Monday, March 11, 2024

LA SÁTIRA AL EJÉRCITO. PANTALEÓN Y LAS VISITADORAS

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


Luego de publicada Conversación en la Catedral, Mario Vargas Llosa (MVLL) publica una novela que causará revuelo y discusiones de nuevo: Pantaleón y las visitadoras. Sátira al ejército en una época (1973) cuando el Perú estaba gobernado de nuevo por militares.

 

En 1963 había sido publicada su primera novela, La ciudad y los perros, denuncia en el más crudo realismo de la organización militar a través de un grupo de cadetes del colegio Leoncio Prado. Mezcla de thriller con policial y utilizando las conocidas técnicas faulknerianas de sus primeras obras, marcó un antes y un después en la literatura nacional y su inserción internacional como escritor en lo que se conocería como el boom de la novela latinoamericana.

 

Diez años después MVLL vuelve a la carga de la institucionalidad militar, pero esta vez en tono de sátira con la novela Pantaleón y las visitadoras.

 

El argumento de la novela es bastante sencillo: vista la avalancha de denuncias en la selva contra los soldados por violar a las lugareñas, causado por el largo encierro en las guarniciones militares de la amazonia, al alto mando se le ocurre la idea de implementar un servicio de “visitadoras”, prostitutas que irán a los destacamentos para satisfacer los deseos carnales de los soldados y no violen así a las muchachas de la zona. La tarea es encargada al capitán Pantaleón Pantoja, conocido por sus dotes administrativas e impecable foja de servicios. La solución parece idónea, entendida la prostitución como un “mal necesario” en toda sociedad.

 

Todo marcha muy bien, pero, como siempre pasa en estos casos, la hubris ciega al capitán Pantoja, por añadidura se enamora de una visitadora, y el servicio al hacerse cada vez más notorio, cae por su propia celebridad. La eficiencia mata el servicio. Como es natural, la alta oficialidad se lava las manos y el capitán Pantoja es usado como “chivo expiatorio”. Dios perdona el pecado pero no el escándalo y todo vuelve a la “normalidad”.

 

Capítulos enteros son partes, noticias de diarios, cartas personales, informes y hasta sueños que van desarrollando la trama de la novela. Única oportunidad en que MVLL ha utilizado en tal proporción “materiales en crudo” para una novela suya. Otros capítulos son diálogos que suceden en distintos espacios y tiempos, entrecruzándose diferentes personajes. Sin llegar a la complejidad que utilizó en Conversación en la Catedral, esta forma de narrar le da bastante fluidez y dinamismo a la novela.

 

Y como subtrama, una secta religiosa que gira alrededor del misterioso “Hermano Francisco” y que va ganando adeptos entre la gente del pueblo y lo que viene a ser la clase media iquiteña (cuando Iquitos más era un pueblo que una ciudad). Ese perfil del Hermano Francisco lo desarrollará posteriormente en el personaje del Consejero en La guerra del fin del mundo. Sujetos fanáticos, carismáticos, que se sienten enviados por Dios y que arrastran multitudes.

 

Otro personaje secundario que cobra bastante notoriedad es El sinchi. El periodista radial que con voz engolada vende su opinión al mejor postor. La venalidad del oficio y que en la segunda versión cinematográfica de la novela lo encarnó magistralmente el desaparecido Aristóteles Picho.

 

Así como el teniente Gamboa de La ciudad y los perros es sancionado por buscar la verdad en el asesinato del cadete llamado “el Esclavo”; en Pantaleón y las visitadoras, el capitán Pantoja es igualmente sancionado por la eficiencia de la organización administrativo-sexual que creó. Como le dice el general Scavino, su superior al mando, si hubiera sido un servicio mediocre que funcione a medias nada de esto hubiera pasado. En el Perú se premia la mediocridad. Cualquiera que resalte es inmediatamente “bajado al piso”. Es la versión nacional del “palo encebado”. La eficiencia mata al capitán Pantoja.

 

La novela cuenta con dos adaptaciones al cine. La primera de 1975 codirigida por el propio MVLL y que es francamente olvidable. La segunda de 1999 dirigida por Francisco Lombardi que, tomándose algunas licencias, captó el espíritu de la novela.

 

Como anécdota, el propio MVLL refiere en sus memorias El pez en el agua que la oposición aprista a su candidatura presidencial de 1990 infundió el rumor que trataba como prostitutas a todas las mujeres de Loreto, seleccionando ciertos párrafos de la novela e incitaba a que impidan las iquiteñas cualquier manifestación del escritor e incluso “tomen” el aeropuerto acostándose en la pista de aterrizaje para impedir su llegada. Felizmente el incidente no pasó a mayores y el escritor-candidato fue bien recibido en la ciudad y pudo hacer sus mítines.

 

Sátira por extensión a toda organización, más si se considera venerable, después de 50 años Pantaleón y las visitadoras se deja leer. No ha envejecido. Quizás algunas palabras ya están fuera de uso del habla popular, pero se deja leer. Es una de las mejores novelas que escribió el por entonces joven Mario Vargas Llosa.


*Mario Vargas Llosa: Pantaleón y las visitadoras. Edición consultada: 4ta edición de Seix Barral, 1974, 309pp.

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