Sunday, December 22, 2024

¿SE DETUVO LA GLOBALIZACIÓN?

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


Lo que comenzó con mucho optimismo y anunciado como panacea para la humanidad treinta años atrás, hoy parece sufrir el desencanto de la madurez.

 

Fruto del fin de los bloques hegemónicos tras el derrumbe de la Unión Soviética, de la cercanía del mundo que traía el internet y de una visión liberal que planteaba el libre comercio irrestricto, hoy parece ser cuestionada en cuanto a resultados.

 

No fue la primera globalización que como planeta hemos tenido. 1492, con el descubrimiento de América, fue otra globalización que trajo un gran tráfico comercial y económico intenso, y sobre todo cambio de paradigmas.

 

Pero esta que vivimos repercutió en todo el mundo, casi al mismo tiempo. Desde el hemisferio norte al hemisferio sur, desde occidente hasta oriente, y viceversa. Nunca antes la frase “el mundo es un pañuelo” tuvo cabal significado. China comenzó a tener una presencia hegemónica en el comercio y la economía mundial, dejando poco a poco relegadas a las grandes potencias dominantes de Europa. La India le sigue los pasos y los BRICs buscan constituir un bloque hegemónico. En ese contexto, Estados Unidos lucha por no quedarse atrás y todavía es una incógnita si en el siglo XXII seguirá siendo una gran potencia o correrá la suerte de sus pares europeos.

 

Frente a ello ha surgido una resistencia a la globalización, manifestada en nacionalismos de distinto calibre. Desde los xenófobos hasta los que plantean regresar a la protección a las industrias locales. Se da no solo en países del llamado tercer mundo, sino en naciones que son potencia como EEUU, donde sectores conservadores echan la culpa de la falta de empleo para los “wasp puros” (los blancos que llegaron en el Mayflower en el siglo XVII) a los migrantes. El eslogan “hagamos de nuevo grande a América” es reaccionario y busca un regreso a un aparente orden idílico. Algo así como los precolombinos que, luego de la conquista, buscaban el regreso del inca y la vuelta a una arcadia. Populismo por donde se le mire (y hasta de un peligroso fascismo).

 

América Latina no se queda atrás con estos planteamientos, y cada cierto tiempo surgen gobiernos autoproclamados nacionalistas o que plantean mano dura contra los migrantes. Hemos pasado en estos años desde la abstención por algunos estados de firmar tratados comerciales hasta políticas proteccionistas a la industria o elevación de los requisitos de entrada a los migrantes. Como colofón AL sufre la última diáspora que presencia la humanidad con alrededor de ocho millones de venezolanos que han salido de su patria en busca de mejores oportunidades, cortesía de la (ahora sí) dictadura venezolana.

 

Todo ese panorama ha producido un desencanto con la globalización, que, si bien no ha parado, pero se produce sin tanta fanfarria como antaño. Como que no solucionó los problemas más urgentes y más bien agravó otros. Ahora se dice que será la inteligencia artificial la que dará un impulso a la globalización. Va a traer una suerte de nueva revolución industrial, sin duda, aunque soy escéptico con las bondades absolutas que algunos pregonan.

 

Todo ello hace presumir que la globalización no se ha detenido, pero ya no tiene el encanto de hace treinta años. Ya no es un niño ilusionado, sino un adulto con certezas, pero también con desencantos, dudas y experiencia.

 

Y nosotros, en América Latina, ¿cómo vamos?

 

Como siempre, de tumbo en tumbo. De esperanzas a frustraciones y de frustraciones a esperanzas. Lo que sí ha crecido es el crimen organizado en prácticamente toda la región, y la corrupción se ha normalizado, añadida como un costo del mercado. En políticas de desarrollo, salvo excepciones, la mayoría de países entra en contradicciones cortoplacistas, sin políticas sostenidas a largo plazo, y creyendo que una nueva constitución será el ábrete sésamo de la prosperidad para todos. Todavía estamos en la adolescencia.


PD: Regresamos en Enero.

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