Wednesday, June 24, 2015

QUÉ SE COCINA EN EL TPP

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107

Muchas veces el ruido (político) nos impide observar lo importante.

Algo de eso está sucediendo con el acuerdo secretísimo que se viene preparando con el TPP (Acuerdo de Asociación Traspacífico), donde nosotros estamos como parte y, al parecer, en calidad de convidados de piedra.

En principio no me opongo a los tratados internacionales, incluyendo los comerciales. Pero, lo que sí me preocupa es el secretismo. Al decir del tango “todo a media luz”, como se vienen desarrollando las negociaciones del TPP.

Un acuerdo que va a afectar a millones de personas no puede ser negociado, acordado y suscrito de esa manera. En otras épocas, por cosas menores, cayeron gobiernos. El gobierno que firme un tratado de esa forma, literalmente se pone la soga al cuello. Por lo menos debe haber un debate franco, abierto. Y la excusa que el tratado es demasiado “técnico” o que “los perros del hortelano” se opondrán no debe ser óbice para que el pueblo, como depositario de la voluntad nacional, se entere y de su opinión.

A tal punto el acuerdo es tan oscuro, que en los propios Estados Unidos, el Congreso se ha opuesto a un fast track, una aprobación rápida, sin discusión alguna en el legislativo. Es que hay cosas muy raras que están sucediendo dentro de las negociaciones.

Otro hecho que es preocupante y que esperamos sea suprimido de la redacción final del tratado, estriba en la indemnización que podrían recibir las trasnacionales de parte de los estados por “ganancias frustradas” o lucro cesante como decimos los abogados, originado en alguna medida de política nacional que afecte sus expectativas de ganancias. El ejemplo clásico es el de los cigarrillos, fabricados por empresas multinacionales. Supongamos que un estado miembro decide prohibir o restringir drásticamente la venta de cigarrillos (o de “comida chatarra”) a fin de cautelar la salud de la población. La empresa afectada podría solicitar una compensación económica al estado nacional por la expectativa trunca de ganancias.

Algo similar sucede con el alargamiento temporal de los derechos de patentes farmacéuticas.

Las empresas farmacéuticas que inventan un nuevo medicamento tienen derecho a explotarlo por un tiempo determinado (generalmente un promedio de 20 años). Vencido el plazo, el medicamento pasa a ser fabricado por cualquier empresa sin necedidad del pago de patente. Son los medicamentos genéricos, aquellos que ya no requieren pago de derechos para su fabricación, y por ello son baratos.

De alargarse el período de explotación comercial del laboratorio, los costos del medicamento serían inaccesibles para muchas personas de escasos recursos. Y, por efecto del mercado, muchos medicamentes subirían de precio al no haber genéricos que los sustituyan. Igual sucede si el estado miembro debiera informar a las farmacéuticas de las políticas en salud que implementará y si estas afectan o no a los bolsillos de la industria (de nuevo el lucro cesante que alegarían las trasnacionales).

Como estado nos encontraríamos atados a la decisión de las grandes empresas. Ello afecta la soberanía nacional, el mejoramiento de los indicadores de salud de la población y la propia economía del país.


Hay cosas muy grises y hasta oscuras en este tratado que no se quieren esclarecer. Debemos estar alertas.

Monday, June 15, 2015

800 AÑOS DE LA CARTA MAGNA

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107


A regañadientes el 15 de Junio del año del Señor de 1215, el rey Juan sin Tierra firmaba un documento que otorgaba derechos y garantìas a la nobleza. Ese documento se conociò como la Carta Magna, y si bien al poco tiempo fue desconocida por el propio rey y sujeta a innumerables enmiendas posteriores, dio inicio a un cambio histórico inimaginable para los actores que suscribieron el documento 800 años atrás.

Como sucede con todo hecho que trasciende, los actores involucrados no tuvieron conciencia de cómo repercutiría la acción en el futuro. La nobleza, a favor de la cual se le concedía una serie de derechos, lo único que quería en ese momento era controlar las arbitrariedades del rey y que sus decisiones no la perjudiquen económicamente. Obvio que no buscaba ni la igualdad social (que no le convenía) y menos económica (que le convenía menos).

Dentro de sus intereses de clase buscaba controles al poder político y así nace uno de los aspectos más resaltantes del constitucionalismo moderno: los controles al poder y las garantías al ciudadano.

Igual sucedió con otra garantía que ahora es lugar común: el ser juzgado imparcialmente y el derecho a ser escuchado. Los nobles ingleses consiguieron que sean juzgados no por el rey, sino por sus iguales, es decir por otros nobles. El juicio justo y el nacimiento de una institución sajona que hemos visto mucho en películas y series de televisón: el jurado compuesto por iguales al inculpado y que al final de cuentas determina si es inocente o culpable.

Ya no hablemos del consejo deliberativo del rey que daría posterior nacimiento al parlamento moderno; al igual que la aprobación por la misma nobleza de todo impuesto (que significa, como antaño, extraer dinero del bolsillo de todos nosotros), lo que dio pie al principio de la creación de tributos sólo por ley expresa del Parlamento, sin injerencia del Ejecutivo.

Pero la Carta Magna no fue el único instrumento que concedió garantías a los súbditos (decir ciudadanos en aquella época era mucho decir). Existieron otras cartas que abrieron las posibilidades de más libertades, como la de los fueros españoles, incluso anterior en fecha de dación; pero, como sucede con otros documentos históricos, la celebridad se la llevó el documento inglés.

Quizás la Carta Magna se llevó el crédito de “piedra angular” de las instituciones políticas y constitucionales que hoy en día conocemos debido al novedoso desarrollo constitucional y control político que contenía en germen (y que no estuvo exento de luchas y guerras civiles), y la “creación” de lo que conoceríamos como democracia representativa, así como ser inspiradora de las constituciones norteamericana y francesa.


La lección es que los derechos y libertades no nacen de la buena voluntad del gobernante, son más bien producto de las tensiones y luchas entre sectores sociales y económicos, lo que da lugar a una cristalización jurídica. Nosotros, en América Latina, hacemos al revés: pensamos que la ley podrá cambiar la realidad; algo así como un pase “mágico” a otra dimensión, y por eso muchas veces nos estrellamos con la dura realidad. Valga esta pequeña reflexión por los 800 años de la Carta Magna.

Thursday, May 21, 2015

REFLEXIONES SOBRE TÍA MARÍA

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107


Quizás a corto plazo el proyecto de explotación minera Tía María tendrá que archivarse, hasta mejores tiempos; pero ello no quita algunas reflexiones que sobre la oposición a la ejecución del proyecto minero pueda suscitarse desde diferentes ángulos.
Vamos con el político primero. Tierra y Libertad y la dirigencia de la oposición.

Si bien moralmente la dirigencia que encabezó las protestas de Tía María se encuentra descalificada a raíz del audio donde el principal organizador antiminero de la protesta literalmente se vendía por “un plato de lentejas”, lo que de por si descalifica a cierta dirigencia de izquierda que mira sobretodo su interés particular y es síntoma evidente de la descomposición moral de gran parte del país, sea de derecha o de izquierda; me interesa más la organización política que se encuentra detrás del paro minero, Tierra y Libertad, del ex sacerdote Marco Arana, con inscripción oficial en el Jurado Nacional de Elecciones y aspiraciones presidenciales.

¿Hasta qué punto la prédica antiminera y proambientalista puede acumular votos y voluntades para ganar una elección nacional?

Evidentemente que muy poco y creo que Arana y asociados lo saben bien. La prédica antiminera y proambientalista no es viable para ganar una elección nacional, y por lo sucedido en la propia Cajamarca (cuna del movimiento), ni siquiera a nivel regional se gana una elección con una prédica radical.

La pregunta es ¿porqué continúan con una prédica de esa naturaleza si saben que así no se gana elecciones? Me parece sobretodo se están haciendo conocidos a nivel nacional. Me explico: tienen una prédica radical para ganar adherentes, especialmente en las zonas mineras y potenciales electores para una justa electoral. Más o menos es el camino del primer Ollanta Humala, el Humala de verbo incendiario, de posiciones maximalistas.
En el caso hipotético que pasen a una segunda vuelta en una elección general (hecho que por el momento parece bastante improbable) no creo que sigan manteniendo esa posición, quizás la cambiarían por una “hoja de ruta” más light. Se quitarían el polo rojo, para colocarse uno blanco.

Tierra y Libertad está siguiendo el mismo camino que el primer Ollanta Humala, solo que con un discurso más ecologista y marcadamente antiminero.

Por el lado del rechazo de los pobladores no les quita cierta razón. Las prácticas de la gran minería no han sido del todo limpias en nuestro país y hemos tenido un estado que ha hecho poco para fiscalizarlas adecuadamente. Pero no menos cierto es que las prácticas de la pequeña minería y de la minería informal son peores. La contaminación es mayor y trae secuelas como prostitución infantil, situaciones de semi esclavitud, daños irreparables al medio ambiente, evasión tributaria; lacras que en sus “análisis” la izquierda prefiere obviar.
Pero, la gran empresa minera tampoco se queda atrás. Empresas trasnacionales con alcance directo al poder político, por lo general miran de soslayo el problema de repercusión que significará la explotación. Algunas de ellas cuentan en las zonas de explotación con un historial bastante negativo que se refleja en el rechazo a su presencia. En cierta manera, grandes empresas mineras se comportan como los encomenderos coloniales.
Hay que ser realistas. Somos un país minero y debemos aprovechar nuestros recursos para desarrollar el país y dar mejor calidad de vida sobretodo a los peruanos de menores privilegios sociales y económicos. La receta no es nueva y les ha ido muy bien a otros países mineros aplicándola. Canadá, Australia, el propio Chile pueden dar fe que la explotación minera bajo márgenes de calidad puede favorecer a toda la nación.

El asunto se encuentra en cómo “convencer” a los lugareños allende a la explotación minera de esos beneficios, gente que se dedica sobretodo a la agricultura y tiene justificado temor que su fuente de ingresos se vea perjudicada.

Convencerlos con promesas será inútil. No se trata de gente extremadamente ideologizada o que se les ha “lavado el cerebro” con el discurso antiminero. Son personas que tienen temores fundados.

En principio necesitamos un estado más presencial en esas zonas, cosa que ahora no existe. Casi siempre el estado se presenta al final, cuando la situación ya es inviable y con la idea de contener las protestas. No hay prevención ni menos negociación efectiva, a pesar que la presidencia del consejo de ministros tiene una oficina que mide el pulso a las protestas en el país. Podemos decir que detrás de cada protesta visible tenemos una crónica de una muerte anunciada.

Pero no solo necesitamos un estado con mayores reflejos y mayor autoridad legitimada. Requerimos también cambiar las reglas de juego. La propuesta liberal esgrimida en el medio es audaz y puede dar resultado. Se ha ejercido en otras partes del mundo con buenos resultados cuando ha habido oposición de los lugareños de la zona minera.

La propuesta es sencilla, pero requiere consenso político para cambiar la legislación: que una parte del canon y las regalías (y porqué no, también de las utilidades de la empresa minera) vaya directamente al bolsillo de los afectados. Ya no esperemos que el gobierno nacional o regional “hagan las obras”, que nunca las hacen; pero que un porcentaje de las ganancias vaya directo a los potencialmente afectados. Ello sin descuidar la labor fiscalizadora del estado.

Claro, no es una “solución mágica”, pero abre las perspectivas de resolución a otro nivel; y si bien algunos moralistas (curiosamente de la propia izquierda) han argumentado que el dinero pervertirá a los lugareños (“en trago y en mujeres”), ello será responsabilidad de cada uno. Personalmente creo que con una campaña adecuada, ese efecto negativo se podría reducir, aparte que otro porcentaje de las utilidades vaya directo a los municipios afectados exclusivamente para obras de infraestructura y calidad de servicios como educación y salud (a lo cual la empresa minera que explota los recursos podría coadyuvar con contratación de buenos profesores y médicos, programa de becas universitarias para los mayores de 18 años, servicios de análisis y medicamentos, programas de desarrollo para la zona, etc.).

La única manera de mitigar una oposición a los conflictos de la gran minería es con cambios radicales, no con palabras o con actas de conciliación que luego el estado no cumple; sino de acá a un tiempo tendremos otros conflictos sin resolver y menos ingresos y menos desarrollo para el país.


Mi profesor de Derecho de Familia nos decía que los únicos matrimonios que duran son los matrimonios por interés. Suena cínico, pero por la práctica profesional constaté que era cierto; a lo cual añadiría y confianza mutua. Esa confianza es la base y tanto el estado, como la empresa minera y los lugareños la deben desarrollar. O como diría el desparecido Alfonso Grados Bertorini, será necesaria instalar una tripartita, donde estén al mismo nivel el estado, la empresa minera y los vecinos de la zona afectada. No nace de un momento a otro, es un proceso largo de construcción, pero bien llevado, puede dar lugar a un matrimonio duradero. Y cambiando las reglas de juego puede generar el clima y el espacio adecuados para esa confianza mutua. Ojalá la clase política y la empresarial se encuentren a la altura de los cambios que se necesitan. 

Tuesday, May 12, 2015

LECTORES DE DIARIOS ADQUIEREN MÁS ARTÍCULOS DE TECNOLOGÍA QUE LOS CONSUMIDORES EXCLUSIVOS DE TELEVISIÓN

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107

El estudio de GFK (http://elcomercio.pe/economia/peru/lectores-diarios-compran-mas-tecnologia-que-televidentes-noticia-1757050) reveló lo evidente (más o menos como “descubrir la pólvora”): los lectores de diarios somos más propensos a adquirir aparatos tecnológicos que los meros consumidores de televisión. Y si bien la investigación no se encuentra exenta de propaganda indirecta a favor del decano de la prensa nacional; no por ello le resta algunos aspectos que son interesantes de comentar.

Esta vez me voy a colocar de “conejillo de indias” para explicarme.

Soy consumidor de diarios “serios” desde que era niño. Ahora generalmente en la versión digital. Dedico unas dos a tres horas al día en revisar los periódicos (tanto nacionales como extranjeros), necesarios para saber qué ocurre en mi país y en el mundo. No en vano uno de mis blogs se denomina El Observador y su “hermano gemelo” La escena contemporánea.  Aunque los domingos por las tardes, con más tiempo y calma, “disfruto” hoja por hoja la versión impresa.

Haciendo la aclaración, me refiero a diarios “serios”, aquellos que privilegian la información y tienen buenos comentarios. No me interesan aquellos que privilegian el chisme y los líos de farándula. Por el sesgo ideológico, los periódicos que reviso pueden ser desde conservadores hasta liberales y de izquierda. Sobretodo me agrada cuando tiene un comentarista que escribe bien y, por añadidura, le pone “sal” al comentario. Si escriben mal, repiten lugares comunes, o son muy “acartonados” y con “voz engolada”, paso.

Televisión consumo poco; salvo que sea un programa cultural o de noticias interesantes (cuando puedo no me pierdo los comentarios internacionales del canal 7 o el programa de Marco Aurelio Denegri). Si existe un rato de ocio, prefiero una buena película, aparte que cambio de actividad y alimenta mi cinefilia. No estoy enterado, ni me interesa estarlo, de los últimos realities de la televisión local, ni qué vedette “le sacó la vuelta” a qué futbolista, o si la parejita del momento se reconcilia o no. Reconozco que si la mayoría de los televidentes fuesen como yo, la tv de señal abierta se iría a la quiebra.

Consumo aparatos de “tecnología digital” desde mediados de los años noventa. Adquirí mi primera tablet hace tres años para probar cómo eran y posiblemente en los siguientes meses adquiera una segunda mucho más potente que me sirva para leer noticias o escribir algo sencillo cuando no tenga mi PC o laptop a la mano. Y cuando los lectores de libros electrónicos sean más sofisticados y no fastidien tanto la vista, me apuntaré con uno. A pesar que nací y me formé en una época exclusiva del “culto al papel impreso”, es un hecho más que probable que en un futuro no muy lejano lo usual sean los libros electrónicos y lo raro los libros en papel.

Me gusta revisar los encartes que vienen con los periódicos, principalmente me dirijo a la sección tecnología. Cuando se anuncia el encarte de una conocida importadora, compro el periódico, solo por el placer de verlo y “tocarlo”, algo que no se puede hacer en lo virtual, hasta ahora.

Creo que a los consumidores exclusivos de televisión no les interesa otra cosa que precisamente ver televisión. Son el homo videns que hace mención Sartori. Difícilmente a un consumidor exclusivo de televisión (sobretodo de la “televisión basura”) le va a interesar otras cosas. Es una suerte de Homero Simpson. La adaptación que desde niño ha tenido a solo mirar (rol bastante pasivo) lo hace ajeno a adentrarse a curiosidades que puede encontrar gracias a los adelantos tecnológicos, salvo mirar pasivamente, de allí que su interés sea muy limitado.

Por supuesto, todo esto se debe matizar. Hay variables que deben ser tomadas en cuenta, como actividad principal de la persona, edad, cosas que hace en el ocio, estrato socio-económico, etc.

Gracias a que en mi familia se adquiría El Comercio con bastante frecuencia (era El Comercio de otras épocas, mucho más sólido informativamente que el actual), aprendí desde niño a leer periódicos y en especial los artículos de opinión. Súmenle a ello que en mi casa se opinaba de política como en otras del estado del clima (a los siete años ya “conversaba” con mis tíos de temas políticos); y, pese a ser una familia pequeña de clase media, las opiniones solían ser divergentes, lo cual incrementaba mis lecturas para contrastar unas con otras, coadyuvando a formarme un juicio crítico desde pequeño. Hasta que en un momento determinado, lo que comenzó como un juego se hizo un hábito.

Y si alguien me preguntara en qué país o período histórico me habría gustado vivir, respondería acá y ahora. No es que me guste mucho, sino que se encuentra preñado de hechos que van a suceder, muchos de los cuales por razones cronológicas ya no los veré, pero los intuyo. Si hacemos un grueso símil es como los años 20 y 30 del siglo pasado. Estamos en un período intermedio importantísimo para la Historia que se viene, así que estaré apertrechado con mis adminículos tecnológicos para tomarle el pulso a esa historia que ya vivimos. Realmente tiempos revueltos.



Thursday, April 23, 2015

ASU MARE 2: LA CONSUMACIÓN DEL TRIUNFO DEL EMPRENDEDOR

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107


Por regla las segundas partes no llegan a estar al nivel de la primera. Es muy difícil. Existen excepciones en el cine, pero escasísimas. Asu mare 2 confirma la regla, no la excepción.

Es cierto lo que mucha gente entendida en cine ha dicho sobre el filme. Es bastante limitado, comedia que se queda en el gag superfluo, la risa fácil. Es cierto.

Pero no menos cierto es que la siguen millones de espectadores. Algunos dirán se debe a la expectativa. Muchos vieron la primera y, acompañado de los nombres conocidísimos en el medio, quieren ver la continuación, para “pasar el rato”. Y otros optan por la explicación facilista del éxito obtenido gracias al márketing. (Como que el márketing puede, per se, levantar un film; sino pregúntenles a los innumerables blockbusters que fracasaron en taquilla con márketing y todo).

Ahí es donde se equivocan algunos “críticos de cine” (muy leídos y muy versados en la materia): el público no busca un producto de calidad, ni una obra de tesis. Únicamente busca pasar el momento, sin importar demasiado “la calidad” de la película. Y si hacemos un símil gastronómico: van por una hamburguesa con su respectiva gaseosa (barata de repente), que por un plato exquisito acompañado de buen vino (caro de repente).

Y ello es lo que Asu mare satisface. Un consumo masivo que no se encuentra exento del cuidadoso estudio de mercado (que sirve de soporte al éxito de la cinta, no lo explica). Y hay que agradecer que por el enorme éxito de la saga se esté consolidando un “cine de género” en el Perú que esperemos siga en forma ascendente, con una estela de nuevas producciones como las vistas en los tres últimos años, tanto en la capital como en las regiones. No todo será “obras de culto”, que esas las ve (las vemos) siempre una escasa minoría. (Sonaba a ingenuidad pura lo que señalò un “crìtico” para descalificar el filme, en el sentido que la gente no se acordaba ni del nombre del director de la cinta: la gente nunca se acuerda de esos datos, salvo que sea un cinéfilo consumado).

Recuerdo que hace años el desaparecido Armando Robles Godoy, cineasta y un tipo muy inteligente, dijo algo como que de cien películas que se hagan en el país, diez serán buenas. Y eso.

Armando tenía razón. Y es necesario que se realicen las cien para consolidar una industria del cine. No interesa que las noventa restantes sean malas. Sino, ¿cómo creen que se consolidaron industrias cinematográficas en otras latitudes? Pregúntenles a los mexicanos, brasileños o argentinos, para no ir muy lejos.

El problema de la calidad técnica y artística es un problema que no solo se encuentra relacionado con cuestiones formales y presupuestarias (a mayor calidad técnica y de acabados, el costo es mayor, y viceversa); sino también con criterios de cultura críticos o autocomplacientes. En otras palabras: se busca mejorar el producto con estándares altos de calidad (buen guión, buena dirección de actores, acabados técnicos, etc.), o se conforman los productores con los estándares mediocres y facilones. Es evidente que Asu mare 2 optó por lo segundo.

Ello trae a su vez otro tema concurrente. El de los subsidios y la protección del estado como cuotas de pantalla y tributación. No estoy en contra, ciertas películas los necesitan; pero con subsidios y proteccionismo puro no despega una industria. Son un elemento apenas. El Free market y la competencia son básicos. Pero, igualmente, como elemento solitario, el libre mercado tampoco ayuda mucho, porque nos puede llevar a una chatura conformista como la que vemos en la tv de señal abierta: lo que le gusta a la gente. Lo ideal sería una sabia combinación de proteccionismo y dejar hacer. De políticas culturales e industriales con voluntad del estado de ejecutarlas (que a la fecha no existen) y de acción de los privados a través del mercado.

Incluso para que esta estela de películas de los últimos años no sea apenas una brisa de verano y pueda tener futuro, cuando ya la influencia de la “película ancla” haya desaparecido, son necesarias las políticas de estado y su continuidad en el tiempo. Instituciones que le dicen. (Aunque reconozco también que por los infinitos “TLC” que estamos firmando aquí y allá, esas políticas nacionales van a estar subordinadas a otros intereses).

Pero Asu mare 2 también atrae por un “mensaje”, como el de la anterior. Si la primera parte era un canto al emprendedurismo, al chico pobre que surge de la nada y con todo en contra, proveniente de un hogar disfuncional donde la ausencia del padre es notoria, como sucede en millones de hogares peruanos (y latinoamericanos), retrato de la realidad social de miles de connacionales que se identificaban en el filme (y que por eso se podían reír libremente, haciendo una suerte de catarsis), peruanos que conforman esa nueva clase media del Perú de las últimas décadas; la segunda “sella” el ascenso. Esta vez “el trofeo” es la chica de clase alta. De allí que el papel de Emilia es casi anodino. Es solo “el premio” para el winner.

Ya no estamos en la época del “plebeyo”, del amor imposible de la mujer de alta condición, “aunque su sangre también tiñe de rojo”. Estamos ahora en la época del ascenso social “como sea”, de las condiciones que permiten pasar a otra posición social, algo impensable en la época de nuestros abuelos. Es quizás la revolución silenciosa más importante del Perú del tercio final del siglo XX e inicios del actual que está dando lugar a una nueva fisonomía de la sociedad peruana (y que mis amigos izquierdistas ni vieron venir por asomo, imbuidos en sus clásicos del marxismo). Ese nuevo Perú es mezcla de ciertos valores conservadores y otros progresistas. Nos guste o no. (A nosotros nos llegó, como otros hechos, tardíamente, la ética protestante y el espíritu capitalista que alude Weber, a través de las cientos de iglesias evangélicas que se afincaron por acá en la segunda mitad del siglo XX: la cultura del trabajo bien visto a los ojos de Dios, del esfuerzo propio –el self of men-, el emprendimiento, son valores que en gran medida provinieron de los centros evangélicos instalados).

Es evidente que en la segunda parte se nota más ficción, a diferencia de la primera, más “testimonial”; y con todo ambas forman un díptico que permite leer a este nuevo Perú. (Y la película, ideológicamente hablando, tiene un tufillo conservador, pero eso ya es harina de otro costal).

Es indudable que la cinta no pasará a la historia de lo mejor del cine peruano; pero permite ver otras cosas para quien quiera ver.

ASU MARE 2 
Dir:  Ricardo Maldonado
Guión: Carlos Alcántara, Alberto Rojas
c/ Carlos Alcántara (Cachín), Emilia Drago (Emilia), Christian Meier (Ricky), Cecilia Natteri (mamá)
Perú/2015/Comedia**/Estrenos



Thursday, April 09, 2015

LIMA COMO SU CHACRA: CASTAÑEDA A LOS CIEN DÍAS



Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107

Castañeda ha demostrado que carece de un plan coherente para Lima, salvo el de meter cemento a diestra y siniestra, y borrar todo vestigio de la administración anterior. Y, parece también, que ha perdido todo contacto con la realidad (lo que hay dentro de su mente es preocupante, como manifiestan los sicólogos), reflejado en su estrepitosa caída en la aceptación ciudadana. Y todo en menos de cien días.

Somos quizás una de las pocas capitales donde impera el caos, desorden e informalidad en el trasporte público. Ya no hablemos de las ciudades europeas, sino de algunas vecinas, como las de Santiago, Bogotá o Quito, para darse cuenta de la diferencia. La calidad de vida del vecino –algo que importa poco a Castañeda- es mucho mejor en otras ciudades, en lo que al trasporte público se refiere. Y la receta no es otra, sino que cada alcalde iba mejorando lo que su antecesor había hecho. Sin complejos adánicos, se iba sumando en beneficio de los vecinos de la ciudad.

Con una voluntad digna de mejores causas en sus tres primeros meses de gestión desmanteló la incipiente reforma del trasporte iniciada por la gestión Villarán y, de paso, canceló un magaproyecto tan importante como Vía Parque Rímac, a fin de echar mano a sus fondos (no pierde sus viejas costumbres) y construir un  by pass entre las avenidas Garcilaso y Arequipa, obra que todos los técnicos han criticado porque no es necesaria, ni cuenta con expediente técnico, como tampoco los permisos legales obligatorios para una obra de esa envergadura. Se va a gastar dinero de todos los contribuyentes en una obra que no es vital para la ciudad, sin expediente técnico ni licitación (el contratista ha sido designado a dedo), teniendo de contratista a una empresa (la brasileña OAS) sumamente cuestionada en su país de origen por ofrecer coimas a los funcionarios públicos (aparte que en Brasil extrañamente se ha declarado en quiebra).

Ha vuelto a sus antiguas andadas, cuando pensaba que Lima era como su chacra, sin darse cuenta que la ciudad cambió en los años que no estuvo en la alcaldía, con ciudadanos más atentos a una propuesta de mejor calidad de vida y de ahorro en las horas de trasporte (promedio actual: el limeño pierde cuatro horas en viajes en combi, sin seguridad y sin horarios). No obstante ello, una de sus primeras medidas como alcalde fue prorrogar automáticamente el caótico y demencial recorrido de las combis por tres años más, sin importarle los muertos y heridos que al amparo de su ordenanza han ocasionado, como los temibles “chosicanos”.

 Ya no hablemos de la cultura, la que es borrada con pintura amarilla. Creyendo que con “el cucó” del terrorismo iba a pasar desapercibida su decisión autoritaria: la mayoría de ciudadanos se encuentra en desacuerdo con la decisión tomada de borrar los murales, así como en que haya deshecho la reforma del trasporte, reforzando de nuevo el sistema comisionista-afiliador de las combis asesinas y repletas de infracciones.

La seguridad ciudadana brilla por su ausencia, con un centro histórico donde se producen asaltos y robos a cada momento, y donde impera de día y de noche la prostitución clandestina y los hostales en cada esquina. (No es casualidad que se deje ejercer el más antiguo oficio a vista y paciencia de los vecinos, si nos percatamos que la prostitución es uno de los más lucrativos negocios, por lo que muchos funcionarios ediles prefieren hacerse de la “vista gorda”).

A estas alturas menos podemos hablar de  trasparencia. Su gestión, como las pasadas, se caracteriza por hacerlo todo a media luz, siempre en la oscuridad.

En un estado democrático y constitucional, los otros poderes e instituciones del estado deben preocuparse por la situación anómala del manejo de la capital por un alcalde que ha perdido el rumbo hace tiempo. Es hora que actúen la Controlaría General de la República, el Ministerio de Economía y Finanzas y el propio Congreso de la República, que, felizmente, ha mostrado cierto interés en el tema. Y es hora también que reformemos la ley de municipalidades. No es posible que el alcalde electo tenga mayoría absoluta de regidores en forma automática. Las votaciones para regidores deben ser independientes a la de alcalde.

El alcalde Castañeda se quedó en la Lima de inicios de siglo, con sus escaleritas pintadas y el culto a la personalidad. Lo bueno, que su gestión solo durará cuatro años, sin posibilidades de reelección inmediata. Lo malo: habrá que comenzar de cero cuando se vaya, ya que no habrá hecho nada, salvo artificios para los tontos.

Monday, April 06, 2015

VENEZUELA, LA CRISIS Y LA DICTADURA

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107

Por Venezuela perdí, hace unos nueve años, a mis últimos amigos de izquierda. Encandilados con el “socialismo del siglo XXI” de Hugo Chávez, porfiaban en que esa “era la ruta” para América Latina. Medio en serio, medio en broma, los reté a esperar veinte años (que no son nada en la historia): si “el camino a seguir” era el socialismo del siglo XXI del “comandante Chávez” o más bien lo era la apertura en lo económico y la consolidación de la democracia en lo político.

La verdad no tuve que esperar veinte años. Bastó poco más de cinco para ganar la apuesta.

Es que el “socialismo del siglo XXI” no era otra cosa que un programa estatista e intervencionista del estado, con un aire nacionalista; como el que tuvimos nosotros, en Perú, con el gobierno del general Juan Velasco Alvarado (a quien Chávez admiraba enormemente); y las largas colas para obtener los productos de primera necesidad nos recuerdan al desastre económico que sufrimos en el primer gobierno de Alan García. Ya lo habíamos experimentado en carne propia.

No obstante, cierta izquierda (y ciertos gobiernos “de izquierda”) se empecinan en callar y mirar hacia otro lado. No solo en Perú, también en todo el barrio (AL). Es preocupante. Dictadura es dictadura, sea de izquierda o de derecha. Lo otro sería relativizar una (la dictadura “de izquierda”) argumentando “fines sociales”.

En ello coincido con Levitsky: la izquierda debe pronunciarse contra el recorte de derechos a los opositores al gobierno de Maduro, más allá de las simpatías o antipatías que les tengamos a los perseguidos y encarcelados políticos venezolanos. Como bien señala, fue gracias a la defensa de la democracia en la región que consolidamos sistemas más igualitarios y de inclusión social. Fue gracias a la defensa de los derechos fundamentales en la época del terrorismo que pudimos consolidar un estado de derecho en los peores momentos.

Es verdad que a los ricos no les interesa mucho la defensa de la democracia. Ellos tienen formas de llegar a los que detentan el poder y de hacer sus negocios. Con democracia o sin democracia. (Un rico, en cualquier tipo de gobierno, tiene medios para llegar más fácilmente a quien tiene el poder que un pobre trabajador). Es a los sectores medios y populares a quienes más les interesa defender el sistema; sea que atente contra el mismo un sátrapa como Nicolás Maduro, aparentemente de “izquierda”, o algún recalcitrante de derecha.

Tarde o temprano Maduro y el régimen que heredó de Chávez van a caer. (La Historia enseña que una dictadura no se sostiene eternamente). Lo lamentable será que el costo de la recostrucción del país llanero será elevado; y el costo será mayor conforme se ahonde mucho más la crisis que sacude al hermano país. Y, como siempre sucede, lo pagará principalmente el pueblo y la clase media (los ricos tienen como defenderse cuando las correas se ajustan).


En esta hora crítica para Venezuela no se puede mirar hacia otro lado. No vaya a ser que la historia los absorba y los digiera, como ya sucedió en tiempos pasados.