Thursday, October 15, 2015

KEIKO CAVIAR



Por: Eduardo Jiménez J.
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Muchos se han rasgado las vestiduras por el giro al centro de Keiko Fujimori. El más visible nuestro Nobel. Olvidan que una cosa son los deseos y odios políticos, y otra la realidad. Y la que manda siempre es nuestra realidad que, por las encuestas, refleja que el electorado no ve con malos ojos la candidatura  de “la hija del dictador”. Es más, muchos guardan un grato recuerdo del gobierno de Alberto Fujimori y lo consideran como uno de los mejores presidentes que ha tenido el país, y ven una suerte de continuidad y “justicia poética” en la elección de su hija.

Que de repente todavía no tenemos inscrito en nuestro ADN político la democracia como mejor forma de gobierno, es posible. Que no nos importe demasiado un gobierno autoritario, también. Pero es nuestra realidad, nos guste o no. La verdad, somos pocos los que nos preocupamos por la institucionalidad democrática. (Modestamente, como buen converso, me incluyo en el grupo).

¿Qué Keiko puede llegar a ser presidenta? Es probable. Como diría Sarah Connor en Terminator 2: el futuro no está escrito. Y, en política, menos; sobretodo en nuestra voluble política nacional, apenas unas variables que pueden cambiar de sentido en pocas semanas. Pero, creo que nadie en su sano juicio podrá creer que Keiko Fujimori repetirá el gobierno de su padre, con escuhas, grabaciones y compra de conciencias y medios por doquier. Difícil, la coyuntura es otra. Es más, como bien señaló Hugo Neira en una entrevista, los reflectores estarán permanentemente puestos sobre ella de llegar a la presidencia, lo que hará imposible salirse del carril democrático.

Keiko sabe bien que el antifujimorismo es fuerte y si bien tiene un “voto duro”, leal a ella, necesita de ese centro político que la haga ganar, si puede en primera vuelta, mucho mejor. De allí sus declaraciones y estrategias, como buscar asesores y gente de la oposición a su padre, tal el caso del ex ministro del interior de Toledo, Fernando Rospigliosi.

Desfujimorizar el fujimorismo, es su consigna.

No es la primera en intentarlo. Como lo recuerda Aldo Mariátegui en una reciente columna, es el caso de Marine Le Pen en Francia, con amplias opciones de ganar la presidencia, quien no dudó en expulsar a su propio padre del partido que fundó, por las declaraciones marcadamente xenofóbicas de este (una suerte de Isaac Humala de derecha) a fin de “mover” al partido hacia el centro político. El otro es el de la presidenta de Corea del Sur, Park Geun-Hye, hija del sanguinario ex dictador surcoreano Park Chung-Hee, quien también se desplazó al centro político, con disculpas incluidas, y ganó las elecciones. ¿Qué se ha convertido en una versión femenina de su sanguinario y corrupto padre? Ni remotamente. Park Geun no se desplaza un ápice del carril democrático.

Y se olvida que en nuestro lindo Perú, Ollanta Humala hizo lo mismo para ganar las elecciones en el 2011. Con fuerte olor a chavismo y a autocracia, enterró la gran transformación y sacó a luz una hoja de ruta más democrática y potable. Se corrió al centro polítco, con bendición y todo de nuestro querido Nobel, que fungió de garante político. El resultado ya lo conocemos.

Un partido político con resonancia más allá de la coyuntura se forja por condiciones sociales, no por inscripciones formales y exhibición de locales, como se pretende en la reforma que lleva a cabo el Congreso. Un verdadero partido político nace de las luchas y contradicciones sociales. De las “pruebas” que le impone el contexto adverso. Fue el caso del Apra en los años veinte del siglo pasado o de Acción Popular en los cincuenta. El fujimorismo está por convertirse en el partido de masas que antaño le cupo al Apra. Y de nuevo digo: nos guste o no.

Mis amigos caviares deberían percatarse que quien invita a Keiko a la Universidad de Harvard fue nada menos que Steve Levitsky, caviar gringo por antonomasia y totalmente alejado de las posiciones de derecha. Levitsky será caviar, pero es inteligente, y, si la invitó, por algo será.

 

Friday, September 25, 2015

EL TONY MONTANA PERUANO

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
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A Gerald Oropeza ya no le gusta que lo llamen “Tony Montana”, il grande uomo, como le decía su amigo Zazá, amenazando con querellar al que ose seguir llamándolo de esa manera.

Imaginamos que las indemnizaciones que eventualmente pueda conseguir querellando a medios y periodistas, servirán para pagar en parte la reparación civil que el estado peruano le impondrá.

Pero no nos interesa demasiado lo que el Tony Montana peruano pueda hacer o creer. Vamos a ir un poco más allá.

Más preocupante es cómo un personajillo de esa naturaleza puede ser icónico para muchos jóvenes. El que la hizo, el que a temprana edad consiguió vivir con lujos inimaginables para un joven de escasos recursos. Dinero fácil y placeres fáciles.

La célebre foto al pie de su lujoso carro, cuando estaba en lo mejor de su esplendor en el tráfico de la droga, era la invitación para que otros siguieran el mismo camino. Hay que reconocer que la democratización de la movilidad social permitió que Gerald llegara adonde llegó. En otras circunstancias ello hubiese sido imposible. Como dijo un tanto discriminatoriamente una de las tantas lindas chicas que asistían contratadas a sus fiestas (blancas, rubias, voluptuosas), ella creía que Gerald era el hijo del jardinero de la mansión donde se realizaban las desenfrenadas orgías.

Veloz ascenso social, apoyo de líderes de un antiguo partido político (su propio padre fue un dirigente reconocido del Apra, la madre candidateó también por el Apra), los nexos entre narcotráfico y política vuelven a estar bajo los reflectores. No son los primeros, ni serán los últimos, de una estrecha relación entre los capos de la droga y los capos de la política. Ello, más el blanqueo de dinero en actividades lícitas, gracias a empresarios inescrupulosos, hablan más de una sociedad enferma que desde hace buen tiempo se encuentra penetrada por la droga.

Se dice que los grandes capos del narcotráfico en Colombia y México eran concientes que tarde o temprano iban a terminar muertos o en la cárcel. Destino fatídico del que sabían no se iban a librar, por lo que mientras durase el esplendor de su poder, lo disfrutaban al máximo. Muchas veces estrambóticamente. Su exhibicionismo era el del nuevo rico del barrio. En cierta manera, reflejaban la corta vida del personaje interpretado por Al Pacino en el célebre remake Caracortada: Intensa, pero breve.

Para ser sincero, el Tony Montana peruano no les llega ni a los talones.


Hugo Neira dice que nos estamos convirtiendo en una república de mercachifles. Razón no le falta. Todo se compra, todo se vende. Hasta las honras. El afán de enriquecimiento y prosperidad que trajo el modelo económico implantado en nuestro país hace 25 años, despierta esas zonas oscuras de nuestro  animal (queja similar la tiene Jorge Edwards con respecto al Chile post Pinochet).

El considerar todo mercancía y el tener como modelo de vida el confort que el dinero te puede dar, signifca el éxito conseguido, más allá de las formas en la que lo hayas logrado. Lícitas o ilícitas, no importa mucho. Si tienes una oportunidad, sin importar demasiado su origen, y no la tomas, serás considerado un huevón.

De allí que si antes un padre decía con orgullo que su hijo quería ser médico, abogado o ingeniero, era la plasmación del ascenso social de una familia de escasos recursos económicos; ahora el querer ser futbolista, vedette o narco es el medio del ascenso y reconocimiento social.

No solo son los pobres, también está el otro extremo social. A los ricos les importa poco el país donde se vuelven prósperos, y ellos a su manera también son los Tony Montana de hoy. Ayudados por los contactos sociales y políticos, por el acceso directo al poder de turno, ellos también la saben hacer. Una ley que los beneficie, unas elusiones tributarias o unas licitaciones ganadas a dedo son parte de ese nuevo Perú.

Como se ve, el Tony Montana peruano no es el único. Grande uomo.


Thursday, September 10, 2015

CHAPA TU CHORO



Por: Eduardo Jiménez J.
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Lo políticamente correcto es condenar la justicia por propia mano. Es regresar al ojo por ojo bíblico. Pero existe un hecho que es importante tomar en cuenta: que la justicia impartida por el estado como tercero neutral, para que sea efectiva, debe ser eficiente y oportuna. No basta citar a los teóricos de la filosofía política que justificaron la creación del estado moderno y con este, la competencia de administrar justicia y tener el monopolio de la violencia legal; sino que los servicios de seguridad y castigos al trasgresor sean eficientes. Seguridad para la integridad física y patrimonial.

De allí que sea viral la página de facebook que se inicia con el título del presente artículo.

 Más allá del autor o de las intenciones que tuvo para crearla (quedarnos en ello, sería matar al mensajero y obviar el contenido), la página no sería tan popular, si el ciudadano contara con un buen servicio del estado en materia de seguridad ciudadana y sanción efectiva contra quien delinque. Como en tantos otros servicios, el estado los proporciona mal o no los proporciona; por lo tanto el propio ciudadano debe autoproveerse de dichos servicios.

Tomando otros contextos, es lo que sucedió con el boom de la educación privada frente al pésimo servicio del estado; de las clínicas privadas (de todo tipo y precio) en el servicio de salud, o del serenazgo municipal y la vigilancia particular. Cada vez que el estado presta  mal un servicio, surge una iniciativa privada que llena ese vacío. Y, socialmente, los más perjudicados por los malos servicios que presta el estado son los que tienen menos recursos económicos.

Además, la justicia por mano propia se aplica en paralelo donde no llega la justicia formal. Se aplica en las zonas rurales remotas con nula presencia del estado o en zonas urbanas, donde los servicios de este llegan mal o sencillamente no llegan. La ciudad de Trujillo y el asesinato selectivo de delincuentes es un caso no negado de justicia propia. Chapa tu choro es apenas la puesta en vitrina de un hecho que es usual lejos de los distritos de clase media urbana.

Algunos podrán sostener que estamos ante la anomia o falta absoluta de reglas claras y, por ende, la desintegración del estado y la sociedad. Más bien creo se trata de llenar vacíos o complementar los que el estado ofrece, forjando reglas y sanciones fuera del mundo oficial. La consigna Chapa tu choro se mantiene en ese contexto. Si la seguridad ciudadana, que es rol fundamental del estado, o la sanción efectiva a la trasgresión de bienes jurídicos es oportuna, iniciativas como la justicia por mano propia tenderán a desaparecer.

Por el momento, la realidad es otra, y todo indica que la inseguridad se agrava. El hacerse justicia como en el viejo oeste es apenas la punta del iceberg.