Tuesday, July 30, 2024

MADURO, EL ETERNO PRESIDENTE

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


Las elecciones para presidente en Venezuela donde contra todo pronóstico Nicolás Maduro ha sido ungido como el ganador de la contienda, hace recordar las elecciones amañadas que practicaban los dictadores que ha tenido América Latina. Ahí está Trujillo en República Dominicana dando una apariencia democrática a sus constantes reelecciones o los Somoza en Nicaragua con su tradición dinástica (ahora reemplazada por los Ortega). Repúblicas bananeras como se decía con desprecio. Venezuela se ha convertido en una de ellas hace buen tiempo.

 

En estos regímenes es muy difícil sacarlos del poder por los fuertes intereses de fuera y de dentro para que se mantengan. Algunos estaban ilusionados en una transición a la chilena, manteniendo el chavismo cuotas de poder, sobre todo en las FFAA, pero para que se produjera se requería cierto nivel de institucionalidad del cual adolece Venezuela. (Pinochet en Chile no amañó sino respetó el plebiscito por el cual el pueblo le dijo “no” a la continuación de su gobierno debido a la institucionalidad que goza Chile, aún en dictadura, algo difícil de sostener en Venezuela o en otros países de la región).

 

De país próspero gracias al petróleo, hoy Venezuela debe estirar la mano y mantener contenta con los latrocinios a la cúpula que gobierna. Se está convirtiendo en ese país pobre y sin libertades, inimaginable para los venezolanos hace treinta años. Sin pan y sin libertad, ayudada por Cuba, su gran aliado en la región.

 

Esas transiciones pacíficas las veo difíciles en Venezuela, por lo menos ahora. Tampoco los pronunciamientos de las cancillerías o los retiros del cuerpo diplomático van a sacudir al dictador, ni siquiera se va a sonrojar. Tendría que pasar un hecho dramático muy grave que permita la apertura democrática o que la cúpula en el poder se comience a fragmentar y gane fuerza la alternativa que busque el abandono del régimen y negociar con la oposición ciertas prebendas. Ello incluye a la cúpula de las FFAA, muy cercanas al régimen. Por el momento no creo existan las condiciones para ello.

 

Sirva como lección que todo populismo como el chavismo en su momento solo convierte en más pobres y sin libertades a quienes los llevan al poder. Muchos de los venezolanos en la diáspora votaron por Chávez creyendo que venía una era de prosperidad para todos. El elegir candidatos antisistema que prometen la tierra prometida trae más miseria al pueblo. Después es difícil sacarlos del poder.

Tuesday, July 23, 2024

DUNE: IDEOLOGÍA Y JUSTIFICACIÓN DE LAS GUERRAS SANTAS

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


La adaptación al cine de la novela de Frank Herbert rondaba desde los años 70, siendo Alejandro Jodorowsky el encargado de llevarla a la pantalla; pero, el desmesurado proyecto del chileno, la cantidad de horas que iba a tener el filme y el presupuesto que se desbordaba más allá de todo límite hicieron cancelar la adaptación hasta nuevo aviso. Por lo que quedó (existe un documental al respecto) iba a ser una recreación de la novela en ese estilo hiperrealista propio de Jodorowsky. Por cierto, el diseño visual y argumentativo del proyecto inspiró películas de la época como Star wars, Alien, Blade runner o la célebre Terminator.

Los elementos de la novela eran bastante atractivos para llevarlos al cine, así que, ante el fallido proyecto de Jodorowsky y habiendo comprado los derechos de la novela Dino de Laurentis, habría que esperar a 1984 para la primera adaptación.  

Luego de descartar algunos nombres y ante el éxito que tuvo el film El hombre elefante (1980), el convocado fue David Lynch. Si bien los efectos especiales no fueron los mejores, su adaptación de Dune (1984) no es mala; aunque, resumir una compleja novela en poco más de dos horas era un reto difícil, hasta para el mismo Lynch. El final del filme daba a entender una continuación, pero vista la baja taquilla que tuvo en su estreno, esta nunca llegó. Actualmente se la considera como una película de culto.

 

Habría que esperar casi 40 años para una segunda adaptación cinematográfica. El encargado fue el canadiense Denis Villeneuve, imaginamos por contar en su haber con el inquietante filme de ciencia ficción La llegada (2016), pero sobre todo por los méritos de Blade runner 2049 (2017), notable secuela de la célebre película distópica de Ridley Scott.

 

Si bien la novela por fines comerciales ha sido catalogada como una de space opera, Dune es compleja y de ritmo lento. Sus personajes tienen largas interiorizaciones de sus dudas o de lo que piensan del otro, lo que interrumpe la acción a la que se encuentra acostumbrado un lector de este tipo de libros. De las casi 800 páginas, en las cien primeras el lector lego en la trama, desconoce hacia dónde lo lleva. El inicio es una presentación bastante morosa de los personajes y en especial de la familia del Duque Leto. Se usan muchos nombres propios de la religión musulmana, a tal punto que el autor tuvo que agregar como anexo al final de la novela un diccionario de términos. Y, el desenlace es una suerte de anticlímax. No es el héroe que se comporta en forma altruista. Paul más que como mesías se comporta como ganador de la batalla, repartiendo el botín de guerra y lo que le toca, incluyendo la mano de la hija del emperador, lo que consolidará su ascensión al trono.

 

La novela de Frank Herbert trata precisamente temas como la lucha por el poder y la religión como sustento del orden social y político, organizado maquiavélicamente por las Bene Gesserit, hermandad monástica femenina y que tras bastidores organiza alianzas, planifica líneas de sucesión genética, planea intrigas o elimina rivales. Más que una novela de ciencia ficción, Dune es una novela de intrigas políticas, ambiciones desmesuradas y mesías que justifiquen un orden dominante. Y detrás de todo ello la eterna condición humana, igual ahora que en el pasado o en un futuro lejano.

 

*****

 

 

Para la adaptación, Villeneuve ha contado con un respetable presupuesto y la confianza que se tendrá una trilogía, de la cual las dos primeras partes ya han sido proyectadas.

 

La primera parte (2021) es una presentación de los hechos y los personajes hasta la traición que sufre el Duque Leto y la masacre de casi la totalidad de los atreides.

 

La segunda parte (2024), luego de contactarse Paul y su madre Jessica con los fremen, permite adentrarse a temas que son actuales como las guerras de liberación nacional o las justificaciones políticas para las guerras santas que están asolando el mundo.

 

Tanto el filme como la novela terminan con la ascensión de Paul al trono de emperador del universo conocido, con lo cual concluye la primera novela de la saga, cuyo argumento ha sido respetado con ligeros cambios (frente al éxito de la primera entrega, Frank Herbert escribió hasta seis novelas sobre Dune; luego su hijo continuó con la saga).

 

¿Es Paul el mesías que los fremen esperaban? ¿Se cree Paul realmente el mesías? ¿El mesías es solo una invención para sostener un orden social y político como se da a entender en la novela? El mismo Paul se hace estas preguntas. Como apuntamos, la novela tiene muchas preguntas de los personajes, inquietudes, introspecciones de los mismos. La versión de Lynch quiso rescatar esos momentos interiores, aspecto que ha obviado la versión de Villeneuve.

 

Como todo mesías implica una serie de profecías y la constitución de una religión más o menos orgánica en torno a este, con los correspondientes mitos y organización jerárquica. Todas las grandes religiones han tenido un mesías, un “enviado de Dios”.

 

Pero no solamente es lo sagrado de “aquel enviado por Dios”, sino el uso político y bélico que se le da. Religión y política. Las justificaciones que pueden derivar para una “guerra santa” contra los “infieles”. La yihad. Las semejanzas con la realidad presente son más que evidentes.

 

Religión y política siempre han ido de la mano. La religión sirve para controlar el orden social. Las Bene Gesserit tienen por misión que la galaxia marche en un orden definido. Es un poder religioso que se utiliza para un control político. Toda religión usada en un contexto sirve como pretexto político y justificación de guerras. Ese aspecto es el que desarrolla el filme, con el agravante de irse construyendo como mesías el personaje principal, contando con la ayuda de la madre, Jessica, convertida en Reverenda madre entre los fremen y que astutamente acentuará los presagios de las profecías a favor de su hijo para que gane adeptos y poder. (En la novela el mito del mesías lo difundieron en un tiempo remoto las propia Bene Gesserit a fin de controlar a los fremen y mantener en orden el imperio).

 

Es curioso que, en ese contexto, un grupo de los fremen cree a pie juntillas en la llegada del Mesías encarnado en Paul, mientras otro grupo encarnado por la propia Chani, pareja de Paul, no cree en un mesías de fuera, sino en la liberación de su pueblo por los propios fremen. No creen en una guerra santa, sino en una guerra de liberación nacional. (El personaje de Chani es más convencional y resignado en la novela, en la adaptación de Villeneuve posee más independencia de criterio).

 

La tercera parte, El mesías de Dune, adaptación de la segunda novela de Frank Herbert, se encuentra en desarrollo, sin fecha precisa, pero con Denis Villeneuve al mando todavía, salvo cambios imprevistos de producción.

 

Dune trata temas de actualidad, como los fanatismos religiosos que se creía extintos. La justificación es la misma: castigar a los “infieles”, la razón está de parte de quien mata en nombre de Alá o de Jehová, el nombre es un símbolo, por lo que está fuera de discusión las creencias que motivan la guerra. Si no se tiene nada que perder y se tiene la convicción de luchar por lo justo, no sorprende que prenda entre tantos seguidores. Así ha sido en todas las guerras, religiosas o laicas, siempre al amparo de una ideología. Dune pone en evidencia un hecho que es de palpitante actualidad.

Sunday, July 14, 2024

LA CHICA DE LA TELE

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


Solo pocos pueden mantenerse veinte años consecutivos en la televisión. Yola Polastri fue una de esas escasas figuras que marcan una época. Es muy posible que ese ritmo frenético que comenzó a temprana edad le haya pasado factura en el ocaso de su vida. No es fácil. Requiere mucha disciplina, constancia, tesón, luchas y, sobre todo, innovarse. Recrearse constantemente. Yola lo hizo con méritos, enfocada en su público objetivo: los niños.

 

Aparece cuando los programas para niños eran bastante naif y en blanco y negro. El tío Johnny y la señora gallina en un canal y Cachirulo y Copetón y las marcianitas en el otro. Era la época en que solo existían tres canales de televisión y ni remotamente había aparecido la señal digital, ni menos la tv por cable o el internet. No había mucho de donde escoger.

 

El año de su debut, 1972, en pleno gobierno militar. Y naturalmente la frescura de una chica de 22 años, carismática y empática, cautivó a los niños. Desde allí fue llamada la chica de la tele. Era difícil competir con ese torbellino que apareció en la televisión nacional.

 

Pero, a diferencia de los programas infantiles de ese entonces, Yola supo recrearse constantemente. Renovar vestuario, juegos, la pauta del programa. Porque no solo era la animadora que le ponen un guion, sino la productora del programa. De allí sus constantes viajes a Miami de donde traía ideas y vestuario, en una época donde no sabíamos que había programas similares en otras latitudes.

 

La pregunta final en toda entrevista era por qué no se casó y tuvo hijos. Pretendientes debe haber tenido, y para escoger, pero su independencia de carácter le impedía estar sujeta a otra persona. Lo dijo con un ejemplo. Si yo puedo cambiar un foco en mi casa, para que voy a tener un marido que cambie el foco. Sin proponérselo fue una abanderada del feminismo y la independencia económica de la mujer. Y, en cuanto a los hijos. En esa época la subrogación asistida o la inseminación artificial no estaban de moda y sus niños del programa pasaron a ser una suerte de hijos putativos.

 

Muchos creen que la tv era su principal fuente de ingresos. Como ella misma declaró, la tv en esa época no pagaba tanto. Su principal fuente de ingresos fueron los shows en vivo, era infaltable en la Feria del Hogar en los años 80, el merchandising con muñeca propia incluida y los discos de vinilo que sacaba en promedio uno por año, en una época en que la piratería no existía. En qué fiesta infantil no faltaban las canciones de Yola. A diferencia de los animadores que la precedieron, supo marketearse, venderse a su público objetivo. Ahorrar para la vejez.

 

Sí, porque esto de la tele no es eterno. En los 90 aparecieron otros programas infantiles, como Nubeluz, más sofisticados y con animadoras más jóvenes. Los almanaques no pasan en vano. Pero, no se retiró totalmente a sus cuarteles de invierno. En su imponente casa-taller de La Molina continuó formando burbujitas y apareciendo ocasionalmente en especiales y shows en vivo. Hasta la pandemia estuvo activa.

 

Yola Polastri, Kiko Ledgard, Augusto Ferrando, Genaro Delgado Parker en la producción, son algunos nombres de aquella época ahora remota y legendaria de la televisión nacional, cuando todo estaba por hacer y, como en la novela de García Márquez, nada tenía nombre.

Monday, July 08, 2024

¿CINE CON VALORES DEMOCRÁTICOS?

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


El proyecto de ley de la congresista Adriana Tudela acerca de una ley de cine ha tenido detractores y defensores. El flanco más criticado ha sido si la nueva ley censuraría proyectos concursables que sean incómodos al gobierno de turno. Por otro lado, ¿se podrá regresar, como algunos plantean, a las cuotas obligatorias de pantalla, como fue en el gobierno militar?

 

Debemos tener presente que hace muchos años que el cine nacional se divorció de su audiencia nativa. Películas que antes eran vistas por medio millón de espectadores es un sueño de una noche de verano en el ahora de cualquier cineasta nacional. Ni el cine comercial peruano llega a esas cifras y generalmente pasa sin pena ni gloria por la cartelera local.

 

Es cierto que el DL 19327 del gobierno militar propició en veinte años de vigencia todo un semillero de jóvenes cineastas. Francisco Lombardi, la figura emblemática de aquella generación, no habría podido desarrollar su vasta obra si no fue bajo el amparo del DL del general Juan Velasco Alvarado. Cuotas de pantalla obligatorias, parte de la taquilla para un fondo de cine, innumerables documentales y cortos hubieran sido imposibles sin el DL 19327.

 

Las ventajas comparativas de aquella ley son imposibles ahora. Menos obligar a cuotas de pantalla a las exhibidoras, anegadas de blockbusters de todo tipo. Los canales de difusión del cine han cambiado también. Cada vez son menos los que asisten a ver un filme a pantalla completa y prefieren verlo en la comodidad de su hogar. Lo digital ha venido a revolucionar las formas de hacer y ver cine.

 

El quid del proyecto de la congresista Tudela es lo que se podría calificar como qué atenta contra los valores del sistema democrático o haga apología de la violencia y el terrorismo como para no darle fondos en un proyecto concursable.

 

Mirado en blanco y negro es razonable poner esos filtros. Es sensato, más si se trata de fondos donde está en juego dinero público, de todos los contribuyentes. El problema está en los grises, en lo fronterizo y quién calificaría si el filme va en contra de los valores democráticos o hace apología del terrorismo.

 

En otras palabras, si se trata de funcionarios serviles del gobierno de turno es probable que muchos proyectos en esa zona gris o ambigua no pasarían. Sería una censura indirecta.

 

Películas como La última tarde (2016) de Joel Calero, donde los personajes principales son dos ex terroristas no pasaría los estándares de clasificación que propone el proyecto. Y tengo entendido que La piel más temida (2024) del mismo director está en una zona mucho más gris y ambigua que propició calificativos de proterrorista de cierta crítica, sin serlo me parece. De repente hasta el documental La revolución y la tierra que trata sobre la reforma agraria del gobierno de Velasco podría ser calificado de atentar contra los valores democráticos. Ya no hablemos de películas sobre la vida de Javier Heraud que sacan ronchas a cierto periodismo de opinión.

 

En fin, ese es el tema. De aprobarse el proyecto de ley, quién calificaría si un proyecto concursable va contra los valores del sistema democrático o es apología del terrorismo. Los valores democráticos se entiende. Lo de quién se hace cargo de decidir qué es y no es, ahí está el detalle.

 

No es tanto los ojos, sino el anteojo.

Monday, July 01, 2024

¿GOLPE DE ESTADO EN BOLIVIA?

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


Más allá de las dudas razonables que existen si fue realmente un golpe de estado en Bolivia o un distractor político de los graves problemas económicos que está atravesando el país altiplánico y así “bañarse en olor a multitud” el presidente Luis Arce y tener mayor ventaja frente a sus oponentes en las elecciones de 2025; la pregunta es si los golpes de estado promovidos en los cuarteles siguen vigentes en la región y cuan fuerte es nuestra democracia para resistirlos.

 

Los golpes de estado militares clásicos, con pronunciamientos del general de turno de “salvar a la patria”, adhesión de los altos mandos de las fuerzas militares y policiales, amén de la tradicional sacada de tanques, ya no se ve. Con el fin de la guerra fría y la implosión de la Unión Soviética, el Departamento de Estado norteamericano ya no promueve tampoco ni avala como antaño golpes de estado en la región contra el “terror comunista” que se vivía en aquellos años y acepta de buen grado que los problemas políticos internos deben ser resueltos respetando más o menos las formas democráticas.

 

En vista del poco desarrollo institucional de nuestros países, lo que hemos presenciado en los últimos treinta años son los llamados autogolpes de estado. Es decir, el presidente constitucional de la república en funciones y sin mayoría parlamentaria, con la aprobación tácita o explícita del alto mando militar, cierra los otros dos poderes del estado y asume plenas facultades de dictador. Fue el caso de Alberto Fujimori en 1992 o de Martín Vizcarra en 2019. Pedro Castillo quiso continuar con la tradición en 2022, pero su golpe de estado fue fallido.

 

En los casos de Fujimori y Vizcarra se tuvo que respetar las formas democráticas y convocar a regañadientes y de inmediato a elecciones, sea para un Congreso Constituyente Democrático el primero o para completar el período faltante el segundo. 

 

Igualmente, las intentonas de impedir la asunción al cargo del presidente electo, como en Brasil en 2023, son condenadas extensamente y van al fracaso inmediato.

 

Uno pensaría que la democracia en la región está enraizada; pero salvo contados países, en la mayoría es frágil y se queda en el cascarón, vaciada de todo contenido, como en Venezuela o Nicaragua; o la democracia se degrada en gobiernos autoritarios como en El Salvador de Bukele o el Perú de Alberto Fujimori en los 90. Y, en los demás países la democracia marcha con tropiezos, vacando el Congreso o presidentes cerrando parlamentos; aparte que la ciudadanía no es muy afecta a la institucionalidad democrática, haciéndose carne la célebre frase de un conocido dictador peruano “la democracia no se come”.

 

¿Eso significa que los golpes de estado son cosa del pasado en la región? No necesariamente. Pueden ser usados como última ratio cuando los recursos democráticos (vacancia, obstruccionismo parlamentario, cierre del congreso, guerra jurídica a los presidentes o a los candidatos de oposición, el conocido lawfare) fallan o no tienen tanta efectividad. Igualmente, cuando la oposición no cuenta con mayoría en el parlamento o es demasiado débil o fragmentada, existe la tentación de llamar a los cuarteles.

 

¿Significa que Bolivia estaría regresando a la vieja tradición de llamar a los militares cuando los civiles ya no pueden gobernar o ponerse de acuerdo?

 

Es cierto que la situación política es complicada en Bolivia, con Luis Arce y Evo Morales, pertenecientes al mismo partido político, peleándose a luz pública por el poder y poniéndose uno a otro zancadillas. Asimismo, el panorama económico no es nada halagüeño. Habiendo gastado entre Morales y Arce en una farra fiscal todo el dinero producto del gas exportado, ya no quedan dólares y los productos básicos escasean. Es la consecuencia de políticas populistas y ahora ya no hay plata en la caja pública. Con más informalidad que la nuestra y una economía ilegal bastante próspera, difícilmente pueden ejecutar una política tributaria sobre todos. Es complicada su situación económica y de pronóstico incierto.

 

Pero, la pregunta inicial sigue vigente. ¿Fue un golpe verdadero o una escenificación teatral para subir los réditos del presidente en ejercicio que quiere quedarse en el poder como su ex compañero de partido Evo Morales?

 

Pareciera que se trató solo de un show para subir réditos Luis Arce y que la gente se olvide de los problemas económicos o, por lo menos, no le eche tanto la culpa.

 

Pero eso no quita que los golpes militares a la vieja usanza puedan volver. Quizás cuando los estados de la región se conviertan en estados fallidos o estén próximos a serlo, o cuando las economías ilegales hayan tomado el poder real y teman perder lo ganado, de repente allí si estaríamos ante un golpe militar como los de antaño. Como dijo un célebre historiador, los militares son el partido político más antiguo. Estar atentos.