Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejj2107
Carlos Marx contaba que la historia se
repite, pero la segunda como farsa o comedia.
La
sentencia se puede aplicar muy bien al frustrado intento de golpe de estado de
Pedro Castillo, hace exactamente un año.
Treinta
años atrás Alberto Fujimori como presidente improvisado daba también un golpe
de estado, solo que este sí exitoso. Tuvo el apoyo de las FFAA y del pueblo que
salió a celebrar el cierre del congreso y la expectoración de los “políticos
tradicionales”. Al final solo fue un cambio de mocos por babas.
Lo
cierto es que después de ese 5 de Abril de 1992 hubo un antes y un después en
la política y vida peruana. Nada fue igual.
El
7 de Diciembre de 2022 parecía un parteaguas similar. Felizmente no lo fue.
Algo falló. Algunos dicen que el alto mando de las FFAA “se le volteó” al del
sombrero. Le crearon falsas expectativas de apoyo y luego dieron media vuelta.
El hecho es que de potenciales conspiradores los altos mandos pasaron a ser
héroes de esa jornada. Hubo otros como Patricia Benavides, la Fiscal de la
Nación, que ahora sufre el calvario de la defenestración. Dios perdona el
pecado, pero no el escándalo.
De
haber triunfado hoy el 7 de Diciembre se celebraría como un día cívico de
liberación nacional de los políticos tradicionales y del imperialismo por
añadidura. Quizás algunas calles y asentamientos humanos llevarían el nombre
del presidente del sombrero, de repente hasta alguna estatua como a su paisano
dueño de universidades. De paso, la añorada constitución bolivariana. La
historia se repetiría como 30 años atrás, solo que con otros actores.
Lo
curioso es que después de un año los cómplices del golpe no están entre rejas.
Castillo no actuó solo. Hubo gente a su alrededor que tuvo una participación
activa y hoy goza de libertad y vive como si nada hubiera pasado. Se dice que
los procesos están “dormidos” producto de un pacto entre la Fiscal de la Nación
y el Congreso.
Muy
poco se valora la democracia por estas tierras. No soluciona los problemas
económicos, es cierto; lo malo es que “la casta política” -al estilo Milei
diremos- se interesa más por sus asuntos personales que por el bien del país.
Así
cualquiera desdeña el sistema y las condiciones están dadas para un nuevo
intento de golpe o atenuar a tal punto la democracia que parezca, pero ya no lo
sea. Autocracia que le dicen. Son riesgos latentes.
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