Eduardo Jiménez J.
jimenezjeduardod@gmail.com
@ejj2107
Mario Vargas Llosa (MVLL) incursionó sin
mucho éxito en el género erótico. Elogio de la madrastra (1988), su
mejor tentativa, a la que siguieron Los cuadernos de don Rigoberto
(1997) y Travesuras de la niña mala (2006).
Travesuras… se encuentra entre las novelas menores
del escritor. Una novela fallida que incursiona en la variante erótica de la
dominación-sometimiento en las relaciones sado-masoquistas entre una muchacha
de origen humilde que se inserta de adolescente en la pituquería
miraflorina y un apocado y caballeroso joven clasemediero. La historia los va a
seguir por más de cuarenta años entre distintas ciudades europeas, con períodos
de encuentros y desencuentros a lo largo de décadas, donde uno lo busca al otro,
se necesitan y complementan para mantener viva esta extraña relación.
Los
“encuentros casuales” de los protagonistas ya son producto del deus ex
machina, es decir de los malabares que hace el escritor para que se
encuentren a lo largo de los años. Se abusa con exceso del azar. Las “casualidades
del destino” van apareciendo por arte de magia. Pero, donde más se resiente es
en crear ese clima erótico necesario que envuelva a los personajes, con sus
conflictos y debilidades. MVLL es un escritor realista y la relación entre la
chilenita y Ricardo requerían un internamiento en sus subjetividades, en lo
más profundo de su ser. Siempre los conocemos y vemos desde afuera,
epidérmicamente, a pesar que es Ricardo quien cuenta la historia.
Cada
capítulo puede leerse como una narración independiente. Son historias autónomas
que les suceden a los protagonistas, sirviendo de telón de fondo distintas
ciudades de Europa y personajes secundarios que los acompañan. Por la extensión
de cada capítulo bien pueden funcionar como cuentos largos.
Lo
más interesante de la novela es la descripción del Miraflores de los años 50 en
el capítulo I, donde se produce el encuentro de adolescentes entre Ricardo y la
niña mala, y el chispazo del primero hacia la segunda que lo tendrá sojuzgado a
lo largo de toda su vida. La descripción de ese barrio de clase media, todavía
con casitas de adobe y donde todas las familias se conocen, respira nostalgia y
lirismo por un mundo ido, muy similar a lo que nos trasmite la descripción del
Miraflores de La tía Julia y el escribidor.
Luego
está el Paris enfebrecido de los años 60, lugar de todas las revoluciones y revolucionarios
que pretenden cambiar el mundo. Es la parte donde la novela destila más emoción
social de estos jóvenes idealistas, como su amigo Paul que, al calor de la
revolución cubana, entregarán su vida por una causa que consideran justa. A
diferencia de las otras ciudades que aparecen luego, ese París de los 60 es el
más vívido, por los recuerdos entrañables que guarda el autor.
La
corriente contracultural del hippismo del Londres de los años 70, al
igual que el Madrid de la movida de los 80, se quedan a medio camino, del
tópico común de las drogas y el sexo desenfrenado que se vivió en aquellos años.
Tokio es solo una postal con yakuzas incluidos. En una suerte de
cosmopolitismo, es la primera novela del Nobel (y creo que la única) que
trascurre en distintas ciudades del mundo, sobre todo europeas, que conoce bien
el autor. Curiosamente, si hubiera descrito mejor el espíritu que en una época
se vivió en ellas, como buen escritor realista, la novela habría sido más
interesante.
El
apelativo de niña mala se encuentra relacionado con la trasgresión de
todo convencionalismo de la época, al que escapa la protagonista. Se aleja de
los estereotipos y cánones morales y ejerce los suyos, por más discutibles que
parezcan. Vive a su manera, libre de prejuicios. De cierta manera es una arpía,
una perfecta villana, pero ha sido delineada para que el lector tenga empatía
por ella y hasta nos conmueva su triste final, a pesar que no muestra
arrepentimiento.
Travesuras
de la niña mala fue su
último intento de incursionar en el género erótico. Posteriormente solo haría
un esbozo secundario de homo erotismo entre dos señoras de la clase alta limeña
en Cinco esquinas. Quizás él mismo se dio cuenta de los pobres
resultados obtenidos y dio punto final a las tentativas.
*Mario Vargas
Llosa: Travesuras de la niña mala. Edición consultada: Debolsillo, 2025,
418 pp.