Tuesday, May 12, 2015

LECTORES DE DIARIOS ADQUIEREN MÁS ARTÍCULOS DE TECNOLOGÍA QUE LOS CONSUMIDORES EXCLUSIVOS DE TELEVISIÓN

Por: Eduardo Jiménez J.
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El estudio de GFK (http://elcomercio.pe/economia/peru/lectores-diarios-compran-mas-tecnologia-que-televidentes-noticia-1757050) reveló lo evidente (más o menos como “descubrir la pólvora”): los lectores de diarios somos más propensos a adquirir aparatos tecnológicos que los meros consumidores de televisión. Y si bien la investigación no se encuentra exenta de propaganda indirecta a favor del decano de la prensa nacional; no por ello le resta algunos aspectos que son interesantes de comentar.

Esta vez me voy a colocar de “conejillo de indias” para explicarme.

Soy consumidor de diarios “serios” desde que era niño. Ahora generalmente en la versión digital. Dedico unas dos a tres horas al día en revisar los periódicos (tanto nacionales como extranjeros), necesarios para saber qué ocurre en mi país y en el mundo. No en vano uno de mis blogs se denomina El Observador y su “hermano gemelo” La escena contemporánea.  Aunque los domingos por las tardes, con más tiempo y calma, “disfruto” hoja por hoja la versión impresa.

Haciendo la aclaración, me refiero a diarios “serios”, aquellos que privilegian la información y tienen buenos comentarios. No me interesan aquellos que privilegian el chisme y los líos de farándula. Por el sesgo ideológico, los periódicos que reviso pueden ser desde conservadores hasta liberales y de izquierda. Sobretodo me agrada cuando tiene un comentarista que escribe bien y, por añadidura, le pone “sal” al comentario. Si escriben mal, repiten lugares comunes, o son muy “acartonados” y con “voz engolada”, paso.

Televisión consumo poco; salvo que sea un programa cultural o de noticias interesantes (cuando puedo no me pierdo los comentarios internacionales del canal 7 o el programa de Marco Aurelio Denegri). Si existe un rato de ocio, prefiero una buena película, aparte que cambio de actividad y alimenta mi cinefilia. No estoy enterado, ni me interesa estarlo, de los últimos realities de la televisión local, ni qué vedette “le sacó la vuelta” a qué futbolista, o si la parejita del momento se reconcilia o no. Reconozco que si la mayoría de los televidentes fuesen como yo, la tv de señal abierta se iría a la quiebra.

Consumo aparatos de “tecnología digital” desde mediados de los años noventa. Adquirí mi primera tablet hace tres años para probar cómo eran y posiblemente en los siguientes meses adquiera una segunda mucho más potente que me sirva para leer noticias o escribir algo sencillo cuando no tenga mi PC o laptop a la mano. Y cuando los lectores de libros electrónicos sean más sofisticados y no fastidien tanto la vista, me apuntaré con uno. A pesar que nací y me formé en una época exclusiva del “culto al papel impreso”, es un hecho más que probable que en un futuro no muy lejano lo usual sean los libros electrónicos y lo raro los libros en papel.

Me gusta revisar los encartes que vienen con los periódicos, principalmente me dirijo a la sección tecnología. Cuando se anuncia el encarte de una conocida importadora, compro el periódico, solo por el placer de verlo y “tocarlo”, algo que no se puede hacer en lo virtual, hasta ahora.

Creo que a los consumidores exclusivos de televisión no les interesa otra cosa que precisamente ver televisión. Son el homo videns que hace mención Sartori. Difícilmente a un consumidor exclusivo de televisión (sobretodo de la “televisión basura”) le va a interesar otras cosas. Es una suerte de Homero Simpson. La adaptación que desde niño ha tenido a solo mirar (rol bastante pasivo) lo hace ajeno a adentrarse a curiosidades que puede encontrar gracias a los adelantos tecnológicos, salvo mirar pasivamente, de allí que su interés sea muy limitado.

Por supuesto, todo esto se debe matizar. Hay variables que deben ser tomadas en cuenta, como actividad principal de la persona, edad, cosas que hace en el ocio, estrato socio-económico, etc.

Gracias a que en mi familia se adquiría El Comercio con bastante frecuencia (era El Comercio de otras épocas, mucho más sólido informativamente que el actual), aprendí desde niño a leer periódicos y en especial los artículos de opinión. Súmenle a ello que en mi casa se opinaba de política como en otras del estado del clima (a los siete años ya “conversaba” con mis tíos de temas políticos); y, pese a ser una familia pequeña de clase media, las opiniones solían ser divergentes, lo cual incrementaba mis lecturas para contrastar unas con otras, coadyuvando a formarme un juicio crítico desde pequeño. Hasta que en un momento determinado, lo que comenzó como un juego se hizo un hábito.

Y si alguien me preguntara en qué país o período histórico me habría gustado vivir, respondería acá y ahora. No es que me guste mucho, sino que se encuentra preñado de hechos que van a suceder, muchos de los cuales por razones cronológicas ya no los veré, pero los intuyo. Si hacemos un grueso símil es como los años 20 y 30 del siglo pasado. Estamos en un período intermedio importantísimo para la Historia que se viene, así que estaré apertrechado con mis adminículos tecnológicos para tomarle el pulso a esa historia que ya vivimos. Realmente tiempos revueltos.



Thursday, April 23, 2015

ASU MARE 2: LA CONSUMACIÓN DEL TRIUNFO DEL EMPRENDEDOR

Por: Eduardo Jiménez J.
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Por regla las segundas partes no llegan a estar al nivel de la primera. Es muy difícil. Existen excepciones en el cine, pero escasísimas. Asu mare 2 confirma la regla, no la excepción.

Es cierto lo que mucha gente entendida en cine ha dicho sobre el filme. Es bastante limitado, comedia que se queda en el gag superfluo, la risa fácil. Es cierto.

Pero no menos cierto es que la siguen millones de espectadores. Algunos dirán se debe a la expectativa. Muchos vieron la primera y, acompañado de los nombres conocidísimos en el medio, quieren ver la continuación, para “pasar el rato”. Y otros optan por la explicación facilista del éxito obtenido gracias al márketing. (Como que el márketing puede, per se, levantar un film; sino pregúntenles a los innumerables blockbusters que fracasaron en taquilla con márketing y todo).

Ahí es donde se equivocan algunos “críticos de cine” (muy leídos y muy versados en la materia): el público no busca un producto de calidad, ni una obra de tesis. Únicamente busca pasar el momento, sin importar demasiado “la calidad” de la película. Y si hacemos un símil gastronómico: van por una hamburguesa con su respectiva gaseosa (barata de repente), que por un plato exquisito acompañado de buen vino (caro de repente).

Y ello es lo que Asu mare satisface. Un consumo masivo que no se encuentra exento del cuidadoso estudio de mercado (que sirve de soporte al éxito de la cinta, no lo explica). Y hay que agradecer que por el enorme éxito de la saga se esté consolidando un “cine de género” en el Perú que esperemos siga en forma ascendente, con una estela de nuevas producciones como las vistas en los tres últimos años, tanto en la capital como en las regiones. No todo será “obras de culto”, que esas las ve (las vemos) siempre una escasa minoría. (Sonaba a ingenuidad pura lo que señalò un “crìtico” para descalificar el filme, en el sentido que la gente no se acordaba ni del nombre del director de la cinta: la gente nunca se acuerda de esos datos, salvo que sea un cinéfilo consumado).

Recuerdo que hace años el desaparecido Armando Robles Godoy, cineasta y un tipo muy inteligente, dijo algo como que de cien películas que se hagan en el país, diez serán buenas. Y eso.

Armando tenía razón. Y es necesario que se realicen las cien para consolidar una industria del cine. No interesa que las noventa restantes sean malas. Sino, ¿cómo creen que se consolidaron industrias cinematográficas en otras latitudes? Pregúntenles a los mexicanos, brasileños o argentinos, para no ir muy lejos.

El problema de la calidad técnica y artística es un problema que no solo se encuentra relacionado con cuestiones formales y presupuestarias (a mayor calidad técnica y de acabados, el costo es mayor, y viceversa); sino también con criterios de cultura críticos o autocomplacientes. En otras palabras: se busca mejorar el producto con estándares altos de calidad (buen guión, buena dirección de actores, acabados técnicos, etc.), o se conforman los productores con los estándares mediocres y facilones. Es evidente que Asu mare 2 optó por lo segundo.

Ello trae a su vez otro tema concurrente. El de los subsidios y la protección del estado como cuotas de pantalla y tributación. No estoy en contra, ciertas películas los necesitan; pero con subsidios y proteccionismo puro no despega una industria. Son un elemento apenas. El Free market y la competencia son básicos. Pero, igualmente, como elemento solitario, el libre mercado tampoco ayuda mucho, porque nos puede llevar a una chatura conformista como la que vemos en la tv de señal abierta: lo que le gusta a la gente. Lo ideal sería una sabia combinación de proteccionismo y dejar hacer. De políticas culturales e industriales con voluntad del estado de ejecutarlas (que a la fecha no existen) y de acción de los privados a través del mercado.

Incluso para que esta estela de películas de los últimos años no sea apenas una brisa de verano y pueda tener futuro, cuando ya la influencia de la “película ancla” haya desaparecido, son necesarias las políticas de estado y su continuidad en el tiempo. Instituciones que le dicen. (Aunque reconozco también que por los infinitos “TLC” que estamos firmando aquí y allá, esas políticas nacionales van a estar subordinadas a otros intereses).

Pero Asu mare 2 también atrae por un “mensaje”, como el de la anterior. Si la primera parte era un canto al emprendedurismo, al chico pobre que surge de la nada y con todo en contra, proveniente de un hogar disfuncional donde la ausencia del padre es notoria, como sucede en millones de hogares peruanos (y latinoamericanos), retrato de la realidad social de miles de connacionales que se identificaban en el filme (y que por eso se podían reír libremente, haciendo una suerte de catarsis), peruanos que conforman esa nueva clase media del Perú de las últimas décadas; la segunda “sella” el ascenso. Esta vez “el trofeo” es la chica de clase alta. De allí que el papel de Emilia es casi anodino. Es solo “el premio” para el winner.

Ya no estamos en la época del “plebeyo”, del amor imposible de la mujer de alta condición, “aunque su sangre también tiñe de rojo”. Estamos ahora en la época del ascenso social “como sea”, de las condiciones que permiten pasar a otra posición social, algo impensable en la época de nuestros abuelos. Es quizás la revolución silenciosa más importante del Perú del tercio final del siglo XX e inicios del actual que está dando lugar a una nueva fisonomía de la sociedad peruana (y que mis amigos izquierdistas ni vieron venir por asomo, imbuidos en sus clásicos del marxismo). Ese nuevo Perú es mezcla de ciertos valores conservadores y otros progresistas. Nos guste o no. (A nosotros nos llegó, como otros hechos, tardíamente, la ética protestante y el espíritu capitalista que alude Weber, a través de las cientos de iglesias evangélicas que se afincaron por acá en la segunda mitad del siglo XX: la cultura del trabajo bien visto a los ojos de Dios, del esfuerzo propio –el self of men-, el emprendimiento, son valores que en gran medida provinieron de los centros evangélicos instalados).

Es evidente que en la segunda parte se nota más ficción, a diferencia de la primera, más “testimonial”; y con todo ambas forman un díptico que permite leer a este nuevo Perú. (Y la película, ideológicamente hablando, tiene un tufillo conservador, pero eso ya es harina de otro costal).

Es indudable que la cinta no pasará a la historia de lo mejor del cine peruano; pero permite ver otras cosas para quien quiera ver.

ASU MARE 2 
Dir:  Ricardo Maldonado
Guión: Carlos Alcántara, Alberto Rojas
c/ Carlos Alcántara (Cachín), Emilia Drago (Emilia), Christian Meier (Ricky), Cecilia Natteri (mamá)
Perú/2015/Comedia**/Estrenos



Thursday, April 09, 2015

LIMA COMO SU CHACRA: CASTAÑEDA A LOS CIEN DÍAS



Por: Eduardo Jiménez J.
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Castañeda ha demostrado que carece de un plan coherente para Lima, salvo el de meter cemento a diestra y siniestra, y borrar todo vestigio de la administración anterior. Y, parece también, que ha perdido todo contacto con la realidad (lo que hay dentro de su mente es preocupante, como manifiestan los sicólogos), reflejado en su estrepitosa caída en la aceptación ciudadana. Y todo en menos de cien días.

Somos quizás una de las pocas capitales donde impera el caos, desorden e informalidad en el trasporte público. Ya no hablemos de las ciudades europeas, sino de algunas vecinas, como las de Santiago, Bogotá o Quito, para darse cuenta de la diferencia. La calidad de vida del vecino –algo que importa poco a Castañeda- es mucho mejor en otras ciudades, en lo que al trasporte público se refiere. Y la receta no es otra, sino que cada alcalde iba mejorando lo que su antecesor había hecho. Sin complejos adánicos, se iba sumando en beneficio de los vecinos de la ciudad.

Con una voluntad digna de mejores causas en sus tres primeros meses de gestión desmanteló la incipiente reforma del trasporte iniciada por la gestión Villarán y, de paso, canceló un magaproyecto tan importante como Vía Parque Rímac, a fin de echar mano a sus fondos (no pierde sus viejas costumbres) y construir un  by pass entre las avenidas Garcilaso y Arequipa, obra que todos los técnicos han criticado porque no es necesaria, ni cuenta con expediente técnico, como tampoco los permisos legales obligatorios para una obra de esa envergadura. Se va a gastar dinero de todos los contribuyentes en una obra que no es vital para la ciudad, sin expediente técnico ni licitación (el contratista ha sido designado a dedo), teniendo de contratista a una empresa (la brasileña OAS) sumamente cuestionada en su país de origen por ofrecer coimas a los funcionarios públicos (aparte que en Brasil extrañamente se ha declarado en quiebra).

Ha vuelto a sus antiguas andadas, cuando pensaba que Lima era como su chacra, sin darse cuenta que la ciudad cambió en los años que no estuvo en la alcaldía, con ciudadanos más atentos a una propuesta de mejor calidad de vida y de ahorro en las horas de trasporte (promedio actual: el limeño pierde cuatro horas en viajes en combi, sin seguridad y sin horarios). No obstante ello, una de sus primeras medidas como alcalde fue prorrogar automáticamente el caótico y demencial recorrido de las combis por tres años más, sin importarle los muertos y heridos que al amparo de su ordenanza han ocasionado, como los temibles “chosicanos”.

 Ya no hablemos de la cultura, la que es borrada con pintura amarilla. Creyendo que con “el cucó” del terrorismo iba a pasar desapercibida su decisión autoritaria: la mayoría de ciudadanos se encuentra en desacuerdo con la decisión tomada de borrar los murales, así como en que haya deshecho la reforma del trasporte, reforzando de nuevo el sistema comisionista-afiliador de las combis asesinas y repletas de infracciones.

La seguridad ciudadana brilla por su ausencia, con un centro histórico donde se producen asaltos y robos a cada momento, y donde impera de día y de noche la prostitución clandestina y los hostales en cada esquina. (No es casualidad que se deje ejercer el más antiguo oficio a vista y paciencia de los vecinos, si nos percatamos que la prostitución es uno de los más lucrativos negocios, por lo que muchos funcionarios ediles prefieren hacerse de la “vista gorda”).

A estas alturas menos podemos hablar de  trasparencia. Su gestión, como las pasadas, se caracteriza por hacerlo todo a media luz, siempre en la oscuridad.

En un estado democrático y constitucional, los otros poderes e instituciones del estado deben preocuparse por la situación anómala del manejo de la capital por un alcalde que ha perdido el rumbo hace tiempo. Es hora que actúen la Controlaría General de la República, el Ministerio de Economía y Finanzas y el propio Congreso de la República, que, felizmente, ha mostrado cierto interés en el tema. Y es hora también que reformemos la ley de municipalidades. No es posible que el alcalde electo tenga mayoría absoluta de regidores en forma automática. Las votaciones para regidores deben ser independientes a la de alcalde.

El alcalde Castañeda se quedó en la Lima de inicios de siglo, con sus escaleritas pintadas y el culto a la personalidad. Lo bueno, que su gestión solo durará cuatro años, sin posibilidades de reelección inmediata. Lo malo: habrá que comenzar de cero cuando se vaya, ya que no habrá hecho nada, salvo artificios para los tontos.

Monday, April 06, 2015

VENEZUELA, LA CRISIS Y LA DICTADURA

Por: Eduardo Jiménez J.
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Por Venezuela perdí, hace unos nueve años, a mis últimos amigos de izquierda. Encandilados con el “socialismo del siglo XXI” de Hugo Chávez, porfiaban en que esa “era la ruta” para América Latina. Medio en serio, medio en broma, los reté a esperar veinte años (que no son nada en la historia): si “el camino a seguir” era el socialismo del siglo XXI del “comandante Chávez” o más bien lo era la apertura en lo económico y la consolidación de la democracia en lo político.

La verdad no tuve que esperar veinte años. Bastó poco más de cinco para ganar la apuesta.

Es que el “socialismo del siglo XXI” no era otra cosa que un programa estatista e intervencionista del estado, con un aire nacionalista; como el que tuvimos nosotros, en Perú, con el gobierno del general Juan Velasco Alvarado (a quien Chávez admiraba enormemente); y las largas colas para obtener los productos de primera necesidad nos recuerdan al desastre económico que sufrimos en el primer gobierno de Alan García. Ya lo habíamos experimentado en carne propia.

No obstante, cierta izquierda (y ciertos gobiernos “de izquierda”) se empecinan en callar y mirar hacia otro lado. No solo en Perú, también en todo el barrio (AL). Es preocupante. Dictadura es dictadura, sea de izquierda o de derecha. Lo otro sería relativizar una (la dictadura “de izquierda”) argumentando “fines sociales”.

En ello coincido con Levitsky: la izquierda debe pronunciarse contra el recorte de derechos a los opositores al gobierno de Maduro, más allá de las simpatías o antipatías que les tengamos a los perseguidos y encarcelados políticos venezolanos. Como bien señala, fue gracias a la defensa de la democracia en la región que consolidamos sistemas más igualitarios y de inclusión social. Fue gracias a la defensa de los derechos fundamentales en la época del terrorismo que pudimos consolidar un estado de derecho en los peores momentos.

Es verdad que a los ricos no les interesa mucho la defensa de la democracia. Ellos tienen formas de llegar a los que detentan el poder y de hacer sus negocios. Con democracia o sin democracia. (Un rico, en cualquier tipo de gobierno, tiene medios para llegar más fácilmente a quien tiene el poder que un pobre trabajador). Es a los sectores medios y populares a quienes más les interesa defender el sistema; sea que atente contra el mismo un sátrapa como Nicolás Maduro, aparentemente de “izquierda”, o algún recalcitrante de derecha.

Tarde o temprano Maduro y el régimen que heredó de Chávez van a caer. (La Historia enseña que una dictadura no se sostiene eternamente). Lo lamentable será que el costo de la recostrucción del país llanero será elevado; y el costo será mayor conforme se ahonde mucho más la crisis que sacude al hermano país. Y, como siempre sucede, lo pagará principalmente el pueblo y la clase media (los ricos tienen como defenderse cuando las correas se ajustan).


En esta hora crítica para Venezuela no se puede mirar hacia otro lado. No vaya a ser que la historia los absorba y los digiera, como ya sucedió en tiempos pasados.

Tuesday, March 31, 2015

RECORDANDO A ALBERTO FLORES GALINDO

Por: Eduardo Jiménez J.
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Lo que siempre me gustó del recordado Tito Flores Galindo fue su libertad para interpretar los hechos y las ideologías. Socialista de convicción, no se encasilló en los dogmas que fosilizaron al marxismo, sino que, al estilo de José Carlos, lo interpretó libremente. Fue creación heroica.

Intelectual orgánico, como lo quería Gramsci, tuvo un compromiso político, pero sin nublarle los sentidos y el pensamiento. De allí la libertad que respiraban sus textos, algo difícil de encontrar.

Precisamente La agonía de Mariátegui, la polémica con la Komintern (la internacional comunista de ese entonces) es la mejor prueba. Delicioso y libérrimo ensayo sobre los últimos años del Amauta, que a muchos de la izquierda de ese entonces les encarapeló el cuerpo.

Coincidentemente, como Mariátegui, Flores Galindo vivió pocos años. Dicen de las personas con corta vida, que lo presienten, una voz en su interior les susurra que su paso por este mundo será breve, y tratan, en el poco tiempo que les resta, vivir intensamente, haciendo lo que sienten como su vocación. Tito con su producción intelectual fue un ejemplo de ello. Como que luego vendría Buscando un Inca. Obra mayor. Y después la muerte, hace ya veinticinco años.

Al igual que Mariátegui, supo de la importancia de las utopías. De las creencias que mueven a las personas y colectividades, algo despreciado por el marxismo ortodoxo, considerado hasta “reaccionario”. Son los pathos subyacentes en el espíritu popular. Los grandes políticos saben de eso y cómo llegar así al pueblo.

La izquierda no ha vuelto a tener un intelectual de la talla de Flores Galindo (menos la derecha). Es bueno recordarlo, son ejemplos de integridad moral en estos tiempos de gris mediocridad, de publicaciones olvidables, de copia y pega, incluso de reconocidos “intelectuales”. Hasta siempre.


Wednesday, March 18, 2015

ATACADA: EL CINE COMO PROPAGANDA

Por: Eduardo Jiménez J.
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La ópera prima de Aldo Miyashiro evidencia un interés didáctico y de denuncia sobre la violación impune de mujeres en nuestro país (los créditos finales dan cuenta de una acuciosa investigación previa), así como la ineficacia de la administración de justicia en resolver el conflicto social. Quizás ese afán didáctico y de denuncia es lo que “lastra” el filme que cuenta con una interesante primera parte.

Atacada se encuentra dentro del grupo de películas que se denomina cine de propaganda o proselitista, donde el realizador o los productores buscan resaltar una idea, una persona o un hecho determinado, sea apologéticamente o como denuncia. Casi siempre existe un interés ideológico, religioso o político en el tema. Fue el cine de, por ejemplo, la documentalista alemana Leni Riefenstahl, donde resaltaba las supuestas bondades de la raza aria en la época del nazismo; o, más recientemente, de películas como Cristiada, donde se hacía apología de la heroicidad de los católicos que murieron en la llamada guerra de los cristeros, en el México post revolucionario.

El gran peligro del cine de propaganda o proselitista es caer en los esquemas o clichés. Vale decir todo se encuentra en función de la idea o el concepto. Personajes y trama van en función a lo que se quiere denunciar o resaltar. Y ese es el principal problema de Atacada, subtitulada existencialmente como La teoría del dolor.

La película tiene cuatro partes claramente delimitadas: la etapa previa a la violación donde conocemos a Andrea y a su entorno. La violación propiamente. La tercera es el shock post traumático y el inútil juicio que sigue contra Rodrigo, el violador. La última es la venganza personal. Hay un epílogo donde vemos al personaje algunos años después tratando de rehacer su vida.

Las tres primeras partes (la etapa previa a la violación, la fiesta donde se produce, la inútil batalla legal de Andrea -muy al estilo anglosajón-) tienen ese afán de demostrar los efectos de la violación perpetrada y la ineficacia de la justicia en nuestro país cuando se trata de los poderosos, como lo evidencia la desaparición de los videos que registraron el hecho, y la “compra” de testigos y del propio médico legista. La esquematicidad de los personajes es evidente: los “buenos” son marcadamente buenos, y los “malos” marcadamente malos. Y en ese punto es donde se desequilibra la película: por demostrar una idea (la ineficacia del sistema de administración de justicia frente a un hecho tan clamoroso de violación) tenemos personajes que no llegan a desarrollar del todo y quedan como portavoces de una idea. Aparecen más como figuras, pero les falta densidad.

No obstante, pudo haber sido un mal menor, si el filme no se dilatase tanto con un giro rocambolesco donde se da cuenta de la venganza de los amigos de Andrea contra Rodrigo. La película pierde rumbo del todo, entramos truculentamente al cine gore, y se acentúa la parte melodramática con el internamiento de la protagonista en un penal por ser supuestamente “autora intelectual” del delito, amén del padre que fallece de tristeza y un pequeño que la espera a su salida de la cárcel (suponemos producto de la violación). Acá desbarranca del todo, cuando pudo tener un buen corte con el fin del juicio y un breve epílogo sobre la protagonista.

Es meritorio que Miyashiro haya tratado un tema que casi es de género y lo tratan por lo general mujeres. Vale el intento (y se debe ser muy hombre para hacerlo). Esperemos que en su siguiente largo pueda equilibrar mejor las cosas.


ATACADA  
Dir y Guión: Aldo Miyashiro
c/ Érika Villalobos (Andrea), Jason Day (Rodrigo), Eduardo Cesti (padre de Rodrigo), Carlos Gassols (padre de Andrea), Christian Rivero (Diego)
Perú/2015/Drama**/Estrenos


Tuesday, March 10, 2015

EN FACEBOOK TODOS SOMOS FELICES

Por: Eduardo Jiménez J.
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El título no es mío, lo tomé de un artículo muy interesante publicado en la versión digital del diario argentino La Nación (http://www.lanacion.com.ar//1725676-el-espejo-de-facebook-cuando-la-vida-ideal-de-otros-trae frustracion?utm_source=n_hoy_nota2&utm_medium=saberhoy&utm_campaign=NLSoc), que trata el tema de lo que publican los usuarios en facebook, la principal red social del mundo.

A grosso modo el artículo alude a las fotos y videos que las personas suben a la red, donde aparentan un estado de felicidad eterno, o vacaciones a lugares exóticos que cualquiera no podría tomar, lo cual dista mucho de ser real; pero, a contrario, quienes ven esas imágenes y están atravesando por un grave momento, las puede deprimir más de lo que ya se encuentran al ver tanta felicidad de otros, produciendo el efecto inverso a lo visto, es decir de insatisfacción frente a su propia vida o envidia hacia la exhibida por los demás.

Si bien el artículo es bastante genérico en sus apreciaciones; es cierto que –como sucede en la vida real- muchas personas aparentan un estado de dicha o una situación que no se condice con la realidad que viven. Ha sido el caso, por ejemplo, de los que aparentan una felicidad conyugal que no existe con fotos tipo estoy con mi esposo (a) en un restaurante o en una playa, o regalándome flores y chocolates en el aniversario de bodas o por San Valentín, cuando en la vida real es probable que su relación conyugal se encuentre bastante deteriorada. O, también, de aquellos jóvenes que proclaman “conquistas” de mujeres exuberantes y luego se descubre que son fotos trucadas. Para no mencionar la de aquellos trabajadores que simulan en sus vacaciones ir a una playa paradisíaca del Caribe y más bien se la pasaron en la cabina de internet a la vuelta de su casa.

En cierta forma esas imágenes del mundo virtual buscan compensar la vida diaria, plagada de momentos grises, tediosos y frustrantes (que son los mayores en la vida). El ser humano siempre ha buscado una forma de liberarse de la realidad que lo agobia y limita. En el pasado era con un buen libro que, incluso, enriquecía su existencia, o también viendo alguna película interesante; pero en la actualidad, gracias a la tecnología digital, se ha optado por la manera más pedestre y directa, como son las imágenes y fotografías que colgamos en las redes sociales.

Por regla la información de la red debe tomarse con mucha cautela. Es muy humano querer aparentar una imagen que no es o de potenciar una que apenas es en la vida real. El juego de las apariencias se produce casi en todos los seres humanos; difícilmente encontraremos alguien que se presente ante los demás como es realmente, dado que existe el deseo de ser aceptado por su entorno social (y virtual), y una forma sencilla es la de aparentar tener éxito, ser dichoso o mostrarse sumamente amable y ocurrente.

También se encuentran aquellos que suben fotos acompañados de algún personaje público e indican más bien estatus. Puede ser un cantante, un político, un empresario: “aparezco al lado del famoso tal”, ergo me codeo con “los grandes”. Mientras su face no sea únicamente un mural de “fotos con los famosos”, pasa.

Y hablando de excesos, como señala el artículo, están aquellos que cuelgan fotos de todo lo que hacen: comiendo, manejando, subiendo al bus, paseando al perro o hasta entrando al baño. La interpretación sicológica de tamaño narcisismo se la dejo a los sicólogos; pero el efecto en las redes será el contrario al deseado, el aludido comienza a no gustar, porque como dice el viejo refrán bueno es culantro, pero no tanto.

Desde el punto de vista sociológico, el fenómeno se produce por lo que ha venido en denominarse la sociedad del espectáculo, donde la vida íntima o personal es puesta de manifiesto abiertamente. Algo que se ve muchísimo en los medios de comunicación y en las redes sociales. El fenómeno es mundial, pero en algunos países –como el nuestro- se ha extendido ampliamente. Basta ver la amplia cobertura que tiene el rompimiento amoroso o la “sacada de vuelta” (infidelidad) entre un cantante o jugador de fútbol y una vedette, o entre dos jóvenes que saltan a la fama por el simple hecho de participar en algún reality televisivo (ver nuestro artículo La tv basura). Este fenómeno, por emulación, es replicado entre los innumerables jóvenes anónimos que comienzan a exteriorizar los asuntos más íntimos en el facebook y demás redes.

Otro grupo sí es peligroso y son los “vengativos”. Aquellos o aquellas que rompieron bruscamente una relación sentimental y comienzan a publicitar fotografías comprometedoras de la otra parte o a deslizar en su muro comentarios muy personales de su comportamiento bajo las sábanas (qué hacía o qué no hacía en la cama, cuánto duraba, si era real o fingido, gustos, preferencias, aversiones). Casi siempre son jóvenes (aunque algunos no tan jóvenes) que se dejan llevar por el despecho o la ira del momento, sin tomar conciencia que su accionar puede perjudicar a terceros. Hace poco me enteré del caso de un padre de familia, muy acongojado, cuando vio en el facebook del ex enamorado de su hija, fotos donde ella aparecía practicándole sexo oral al muchacho. Imagínense lo que ese padre sentirá en su fuero interno.

Generalmente los “amores eternos juveniles” duran lo que dura un verano o un ciclo académico de estudios, por lo que las fotos o videos grabados en pleno romance, no se sabe qué futuro tendrán terminado este. Gracias al digital, las imágenes tomadas inocentemente con un celular pueden ser manipuladas o descargadas en otros medios; y fotos apasionadas en una fiesta pasado(a) de copas o en la intimidad de un  hostal, pueden ser utilizadas luego para fines no muy santos de coerción, chantaje o simple desquite.

Y ya no hablo de aquellos que sí son concientes de lo que hacen, como muchos adultos que buscan niñas, niños o adolescentes para sus gustos sexuales. El pederasta sí tiene una conciencia más clara de lo que está cometiendo con frío cálculo, que la del muchacho o muchacha que se deja llevar por las emociones del momento fruto del despecho o de una infidelidad descubierta. (Hace poco, en mi país, se descubrió el chantaje sexual a cambio de favores académicos que nada menos un director de un colegio de varones perpetraba contra sus púberes alumnos).


No todo lo que se publica en el facebook y en general en las redes sociales es felicidad, puede existir también la parte oscura y dramática del caso. Al final de cuentas, el mundo virtual refleja lo que somos en la vida real como humanos, ni más ni menos.