Sunday, October 08, 2023

¿INDUSTRIA DEL CINE?

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


Al cine nacional le sucede lo mismo que al fútbol profesional: el primero no llega a ser industria y el segundo dista de estar en las grandes ligas.

 

El proyecto de la congresista Adriana Tudela está enfocado más en el cine como industria generando incentivos para la inversión. El cine, a pesar que con lo digital se han reducido los costos, de todas maneras sigue siendo caro producirlo. Como decía Armando Robles Godoy con extremada crudeza (cito de memoria): el poeta puede morir pobre y de hambre, pero habrá hecho su poema; en el cine te puedes morir de hambre y no hacer tú película.

 

Eso sucede, relativamente, hasta ahora con el cine, sea el de autor o el cine comercial, ligado este último más a lo que se conoce como industria del cine.

 

Lo que ha causado revuelo es que el proyecto cortaría los subsidios para el llamado cine de autor, el cual ha sido premiado y aplaudido en festivales fuera del país, aunque con un público minoritario dentro. De allí que requiere un subsidio del estado, tanto para producirlo como distribuirlo y exhibirlo. Incluso se habla de salas ad hoc o cuotas de pantalla para este tipo de cine.

 

Protección total al cine nacional solo se dio en los años 70 con la ley del cine del gobierno militar. Gracias a ello nació una generación de cineastas, todavía en actividad muchos de ellos, que dejaron una impronta de la realidad nacional en las pantallas. El cine no solo es arte, es también expresión de una realidad compleja y variada. Equivale a lo que en el siglo XIX en importancia tuvo la novela. Y si bien existen en la actualidad otros canales que permiten este tipo de cine, como Netflix, lo cierto es que no todos los realizadores pueden acceder a Netflix.

 

Es un hecho también que actualmente existe un cine nacional que no convoca auditorios y no conecta con su público nacional, a diferencia de lo sucedido con la generación de los 70. ¿Se trata de películas muy elitistas que solo interesan a un público minoritario? Decir que ahora una película nacional ha tenido 60,000 espectadores sobre una población de 33 millones de connacionales es un flaco argumento a favor del cine peruano. La generación del 70 podía llegar al medio millón de espectadores y hasta más, con una población mucho menor que la actual.

 

El tema de controversia no está en eliminar ese cine de autor, minoritario, elitista, sino en cómo en los últimos años se están eligiendo los proyectos premiados por el Estado. Desde la derecha se dice que una pequeña argolla caviar se ha apropiado de los subsidios para hacer este tipo de cine. Se elige el jurado entre ellos y se premia las obras entre ellos. Una suerte de santa mafia del séptimo arte. Las pruebas que se esgrimen es que las obras premiadas en los últimos años han sido hagiografías a dos dirigentes rojos (Hugo Blanco y Javier Diez Canseco), a un dictador (Juan Velasco Alvarado), amén de distorsionar una novela volviéndola odio de clase (Un mundo para Julius).

 

Supongamos que sea cierta la hipótesis de la apropiación por una argolla de los recursos y premios del cine subsidiado. Si fuera cierta, rebajar drásticamente los subsidios al cine nacional, sería como matar con un cañón a una mosca. Matas la mosca (aparentemente) y destruyes la casa. Quizás sería bueno buscar mecanismos más sutiles para que el jurado de selección no sea la denunciada argolla caviar que premia solo a los suyos.

 

Por otro lado, habría que evaluar bien si las exoneraciones tributarias y facilidades de locación permitirían la venida de capital extranjero en la industria del cine, y si traería el beneficio de mayor turismo extranjero por las locaciones filmadas. Hay estudios que por lo menos en la parte del turismo, la venida de producciones internacionales no aumentó la llegada de más gente de afuera. El ver en el extranjero en pantalla a Machupichu o Sacsayhuamán no es el único factor para la venida de un turista al Perú.

 

Y por el lado de los capitales extranjeros, evalúan también la tranquilidad social para poder filmar las locaciones. Ningún productor en su sano juicio querrá venir a un país donde existen manifestaciones que cortan las carreteras o toman aeropuertos y verán interrumpida la producción o “dirigentes sociales” que piden cupos para dejarlos filmar. En ese escenario, un productor foráneo lo pensaría dos veces antes de invertir millones en una producción local.

 

Es necesario que continúe el cine subsidiado, aunque supervisando mejor cómo se otorgan los premios; y es necesario también un cine comercial, al cual no basta con nuestras históricas locaciones o nuestra mano de obra barata.

Wednesday, September 20, 2023

50 AÑOS DE EL EXORCISTA

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


Fue una película que causó llenos de público en su estreno y dio lugar a dos secuelas más (así como algunas películas inspiradas en el demonio, como La profecía, aunque de tono menor y con otro estilo). William Friedkin, su director, no fue un realizador de cine terror, más estuvo en la órbita del cine negro, del cine policial, como su emblemática película Contacto en Francia, quizás su mejor filme.

 

Película de encargo, luego que los productores descartaron varios nombres de realizadores conocidos. Precisamente, el haber ganado recientemente el Oscar de 1971 por Contacto en Francia le valió para hacerse cargo de la dirección.

 

Lo bueno es que no cedió al exceso de trucajes usuales en las películas de terror y más bien trata de crear un ambiente de la presencia del mal, desde la escena inicial en Irak donde vemos al padre Merrin presintiendo que se deberá enfrentar de nuevo con el demonio. De allí el suspenso va de menos a más. Ruidos en el desván, un amigo imaginario de Regan, una cama que se mueve. El mal no se presenta de inmediato hasta desembocar en la escena del exorcismo.

 

Allí sí hubo que echar mano a las escenas truculentas: la cabeza que gira 360 grados, la levitación, la protagonista que baja las escaleras como una araña. Los típicos trucos que impacten al público, aunque se debe reconocer, sin exagerar.

 

Lo bueno es que Friedkin lo trató de contener para que no se desborde. La presencia del mal estará siempre en la sombra, lo que vemos es únicamente la encarnación en la protagonista.

 

Acabo de revisitar El exorcista luego de buen tiempo. Hay películas que envejecen, como sucede con ciertos libros; pero, pese a los 50 años trascurridos, El exorcista se deja ver. Eso sí, creo que en las nuevas generaciones, luego de todo lo que ven en tiempo real, es posible que no impacte nada y hasta se rían de los trucajes o les parezca demasiado aburrida para los tiempos modernos.

Sunday, September 10, 2023

A CINCUENTA AÑOS DEL 11S CHILENO

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


Las noticias del golpe de estado contra Salvador Allende llegaron por la radio en horas de la mañana. El palacio de La Moneda estaba siendo bombardeado y se decía que Allende había salido, metralleta en mano, a luchar contra los tanques.

 

Debido al ajustado margen, en Noviembre de 1970, Salvador Allende es designado presidente por el Congreso chileno. Fue el primer presidente marxista en llegar al poder por elección popular. Fue la vía chilena al socialismo, experimento sin igual en el continente, en vista que la tesis y la práctica marxista planteaban la toma violenta del poder, lo que abría un nuevo planteamiento, inusual en aquellos años.

 

En si, el planteamiento no era nuevo. A inicios del siglo XX la socialdemocracia europea lo había trazado como estrategia: los obreros, al poder ya sufragar, podían elegir a sus representantes al parlamento para que pongan en ejecución las reformas que los beneficien, por lo que existiría una vía gradualista con reformas parciales para llegar al mismo resultado que la toma violenta del poder. Este planteamiento fue calificado de revisionista por los marxistas radicales, entre ellos Lenin y los bolcheviques rusos, pero con mucho éxito en el continente europeo al ser monarquías constitucionales donde el Parlamento es quien gobierna.

 

Pero en AL el planteamiento fue inusual y más que todo su posibilidad de materialización. De allí que en la época se habló de una vía al socialismo chilena.

 

En lo económico las medidas de Allende fueron las típicas de la época: estatización de industrias clave, la nacionalización del cobre (principal recurso chileno), control de precios, aumento de sueldos y salarios; medidas que traerían inflación, escasez de bienes y déficit presupuestal.

 

En el plano de las relaciones exteriores, Perú, país vecino y gobernado por un gobierno militar progresista, fue el aliado de la región, ya que los demás países de Sudamérica o tenían gobiernos militares de derecha o regímenes civiles francamente conservadores; por lo que la “alianza natural” se dio con Cuba, único país socialista en el continente y la Unión Soviética en el otro extremo del mundo. Digamos que el gobierno de Allende estaba solo en el contexto internacional, ya que Cuba, pese a ser el “aliado natural”, no veía con buenos ojos la vía pacífica al socialismo, planteamiento contrario al foquismo guerrillero que llevó a Castro al poder. Por otro lado, EEUU, dentro de la teoría del dominó, veía un “peligro comunista” a un gobierno de corte marxista que podría “contagiar” a otros de la región.

 

Pero fue en el plano político donde los hechos se exacerbaron. No solo la conspiración desestabilizadora constante de EEUU que desembocó en el golpe de estado, sino la polarización política que se vivía en la sociedad chilena que algunos la comparan a la que vivió España previa a la guerra civil. Malestar económico por falta de bienes esenciales (es cierta la anécdota que si llevabas a una casa en Santiago papel higiénico o pasta de dientes te trataban como rey), inflación constante, pérdida del poder adquisitivo y la cereza en la torta: la propia coalición de Allende comenzó a conspirar contra él para “tomar el poder por las armas”, convencidos que no ganaban las siguientes elecciones en 1976. Grupos radicalizados de izquierda y del propio partido de Allende comenzaron a plantear “la vía armada” para asegurar el poder. La bandeja estaba servida para un golpe de estado.

 

Sobre el golpe se dice que Pinochet no fue uno de los primeros en estar en la conspiración, que ya se gestaba de tiempo atrás, pero como comandante en jefe del Ejército encabezó el levantamiento. Algo similar sucedió con Francisco Franco, 35 años atrás. No fue de los primeros en asumir el levantamiento militar, pero luego se une y lo comanda, apareciendo ambos como figuras protagónicas de los hechos acaecidos, y con todo el pasivo de desaparecidos y muertes extrajudiciales que cargaron a sus espaldas.

 

En el contexto de la guerra fría de aquellos años, un gobierno marxista en la región no iba a ser tolerado por EEUU, por más que hubiese llegado por decisión popular. La teoría del dominó, aplicada en Vietnam, se imponía. Viendo el acercamiento cubano y ruso en su “patio trasero” la decisión de derrocar al gobierno de Allende se encontraba como punto prioritario en la agenda de las relaciones exteriores norteamericanas.

 

Por otra parte, Cuba no miraba con buenos ojos tampoco el proceso de ingreso al socialismo por la vía pacífica, sino que seguía planteando la lucha armada para la toma del poder. Eso propició que exacerbara en Chile la violencia para que sectores de izquierda radicalizados continuaran el proceso de socialización, incluso sin Salvador Allende, quien, según testigos cercanos, en los últimos meses de su gobierno se encontraba aislado hasta de sus propios aliados.

 

Cincuenta años después, al igual que en la España post franquista, la sociedad chilena se encuentra dividida. Entre los que creen que Pinochet fue un “mal necesario” frente a la “avalancha comunista” que se venía (sectores radicalizados de la Unidad Popular que planteaban quedarse en el poder “como sea”), y aquellos que consideran que fue un quebrantamiento del orden constitucional abrupto con un saldo trágico en muertos y desaparecidos. El trauma sigue vigente.

Thursday, August 31, 2023

EL BUKELE PERUANO

 

Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

Vista la inseguridad ciudadana y las próximas elecciones presidenciales en corto o mediano plazo, varios aspirantes a candidatos quieren aparecer como “el Bukele peruano”.

 

Más allá de los cuestionamientos a ddhh que se le imputan a Nayib Bukele, la estrategia electoral es válida visto el alto porcentaje de robos, sicariato, secuestros, cobro de cupos, tráfico de drogas, trata de personas, préstamos informales, que asolan a las grandes ciudades del país. Y, conforme nos acerquemos a la fecha de elecciones presidenciales, irán apareciendo más “bukeles”, unos más convincentes que otros.

 

Siempre se ha visto que un Nayib Bukele peruano emergería de la derecha dura. Daniel Urresti era “el candidato natural” para desempeñar ese papel, pero la purga de una condena hace imposible que se presente a las elecciones presidenciales. Han aparecido otros candidatos que quieren ocupar ese lugar y aparecerán otros más conforme se acerque la fecha de elecciones (sea 2024, 2025 o 2026).

 

Pero no se ve o no se quiere ver que el Bukele peruano puede emerger de una extrema izquierda. Desde ese ángulo no es casual una entrevista reciente a Antauro Humala, donde como siempre refleja a un hombre duro, para el cual los ddhh son una cojudez y las marchas (léase la toma de Lima) no conducen a nada. El papel de hombre duro le sale natural, en cierta forma es su personalidad, más atrabiliaria que la del hermano ex presidente. El propio Bukele (el original) provino de la izquierda. Militante del Frente Farabundo Martí, autotitulado de izquierda, luego rompe lanzas con sus antiguos compañeros de ruta y va girando a la derecha.

 

No creo que a Antauro Humala le cause insomnio cerrar el congreso o pacte con militares estados de excepción con supresión de garantías constitucionales para combatir la delincuencia. Al ciudadano común no le va a importar unas cuantas garantías menos con tal de ver resultados. En la ecuación entre libertad y seguridad, casi siempre tiene más peso la segunda.

 

Ya hemos tenido bukeles antes que aparezca el de El Salvador. Fue Alberto Fujimori que tuvo fama de hombre duro en la lucha contra el terrorismo y cerró sin pestañear el congreso (con mejores resultados que el ex presidente del sombrero). Hombre también cercano a la izquierda en sus inicios, su popularidad más bien aumentó luego del autogolpe de 1992 y muchas de las reformas de aquel entonces las hizo con una legitimidad popular no vista en presidentes anteriores.

 

No sería raro que nazca otro Bukele y que no venga de la derecha, sino del otro lado.