Saturday, November 02, 2019

EL BAILE DE LOS QUE SOBRAN



Por: Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejj2107

Mis amigos se quedaron, igual que tú
Este año se les acabaron, los juegos, los doce juegos
Únanse al baile, de los que sobran
Nadie nos va a echar de más
Nadie nos quiso ayudar de verdad
Los prisioneros

En los últimos meses las protestas de la sociedad contra el gobierno se han sucedido en diferentes partes del mundo. Las causas son distintas. En Hong Kong por no perder la libertad política y económica frente al autoritarismo del gobierno chino; en Ecuador contra el fin del subsidio a la gasolina; en Bolivia contra la reelección bastante burda de Evo Morales. Los sectores sociales involucrados también son distintos: Hong Kong y Chile enormes capas medias; Ecuador, sectores indígenas sobretodo. Una característica común de estos movimientos es que no existen líderes visibles. Son, por decir, “movimientos espontáneos” más de corte anarquista que programático político.

Otra característica es que el movimiento generalmente lo impulsan jóvenes. En Chile, incluso escolares de educación secundaria que años atrás ya habían protestado contra lo excesivamente cara de la educación chilena (no es gratuita en ningún nivel).

Chile llama la atención por el hecho de ser “el buque insignia” del modelo económico imperante en la región; “el alumno aplicado” con el cual Estados Unidos hizo una alianza tácita que se ha mantenido desde los años 70. Los chilenos se jactaban de ser los exportadores del modelo económico que, salvo matices, fue replicado en toda América Latina. Modelo que resolvía todos los problemas sociales en la fórmula dejar hacer al mercado.

El movimiento, al compás de la conocida canción de Los prisioneros, ha ido creciendo en demandas como una bola de nieve: desde el aparente inocuo aumento del pasaje en el metro (5 centavos de dólar) hasta demandas sociales como jubilaciones y salarios dignos, servicios de calidad en salud, la gratuidad de la enseñanza o agua y luz a precios razonables, hasta llegar al pedido de renuncia del presidente Piñera y la convocatoria a una constituyente; elevando las exigencias a un plano jurídico-político.

Existe un evidente cuestionamiento a la clase política y una crítica a los grupos económicos que se llevan gran parte de la renta nacional.

Es cierto que de los 30 años de democracia en Chile, 24 son gobiernos de la convergencia socialista y cuando estuvo en el poder no hizo mucho por cambiar la situación, salva algunas puntuales reformas. Fue una izquierda bastante light y quizás por temor o por trauma de lo ocurrido en el pasado, prefirió acomodarse y no hacer demasiados aspavientos. De allí que “el estado de las cosas” en Chile y sobretodo los poderes fácticos se mantuvieron incólumes y más bien crecieron al amparo de los sucesivos gobiernos socialistas, donde incluso varios dirigentes han sido acusados de corrupción y de otorgar favoritismos a sectores económicos.

En ese trascurso de tiempo creció también la clase media y es la que ha salido a las calles a protestar.

Si bien el ingreso per cápita chileno es alto en la región (US$ 15,000.00 dólares norteamericanos) y tiene un ingreso mínimo de cerca a los US$ 400 dólares, no menos cierto es que el costo de vida es elevado y que todos los servicios están privatizados.  Las pensiones otorgadas por las AFP son apenas para sobrevivir y los intereses bancarios por estudios, leoninos. Un joven que concluye sus estudios universitarios, él y su familia terminan endeudados por largo tiempo. En pocas palabras, es una clase media que sufre y lucha todos los días por no perder ese estatus.

El ejecutivo ha reaccionado con algunas medidas, un poco tarde quizás, y su futuro es incierto. Ha cometido errores que le han costado legitimidad entre la sociedad, pero no es una derecha primitiva (o como decimos nosotros “bruta y achorada”), ha mostrado reflejos políticos.

Algunos especulan si un movimiento así sería posible en Perú.

Personalmente lo dudo. El último gran movimiento de protesta social fue en 1977, que dio paso a la apertura democrática iniciada en la década siguiente. Fue un movimiento que contó con sectores sindicales y estudiantiles bastante organizados, de lo que carecemos hoy. Por otra parte, la identificación del ciudadano chileno con su sociedad es más clara allá que por estos lares. Tienen, hablando marxistamente, una conciencia de clase más definida y un nivel de ciudadanía más coherente que el peruano.

En el horizonte existen dos peligros bastante evidentes para América Latina: continuar con el modelo económico sin la necesaria crítica y el populismo creciente en la región sea de derecha o de izquierda. Si continuamos con el modelo como está, seguirá ensanchándose la brecha entre los que más tienen y los que subsisten apenas. La distribución de la riqueza seguirá siendo bastante desigual lo cual traerá mayores problemas sociales. La demagogia de izquierda o derecha puede aprovechar ese contexto y devenir en gobiernos populistas-autoritarios y arrasar con los derechos más elementales de la persona como en Venezuela o Nicaragua. Estamos entre Escila y Caribdis.

Thursday, October 10, 2019

PERÚ, ¿QUIEBRE INSTITUCIONAL?: 30 SETIEMBRE, 2019




Por: Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejj2107
 



No vamos a entrar en los detalles si el quiebre institucional del 30 de Setiembre fue un golpe de estado o se realizó conforme al procedimiento establecido en la carta magna. Personalmente creo que la figura de cuestión de confianza se forzó, buscando más bien una excusa el ejecutivo para cerrar el congreso, cosa que intentaba desde tiempo atrás.

Más que los politólogos o los comentaristas a favor o en contra que han salido a defender o cuestionar la decisión del presidente, va a ser la historia quien determinará la magnitud del suceso y sus repercusiones. Recordemos que el 5 de Abril de 1992, el presidente de ese entonces también cerró el congreso en olor a multitud, contra “los políticos tradicionales”. Y recordemos cómo terminó Fujimori ocho años después. Sic transit gloria mundi.

A nivel de reforma constitucional, el cierre del congreso y lo referente a la cuestión de confianza, servirá de insumo para futuros estudios y tesis que toquen el tema. Parece que la institución de la cuestión de confianza debe ser reelaborada. Sería bueno también revisar la bicameralidad, a la cual el presidente Vizcarra ejecutó “un tiro de gracia” en el referéndum de Diciembre pasado.

Es cierto que ahora no hemos visto tanques en las calles ni toma de emisoras; pero sería ingenuo creer que un golpe de estado se mide solo por lo epidérmico (tanques, estado de sitio, toma de medios de comunicación, encarcelamiento de opositores, etc.). Actualmente los golpes de estado se han vuelto mucho más sofisticados, recubriéndolos de un barniz demoliberal para las apariencias. La experiencia del 5 de Abril fue un modelo de cómo se hace ahora un golpe de estado y ese modelo ha sido perfeccionado en todo el mundo, tanto por gobiernos de derecha como de izquierda.

Lo preocupante es que luego de casi 30 años se ha vuelto a quebrar el orden institucional en nuestro país, hemos regresado a un pasado aparentemente cerrado en nuestra historia. Lo cual nos trae otra lección que no hemos aprendido: para asentarnos como sociedad y crecer y madurar no bastan las reformas económicas sino también las políticas que es donde estamos en déficit. De haber existido madurez política y sólidas instituciones, jamás se hubiese producido el cierre del congreso. El diálogo y la negociación de acuerdos habrían reemplazado a la excesiva polarización que vimos estos tres últimos años. Ambas partes, oposición fujiaprista y oficialismo más aliados de uno y otro bando optaron por el enfrentamiento final: la muerte política del otro. Matarte he o matarme has.

Nada garantiza tampoco que la lucha contra la corrupción y el afianzamiento de las instituciones democráticas sean el norte del ejecutivo. Va a tener cuatro meses por delante para gobernar por decretos sin oposición alguna. De haber prensa independiente, sería bueno que revise con lupa esos decretos, así como el gasto público en el sector defensa. El apoyo del comando conjunto de las fuerzas armadas al presidente Vizcarra no creo haya sido gratuito. La compra de armas y equipo militar a sobreprecios es la forma idónea de ganar algo para quien negocia dar respaldo “con las armas”. Igual sucede con los gobernadores y alcaldes que “respaldaron” al presidente. No lo hicieron en vano. Va a existir mucha micro obra que solo servirá para justificar un gasto poco productivo. La “lluvia de millones” va a estar bastante presente estos meses.

¿Dónde quedan las tan cacareadas reformas judicial y política que lanzó el ejecutivo meses atrás, y que fue materia de su cuestionamiento al congreso? Ninguna ha avanzado un centímetro y dudo que se apliquen a los comicios de los siguientes meses. Vamos a tener la misma cantidad de partidos (por llamarlos de alguna manera) y los mismos problemas o agravados de los tenidos hasta el presente. Nada garantiza que el próximo congreso sea de mejor calidad que el cerrado.

Don Luis Bedoya Reyes decía que los técnicos se alquilan. Podemos decir lo mismo de los constitucionalistas, politólogos y gacetilleros en general. Ha sido curioso ver aparecer una cantidad prodigiosa de “constitucionalistas” que en su vida profesional han escrito jamás ni siquiera un manual de derecho constitucional o por lo menos algún artículo de la materia, opinar a favor o en contra del cierre del congreso, o de la “denegación fáctica”, nueva teoría que estamos seguros enriquecerá la doctrina del derecho constitucional.

Por trasparencia y honradez de criterio, muchos de los opinólogos que han saltado a la palestra deberían ser sinceros con sus intereses. Responder preguntas como si asesoran o han asesorado al ejecutivo o al congreso, o a ciertos personajes de ambos poderes, si tienen intereses en conflicto en el estado, el Poder Judicial o en el Tribunal Constitucional, si pertenecen o son simpatizantes de alguna tendencia política. Vamos, si son anti o pro fujimoristas. No me digan que solo los guía “la verdad”. Sinceridad, algo que me parece se ha perdido en este turbio debate.

También debemos estar alertas de un “cambio de constitución” fruto de alguna transacción poco clara entre el presidente Vizcarra y los grupos de izquierda que lo apoyaron. Recordemos que “una nueva constitución” fue la salida al penúltimo autogolpe de estado, solo que la alianza esa vez fue con grupos de derecha. Como que la obra de teatro se repite. Cambian los actores, pero no los papeles.

Vizcarra ya no tiene el gran enemigo que siempre fue el congreso fujimorista. Se quedó sin némesis, sin el gran villano que todo héroe debe tener. ¿Qué va a ser ahora? Las costuras de su mala performance gubernamental, donde tiene evidentes carencias, se van a notar más. Y ya no tiene el “gran enemigo” a quien culpar. O le queda hacer un mejor gobierno (esperamos eso, aunque es poco probable que suceda) o buscará otro enemigo que justifique su poca idoneidad para resolver los problemas. Y una tercera salida es hacer populismo barato, gastando irresponsablemente y complaciendo a quienes lo apoyaron. Salida esta última bastante preocupante.

El quinquenio iniciado en el 2016 está perdido. En año y medio que falta dudo que se puedan corregir muchos aspectos deficitarios. Las políticas institucionales no maduran de la noche a la mañana. Posiblemente los indicadores sociales (índice de pobreza, educación, anemia, distribución de la riqueza, poblaciones vulnerables) estarán en rojo al terminar Vizcarra su gestión.

Como a Fujimori en 1992, a Vizcarra ahora se le presentan varios escenarios. De lo que haga o deje de hacer, de que no lo ciegue la soberbia y ambición del poder, que no se crea el cuento de sus áulicos que es “el salvador de la patria”, dependerá su futuro no solo político, sino existencial. Puede preguntarle al ex presidente que se encuentra en el fundo Barbadillo.