Monday, July 25, 2016

LEGITIMIDAD POSELECTORAL (O CÓMO SE PUEDE GANAR O PERDER EL PODER)

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107

El haber ganado una contienda electoral no produce legitimidad política en forma automática. Digamos que no basta el “título” expedido por el organismo electoral. Eso es apenas la parte formal. El “representante del pueblo” debe ganarse la representación (como también la puede perder). Entra a tallar la empatía del político con sus representados, la habilidad y olfato que demuestre en el ejercicio del cargo, y lo que haga o deje de hacer en el poder. Keiko, sin ser presidenta (curiosamente en un sino similar al de Víctor Raúl), tiene legitimidad con respecto al 50% que votó por ella; PPK no, “su” 50% fue prestado por el voto antifujimorista.

A ello se debe sumar que PPK no tiene en propiedad un partido político. Son, más bien, una suma de independientes que no representan organicidad partidaria, lo que se puede traducir en debilidad de gobierno y poco resistente a las crisis que se presenten en el camino. En ese sentido, conviene formular algunas preguntas, por desagradables que parezcan: ¿Cuántos, de sus diecinueve congresistas, quedarán en las filas partidarias al final del gobierno?, ¿cuántos escándalos, lobis y negociados lo remecerán?, ¿con cuánto de aceptación terminará su gestión? Son preguntas que la fuerza de los hechos y lo sucedido en gestiones pasadas, obliga formularse.

Por eso no es descabellado pensar en un escenario antes del 2021, si es imposible sostener a un gobierno débil y acosado por los escándalos. A nadie, con interés en participar en las siguientes elecciones, se le puede exigir en nombre de la democracia “sostener un muerto”. Existe una legítima ambición de intentarlo de nuevo tanto en Verónika Mendoza, Alfredo Barnechea, Julio Guzmán o la propia Keiko Fujimori.

Keiko –para escozor de los anti- tiene oportunidad de intentarlo por tercera vez. Es joven y aprende de sus errores. Tiene pasta política, como lo demostró al hacer crecer el legado que heredó de su padre; aunque –paradojas de la vida- tendrá que lidiar con su “frente interno”, con los albertistas encabezados por su hermano Kenyi. Una “lucha dinástica” debilitaría a FP (así como una escisión del Frente Amplio debilitaría a la izquierda). También deberá mantener unida su bancada, compuesta por muchos independientes con agenda propia. Y hacia afuera deberá vérselas de nuevo con el antifujimorismo recalcitrante que en esta oportunidad demostró una histeria sorprendente.

Por eso decía que de repente, de no superar ese antifujimorismo irracional, le tocará un sino similar al que tuvo Víctor Raúl: ser el candidato eterno a la presidencia de la república, pero forjar un fuerte partido que dure más allá de la vida de su líder y asumir el rol de gran decididor en los asuntos públicos, como lo fue el Apra por más de cincuenta años. Claro, que Keiko no es Víctor Raúl, intelectualmente hablando existe una enorme distancia, pero tiene una vena política que la adquirió de joven al igual que el indoamericano en los años de persecución.

Al margen de ello, oposición y gobierno van a tener que llegar a ciertos acuerdos mínimos que permitan la gobernabilidad. Un gobierno tecnocrático tiene sus límites y a los naranjas no les conviene hacer una oposición ciega, como la aprista de 1963 contra el primer gobierno de Belaunde. De allí que posiblemente aprueben ciertas leyes propuestas por el Ejecutivo, veten otras y propongan las suyas gracias a la inmensa mayoría que poseen. Van a ser un gobierno dentro del gobierno.

Y cuidado con esas voces que aconsejan a PPK “cerrar el congreso”. Cerrar el congreso sería “abrir una caja de Pandora” de insondables consecuencias que pueden perjudicar a los propios interesados en una supuesta “recomposición de fuerzas”. Igualmente los naranjas deben tomar con ánimo sereno la decisión de amnistiar por ley o presionar al ejecutivo por el indulto para su jefe natural, Alberto Fujimori. Es un deseo evidente no solo de fujimoristas, sino de gran parte del pueblo peruano ver libre o por le menos con arresto domiciliario al ex presidente; pero todo tiene su momento y su forma. No abusen de su mayoría.

¿Podremos alguna vez remontar el antifujimorismo?

No lo se. Tengo mis dudas; aunque me parece el proceso de aceptación de Fujimori y su herencia política está siendo digerido más rápido por la sociedad peruana, de lo que fue el antiaprismo en el siglo XX. Quizás en el haber favorece que estamos madurando como sociedad política y que los noventa tienen un legado positivo que demostrar más allá de la “historia negra” que todos conocemos. Como diría Richard Webb no todo es negro o blanco, priman más los grises.

Así como hicieron los apristas en su momento, la iniciativa para romper ese cerco anti tiene que provenir de los propios fujimoristas. Como lo demostraron estos cinco últimos años de oposición leal y constructiva. Como lo están demostrando al aceptar los resultados de los comicios. Como lo demostrarán posiblemente al aprobar importantes reformas que estuvieron estancadas en la legislatura anterior. Con los ejemplos que podrán exhibir al excluir de su organización a aquellos que tienen un pasado poco claro, antecedentes delictuosos o fortunas de origen dudoso. Y, porqué no, con las cosas buenas que se podrá recordar de los noventa, cuando parecía que el país iba a desaparecer entre el terrorismo, la hiperinflación, el desgobierno y la corrupción. En otras palabras: saquen los esqueletos del closet. Inicien su propio autoexorcismo.

Quizás el destino les ha reservado a los fujimoristas esta nueva oportunidad para que se esmeren más en ser un partido auténticamente democrático. Legitimidad ya tienen. Partido popular también. Organización política, idem. Faltará ver más gestos, como de democracia interna de sus dirigentes y candidatos elegidos. Apellídense o no Fujimori. Un militante, un voto. Por añadidura, un más idóneo Comité Político, donde no prime la billetera, sino la inteligencia y la razón (el Apra de nuevo como ejemplo). Y responsabilidad en la oposición de los próximos cinco años.


Necesitamos partidos, no las entelequias que existen y se autotitulan así. FP puede llegar a ocupar el espacio que tuvo el Apra en sus mejores momentos. Para que ello suceda y sea un partido auténticamente democrático dependerá en gran parte de los propios fujimoristas. De lo que hagan o dejen de hacer.

Thursday, June 30, 2016

BREXIT

Por: Eduardo Jiménez J.
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La consulta del referendo a favor de salir de la Unión Europea es un duro golpe al más ambicioso proyecto de unión que se haya visto. Compelidos por las consecuencias de la II Guerra Mundial, donde el único ganador fue Estados Unidos frente a una Europa en escombros, a los europeos no les quedó más remedio que la unión luego de siglos de siglos de rivalidades nacionales, políticas, económicas y religiosas. Inglaterra ingresó a la comunidad europea en 1973 con un tratamiento especial: conservan su moneda, no están en el espacio Schengen, y política y económicamente mantienen su posición privilegiada con relación a Estados Unidos.

No obstante ello la inquietud por los ataques terroristas islámicos en Europa y el subsecuente crecimiento de una xenofobia hacia todo aquello que tenga raíz árabe, el crecimiento lento de la economía europea y la falta de empleos adecuados para los nativo continentales, así como los gastos de mantenimiento de la burocracia comunitaria en contextos donde los problemas financieros que sacudieron Europa a inicios de siglo no se han resuelto del todo, propició un clima para que se piense seriamente en salirse de la unión.

Como sucede muchas veces en un contexto de decisión, la parte emotiva o irracional pesó más que la racional, así como lo inmediato frente a la perspectiva de un futuro a largo plazo. En otras palabras, usualmente el ciudadano piensa más con las tripas que con el cerebro. Algo de eso ha ocurrido en la consulta del pasado 23 de Junio.

No creo sea el fin del sueño comunitario; pero sí deberá ser replanteado por los estados que quedan. Quizás una decisión que se tome es con respecto a los migrantes, en especial los de origen árabe. Es probable que las fronteras se cierren gradualmente, crezca la xenofobia y se produzca un “efecto dominó”. Réplicas de escisión en otros países europeos. Por lo menos Marine Le Pen, la lideresa del Frente Nacional de extrema derecha, ha pedido un referendo similar para Francia. Por todos los problemas que están pasando, un buen porcentaje de “galos auténticos” ven con malos ojos la creciente presencia musulmana en Francia.

Pero el hecho que subyace a todo el problema es la pérdida de empleos de los trabajadores de los países industrializados en beneficio de mano de obra mucho más barata en otros países, la revolución tecnológica que vivimos y la desigualdad de ingresos en los mismos países capitalistas.

Como sucedió con otros hechos históricos, se quiere ocultar el problema real a través de una ideología justificante de lo que sucede y campañas emotivas de odio racial (“la culpa la tienen los árabes y los asiáticos” se dice en Europa; mientras en Estados Unidos “la culpa” la tienen los latinos), exacerbando así un nacionalismo conservador y “cerrar fronteras”. En cierta forma estamos reviviendo el clima crispante de los años treinta del siglo pasado.

La onda sísmica que puede traer el Brexit es de pronóstico reservado. Puede ser que se atenúe con un cuidadoso manejo político y se realicen reformas económicas importantes o que se expanda más allá de las fronteras europeas, si las condiciones son favorables a su crecimiento; pero, al parecer, los europeos no ganan con esta decisión. Solos, cada uno por su lado, no son nada en el contexto mundial.



Wednesday, June 08, 2016

EL DÍA DESPUÉS DE MAÑANA (REFLEXIONES POS 5 DE JUNIO)

Por: Eduardo Jiménez J.
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Parece que la suerte está echada y –por estrecho margen- PPK sería el nuevo presidente de la república. Entre la virtud y la fortuna (o si se quiere entre los méritos propios del candidato y el azar), prevaleció la segunda. Más influyó la campaña de demolición contra Keiko y los sentimientos adversos que todavía despierta el fujimorismo, colocando de presidente a un partido y un personaje bastante débiles políticamente.

Uno de los problemas que se va a presentar cuando asuma funciones y termine “la luna de miel” es la gobernabilidad. Su partido político es bastante precario, suerte de independientes reunidos al calor de la campaña. Los votos obtenidos no obedecen a mérito propio, como sí ocurre en Fuerza Popular (la virtud de ampliar su base electoral), sino a la suma de los anti Fujimori que fue recogiendo (la fortuna de encarnar en ese momento el sentimiento de animadversión).

Mitad del país votó por Keiko Fujimori y su herencia política. No es poco y evidencia que estamos ante la emergencia de un partido auténticamente popular, al cual, como al Apra en el pasado, se le están cerrando las puertas del cauce democrático, lo que a su vez puede llevar a un sectarismo político o a una radicalización autoritaria, mezcla de emociones entreveradas.

Como bien señala Víctor Andrés Ponce, el fujimorismo requerirá desprendimiento para colaborar con el gobierno de PPK y liderar al mismo tiempo la oposición, solo así podrá salir del entrampamiento en que se encuentra y dejar sin argumentos a los que viven con miedos, fobias e intereses creados, viendo en espejo retrovisor los años noventa y no el futuro. Tendrá que desprenderse también de varios indeseables, de esos “nuevos ricos” con fortuna dudosa. Menuda responsabilidad le corresponde al partido naranja.

Para gobernar PPK necesitará del consenso, sea de la izquierda o de Fuerza Popular. Dudo que en ambos casos quieran hacer cogobierno con él. A  ninguna de las dos fuerzas le conviene; por lo que deberá recurrir a más independientes para ministerios clave y personal de confianza en la burocracia del estado. Cualquier vaivén o escándalo que surja y su gobierno puede terminar en la anarquía, como el de Toledo.

Otro escenario es que el gobierno de PPK termine “reo” de Fuerza Popular. Necesita sus votos para aprobar muchas iniciativas legislativas y propuestas de su plan de gobierno –como el Banco Minero, por ejemplo-, por lo que podría terminar como una marioneta de FP. “Reina, pero no gobierna”.  Imagino que algunas iniciativas van a ser aprobadas por el Congreso naranja, pero otras lo veo difícil.

Temas que van a causar polémica serán: la renegociación del contrato del gas de Camisea –a lo que PPK se mostraba renuente-, la reforma del sistema pensionario –de lo que no dijo gran cosa-, seguridad ciudadana -con propuestas interesantes, pero poco viables a corto plazo-, la continuidad de la reforma educativa y los programas sociales que deja el actual gobierno. Cuidado con el desmantelamiento progresivo de los mismos, la izquierda deberá estar alerta.

Un asunto que requiere atención es también “el piloto automático” en que ha devenido la economía por 25 años. Requiere reformas y urgentes. En ello, la verdad, ninguno de los dos grupos finalistas se mostraba muy entusiasta de cambios radicales. Si no se reforma el sistema, la probabilidad que emerja un outsider en la siguiente elección es bastante alta. El mito antisistema y el desprecio a la clase política, pueden conjugarse de nuevo para darnos una sorpresa el año del bicentenario de la república.

No quiero ser pesimista, pero le veo pocas probabilidades de gobernanza eficaz a PPK. Va a ser acosado y tironeado por una oposición naranja por un lado y una zurda por el otro. De allí que los fujimoristas van a tener que “sostener” un precario gobierno y ser al mismo tiempo la oposición llamada a sucederlo en el bicentenario. Medio complicado de ejecutar, dado que por lo general quien apoya tácita o explícitamente a un gobierno, termina “quemándose” con este.

Por el lado de Fuerza Popular evaluará los aciertos y errores en la campaña de cara al 2021. Quizás los “albertistas” ganen preeminencia al interior del partido; mientras los “keikistas” –el sector más democrático- se vea reducido. Por ejemplo, ya no parecería descabellada una candidatura presidencial de Kenyi Fujimori, en una suerte de “sucesión dinástica” y con ello quizás el fin de un partido de raigambre popular, dadas las escasas luces del benjamín del clan Fujimori. Se quiera reconocer o no, con Keiko –mucho más política que PPK- el partido se amplió, se modernizó y, sobre la base de la herencia política de Alberto Fujimori, pudo construir no sin esfuerzo un partido auténticamente popular, de derecha popular para mayores señas. 

Hechos que iremos viendo en el futuro.

Wednesday, June 01, 2016

REFLEXIONES ANTES DEL 5 DE JUNIO



Por: Eduardo Jiménez J.
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        ejj39@hotmail.com
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Si la tendencia continua, el 5 de Junio el triunfo es naranja. Nos guste o no. Es el desquite de una parte del electorado que siempre consideró a Alberto Fujimori como el mejor presidente del Perú y a Keiko como su legítima heredera. Es el triunfo también de una nueva burguesía, quizás media lumpen y media informal, pero que está expresándose políticamente. Su filosofía es el pragmatismo, su fe el mercado, y su principal fuerza el dinero, bien o mal habido. 

Pero, ¿qué es PPK? Le queda mal el disfraz de “luchador social”. Todos sabemos que es un tecnócrata amigo de las trasnacionales, “lobista” para mayores señas, y cuya lista congresal parecía extraída del directorio de la Confiep. De ganar él habría tenido forzosamente que hacer un pacto con los fujimoristas, manteniéndolo en cautiverio en Palacio por cinco años. No le quedaba otra.

Aparte que no tiene un movimiento organizado y quizás su gobierno se hubiera debatido, para mal del país, en la anarquía y la desmembración, a la semejanza del de Toledo. No tendría chance el buen PPK y sería una marioneta tratando de complacer a la derecha y a la izquierda.

Si el triunfo es naranja, se consolida un partido de derecha popular con rasgos caudillistas y personalistas. Quizás llene el lugar que el Apra primigenio tuvo en sus mejores épocas (curiosamente usa también “la escopeta de dos cañones” como los compañeros de Alfonso Ugarte). Estamos viendo surgir un auténtico partido popular. Tiempo al tiempo.

¿Qué se repitan los hechos de los años noventa? Lo dudo. Las fobias, histerias y creencias generadas, más obedecen a los miedos de los antifujimoristas, y a los intereses subalternos que subyacen en algunos.

Ello no quita que no estemos alertas.

De ganar Keiko, tendrá gobernabilidad y la facilidad de implementar muchas reformas pendientes, algo imposible con minorías díslocas; pero, igualmente existe un peligro: dos poderes dominados por un solo partido es muy riesgoso para una democracia con instituciones débiles como la nuestra. Hace cometer errores, se percibe la “soberbia de la mayoría” y es lugar más factible de corruptelas de alto y bajo vuelo. Por ello, como sociedad civil, debemos estar alertas desde el primer momento. Lo bueno es que los reflectores estarán puestos sobre ella y su grupo político, lo que permitirá marcar los pasos, lo que hagan o dejen de hacer. Y tenemos una prensa, más o menos independiente, que dará cuenta de lo que suceda.

Es un nuevo espacio político el que se abre. Los de abajo (con plata) se están acomodando arriba. Quizás al final no pase todo de un gatopardismo. Tiempo al tiempo.