Saturday, January 23, 2016

A 50 AÑOS DEL ESTRENO DE DOCTOR ZHIVAGO

Por: Eduardo Jiménez J.
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50 años atrás Doctor Zhivago tuvo una interpretación, digamos, ideológica. Ambientada en los albores de la revolución rusa, muchos no dudaron en calificarla de “reaccionaria” o “pequeñoburguesa” en el mejor de los casos. En plena guerra fría y choque de dos ideologías y formas de vida contapuestas, Doctor Zhivago no trata de encomiar ni remotamente la revolución de Octubre, sino narrar en un marco contextual histórico preciso los avatares de un amor casi imposible, una suerte de hoja al viento en la gran tormenta que fue la revolución que trastocó los cimientos del siglo XX.

Basada en la novela homónima de Boris Pasternak, novela-río con gran cantidad de situaciones y personajes que tuvieron que ser sintetizados en el filme, fue prohibida en la propia Unión Soviética, patria del autor, por ir contra el “realismo socialista”, dictum estético todavía vigente en aquellos años en la patria de Lenin, por lo que subrepticiamente salió el manuscrito hacia Europa occidental, donde fue publicada. Le valió a Pasternak el premio Nobel, la censura y recriminación en su propia patria, y el reconocimiento internacional fronteras afuera. De allí estaba a un paso para ser llevada al cine.

Es cierto que no estamos ante una “gran novela”. Es más, casi nadie recuerda en la actualidad a Pasternak, si no es por la versión cinematográfica de su obra; pero Doctor Zhivago tiene el gran mérito de la denuncia de los costos humanos que significó la revolución rusa y los pasos agigantados que se forzó para alcanzar un nivel de industrialización similar al de Occidente. Se sacrificaron tres generaciones de rusos para lograr alcanzar un nivel similar al de sus pares capitalistas. La escena que abre el filme hacia el largo flashback, con la presunta hija de Yuri y Lara trabajando en una represa, es bastante sintomático de cómo se vivió aquellos años. (Si la memoria no me traiciona, esa escena como el personaje no se encuentran en la novela, fue un hábil recurso cinematográfico para introducirnos a la historia).

La historia de Yuri Zhivago, de su gran amor por Lara, de Tonya, su esposa, y todos los demás personajes que transitan en la novela y el filme dan fiel testimonio de ello. Son seres comunes y corrientes que se ven envueltos en situaciones excepcionales y contra su voluntad. Situaciones que van a cambiar su vida por completo.

Filmada en gran parte en la España franquista de los años sesenta, tanto por costos de producción, como porque era impensable rodarla en la propia URSS, la película contó con unos protagónicos poco conocidos en el momento. Fue un riesgo de Carlo Ponti, el productor, y del propio Lean, el director, quien venía precedido de los laureles por Lawrence de Arabia, su anterior filme, por lo que obtuvo un control absoluto sobre la realización. Siguiendo un método similar a su anterior cinta para la elección de los protagónicos, eligió a actores casi desconocidos para los principales personajes, y los reforzó con actores de primer nivel para los roles secundarios. Así, alejados del star system, se optó por una desconocida Julie Christie para el papel de Lara, de Geraldine Chaplin para Tonya, y de Omar Sharif para encarnar al doctor Yuri Zhivago, quien ya había actuado para Lean en Lawrence de Arabia. A pesar de ello, el filme llegó a costar unos 15 millones de dólares, suma bastante elevada para la época.

Si bien fue recibida con cierta frialdad, poco a poco se fue ganando su sitial en la historia del cine (mereció posteriores reestrenos) y en la actualidad se la puede considerar como “la historia de amor” por excelencia. Narrada como un gran filme de época, con ella David Lean completaba una trilogía excepcional: El puente sobre el río Kwai en 1957, Lawrence de Arabia en 1962, y Doctor Zhivago en 1965. Era el gran espectáculo con una mano firme en la narración y solvencia interpretativa que hacía las delicias de un aficionado al cine. “Películas-río” con duración de más de tres horas, algo impensable en la actualidad.

Mención aparte merece la partitura musical a cargo del francés Maurice Jarre y, en especial, el tema de Lara, tantas veces ejecutado y que expresa ese amor melancólico, triste, épico y sublime a la vez.

Lean quiso continuar con la “saga histórica” con un cuarto filme en 1970, La hija de Ryan. Pero en una época de mostración de sexo explícito en las pantallas, a nadie le interesó el “escándalo” de un adulterio entre la hija de un irlandés rebelde y un oficial británico a inicios del siglo XX. Las pudorosas escenas íntimas y el ritmo moroso de la película eran parte de una sensibilidad ya perdida en el Occidente de la revolución sexual desatada en los años sesenta. Siéndole totalmente adverso, marcó su semiretiro, del cual solo volvería con un canto del cisne en 1984, Pasaje a la India. Bella película, también de época, pero sin la majestuosidad de las de antaño.


Ahora que se cumplen los cincuenta años del estreno de Doctor Zhivago se constata que sigue tan fresca y vigente como el día de su estreno, algo que sucede solo con los clásicos.

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Friday, January 15, 2016

FLAGRANCIA

Por: Eduardo Jiménez J.
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La aplicación del decreto legislativo 1194 que contempla los delitos en flagrancia (cuando es evidente y no reviste complejidad la comisión del delito, ejemplo: un robo al paso, capturando al autor en el acto) está llevando a serios cuestionamientos de lo que podría suceder de continuar con el ritmo de aplicación de la norma en todo el país.

Es cierto que estos delitos, considerados “menores”, en más de una oportunidad la pena impuesta era un saludo a la bandera, con lo que se hacía reiterativa la comisión a sabiendas que no existía sanción efectiva. Es lo que sucede con la falta de respeto a la autoridad policial, la cual, por múltiples razones, ha perdido respeto y legitimidad en la sociedad. De allí que es escena común el presenciar a policías golpeados, cacheteados, escupidos, insultados y hasta atropellados, como fue el caso con la señora Silvana Buscaglia, primera procesada al amparo del Dec. Leg. 1194 y que le ha valido una condena cercana a los siete años por “cachetear” a un policía de tránsito.

La pregunta es si el remedio no será peor que la enfermedad.

El 1194 permite condenar en tiempo record, con el beneplácito de jueces, fiscales, prensa y sociedad civil. El Poder Judicial, tan venido a menos, gana algo de simpatía entre la sociedad y, de paso, las autoridades penitenciarias. Fiscalía, Ministerio del Interior, Ministerio de Justicia, todos felices y contentos hasta ahora.

Como varios entendidos en el tema ya lo han notado, el problema se puede presentar más adelante. El hecho es que si el ritmo de condenas por flagrancia continúa como hasta ahora, en corto plazo no vamos a tener centros penitenciarios (cárceles) para albergar a tanto condenado. Tome en cuenta que ahora robar un celular puede costar hasta 11 años de pena efectiva de internamiento.

Para cargar un poco las tintas, la situación hace recordar a la Inglaterra del siglo XVIII, cuando robar un pan podía tener pena de muerte. Lo malo es que entre nosotros la pena de muerte no se aplica para los delitos comunes, por lo que no cabe otra solución que aumentar el número de penales … o cambiar la norma.

Como más fácil es cambiar la ley que crear nuevos centros penitenciarios, estoy más que seguro que los legisladores optarán por lo primero en un muy corto plazo.

Por otra parte se encuentra la proporcionalidad de las penas.

Está fuera de toda proporcionalidad que a una señora sin antecentes penales la castiguen con casi siete años de pena privativa por faltarle el respeto a un policía, mientras que un homicidio puede recibir una pena mucho menor y un trato más benigno. Y la excusa que dan los jueces que “ese un problema del Código Penal” no justifica penas draconianas como la impuesta a la señora Buscaglia. Y no seamos fariseos, se le dio esa pena por tres evidencias subjetivas: es blanca, de “situación acomodada” y el caso fue mediático, por lo que el Poder Judicial no quería quedar mal ante la sociedad. Bastaba que sufra seis meses de pena efectiva, pague una fuerte multa, ofrezca disculpas públicas a la autoridad ofendida y se le obligue a otros seis meses de servicios comunitarios para resarcir el daño; pero seis años y ocho meses se encuentra fuera de toda proporción. Puro populismo penal y del malo. (Y para evitar las suspicacias, debo declarar que no conozco ni remotamente a la señora en cuestión).

Lo cual lleva a su vez a la necesidad que una comisión del ejecutivo, del legislativo o una comisión mixta, revise las penas que existen en el Código Penal. La inclusión de nuevos delitos, el aumento de penas en otros, ha creado un “Frankenstein jurídico” de horribles consecuencias. Merecen una revisión exhaustiva las penas y que estas sean proporcionales.


Este Congreso que termina dudo que lo pueda hacer; pero el siguiente gobierno en coordinación con el nuevo Legislativo puede hacer una labor útil allí, antes que se vea acorralado por los inevitables escándalos de coyuntura.

Monday, December 28, 2015

CHAPA TÚ CURUL ANTES QUE SEA DEMASIADO TARDE

Por: Eduardo Jiménez J.
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Ha llamado la atención que políticos locales del sector “progresista” hayan recalado en candidaturas cuestionadas, de cara a las elecciones generales del 2016. Como que ha pesado más lo pragmático que los “principios”.

Los casos más notorios son los “antirevocadores” que alguna vez estuvieron juntos y revueltos como Anel Towsend, Lourdes Flores  o el caso más patético, el de la propia Susana Villarán, de la mano en la plancha presidencial con un acusado de asesinato y violación de derechos humanos.

Puede decirse que es real politik; y en cierta manera lo es. La verdad que las opciones de sobrevivencia en el Perú de un personaje político o de un partido no son muchas como se cree.

Las carreras políticas no son prístinas y, por lo general, son fugaces; tienden a un “toma y daca” para sobrevivir. A veces este proceso es “darwiniano”; y, más de una vez, deben coger al vuelo “lo que caiga” con tal de sobrevivir.

Quizás de las tres nombradas, el caso de Anel sea el que presenta mayor movilidad de partido en partido para poder estar vigente. Puede ser descrita como una “oportunista”, pero ello le ha permitido estar en vitrina por 20 años en la política peruana, llegar a ser ministra de estado en un gobierno de triste recordación y hasta darse el lujo de conseguir trabajo como embajador para su marido. Ahora la vemos nada menos que de vicepresidenta en una plancha electoral. Al no haber partidos políticos sólidos ni arraigados en la sociedad, el que desee continuar vigente deberá cambiar, como quien se muda de ropa, el marbete partidario anterior por uno nuevo, y alas y buen viento. La décima de don Nicomedes Santa Cruz les calza como un guante: como has cambiado pelona.

El caso de Lourdes difiere un poco. Creo que en el caso de ella hay un doble aspecto. El personal y el partidario. Lourdes no va de partido en partido como la querida Anel, pero en la alianza con el Apra busca mantener su vigencia como política en momentos difíciles para el PPC y, de paso, salvar la valla de inscripción del partido de sus amores. Muy al margen si funciona o no la alianza, ella estará posicionada en el nuevo Congreso y podrá desplegar su descollante personalidad política, de repente con miras al 2021; y “de yapa”, misma mujer maravilla, habrá salvado la inscripción del único partido donde ha militado. Así que tan descabellado no está el plan de la Alianza Popular. Creo que más gana el PPC y ella que el Apra y Alan.

Pero el caso que linda con lo tragicómico es el de doña Susana Villarán. Es cierto que nadie de la izquierda la convocó. Que la doña tiene sus anticuerpos, hasta dentro de sus “aliados naturales”. Es cierto también que coincidió en el pasado muchas veces con los nacionalistas, especialmente en la época de la revocatoria. Igual de verosímil parecer el rumor que estuvo en conversas con APP, pero no se llegó a nada que estuviese a su “nivel”. Tampoco tuvo suerte en conseguir el puesto de relatora internacional sobre violencia contra las mujeres. Cargo burocrático bien pagado que su amigo Diego no pudo conseguir para ella. De allí que su futuro político era medio oscuro. Con el partido que ayudó a crear, Fuerza Social, reducido a escombros, y un futuro político poco halagador para una ex alcaldesa de la capital, y pese a la solemne promesa –una más que incumplió- de retirarse de la vida política, no le quedó más remedio que aceptar la invitación de los nacionalistas e ir de la mano con Daniel Urresti en la plancha presidencial.

Claro que pasar de defensora de los derechos humanos y de un izquierdismo progresista a esto, hay un gran paso de involución. Pero como diría alguna tía de época cuando una niña era cuestionada por ciertos matrimonios consumados por interés, hijita no hagas caso, abre las piernas y sigue adelante. Creo que esa receta ha seguido doña Susana para sobrevivir.


Total, como alguien dijo, en el Perú nunca hay muertos políticos, a lo cual podemos agregar: no hay muertos políticos, pero sí zombis políticos.

Friday, December 04, 2015

¿SISTEMA PÚBLICO O SISTEMA PRIVADO DE PENSIONES?

Por: Eduardo Jiménez J.
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Generalmente el debate de la política pensionaria ha oscilado entre lo público y lo privado. Recordemos que el sistema privado de pensiones en nuestro país nació como una reacción a la pésima gestión del sistema público, donde distintos gobiernos, democráticos o autoritarios, se agenciaron de recursos disponiendo del ahorro producto de los descuentos pensionarios a miles de trabajadores, principalmente dependientes.

Frente a ello, y en el auge de la ola neoliberal de los años noventa, se instituyó el sistema privado de pensiones, copia directa del sistema que años atrás se había implementado en Chile. El sistema de aportes es similar al público: un ahorro forzoso, descontándose al trabajador una parte de su remuneración (alrededor del diez por ciento, sin contar comisiones a la empresa administradora). La diferencia con el sistema público se encuentra en la individualidad de los aportes, expresado en la tenencia por cada trabajador de una “cuenta individual de capitalización”, a la manera de una libreta de ahorros, donde se abonaría por “la rentabilidad” de sus aportes, más una comisión a favor de las administradoras precisamente por “administrar” el fondo jubilatorio.

No se pudo “matar” al sistema público, el cual quedó a cargo de una oficina descentralizada del estado (la ONP, Oficina de Normalización Previsional); sin embargo, todos los futuros trabajadores activos de aquella primera etapa fueron a pasar obligatoriamente al sistema privado, coartando la libre decisión del trabajador de decidir por el sistema público o privado. En respaldo de la tesis se argumentó que el sistema público estaba “quebrado”, pero en realidad lo que las nacientes AFPs requerían era una “masa crítica” de aportantes a fin que el sistema crezca y se consolide en el tiempo, por lo que se utilizó el subterfugio de la inviabilidad del sistema público.

Esta obligatoriedad se quiso aplicar a los trabajadores independientes –aunque tamizada con la opción de elegir entre el sistema público o el privado-, “reclutándolos” a una nueva AFP, lo cual originó protestas de este importante sector laboral, obligando al gobierno ha retroceder en la decisión.

Pero, de los trabajadores independientes me ocuparé más adelante. Vayamos a algunos aspectos criticables del sistema privado de pensiones, que ya cuenta con veinte años operando en nuestro país y se encuentra consolidado institucionalmente.

Algunos aspectos criticables del sistema se dirigen principalmente a los siguientes aspectos:

1. Pensiones de jubilación ofrecidas,
2. Rentabilidad del fondo de pensiones,
3. Inexistencia de una pensión mínima,
4. Poca trasparencia de las inversiones efectuadas por la administradora,
5. Comisiones cobradas,
6. Concentración oligopólica de pocas AFP en el mercado peruano.

Sobre el primer punto, las pensiones ofrecidas en promedio se encuentran un poco más por encima de las pensiones del sistema público. Vale decir que en veinte años operando el sistema no ha podido ofrecer pensiones más atractivas como las que su oferta inicial promovía. Los defensores de las AFP culpan a los propios trabajadores por no haber ahorrado lo suficiente en su cuenta individual y al gobierno por no dar más “facilidades” de inversión a las empresas administradoras.

Pero, la baja rentabilidad de los fondos de pensiones (negativos en algunos años) también se encuentra relacionado con la poca trasparencia de las inversiones efectuadas por las AFP; las que no buscarían maximizar la rentabilidad del fondo del trabajador, sino de las empresas del entorno de las propias AFP que recibirían liquidez financiera casi a costo cero (“dinero gratis”), empresas que si reportasen pérdidas, significaría pérdidas directas para el trabajador (ya que se trata de su dinero). Ese es uno de los puntos “débiles” del sistema: le puede ofrecer al trabajador una pensión de jubilación atractiva siempre y cuando las condiciones del entorno económico sean prósperas y el portafolio de inversiones sea rentable; pero en entornos recesivos o malas inversiones, el fondo ni siquiera se mantiene en términos positivos, sino que arroja pérdidas.

En otras palabras, la pensión del trabajador se encuentra en directa relación a cómo le vaya al mercado (nacional e internacional) y cómo las AFP han invertido su dinero.

Ese es un aspecto medular del sistema privado que no se discute en forma trasparente.

Se debe sumar a ese panorama poco trasparente, que en el sistema privado peruano no existe pensión mínima a favor del trabajador, como sí existe en el sistema chileno, por lo que hemos visto casos dramáticos de trabajadores con pensiones menores a los cien nuevos soles (algo así como 30 dólares americanos) mensuales. A lo que se debe sumar la “esperanza de vida” calculada a un trabajador que se va a jubilar: no recibe una pensión mayor, en vista que supuestamente va a vivir más de cien años, lo cual es un imposible en la vida real.

A ello se debe sumar las comisiones cobradas por las AFP. Paradójicamente en años anteriores, cuando el fondo arrojaba pérdidas para el trabajador, las AFP arrojaban como empresa, ganancias, dado que la comisión por “administrar el fondo” se le descontaba al trabajador, así genere pérdidas su fondo pensionario. Ello motivó que se implementase la reforma del año 2012 con respecto a las comisiones, pudiendo elegir el aportante entre comisión por saldo o por flujo.

El otro aspecto crucial del sistema privado es el oligopolio de empresas prestadoras. Actualmente son cuatro más una quinta (Habitat) que ingresó por concurso y la cual –por contrato con el estado- tendría la “cautividad” de los nuevos trabajadores que se incorporen a la actividad laboral. Cuando las empresas que prestan un servicio o venden un producto conforman un oligopolio, la competencia prácticamente no existe y generalmente las empresas oligopólicas tienden a “repartirse el mercado” o concertar precios.

Por ello y ante la vulnerabilidad que tiene el sistema privado por los vaivenes económicos del mundo y del país, se necesitaba que ingresen al sistema para reforzarlo los trabajadores independientes. En nuestro mercado laboral, los trabajadores formales son minoría. De esa minoría, aproximadamente solo la mitad aporta regularmente a un sistema de pensiones; la otra mitad o se encuentra desempleada o devino en informal. De allí la importancia cuantitativa de incorporar al sistema a los independientes.

Formalizar a los independientes, a fin que aporten a un sistema pensionario, no es mala idea, si tenemos en cuenta que de aquí a algunos años, cuando su fuerza laboral disminuya, esas personas requerirán una red de protección social. Pero, lamentablemente, ese reclutamiento “forzoso” se hizo en condiciones nada propicias. Creo que primero se debió discutir la reforma del sistema pensionario y de allí diseñar planes alternativos de jubilación para los trabajadores, sean dependientes o independientes. El reclutamiento de los independientes y los ingresantes a la vida activa laboral daba la impresión que obedecía más para favorecer a las AFP que al propio trabajador.

*****

A veinte años de creadas, las AFP “mueven” grandes capitales. Es un poder fáctico y bastante poderoso, por lo que los sucesivos gobiernos han tratado de mantener sus privilegios a cambio que les presten dinero vía bonos del tesoro público (las AFP son una de las principales compradoras de los bonos del estado). De allí que cualquier reforma profunda del sistema (la del 2012 fue bastante tímida) en las actuales condiciones es prácticamente imposible, dado que se requiere una gran voluntad política tanto del ejecutivo como del parlamento, lugares donde los lobies de las AFP están presentes a fin de mantener las cosas como están.

En Chile, por ejemplo, lugar donde nacieron, ya se produjo un amplio debate sobre los pobres resultados de las administradoras de pensiones y el gobierno tomó la decisión de crear una AFP estatal, en vista que por allá también presentaban problemas similares. Con ello, de cierta manera, vuelven al sistema público ante el poco éxito que el sistema privado ha tenido: por lo general los sectores con los ingresos más altos han sido los beneficiados, mientras que la gran base de la pirámide laboral no.

Creo que las condiciones son favorables para una reforma profunda del sistema pensionario en su conjunto, tanto el público como el privado. Hacerle “retoques” o maquillajes no resuelve los problemas de fondo. Quizás, como lo recomienda el Banco Mundial, una salida es un sistema mixto: público para todos y facultativo, con cuentas individuales, para aquellos que tengan expectativas de una mejor pensión. Algo así como tenemos en salud, donde no se rompe el principio de solidaridad y aquellos trabajadores que tienen convenios con clínicas privadas, el empleador sigue aportando a Essalud (el sistema público).

Otra salida, en una línea similar, es la propuesta de la Universidad del Pacífico: pensión no contributiva mínima en base a impuestos para todos los que se encuentren en edad de jubilarse y opciones de ahorro voluntario libre. Para ello deberían entrar al mercado peruano otras administradoras pensionarias que “mueven” grandes capitales y romper de esa forma el oligopolio imperante.

Asimismo, a nivel institucional, lo ideal sería que se cree un organismo regulador y fiscalizador autónomo y técnico, con estatus constitucional de ser posible, que sea el encargado de supervisar todo lo que es pensiones, tanto públicas como privadas. Actualmente la administración pensionaria se encuentra separada en distintos islotes que no ofrecen una solución integral al problema.

En igual sentido debe debatirse la ampliación de la edad para jubilarse. Por la esperanza de vida, una persona de 65 años (edad promedio de jubilación en casi todo Occidente) ya no es “vieja” como sucedía antaño, por lo que está en condiciones de ampliar su ciclo laboral. La decisión es polémica y ha encontrado fuertes resistencias de parte de los trabajadores organizados donde se ha querido implementar (fue el caso de Francia y Bélgica), pero algo se debe hacer; más tomando en cuenta que en los países con “población joven” como Perú, de acá a 40 años será todo lo contrario, un país con predominio de personas mayores de 60 años.

Lo otro sería dejar las cosas como están, con un panorama nada agradable para el trabajador promedio. O, peor aún (y espero no suceda), encontrarnos en poco tiempo con algún gobierno populista que –como ocurrió en Argentina- “expropie” los fondos privados de pensiones y pasen a la administración pública. Dicho sea de paso, es un rico botín y un “bocatto di cardinale” para todo gobierno con problemas de dinero y ánimo populista.


Por ello, la idea de un sistema mixto, donde se vuelva a repotenciar al sistema público con una administración eficiente y tecnocrática, acompañado de los “candados legales” adecuados, es una línea del debate que debe suscitarse en los próximos años y, por supuesto, de la necesaria decisión política. No vaya a ser que de aquí a un tiempo nos encontremos exigiendo la creación de una AFP estatal, lo que no solucionaría los problemas de fondo.

Tuesday, November 24, 2015

UN PAPEL HIGIÉNICO QUE HUELE FEO: LA CONCERTACIÓN DE PRECIOS DE PAPEL HIGIÉNICO EN CHILE

Por: Eduardo Jiménez J.
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Indignación ha causado en el consumidor chileno el conocer que dos empresas concertaron precios del papel higiénico por largos quince años. La Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC), conocida como La papelera -que en estas tierras opera las marcas Noble y Elite-, junto a SCA, dominan el mercado chileno de la papelería doméstica (papel higiénico, servilletas, toallas sanitarias, etc.).

Parecía hasta cinematográfica la forma que adquiría el intercambio de información entre las dos empresas. Uso de cuentas clandestinas de correo electrónico, móviles prepago desechados al poco tiempo de uso para evitar rastreos, hasta intercambio de partes matrimoniales para disimular la información.

El dueño de CMPC, con lágrimas en los ojos, salió en público a “pedir disculpas” por los lamentables hechos ocasionados por sus subordinados. Con lo que quiso decir tácitamente que, como dueño, no tuvo nada que ver con el asunto.

La situación no es nueva para nosotros. La más conocida fue la concertación del precio de los pollos. Pero se ha producido en otros sectores de la economía como los medicamentos o las Afp. Y se presentan cuando por el lado de la oferta se encuentra un oligopolio. Pocas empresas que prestan el servicio u ofrecen el producto.

Como en Perú, allá la concertación de precios solo tiene pena de multa, no de prisión efectiva para los directamente responsables. Pagas la multa luego de muchos años de apelación y de idas y venidas en los recovecos del Poder Judicial. Para ese entonces, el valor de la multa ya se encontrará enormemente devaluado.

Con el oligopolio, el mito del mercado se cae estrepitosamente. No hay competencia efectiva. Es como ponerte de acuerdo con el equipo rival para “arreglar” el resultado del juego. Claro, los defensores dirán que los monopolios y oligopolios no están prohibidos, lo cual es cierto; pero sí deben ser regulados escrupulosamente por el estado. Ejemplo: permitir la entrada de más administradoras de fondos pensionarios al país ayudaría a oxigenar una “sana competencia”. No las cuatro o cinco que existen en la actualidad. Al final se trata de administrar un capital a largo plazo y eso lo puede hacer cualquier empresa administradora de capitales, no solo las Afp.


De paso deberían regresar las penas privativas de libertad efectivas para los implicados en casos de colusión económica. Muy al margen de las multas o reparaciones, la pena privativa efectiva por largos años sería más disuasiva de cometer estos ilícitos que pagar una multa totalmente desvalorizada.

Friday, November 13, 2015

¿CONSTITUCIÓN O POLÍTICA?: LA CATALUÑA EN DEBATE

Por: Eduardo Jiménez J.
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Si bien parece se encuentran separadas, constitución y política cuentan con vasos comunicantes que les permite interactuar más allá de los tecnicismos legales.

Una constitución política, al final de cuentas, es el límite que se pone al poder y fijar unas reglas de juego en el actuar de las instituciones. Que a veces funciona y a veces no, es cierto también. Que muchas veces el poder fáctico se ha llevado de encuentro  a la ley de leyes, con derechos e instuciones incluidas, igualmente lo es.

Una constitución es una suerte de cristalización en el tiempo de una coyuntura determinada. Así, se buscaría “perpetuar” un hacer político más allá del calor en que nació. Todo constituyente y toda constitución aspira a la eternidad, ilusiòn que apunta a la prolongación en el tiempo del momento en que se promulgó.

El problema está cuando esa coyuntura cambia y los actores sociales son otros, que ni por asomo se sienten identificados con lo que establecía la carta en su momento auroral.

¿Qué debe prevalecer, la constitución o los nuevos hechos políticos?

El tema surge a colación del deseo de parte del pueblo catalán de querer independizarse de España. Los unionistas han recurrido al Tribunal Constitucional español, invocando la carta del 78 para cualquier intento de reforma, así como la no tan velada amenaza de la Comunidad Europea de no reconocerlos como nuevo estado.

En fin, el asunto por el lado de los unionistas va por la “leguleyeda” (valga la expresión), por los recursos judiciales que van a contrapelo de la autonomía. Como que un juicio pueda frenar los deseos de soberanía de un pueblo.

Olvidan que el pueblo es el soberano más allá de lo que se dijo o no se dijo en una ley cuarenta años atrás; y nadie, ni las personas, ni los pueblos, pueden estar unidos contra su voluntad.

Una constitución es apenas la foto de un momento dado. Los que apuestan por los escritos legales y otrosís digo olvidan que la realidad prima sobre la foto, quizás ya un tanto descolorida luego de muchos años y tanto ajetreo.  

Algo de eso está pasando en el debate español sobre la cataluña.

Los evasivos catalanes quieren irse de la unión ibérica y ningún texto legal o amenaza de exclusión los va a persuadir.

Quizás la mejor forma es que ellos decidan limpiamente en un referéndum, en una consulta ciudadana, como ya se hizo en otras democracias avanzadas. Allí está el caso de Escocia y el de Canadá, y para sorpresa de los unionistas, más bien ganó el “no”, la mayoría decidió quedarse en el viejo y criticado estado.


Es la forma más civilizada para que un pueblo elija su propio destino. Si gana el “sí” buen viaje y mejor destino, si gana el “no” bienvenido de vuelta a la unión; porque eso de que “te demando en el fuero para que te quedes” como que suena hasta medio ridículo. Que se sepa, ningún pueblo se ha quedado atado a otro por una acción judicial. Mejor déjenlos consultar libremente y nos atenemos a los resultados.

Wednesday, October 21, 2015

LAS BAMBAS, LA REUNIÓN DEL FMI-BM, EL TPP, EL MURO DE LA VERGÜENZA



Por: Eduardo Jiménez J.
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Vamos a referirnos a cuatro sucesos que, por razones cronológicas, han coincidido en el tiempo y subterráneamente se encuentran entrelazados: la resistencia al proyecto minero Las Bambas, la asamblea del FMI y BM, el recientemente aprobado Acuerdo Tras Pacífico y el muro que separa parte de los distritos de San Juan de Miraflores y Surco, conocido como “el muro de la vergüenza”.

Que existen grupos antimineros que por oficio están allí para oponerse a cualquier proyecto minero, los hay. Pero no menos cierto es que el proyecto original de Las Bambas sufrió cambios al tenerlo ahora en sus manos una empresa china, como el referido al traslado del mineral por tierra y no por un ducto subterráneo como originalmente estaba concebido. Sin ser demasiado ambientalista, la verdad que el cambio afecta el entorno del ecosistema y a los pobladores aledaños.  Es como si al costado de tú casa salieran a todo momento, mañana, tarde  y noche, volquetes cargados de mineral, aspirando los vecinos polvo tóxico todo el día. Obvio que no te va a gustar.

Que se debe hacer algo, es indudable. Que Las Bambas haría subir un par de puntos porcentuales nuestro alicaído PBI, también lo es.

Lamentablemente el gobierno de Humala, por su debilidad y falta de visión, entierra el pico. No se compra los pleitos como su homólogo Correa, que es conciente que los recursos naturales son parte importante de la renta nacional y el desarrollo del país.

Salidas existen. El hecho es que se pongan de acuerdo y de paso se modifique la distribución del canon minero y parte vaya directamente al bolsillo de los pobladores afectados. Incluyendo, de ser necesario y previo consenso con la población afectada, una reubicación de los centros poblados aledaños al proyecto.

Es cierto que buscar una salida consensuada es como buscar “la cuadratura del círculo”, por lo difícil del tema, y más fácil es suscribir “actas de acuerdo” para luego incumplirlas el propio estado; pero existen experiencias exitosas, aunque requieren mucho de “ingeniería social”, paciencia y buena voluntad, amén de decisión política. Sino, los “antimineros” seguirán ganando agua para su molino.

*****

El otro hecho destacable fue la realización de la asamblea anual de gobernadores del Fondo Monetario Internacional y el Grupo Banco Mundial en el Perú.

Mientras aquí nos debatimos entre “las agendas de Nadine”; la solitaria candidatura de  Alan en las primarias apristas, amén de cargar con la culpa de los narcoindultos; o si PPK y Verónonika Mendoza deben renunciar a sus pasaportes extranjeros, a los que se aferran con uñas y dientes; afuera nos ven con “sana envidia”, como una economía sólida, un país que pudo remontar sus problemas y el que más crece en la región. Claro, no todo es maravillas, nos falta mucho trabajar la institucionalidad y alternativas frente al estancamiento de las materias primas, así como ajustar “el modelo” económico a las necesidades del nuevo entorno.

Satanizados al extremo antaño, no es poca cosa que el FMI-BM hayan realizado la asamblea por estas tierras. Significa que el Perú “está en vitrina”, algo impensable apenas 25 años atrás, cuando comenzaron todos los cambios económicos, época en la que nadie daba ni un sol por nosotros. Cuando teníamos que “rogar” a los inversionistas (con “contratos ley” incluidos) que vengan a un país todavía azolado por el terrorismo y la falta de seguridad jurídica.

Muchos dirán que esto no era lo que pensaban para el país o que no era el Perú de sus sueños.

Es cierto (y me incluyo en ese grupo), pero de nuevo se confunde lo que uno quiere, con lo que es. Y este nuevo (y a la vez viejo) Perú es parte de un proceso inacabado. “Cerrar brechas” entre la ruralia altoandina pobre, todavía resentida y con mucha pobreza evidente, y una costa más próspera y con más oportunidades, que ha sabido “enganchar” con los TLCs suscritos.

Ese cerrar brechas no solo es económico, es también social  y político, e incluso ideológico. Significa, entre otras asignaturas pendientes, reformar el modelo regional imperante, que más ha constituido cacicazgos locales que resultados efectivos a favor de la población, y significa igualmente reformar el sistema de representación política. No la reformita light que se está cocinando en el Congreso (es como pedirle reforma y ánimo de enmienda a un carterista), sino una reforma estructural, que nazca de la sociedad, cosa más compleja.

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Ello nos lleva a la reciente aprobación del Acuerdo Tras Pacífico (TPP, por sus siglas en inglés). Mientras nos afanamos en las cosas menudas de nuestra política local, muy pocos han reparado en la suscripción del acuerdo y las repercusiones que puede traer, sobretodo en el precio de las medicinas y la protección que revestiría a las empresas trasnacionales, muchas de ellas relacionadas con la industria farmacéutica.

Está bien que se suscriba acuerdos comerciales, mientras más, mucho mejor; pero varios de estos tratados, están tocando cuestiones como propiedad intelectual y prolongación en el tiempo de la protección a las patentes, incluyendo las de medicamentos.

Es público y notorio que muchos medicamentos “de marca” tienen un precio mayor acá que en países vecinos. Asimismo, muchas empresas farmacéuticas afuera vienen siendo compradas por otras más grandes (las llamadas big pharma), que no han invertido un dólar en investigación y solo especulan con el precio de los fármacos de las empresas compradas.

El secretismo con el que se llevó a cabo las negociaciones del TPP conlleva suspicacias. Sería bueno que se “airee” en un debate público y franco, antes que el Congreso lo apruebe, o se aplique las cláusulas de excepción en materia de medicamentos antes de aprobarlo a rajatabla.

Sería irónico que los nacionalistas (los que sobreviven al hundimiento del barco) aprueben un tratado lesivo a los intereses nacionales. Crónica de una tragedia que terminó en farsa, aptitud bastante usual por estas tierras, donde los negocios se acuerdan, como dice el conocido tango, a media luz.

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Y hablando de ironías, justo cuando teníamos un acontecimiento de la envergadura de la asamblea mundial, donde se habla de cerrar brechas sociales, salió a luz la noticia del muro (con alambrada de púas y todo) que separa parte del distrito de San Juan de Miraflores con el de Surco. Un distrito populoso y pobre, de otro clasemediero tirando para alto. Construcción de privados con la complacencia de los sucesivos gobiernos distritales de Surco, el “muro de la vergüenza” dice mucho de la segregación que todavía se vive y se padece en nuestro país, pese a los notables cambios que vivimos en los últimos cuarenta años. En otras ciudades, de acá nomás, de América Latina, ese muro hubiese sido impensable; pero estamos en el Perú, donde todavía respiramos un aire rancio a aristocracia virreinal, a apartheid del otro, como en el cercado de la Lima colonial, donde ciertas autoridades no se inmutan frente a la palabra igualdad y trato horizontal. El muro de la vergüenza es un síntoma que en el Perú todavía no hemos superado muchas taras sociales.