Thursday, September 03, 2015

CUADROS JÓVENES, IDEAS VIEJAS



Por: Eduardo Jiménez J.
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Veo difícil que la izquierda logre política y electoralmente algo interesante el 2016. No es necesario ser zahorí para darse cuenta de ello. Como alguien dijo sarcásticamente, quizás sea  el 2021… o el 2026.

Si bien la consigna los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra, ha generado un movimiento juvenil a fin de licenciar a la “vieja guardia” de la zurda, aquellos que ocuparon la escena oficial de la izquierda por cincuenta años y que fueron directos responsables de la debacle del movimiento popular socialista; de aquellos que vacilaron en desmarcarse en su debido momento de Sendero Luminoso y el terrror asesino; de los que corrieron tras los petrodólares de Hugo  Chávez, del “comandante” y el seudo “socialismo del siglo XXI”; de los que ahora callan la violación sistemática de los derechos humanos en Venezuela; lo cierto es que los cuadros jóvenes que desean reemplazar a la vieja guardia conservan las viejas ideas que dieron con el fin de la izquierda como alternativa democrática-electoral hace veinticinco años atrás.

Hasta donde conocemos, el término cuadro proviene de la terminología militar y aludía a aquellos mandos intermedios del ejército que podían movilizar tropas inmediatamente en caso de guerra. En la jerga de la izquierda la voz alude al operador político por excelencia y que en los tiempos de las catacumbas e ilegalidad de los partidos socialistas, era el mando intermedio entre la dirigencia –casi siempre en la clandestinidad- y la base partidaria.

Por consiguiente, un cuadro era alguien preparado ideológica y políticamente, con don de mando, sentido crítico, pero que acataba –cual fiel soldado- las directivas de los mandos partidarios superiores, perteneciente por convicción y fe a un partido político determinado. Y, al tomar el poder, el cuadro era pieza clave en la reforma del estado y la administración pública, por la convicción y mesianismo del trabajo realizado. No se trataba de un tipo rentado, sin fe ni convicción, como suele ocurrir actualmente en los partidos caudillistas y los partidos empresa, y que bien puede operar a favor de un partido hoy y mañana por otro. El cuadro nacía y moría en su partido.
Cuadros a ese nivel son poquísimos y algunos dicen que son una especie en extinción, lo que explica que les cueste desmarcarse del pasado. Nadie duda de la integridad moral o ética de Verónika Mendoza o Sergio Tejada; pero son cultores de las viejas ideas estatistas-autoritarias que torcieron una voluntad de cambio democrático en la izquierda peruana, de convertirla en una izquierda moderna, como las que existen en Chile o Uruguay. Parafraseando a Lenin, podríamos decir que se encuentran en una fase de infantilismo de izquierda, de puro voluntarismo más que de realismo político.

Electoralmente, así solo consiguen la adherencia y fervor del gueto, de los que sienten y viven la autocracia y el desdén de los valores democráticos. De los que ven la democracia como medio y no como fin.

Y cada vez me convenzo más que para dirigir las riendas del estado, y sobretodo de un país complicado como el nuestro, se requiere mucha experiencia; más que diplomas y doctorados de Harvard o La Sorbona, haber comenzado en los puestos más sencillos de la administración pública y conocer como es “el monstruo por dentro”; así como tener carrera por el partido que postula, haber ascendido de los puestos más bajos del escalafón hasta arriba, algo que ahora es casi imposible por la crisis de los partidos y cambios frecuentes de camiseta.  Como dirían nuestros abuelos, Verónika y Sergio están muy “pichones” para tamaña empresa.

Hay que matar al padre, es cierto (aludiendo al dictum de licenciar a la vieja dirigencia partidaria de izquierda); pero también hay que matar ciertas ideas y símbolos que no corresponden a los tiempos actuales. Necesitamos una izquierda moderna y democrática, así como una derecha liberal. Verdad de Perogrullo, pero lo evidente es que no contamos ni con la una ni con la otra.

Tal como va, difícilmente la izquierda será una alternativa política seria. Ni el 2016, ni el 2021, ni el 2026.

Thursday, August 20, 2015

PECCATO DI CARDINALE

Por: Eduardo Jiménez J.
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Ha dado que hablar los plagios divinos del cardenal Cipriani. Que lo realicen alumnos en su deseo de pasar airosos la nota del trabajo de “investigación formativa”, o ciertos “intelectuales” de pocas luces, no diré que exculpa, pero tiene cierta explicación en la sociedad del “copia y pega”.

Pero, un “hombre de Dios” que le gusta hablar, y bastante, de las cosas terrenales, despotricando de todo aquel que ose pensar distinto a él, como que deja mal parada a la inteligentzia católica. No diremos que los derechos de propiedad intelectual sean una cojudez (lo sé, monseñor quiso decir otra cosa, pero como siempre pasa, queda fija otra idea); pero excusarse alegando algo así como que las enseñanzas de la Iglesia son una suerte de “patrimonio compartido” de todos los creyentes, suena medio forzado. Total, todo es de todos, como planteaban los viejos anarquistas y comunistas, y que sorprende viniendo del cardenal Cipriani. Dudo que el purpurado se encuentre mudando de pensamiento a estas alturas de su vida.

Para su alivio, no está solo en estos “olvidos” de colocar unas humildes comillas cuando la autoría de la idea le pertenece a otro. Casos sonados en nuestro país fueron varios, y de todas las tiendas y tendencias posibles. Guillermo Giacosa y los plagios de ciertos artículos de la prensa extranjera (donde también “se olvidó” del entrecomillado); Alfredo Bryce, para quien no bastaba Un mundo para Julius, y echó mano a varios artículos de la prensa foránea, fungiendo de “analista político internacional” (zapatero a tus zapatos querido Alfredo). Igual lo queremos a Bryce y me parece que ya escarmentó en carne propia.

Un poco más atrás en el tiempo, y si la memoria no me falla, también están el escritor Fernando Iwasaki y el jurista Raúl Ferrero, apodado “doctor Xerox” por un conocido caso de plagio de una obra jurídica, allá por los años ochenta del siglo pasado (que los abogados tampoco nos salvamos de estos pecados). En descargo de Iwasaki y Ferrero, se puede decir que “corrigieron” el error de juventud, no volviendo a tropezar con la misma piedra. (Iwasaki se ha convertido en un escritor de primer nivel y Ferrero en un respetado jurista nacional. Ninguno de los dos ha registrado otro caso de plagio).

Que el periódico donde monseñor se despachaba a gusto contra moros y cristianos le haya cerrado las puertas no es para rasgarse las vestiduras. Quizás le sirva para reflexionar un poco y con una dosis de humildad bajar del pedestal donde se había autocolocado y darse cuenta que se encuentra hecho del mismo barro del común de los mortales, a los que él tanto denostaba. Amén.


Tuesday, August 11, 2015

25 AÑOS DEL SHOCK: 8 DE AGOSTO DE 1990

Por: Eduardo Jiménez J.
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Lo que sucedió el 8 de Agosto de 1990 fue el inicio a la vez de un programa económico de estabilización y reformas de liberación que permitiesen: 1) reducir drásticamente la hiperinflación, y 2) comenzar con el proceso de cambio del aparato productivo, reasignando liderazgo y recursos al sector privado.

Luego se sucedieron una serie de privatizaciones (venta de empresas públicas del estado), eliminación de todo tipo de restricción a la actividad privada, liberación de precios controlados (remuneraciones, tasas de interés, tipo de cambio, productos básicos) y reducción de funciones del estado. Todo ello en el marco de las recomendaciones del llamado consenso de Washington.

Fueron las bases del actual modelo económico que, hasta ahora, se ha mantenido a través de sucesivos gobiernos por 25 años consecutivos.

El 8 de Agosto de 1990 fue el punto de inflexión de un antes y un después en materia económica. Nunca, como en aquel momento, el cambio fue tan radical. Pero, ¿qué sucedió para que el modelo no tuviese demasiadas resistencias en su ejecución?

Primero, los factores externos. Fue vital la caída del muro de Berlín y el fin de la Unión Soviética como alternativa política, ideológica y económica al sistema capitalista. Al existir un solo proyecto político (la democracia como forma de gobierno), una ideología dominante (el liberalismo) y un solo pensamiento económico (la economía de mercado), no existía un contrapeso que lo pudiese cuestionar, como sí sucedió en la llamada guerra fría. El fin del bloque socialista, la conversión de China en economía de mercado y la desaparición de todo atisbo alternativo, dieron preeminencia al modelo neoliberal.

En lo interno, fue el agotamiento del rol empresario del estado, luego de su agigantamiento en los años 70, así como el dirigismo estatal vía proteccionismo y  subsidios que imposibilitaban un crecimiento más dinámico del sector privado (este vivía paternalistamente a expensas del estado). A ello habría que sumar la hiperinflación, desgobierno y crisis permanente durante el primer gobierno de Alan García; así como el demencial ataque terrorista de Sendero Luminoso y el MRTA.

La ciudadanía se encontraba cansada de todo ello, por lo que no existieron demasiadas resistencias al cambio del modelo.

*****

Un modelo económico es un presupuesto que contiene distintas hipótesis para su funcionamiento. Claro, todo modelo obedece a una ideología o a un “pensamiento económico”. Un modelo puede privilegiar las exportaciones o el mercado interno. Igualmente puede suponer el control de ciertos precios esenciales para la vida económica (tipo de cambio, tasas de interés, sueldos y salarios, servicios esenciales como agua y luz, productos sensibles como la gasolina o los que integran la canasta familiar) o dejarlos al arbitrio del mercado.

Dentro de ello, otros presupuestos básicos son las condiciones sociales y políticas en las que el modelo económico se va a desarrollar.

Se decía que el modelo imperante solo funcionaba en contextos políticos autoritarios como el Chile de Pinochet o el Perú de Fujimori; o, viajando más lejos, en los gobiernos autoritarios de la China actual o el de los países del sudeste asiático de antaño.

No necesariamente es cierto. La prueba está en que el modelo funciona muy bien en contextos democráticos como el Chile de hoy o el Perú democrático de los últimos quince años, o los actuales gobiernos más liberales de Corea del Sur. Es más, en el caso peruano, los cimientos fueron puestos casi dos años antes del autogolpe de Fujimori.

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25 años después el modelo sigue funcionando. Nos guste o no. Por otra parte, el peruano de inicios del siglo XXI tiene un espíritu más conservador, en parte como efecto de lo que se vivió entre los años 70 y 80 del siglo pasado; y en otra, producto del mismo individualismo exhacerbado que se vive por la competencia económica actual. De allí que el peruano menor de treinta años no se cuestiona demasiado el modelo en el cual prácticamente ha nacido.

Y también nos volvimos conservadores en materia económica. De una política afiebrada e imprudente en los años ochenta, pasamos a una ortodoxia más conservadora y prudente.

Por eso quizás la prédica neoliberal sigue teniendo calado en nuestro país, a diferencia de otros en la región. No tanto por la prédica dominante como dicen sus detractores (acusar de ello, sería como argumentar que los neoliberales son buenos en marketing), sino porque hemos vivido en carne propia los sinsabores del mal manejo macroeconómico; aparte que los impugnadores del modelo económico imperante no tienen una alternativa coherente y atractiva. Su último aporte fue el programa de la gran trasformación del entonces candidato radical Ollanta Humala, suerte de revival de las políticas velasquistas de los años setenta.

Valga como atenuante que otros países que padecieron también la hiperinflación, como la Alemania de los años veinte, luego se volvieron conservadores en el manejo fiscal y monetario. Es una especie de “vacuna” que nos mantiene inmunes a experimentos desbocados como los que sucedieron antes del shock.

Otro cambio que trajo fue el peso determinante de la economía y los agentes y órganos económicos, en desmedro del ejercicio político. Si bien la política sigue siendo importante en la vida nacional, como ha ocurrido en otros países, pasó a tener menor gravitación en ciertas decisiones trascendentales, las que por su carácter “técnico” pasaron a ser diseñadas y ejecutadas por órganos aparentemente más asépticos a los vaivenes de la política local. Así nace una tecnocracia de corte neoliberal que, tras el telón de la escena oficial y sin haber tenido el voto popular, es la que toma las decisiones más gravitantes y es la que ha mantenido la continuidad del modelo más allá de los gobiernos que se han sucedido en los últimos veinticinco años. Esta tecnocracia se encuentra principalmente concentrada en el Ministerio de Economía y Finanzas y los organismos reguladores.

¿Qué el modelo económico debe ser reformado?

Lo debe. Se centró demasiado en las exportaciones de materias primas, aparte que no se aprovechó en la bonanza los buenos precios vía tributos y, al caer estos, como sucede ahora, caen los ingresos del estado y de la sociedad. Para atenuar la culpa podemos decir que esperanzarse en la exportación de materias primas es una “maldición” de varios países vecinos: Argentina y la soja, Venezuela y el petróleo, Bolivia y el gas.

Y como un modelo económico no opera en abstracto y generalmente obedece a políticas macro o generales, requiere para su adecuación o “aterrizaje” en la sociedad ser acompañado de una serie de políticas sociales e institucionales, llamadas también “de segundo piso”, que son algo más difícil de ejecutar que las macroeconómicas y que es un tema más o menos pendiente de los sucesivos gobiernos democráticos que han trascurrido, que en algunos casos han avanzado y en otras retrocedido. De allí que pese al crecimiento constante que ha permitido disminuir notablemente la pobreza, percibimos que subsisten los problemas y carencias que vemos en educación, salud, en la administración del estado, para no mencionar las reformas políticas, que se requieren implementar urgentemente.

Es cierto que el costo social del shock fue enorme. De la noche a la mañana los precios relativos de la canasta familiar pasaron a incrementarse de cuatro a doce veces más. La otra alternativa eran los ajustes graduales de los precios controlados (los “minipaquetitos”); pero ello hubiese significado incrementar expectativas de los agentes económicos y avivar la hoguera de la inflación. Siguiendo la experiencia boliviana de 1985 se aplicó un “maxipaquete” y parar en seco la inflación, eliminando así las expectativas de los agentes económicos.

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Para terminar, haremos un poco de política ficción. ¿Qué habría pasado de no llegar Fujimori al poder en 1990 o Mario Vargas Llosa, quien propuso, como candidato, en blanco y negro, los cambios que vinieron después? Creo que cualquier otro en la presidencia habría hecho lo mismo. En ese momento no había otra alternativa viable. A veces las naciones, como las personas, se encuentran cercadas y apenas tienen una salida. Eso le sucedió al Perú en aquellos dramáticos días del ahora ya lejano 1990.

Y hagamos un exorcismo final. ¿Si Mario Vargas Llosa ganaba las elecciones en 1990 hubiese sido un mejor presidente que Alberto Fujimori? Yo voté por él en ambas vueltas electorales; pero, a la distancia, creo que no hubiese sido un mejor presidente. Habría respetado la institucionalidad y el sistema democrático, de ello no cabe duda; pero, debido a su inflexible coraza ideológica, creo que como gobernante hubiese dejado mucho que desear. Un gobernante requiere ser pragmático (pero con valores, y si tiene una visión de estadista, mucho mejor) y él lamentablemente no lo es. Por añadidura, la izquierda y el Apra hubieran boicoteado las medidas económicas y sociales desde el Parlamento y desde las organizaciones sindicales y populares, que en ese entonces ambos grupos políticos las controlaban.

Podemos decir irónicamente que en aquel crucial año el pueblo peruano fue sabio al no otorgarle la presidencia y dejarlo que siga escribiendo para bien de las letras peruanas y universales.


Son 25 años, y si las reformas se producen, por lo menos gradualmente, tenemos para 25 años más, todo un gran ciclo económico, salvo que pasen hechos imprevistos. Total, nada está escrito en el mundo o en nuestro país.

Tuesday, August 04, 2015

LEY STALKER

Por: Eduardo Jiménez J.
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Ha traído controversia la publicación del decreto legislativo 1182, en el marco de las facultades otorgadas al Poder Ejecutivo a fin de legislar en materia de seguridad ciudadana.

Y no es para menos.

La llamada Ley Stalker (o ley del gobierno espía o acosador), posibilita el rastreo de dispositivos móviles y la obligación de las empresas teleoperadoras, ante el pedido de la Policía, de informar y conservar el contenido de sus clientes.

Se entiende que dentro del crimen organizado, el rastreo de llamadas, sobretodo en los casos de extorsión, es vital, ello no está en tela de juicio. El asunto está en que la norma puede tender al abuso o exceso, dado que no requiere de la intervención del órgano judicial para la autorización.

Así la ley stalker podría utilizarse para seguimientos a políticos de oposición, a ciudadanos que no comulgan con el gobierno de turno o que expresan su disconformidad pública con este. Con mayor razón en un año electoral como el que se viene.

De allí que es necesario filtrar los pedidos que la Policía realice para rastrear llamadas y  el órgano judicial es el más idóneo para autorizar los rastreos.

Se dirá que el Poder Judicial demora en tramitar los pedidos, lo cual es cierto; pero se puede crear mecanismos de coordinación que permitan una autorización expeditiva, como es el juez penal de turno que se encuentre despachando. Los jueces penales de turno atienden las 24 horas, los siete días de la semana. Bien podría tener esa competencia y resolverlo en el acto. O pedir mayor información si el pedido no es muy preciso o demasiado ambiguo.

Si en Estados Unidos, donde se utilizó la ley stalker luego del 11-S, se comenzó a escuchar y grabar indiscriminadamente a casi cualquier ciudadano con sospecha de ser árabe o filo árabe, ya nos imaginamos lo que sucedería por acá si no existen los filtros necesarios. Lo que comenzó como una iniciativa loable, puede devenir en pesadilla.


Thursday, July 16, 2015

LA PSICOLOGÍA COMO FARÁNDULA

Por: Eduardo Jiménez J.
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Las recientes denuncias contra un conocido piscólogo mediático, adicto a presentarse en los programas faranduleros a fin de “diagnosticar” sobre trastornos de la personalidad de conocidas figuras de realities locales, ha vuelto a determinar cuáles son los límites éticos del ejercicio profesional, sobretodo en la sicología y la medicina.

La fórmula no es nueva; más bien ha sido “importada” de los realities norteamericanos. Se entrevista a un terapeuta sobre la conducta de una figura mediática, opina dando generalmente un “diagnóstico” apabullador sobre la persona preguntada (sufre de bulimia, es bonderline, tiene trastornos obsesivo-compulsivos, etc.). Por lo general ponen rostro circunspecto, a fin de darle “seriedad” al asunto, teniendo de telón de fondo una fotografía inmensa de la persona “diagnosticada”.

Quien conozca más o menos los procedimientos médicos, sabe muy bien que un médico o un sicólogo no pueden diagnosticar sin haber observado previamente al paciente e incluso luego de haber tenido a la mano exámenes clínicos o test sicológicos. Es como que un abogado opine de un caso “diagnósticando” sobre tal o cual actuación judicial, sin haber visto jamás las piezas procesales del caso en cuestión. (Práctica que ultimamente se está volviendo algo muy común entre algunos colegas de mi gremio).

Debemos tener presente que una cosa es dar una opinión general que no significa un diagnóstico, sino ciertas apreciaciones basadas en datos amplios y sin el paciente a la vista, donde el condicional “podría ser” debe ser subrayado; y otra cosa distinta es hacer diagnósticos sin base cierta que los corrobore. Este último supuesto implica apresuramiento, escasos límites éticos y un afán de lucro y notoriedad a expensas del supuesto diagnosticado, el cual –dicho sea- tiene las puertas abiertas para exigir no solo la rectificación, sino una indemnización contra el “terapeuta” y el medio de comunicación que lo contrató.


En otros países, el terapeuta que aparece en estos programas se enriquece. No solo por los honorarios que cobra, sino porque su nombre y supuesto “prestigio” rebota en los medios de comunicación. Luego vienen los libros de autoayuda, las terapias caras para los que puedan pagarlas y hasta un programa de televisión propio. Imagino que por estas tierras los resultados lucrativos deben ser más modestos, aunque no exentos de la gloria efímera que concede la televisión.


Friday, July 10, 2015

LA DECISIÓN DE GRECIA (Y DE EUROPA)

Por: Eduardo Jiménez J.
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Como que el referéndum griego del 5 de Julio ratificó que los sufridos helenos no quieren más recetas de austeridad decretadas por la “troika” (el FMI, el BCE y la Comisión Europea) y que únicamente aumentan el índice de paro (25% de la PEA griega, 50% a nivel de jóvenes) y recesión. Nosotros, en América Latina, lo sabemos por experiencia propia: el FMI nos “recomendaba” eliminar gasto social a fin de tener más dinero para los pagos. Al final nos hundíamos en mayor recesión, mayor desempleo y mayor pobreza. Es un círculo vicioso que solo asegura el pago a los acreedores y la inopia de los deudores.

En un ejercicio de democracia directa, la ciudadanía griega decidió. Existe un mandato claro de no más medidas draconianas.

¿Qué pasará ahora?

Creo que más allá de las posiciones extremas en ambos lados, tanto de los acreedores que dan por hecho que Grecia sería expulsada de la zona euro, como de los deudores más radicales que buscan salir del euro para resolver sus problemas “a lo griego”; lo cierto es que tanto el primer ministro Alexis Tsipras como la dama de hierro Angela Merkel se encuentran buscando salidas intermedias. Por el momento Tsipras ya ofreció “la cabeza” de su carismático y poderoso ministro de finanzas, el heterodoxo Yanis Varufakis, sobre quien han recaído las mayores críticas por no llegar a un acuerdo con los acreedores; así como un compromiso como gobierno bastante más cercano a lo que recomendaban los europeos.

La solución es más política que técnica; y, parece, que parte de los acreedores se han dado cuenta.

Si Grecia sale de la eurozona, posiblemente caiga en las manos de Rusia y China, sobretodo esta última, con ayuda de dinero fresco, que lo tiene en abundancia.

Se pensaba que Argentina, luego del default con los llamados fondos buitre, iba a caer en una recesión tipo la de 2001, y no fue así gracias al dinero de los chinos, que le pagan en efectivo la soja que exportan.

Grecia puede tomar medidas similares, con el beneplácito del partido gobernante, Syriza, que es un frente que agrupa, entre otros, a varios marxistas ortodoxos que no le hacen asco al “capitalismo chino”. Si a ello le agregamos que Grecia pertenece a la OTAN y geopolítcamente es estratégica, el panorama no es muy halagador para los europeos y los propios norteamericanos.

Añádase a ello que si Grecia es excluida, vuelve a “imprimir” su moneda nacional, con lo que haría competitivas sus exportaciones y se volvería un lugar “barato” para el turismo europeo y yanqui, con ingreso sin restricciones de euros y dólares.

De allí que la Merkel y los más moderados estén dispuestos a seguir negociando “una salida” que no implique la exclusión de Grecia. Aparte que una exclusión griega, por más que sea un país pequeño, afectará al euro en beneficio del dólar, que se fortalecería de nuevo como moneda universal dominante.


Ojalá se imponga la sensatez. No vaya a suceder, como en épocas pasadas, que por imponer condiciones ignominiosas a la parte más débil, se desencadene un curso en la historia inimaginable para los que se mostraron más intolerantes. Eso sí sería realmente una tragedia griega para todos los actores del drama.

Monday, July 06, 2015

LLÁMALO AMOR, SI QUIERES

Por: Eduardo Jiménez J.
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Mario Vargas Llosa es un tipo polémico. Siempre lo fue y ahora, con su evidente romance con Isabel Preysler, vuelve a ratificar su temperamento en una suerte de canto del cisne.

Quien haya seguido de cerca su trayectoria personal y literaria conocerá que sus dos matrimonios estuvieron plagados de escándalo: primero con una tía política diez años mayor que él y luego con una prima hermana un tanto menor.

Ahora, cuando apenas se terminaban de apagar las celebraciones por los cincuenta años de matrimonio ininterrumpido con su esposa Patricia, la de las sensibles frases laudatorias en el discurso de aceptación del Nobel, cuando todo parecía una constante de calma y monotonía conyugal rodeado apaciblemente de hijos y nietos, ve la luz pública las primeras fotografías acompañado de la socialité de España, Isabel Preysler, de aquella que estuvo casada con el no menos famoso y millonario cantante Julio Iglesias, y luego con el tampoco menos próspero empresario y político español Miguel Boyer, de aquella que prefiere el estado civil de casada al de divorciada o viuda (apenas hace pocos meses falleció el último de los nombrados), anunciando los medios el –digamos- “romance del año”.

Por esas ironías de la vida, Mario Vargas Llosa ha pasado a ser parte de “la sociedad del espectáculo”, de aquella que tanto vituperó en su conocido ensayo sobre la sociedad del show y las apariencias, de lo superfluo y pasajero, de la imagen y el escándalo.

En esta comedia de la vida, cada parte juega muy bien el rol que le corresponde: la esposa digna en su sufrido mutismo; los hijos rodeando a la madre en señal de apoyo; la Preysler con ese aire mundano de “a mi que me importa lo que sufran otros”, desempeñando muy bien su papel de “villana”, la robamaridos, la mala de la película; y don Mario, con un rejuvenecido look que no disimula bien las angustias que debe estar sufriendo por dentro. Al hombre se le han venido encima como diez años, a pesar que era un cuasi octogenario apacible y rozagante. Por cierto, le cae muy bien el papel del anciano ciego ante la pasión otoñal volcada en una mujer más joven que él, del intelectual que no tiene calle, encerrado en sus libros y presa fácil de los engaños femeninos. Para usar un vocablo caro al escritor, de cacaseno.

Pero alguien por allí podrá argüir que se trata de justicia poética. Tardía, pero justicia al fin y al cabo. Quienes tienen buena memoria recordarán que la prima Patricia se entrometió en la relación de Mario con Julia Urquidi en un viaje que la entonces jovencísima prima hizo a Francia, alojándose en el departamento del escriba, y fue por ella que abandonó a la pobre tía Julia. Esta última ya lleva muerta algunos años, pero quienes creen en el destino podrán aplicar el conocido adagio quien a hierro mata, a hierro muere.

Y, seamos sinceros, en todo este entramado de pasiones desembocadas, cuasi folletinescas, como los melodramas que gustan tanto al escritor, también se encuentra en juego un patrimonio familiar de varios millones de euros y dólares; que si bien el conocido Nobel no tendrá la fortuna de Julio Iglesias o del finado Miguel Boyer, como que tiene lo suyo, que no es moco de pavo. Es uno de los pocos escritores en el mundo que ha podido vivir de sus libros, para bien de él.

Evidentemente por más que lo desee, no va a poder dejar de estar fuera de los reflectores de la prensa rosa y amarilla. Eso de que respeten mi privacidad y la de mi familia más bien aviva las llamas del morbo. A tal punto que los paparazzi ibéricos están a la caza de cualquier fotografía íntima que puedan obtener de él con la Preysler, calatos de ser posible, así como la comidilla malsana de todo el mundo (“¿usará viagra?”, “¿lo hará o serán solo toqueteos?”, y así por el estilo).


Mario Vargas Llosa “sin querer queriendo” es el personaje central de lo que tanto criticó, de aquello banal que resalta las noticias diarias. Como consuelo le queda que el escándalo será intenso, pero breve, hasta que otro de igual o mayor envergadura lo sustituya. Por el momento diremos como Toño Angulo en su conocido libro: llámalo amor, si quieres.

Wednesday, June 24, 2015

QUÉ SE COCINA EN EL TPP

Por: Eduardo Jiménez J.
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Muchas veces el ruido (político) nos impide observar lo importante.

Algo de eso está sucediendo con el acuerdo secretísimo que se viene preparando con el TPP (Acuerdo de Asociación Traspacífico), donde nosotros estamos como parte y, al parecer, en calidad de convidados de piedra.

En principio no me opongo a los tratados internacionales, incluyendo los comerciales. Pero, lo que sí me preocupa es el secretismo. Al decir del tango “todo a media luz”, como se vienen desarrollando las negociaciones del TPP.

Un acuerdo que va a afectar a millones de personas no puede ser negociado, acordado y suscrito de esa manera. En otras épocas, por cosas menores, cayeron gobiernos. El gobierno que firme un tratado de esa forma, literalmente se pone la soga al cuello. Por lo menos debe haber un debate franco, abierto. Y la excusa que el tratado es demasiado “técnico” o que “los perros del hortelano” se opondrán no debe ser óbice para que el pueblo, como depositario de la voluntad nacional, se entere y de su opinión.

A tal punto el acuerdo es tan oscuro, que en los propios Estados Unidos, el Congreso se ha opuesto a un fast track, una aprobación rápida, sin discusión alguna en el legislativo. Es que hay cosas muy raras que están sucediendo dentro de las negociaciones.

Otro hecho que es preocupante y que esperamos sea suprimido de la redacción final del tratado, estriba en la indemnización que podrían recibir las trasnacionales de parte de los estados por “ganancias frustradas” o lucro cesante como decimos los abogados, originado en alguna medida de política nacional que afecte sus expectativas de ganancias. El ejemplo clásico es el de los cigarrillos, fabricados por empresas multinacionales. Supongamos que un estado miembro decide prohibir o restringir drásticamente la venta de cigarrillos (o de “comida chatarra”) a fin de cautelar la salud de la población. La empresa afectada podría solicitar una compensación económica al estado nacional por la expectativa trunca de ganancias.

Algo similar sucede con el alargamiento temporal de los derechos de patentes farmacéuticas.

Las empresas farmacéuticas que inventan un nuevo medicamento tienen derecho a explotarlo por un tiempo determinado (generalmente un promedio de 20 años). Vencido el plazo, el medicamento pasa a ser fabricado por cualquier empresa sin necedidad del pago de patente. Son los medicamentos genéricos, aquellos que ya no requieren pago de derechos para su fabricación, y por ello son baratos.

De alargarse el período de explotación comercial del laboratorio, los costos del medicamento serían inaccesibles para muchas personas de escasos recursos. Y, por efecto del mercado, muchos medicamentes subirían de precio al no haber genéricos que los sustituyan. Igual sucede si el estado miembro debiera informar a las farmacéuticas de las políticas en salud que implementará y si estas afectan o no a los bolsillos de la industria (de nuevo el lucro cesante que alegarían las trasnacionales).

Como estado nos encontraríamos atados a la decisión de las grandes empresas. Ello afecta la soberanía nacional, el mejoramiento de los indicadores de salud de la población y la propia economía del país.


Hay cosas muy grises y hasta oscuras en este tratado que no se quieren esclarecer. Debemos estar alertas.

Monday, June 15, 2015

800 AÑOS DE LA CARTA MAGNA

Por: Eduardo Jiménez J.
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A regañadientes el 15 de Junio del año del Señor de 1215, el rey Juan sin Tierra firmaba un documento que otorgaba derechos y garantìas a la nobleza. Ese documento se conociò como la Carta Magna, y si bien al poco tiempo fue desconocida por el propio rey y sujeta a innumerables enmiendas posteriores, dio inicio a un cambio histórico inimaginable para los actores que suscribieron el documento 800 años atrás.

Como sucede con todo hecho que trasciende, los actores involucrados no tuvieron conciencia de cómo repercutiría la acción en el futuro. La nobleza, a favor de la cual se le concedía una serie de derechos, lo único que quería en ese momento era controlar las arbitrariedades del rey y que sus decisiones no la perjudiquen económicamente. Obvio que no buscaba ni la igualdad social (que no le convenía) y menos económica (que le convenía menos).

Dentro de sus intereses de clase buscaba controles al poder político y así nace uno de los aspectos más resaltantes del constitucionalismo moderno: los controles al poder y las garantías al ciudadano.

Igual sucedió con otra garantía que ahora es lugar común: el ser juzgado imparcialmente y el derecho a ser escuchado. Los nobles ingleses consiguieron que sean juzgados no por el rey, sino por sus iguales, es decir por otros nobles. El juicio justo y el nacimiento de una institución sajona que hemos visto mucho en películas y series de televisón: el jurado compuesto por iguales al inculpado y que al final de cuentas determina si es inocente o culpable.

Ya no hablemos del consejo deliberativo del rey que daría posterior nacimiento al parlamento moderno; al igual que la aprobación por la misma nobleza de todo impuesto (que significa, como antaño, extraer dinero del bolsillo de todos nosotros), lo que dio pie al principio de la creación de tributos sólo por ley expresa del Parlamento, sin injerencia del Ejecutivo.

Pero la Carta Magna no fue el único instrumento que concedió garantías a los súbditos (decir ciudadanos en aquella época era mucho decir). Existieron otras cartas que abrieron las posibilidades de más libertades, como la de los fueros españoles, incluso anterior en fecha de dación; pero, como sucede con otros documentos históricos, la celebridad se la llevó el documento inglés.

Quizás la Carta Magna se llevó el crédito de “piedra angular” de las instituciones políticas y constitucionales que hoy en día conocemos debido al novedoso desarrollo constitucional y control político que contenía en germen (y que no estuvo exento de luchas y guerras civiles), y la “creación” de lo que conoceríamos como democracia representativa, así como ser inspiradora de las constituciones norteamericana y francesa.


La lección es que los derechos y libertades no nacen de la buena voluntad del gobernante, son más bien producto de las tensiones y luchas entre sectores sociales y económicos, lo que da lugar a una cristalización jurídica. Nosotros, en América Latina, hacemos al revés: pensamos que la ley podrá cambiar la realidad; algo así como un pase “mágico” a otra dimensión, y por eso muchas veces nos estrellamos con la dura realidad. Valga esta pequeña reflexión por los 800 años de la Carta Magna.