otras medidas que sean resarcitorias moralmente y que contribuyan a la paz social, sobretodo en países que vivieron fuertes convulsiones sociales como fue el nuestro en los años ochenta (y que parecía que en cierto momento, entre los ataques demenciales del terror, la hiperinflación y el desgobierno del primer mandato de AGP, el pobre Perú iba a desaparecer). Esa es la razón por la que la CIDH resuelve “extrapetita”, a pesar de no haber sido pedido por las partes, como un resarcimiento moral por parte del Estado, en vista que fue el perpetrador de las violaciones a los derechos humanos, por eso el homenaje público de desagravio y la inscripción de los nombres de los ejecutados extrajudicialmente en “el ojo que llora” (aunque Mario Vargas Llosa afirma que, desde hace mucho tiempo atrás y a pedido de los deudos, ya están inscritos).
No es correcto afirmar tampoco, como ciertos medios han propalado, que la CIDH es “terruca” o amiga de los “terrucos”, pensamiento reaccionario que nos hace retroceder al clima de intolerancia del Perú de los años 30 (cuando –paradójicamente- era el APRA la acusada por la derecha más recalcitrante de las peores perversiones y males, y sus dirigentes, calificados poco menos que discípulos del mismo Lucifer).
La finalidad de la medida resarcitoria en el plano moral tiende a buscar la paz social como un valor supremo y que se condice con una sociedad civilizada y un estado de derecho. Como una especie de reconocimiento de errores cometidos en el pasado por el propio estado y que es necesario afrontar para mirar con mayor firmeza y seguridad el futuro, volteando una página bastante oscura de nuestra historia. Ese es el significado del resarcimiento moral de las inscripciones y el desagravio público, no otro.
Un presidente debe ser el primero en dar el ejemplo de respetar el estado de derecho y no de obviarlo o resentirlo, y muchas veces debe de tomar decisiones difíciles e impopulares, como acatar el fallo de la CIDH. Al final de cuentas, las decisiones más difíciles e impopulares son con las que se construye el futuro, las otras, las que buscan la aceptación inmediata del pueblo, el aplauso coral de la masa, duran lo que una sonrisa que se desvanece fácilmente y cae en el olvido.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Wednesday, January 10, 2007
24: EL MUNDO INSEGURO DEL SIGLO XXI
Se dice que la obra de arte (y la ficción en general) que retrata una época e identifica las ideas, el sentir, los temores o las creencias, es la que queda más grabada en la memoria de una generación que pasa por esos trasiegos, y las que vengan entenderán mejor lo que pasó en aquella época gracias a esa obra.
Es lo que pasa con la serie de televisión 24. Ha sabido retratar muy bien los temores y angustias del ciudadano norteamericano después del atentado del 11 de Setiembre. La serie demuestra que Estados Unidor no está libre de un ataque terrorista, que es altamente vulnerable a una bomba nuclear o a una epidemia bacteriológica masiva, produciendo una sensibilización del público. De allí el enorme éxito que ha tenido.
Dividida en 24 capítulos de una hora “en tiempo real”, cada temporada trae una crisis que debe ser resuelta por los agentes de la Unidad Antiterrorista de Los Ángeles (CTU). Narrada como los viejos folletines decimonónicos o como las antiguas seriales, el capítulo siempre termina con una o varias escenas en suspenso, que dejan “enganchado” al televidente para saber qué pasará en el capítulo siguiente. A ello hay que sumar la aparición de un reloj digital a cada momento que va marcando el transcurrir de la hora, lo que crea más angustia y suspenso en el espectador.
El héroe de la serie es el agente Jack Bauer (interpretado por Kiefer Sutherland, el hijo del actor Donald Sutherland), quien al ser el protagónico siempre saldrá ileso y resolverá la crisis, acabando con todos los terroristas (los “villanos”).
Aunque el personaje central, más que un héroe en el sentido tradicional del término, es más bien un antihéroe, producto de estos tiempos de escepticismo y descreimiento general: hombre inteligente, sagaz, de reflejos rápidos, es tan diestro en disparar una pistola como en manejar un avión, entrar a un complicado programa de cómputo o desarmar una bomba nuclear (como quien se desamarra los zapatos). Pero, también es un manipulador de las personas que lo rodean. Es un sicólogo nato. Sabe aprovechar a la gente que trabaja a su lado a fin que colaboren con él y cuando no las necesita, las descarta. En eso es bastante frío y es un descendiente directo de James Bond, aunque sin el “glamour” ni el “bon vivant” que tiene éste último (aunque, en estilo, está más cerca de los “duros” del cine como John Wayne o Clint Eastwood). Asimismo no le tiembla la mano para torturar a sus prisioneros a fin de conseguir información. Si la persuasión no da resultado, procede a la tortura. Todo vale. Es un mundo donde los principios ni valores cuentan.
Si bien nos puede causar repulsión el que un agente de un gobierno democrático use las mismas armas que los terroristas (con lo que el Estado de Derecho se resiente profundamente y desciende al nivel de los agentes del terror), lo descubierto en Guantánamo con los prisioneros irakíes nos confirma que la tortura es usada para conseguir información, e incluso por pura diversión. Pero el duro agente Jack Bauer tiene un lado íntimo, vulnerable, que lo hace más humano y que que permite simpaticemos con él: su vida personal. Su vida personal es un desastre, prácticamente no tiene vida íntima al ser absorbido por su trabajo. Su mujer fue asesinada por una espía que era a la vez su amante, su hija se alejó de él culpándolo de la muerte de la madre, más adelante, cuando parece haber encontrado la felicidad en un nuevo amor, se presenta otra crisis que lo alejará de ella. Todos esos hechos marcan una vida desgraciada y hace que nos solidaricemos con él. Es un hombre condenado por su trabajo (al igual que sus demás compañeros), vive absorbido por el, sin tener ya tiempo para si mismo.
La tecnología también ocupa un lugar importante. El uso de computadoras, cámaras de video, celulares, Internet, son como un personaje más, que si bien no habla, está allí presente y muchas veces por la tecnología se mata o sirve para resolver un caso.
Otro aspecto fundamental en la serie –y que ya lo anotó Mario Vargas Llosa en un artículo- es que los políticos, y en general, los que tienen la capacidad para decidir, “zafan el cuerpo” y están más preocupados en conservar su puesto que en resolver el problema, siendo los agentes de campo como Jack Bauer y su pequeño grupo de colaboradores los que se las juegan, incluso yendo contra los reglamentos y pasibles de una sanción burocrática por sus superiores o hasta de su propia vida, si son un riesgo de “seguridad del estado” (a Bauer y su grupo se les considera como “piezas descartables”) para los políticos entronizados en el poder. Esa situación genera también en el televidente una simpatía hacia él pese a los métodos que usa (que al norteamericano común poco le importa) y un rechazo a esos políticos y funcionarios que “sólo cuidan su trasero” (la excepción será el presidente David Palmer, suerte de Abraham Lincoln negro, por el que Jack siente un respeto que es mutuo).
Es cierto que la salida de los problemas muchas veces tiene una gran dosis ficcional puesta al servicio del personaje central. Un espectador perspicaz se dará cuenta que “en la vida real” así no funcionan las cosas, como así es, pero precisamente es una convención de la ficción el que asumamos como “cierto” lo que vemos.
También es cierto que los árabes son presentados todos como terroristas o sospechosos de terrorismo, lo cual ha obligado a los productores ha realizar aclaraciones a fin de evitar acciones legales por parte de la Comunidad Árabe norteamericana (ya en un episodio de la temporada cuatro, a fin de “lavar” la imagen que se había presentado, unos chicos árabes-norteamericanos ayudan a Bauer a contraatacar a los terroristas).
La serie entra a su sexta temporada este año y se proyecta una película para el 2008, y probablemente el filón tenga para explotar un poco más, porqué a diferencia de hace cuarenta o cincuenta años atrás, cuando creíamos que el progreso estaba a la vuelta de la esquina gracias a la ciencia y la tecnología (y que hizo posible series de televisión tan hermosas como Viaje a las estrellas), hoy nos damos cuenta que ese futuro era una ilusión y más bien estamos en un mundo inseguro, oscuro, incierto y con posibilidades que la raza humana no viaje a las estrellas, sino que se extinga por sus propios desenfrenos. Ese mundo ha sido muy bien reflejado en la serie 24.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Es lo que pasa con la serie de televisión 24. Ha sabido retratar muy bien los temores y angustias del ciudadano norteamericano después del atentado del 11 de Setiembre. La serie demuestra que Estados Unidor no está libre de un ataque terrorista, que es altamente vulnerable a una bomba nuclear o a una epidemia bacteriológica masiva, produciendo una sensibilización del público. De allí el enorme éxito que ha tenido.
Dividida en 24 capítulos de una hora “en tiempo real”, cada temporada trae una crisis que debe ser resuelta por los agentes de la Unidad Antiterrorista de Los Ángeles (CTU). Narrada como los viejos folletines decimonónicos o como las antiguas seriales, el capítulo siempre termina con una o varias escenas en suspenso, que dejan “enganchado” al televidente para saber qué pasará en el capítulo siguiente. A ello hay que sumar la aparición de un reloj digital a cada momento que va marcando el transcurrir de la hora, lo que crea más angustia y suspenso en el espectador.
El héroe de la serie es el agente Jack Bauer (interpretado por Kiefer Sutherland, el hijo del actor Donald Sutherland), quien al ser el protagónico siempre saldrá ileso y resolverá la crisis, acabando con todos los terroristas (los “villanos”).
Aunque el personaje central, más que un héroe en el sentido tradicional del término, es más bien un antihéroe, producto de estos tiempos de escepticismo y descreimiento general: hombre inteligente, sagaz, de reflejos rápidos, es tan diestro en disparar una pistola como en manejar un avión, entrar a un complicado programa de cómputo o desarmar una bomba nuclear (como quien se desamarra los zapatos). Pero, también es un manipulador de las personas que lo rodean. Es un sicólogo nato. Sabe aprovechar a la gente que trabaja a su lado a fin que colaboren con él y cuando no las necesita, las descarta. En eso es bastante frío y es un descendiente directo de James Bond, aunque sin el “glamour” ni el “bon vivant” que tiene éste último (aunque, en estilo, está más cerca de los “duros” del cine como John Wayne o Clint Eastwood). Asimismo no le tiembla la mano para torturar a sus prisioneros a fin de conseguir información. Si la persuasión no da resultado, procede a la tortura. Todo vale. Es un mundo donde los principios ni valores cuentan.
Si bien nos puede causar repulsión el que un agente de un gobierno democrático use las mismas armas que los terroristas (con lo que el Estado de Derecho se resiente profundamente y desciende al nivel de los agentes del terror), lo descubierto en Guantánamo con los prisioneros irakíes nos confirma que la tortura es usada para conseguir información, e incluso por pura diversión. Pero el duro agente Jack Bauer tiene un lado íntimo, vulnerable, que lo hace más humano y que que permite simpaticemos con él: su vida personal. Su vida personal es un desastre, prácticamente no tiene vida íntima al ser absorbido por su trabajo. Su mujer fue asesinada por una espía que era a la vez su amante, su hija se alejó de él culpándolo de la muerte de la madre, más adelante, cuando parece haber encontrado la felicidad en un nuevo amor, se presenta otra crisis que lo alejará de ella. Todos esos hechos marcan una vida desgraciada y hace que nos solidaricemos con él. Es un hombre condenado por su trabajo (al igual que sus demás compañeros), vive absorbido por el, sin tener ya tiempo para si mismo.
La tecnología también ocupa un lugar importante. El uso de computadoras, cámaras de video, celulares, Internet, son como un personaje más, que si bien no habla, está allí presente y muchas veces por la tecnología se mata o sirve para resolver un caso.
Otro aspecto fundamental en la serie –y que ya lo anotó Mario Vargas Llosa en un artículo- es que los políticos, y en general, los que tienen la capacidad para decidir, “zafan el cuerpo” y están más preocupados en conservar su puesto que en resolver el problema, siendo los agentes de campo como Jack Bauer y su pequeño grupo de colaboradores los que se las juegan, incluso yendo contra los reglamentos y pasibles de una sanción burocrática por sus superiores o hasta de su propia vida, si son un riesgo de “seguridad del estado” (a Bauer y su grupo se les considera como “piezas descartables”) para los políticos entronizados en el poder. Esa situación genera también en el televidente una simpatía hacia él pese a los métodos que usa (que al norteamericano común poco le importa) y un rechazo a esos políticos y funcionarios que “sólo cuidan su trasero” (la excepción será el presidente David Palmer, suerte de Abraham Lincoln negro, por el que Jack siente un respeto que es mutuo).
Es cierto que la salida de los problemas muchas veces tiene una gran dosis ficcional puesta al servicio del personaje central. Un espectador perspicaz se dará cuenta que “en la vida real” así no funcionan las cosas, como así es, pero precisamente es una convención de la ficción el que asumamos como “cierto” lo que vemos.
También es cierto que los árabes son presentados todos como terroristas o sospechosos de terrorismo, lo cual ha obligado a los productores ha realizar aclaraciones a fin de evitar acciones legales por parte de la Comunidad Árabe norteamericana (ya en un episodio de la temporada cuatro, a fin de “lavar” la imagen que se había presentado, unos chicos árabes-norteamericanos ayudan a Bauer a contraatacar a los terroristas).
La serie entra a su sexta temporada este año y se proyecta una película para el 2008, y probablemente el filón tenga para explotar un poco más, porqué a diferencia de hace cuarenta o cincuenta años atrás, cuando creíamos que el progreso estaba a la vuelta de la esquina gracias a la ciencia y la tecnología (y que hizo posible series de televisión tan hermosas como Viaje a las estrellas), hoy nos damos cuenta que ese futuro era una ilusión y más bien estamos en un mundo inseguro, oscuro, incierto y con posibilidades que la raza humana no viaje a las estrellas, sino que se extinga por sus propios desenfrenos. Ese mundo ha sido muy bien reflejado en la serie 24.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Friday, December 29, 2006
UN AÑO QUE SE DESPIDE: BALANCE DEL 2006 Y LO QUE VIENE EN EL 2007
El 2006 fue un año de hechos superpuestos, donde a mitad de año se dio el recambio político manteniendo la estabilidad democrática. En la política económica existe una continuidad, lo cual necesariamente no es malo, los presupuestos macroeconómicos se mantienen estables y tenemos un Alan García que ha aprendido que la economía no se maneja por decretos. Nos costó mucho a todos los peruanos que aprendiera la lección, pero parece que no cayó en saco roto. Lo importante es continuar con el crecimiento y que este de verdad “chorree” a las mayorías. El mercado solo no lo va a hacer, para ello es necesario que el Estado tome en sus manos la labor en sectores claves como educación, salud y empleo.
En cuanto a educación se verá si realmente tiene interés el gobierno en una reforma educativa, lo que necesariamente pasará por enfrentarse con el gremio de los maestros, un lastre a todo lo que signifique reforma en el sector educación. Tarde o temprano lo tendrá que hacer, si es que realmente tiene interés en cambiar las cosas.
El empleo no nace por decreto, aunque sí puede el Estado fiscalizar la calidad del mismo e incentivar la creación de nuevas plazas. La estabilidad laboral absoluta que se discute en el Congreso no ayudaría al propósito, más bien lo entorpecería. Recordemos que el empleo está íntimamente relacionado con la economía, por lo que si se reviste de rigidez al primero, entorpece a la segunda o lo que es peor permite la elusión de las normas por los agentes económicos.
La reforma tributaria quedó en una broma de mal gusto, al exonerar de impuestos a las ganancias obtenidas en la bolsa de valores, la de mayor rentabilidad en todo el mundo el 2006. Por otro lado, los supuestos jurídicos para ingresar a los regímenes tributarios especiales pueden ser una coladera y al final se puede recaudar menos de lo esperado. Lo que sí es positivo es la eliminación del anatocismo (capitalización de intereses) de las deudas tributarias, medida compulsiva que demostró ser poco práctica, aparte que constitucionalmente estaba en tela de juicio su aplicación.
La negociación con Telefónica, como supusimos (ver nuestro artículo Los contratos ley en http://ius-aequitas.blogspot.com), tuvo un desenlace muy similar al acuerdo que tuvo el gobierno con las mineras (una salida intermedia ha sido la del “aporte voluntario” de las empresas mineras y al parecer en el caso de la renta básica de Telefónica se buscaría la misma solución), una suerte de compromiso unilateral a efectuar rebajas en la renta básica adelantando el factor de productividad. La negociación con Telefónica ha permitido que se ponga sobre el tapete la necesaria competitividad que debe tener el sector de telefonía fija. Un monopolio jamás será beneficioso para el consumidor por más que el gobierno ponga el mejor de los empeños en conseguir reducción de tarifas. De allí nuestra propuesta que en una eventual reforma de la constitución, retornemos a la prohibición de los monopolios como lo establecía la carta del 79 (Monopolios y posición dominante en el mercado: apuntes para una eventual reforma de la constitución económica en http://ius-aequitas.blogspot.com). No soy muy amigo de las prohibiciones ni de las restricciones, pero a veces no queda otro camino, y el caso de Telefónica lo ha demostrado.
El TLC es muy probable que el Congreso norteamericano lo ratifique el próximo año; pero, ratificado o no, el gobierno debe buscar celebrar tratados comerciales con la mayor cantidad de países. El comercio estimula a un país a producir más y mejor, pero no debemos pensar solo en los “grandes” países, sino también ver a nuestros vecinos. Algo que la historia ha demostrado es que cuando dos naciones comercian tienen más intereses en común que las declaraciones líricas de las cumbres presidenciales, que muchas veces quedan solo en el papel.
El escenario político de la oposición se ha mostrado bastante desarticulado. Con un Humala que se desinfló definitivamente en las elecciones regionales y municipales, un importante sector de la oposición de derecha que ha pasado a “colaborar” con el gobierno, una Lourdes Flores que no aprende de sus errores, y la ruptura final del bloque UPP-PNP (no quiero ser “pesado” pero ya lo decíamos desde el mes de Junio que esa coalición se iba a romper, ver nuestros artículo Quo vadis Humala? en http://elobservador.perublog.net), el “amiste” con el presidente Chávez, y un partido aprista que no es nada sin Alan García, es poco lo que puede hacer la oposición en estos meses, por lo que tendremos un año tranquilo para Alan, que es lo que busca en el fondo, no hacerse demasiados problemas y llegar bien al quinto año de mandato.
Alan García, fiel a su estilo, trata de mantenerse en el centro de la política (algo a lo que su natural narcisismo lo empuja), por lo que es probable que el próximo año tengamos más anuncias efectistas (como lo fue este año el anuncio de la pena de muerte para los violadores y terroristas). Lo malo con estas medidas es que son de corta duración, por lo que cada cierto tiempo deben renovarse, con el consiguiente desgaste de quien las anuncia y el natural escepticismo y aburrimiento del público que las recibe. Ser un ilusionista es un oficio bastante complicado.
Es probable que existan algunos levantamientos populares, principalmente en provincias, promovidos por los gobiernos regionales, sobretodo aquellos hostiles al partido de gobierno y en especial a Alan García, por lo que será necesaria mucha “muñeca” política para calmar los ánimos. Jorge del Castillo le será de gran utilidad, ya que ha demostrado ser un buen concertador.
El Congreso por lo demás se ha mostrado bastante solvente, no ha trastabillado como se esperaba con tanta “joyita” que ha ingresado y se ha cuidado muy bien de aprobar leyes aberrantes. Ojalá siga así.
La reforma de la Constitución es un tema que cada cierto tiempo es recurrente, pero una reforma sin consenso político y de los actores sociales es poco lo que duraría el nuevo texto y de aquí a algunos años otra vez estaríamos hablando de una nueva reforma. Es necesario reformar la carta del 93 o actualizar la del 79, cualquiera de los dos caminos es válido, pero sin una seria discusión sobre las instituciones constitucionales solo nos llevaría a la retórica de siempre, y si es así, es mejor quedarnos con la vigente carta.
El presidente García puede aprovechar muy bien el año iniciando las reformas de segunda generación que quedaron pendientes desde hace muchos años y que Fujimori por su afán reeleccionario dejó en stand by: educación, salud, empleo, administración de justicia, sistema previsional, sistema financiero, AFP’s, etc. Esas reformas van a demandar un elevado costo político, la pregunta es: ¿lo querrá hacer el Presidente? No quiero ser escéptico, pero todo indica que no. Dudo que se atreva a encarar alguna medida que signifique un alto costo político (de allí que prefiera solo las medidas efectistas que dan un alto rating inmediato o aquellas donde el costo es bastante bajo). Quizás el efecto traumático que le significó en lo personal su primer gobierno le impide “romper huevos”, pero un viejo adagio dice que para hacer tortillas hay que romperlos. Si realmente quiere pasar como el Nicolás de Piérola del siglo XXI (figura emblemática que admira) deberá comenzar desde ahora. Sólo de él depende si pasa a la historia como un buen presidente que será recordado por las generaciones futuras o será uno más del montón, olvidable de aquí a unos años.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
En cuanto a educación se verá si realmente tiene interés el gobierno en una reforma educativa, lo que necesariamente pasará por enfrentarse con el gremio de los maestros, un lastre a todo lo que signifique reforma en el sector educación. Tarde o temprano lo tendrá que hacer, si es que realmente tiene interés en cambiar las cosas.
El empleo no nace por decreto, aunque sí puede el Estado fiscalizar la calidad del mismo e incentivar la creación de nuevas plazas. La estabilidad laboral absoluta que se discute en el Congreso no ayudaría al propósito, más bien lo entorpecería. Recordemos que el empleo está íntimamente relacionado con la economía, por lo que si se reviste de rigidez al primero, entorpece a la segunda o lo que es peor permite la elusión de las normas por los agentes económicos.
La reforma tributaria quedó en una broma de mal gusto, al exonerar de impuestos a las ganancias obtenidas en la bolsa de valores, la de mayor rentabilidad en todo el mundo el 2006. Por otro lado, los supuestos jurídicos para ingresar a los regímenes tributarios especiales pueden ser una coladera y al final se puede recaudar menos de lo esperado. Lo que sí es positivo es la eliminación del anatocismo (capitalización de intereses) de las deudas tributarias, medida compulsiva que demostró ser poco práctica, aparte que constitucionalmente estaba en tela de juicio su aplicación.
La negociación con Telefónica, como supusimos (ver nuestro artículo Los contratos ley en http://ius-aequitas.blogspot.com), tuvo un desenlace muy similar al acuerdo que tuvo el gobierno con las mineras (una salida intermedia ha sido la del “aporte voluntario” de las empresas mineras y al parecer en el caso de la renta básica de Telefónica se buscaría la misma solución), una suerte de compromiso unilateral a efectuar rebajas en la renta básica adelantando el factor de productividad. La negociación con Telefónica ha permitido que se ponga sobre el tapete la necesaria competitividad que debe tener el sector de telefonía fija. Un monopolio jamás será beneficioso para el consumidor por más que el gobierno ponga el mejor de los empeños en conseguir reducción de tarifas. De allí nuestra propuesta que en una eventual reforma de la constitución, retornemos a la prohibición de los monopolios como lo establecía la carta del 79 (Monopolios y posición dominante en el mercado: apuntes para una eventual reforma de la constitución económica en http://ius-aequitas.blogspot.com). No soy muy amigo de las prohibiciones ni de las restricciones, pero a veces no queda otro camino, y el caso de Telefónica lo ha demostrado.
El TLC es muy probable que el Congreso norteamericano lo ratifique el próximo año; pero, ratificado o no, el gobierno debe buscar celebrar tratados comerciales con la mayor cantidad de países. El comercio estimula a un país a producir más y mejor, pero no debemos pensar solo en los “grandes” países, sino también ver a nuestros vecinos. Algo que la historia ha demostrado es que cuando dos naciones comercian tienen más intereses en común que las declaraciones líricas de las cumbres presidenciales, que muchas veces quedan solo en el papel.
El escenario político de la oposición se ha mostrado bastante desarticulado. Con un Humala que se desinfló definitivamente en las elecciones regionales y municipales, un importante sector de la oposición de derecha que ha pasado a “colaborar” con el gobierno, una Lourdes Flores que no aprende de sus errores, y la ruptura final del bloque UPP-PNP (no quiero ser “pesado” pero ya lo decíamos desde el mes de Junio que esa coalición se iba a romper, ver nuestros artículo Quo vadis Humala? en http://elobservador.perublog.net), el “amiste” con el presidente Chávez, y un partido aprista que no es nada sin Alan García, es poco lo que puede hacer la oposición en estos meses, por lo que tendremos un año tranquilo para Alan, que es lo que busca en el fondo, no hacerse demasiados problemas y llegar bien al quinto año de mandato.
Alan García, fiel a su estilo, trata de mantenerse en el centro de la política (algo a lo que su natural narcisismo lo empuja), por lo que es probable que el próximo año tengamos más anuncias efectistas (como lo fue este año el anuncio de la pena de muerte para los violadores y terroristas). Lo malo con estas medidas es que son de corta duración, por lo que cada cierto tiempo deben renovarse, con el consiguiente desgaste de quien las anuncia y el natural escepticismo y aburrimiento del público que las recibe. Ser un ilusionista es un oficio bastante complicado.
Es probable que existan algunos levantamientos populares, principalmente en provincias, promovidos por los gobiernos regionales, sobretodo aquellos hostiles al partido de gobierno y en especial a Alan García, por lo que será necesaria mucha “muñeca” política para calmar los ánimos. Jorge del Castillo le será de gran utilidad, ya que ha demostrado ser un buen concertador.
El Congreso por lo demás se ha mostrado bastante solvente, no ha trastabillado como se esperaba con tanta “joyita” que ha ingresado y se ha cuidado muy bien de aprobar leyes aberrantes. Ojalá siga así.
La reforma de la Constitución es un tema que cada cierto tiempo es recurrente, pero una reforma sin consenso político y de los actores sociales es poco lo que duraría el nuevo texto y de aquí a algunos años otra vez estaríamos hablando de una nueva reforma. Es necesario reformar la carta del 93 o actualizar la del 79, cualquiera de los dos caminos es válido, pero sin una seria discusión sobre las instituciones constitucionales solo nos llevaría a la retórica de siempre, y si es así, es mejor quedarnos con la vigente carta.
El presidente García puede aprovechar muy bien el año iniciando las reformas de segunda generación que quedaron pendientes desde hace muchos años y que Fujimori por su afán reeleccionario dejó en stand by: educación, salud, empleo, administración de justicia, sistema previsional, sistema financiero, AFP’s, etc. Esas reformas van a demandar un elevado costo político, la pregunta es: ¿lo querrá hacer el Presidente? No quiero ser escéptico, pero todo indica que no. Dudo que se atreva a encarar alguna medida que signifique un alto costo político (de allí que prefiera solo las medidas efectistas que dan un alto rating inmediato o aquellas donde el costo es bastante bajo). Quizás el efecto traumático que le significó en lo personal su primer gobierno le impide “romper huevos”, pero un viejo adagio dice que para hacer tortillas hay que romperlos. Si realmente quiere pasar como el Nicolás de Piérola del siglo XXI (figura emblemática que admira) deberá comenzar desde ahora. Sólo de él depende si pasa a la historia como un buen presidente que será recordado por las generaciones futuras o será uno más del montón, olvidable de aquí a unos años.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
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